Aunque el PP no prevé por ahora adelantar las elecciones en Castilla y León para que coincidan con el ciclo autonómico del mes de mayo, sí es una posibilidad que el partido sopesa. Para contemplar las ventajas e inconvenientes que ello tendría a nivel local y nacional en las filas que dirige Alberto Núñez Feijóo. A nivel local, Alfonso Fernández Mañueco podría buscar despojarse de la losa que se ha convertido compartir Ejecutivo con su vicepresidente, de Vox, Juan García-Gallardo, inmerso en la polémica cotidianamente. Las relaciones entre Mañueco y García-Gallardo nunca han sido distendidas, y durante la mayor parte de la legislatura se han configurado a través de sus equipos de trabajo y asesores. Exclusivamente han compartido escena cuando ha sido estrictamente necesario. En el caso del ámbito nacional, romper con Vox serviría a Feijóo para abandonar el último rescoldo de la gestión de Pablo Casado y esgrimir la bandera electoral de autonomía respecto a Santiago Abascal.
Es difícil que Bambú abogue por sacrificar su único gobierno a gran escala, aunque de coalición, pero no dudará en incentivar la presión, en forma de polémicas, como viene ya haciendo, conforme se acerquen los comicios de mayo. Esta misma semana, los de Abascal han empezado a introducir el marco de que el PP está girando hacia posiciones de izquierda, para moverse en torno a sus banderas. Entre ellas, el aborto, un asunto espinoso para los populares y que cualquier alusión directa y abierta que se prolongue, puede modular hacia derecha o izquierda trasvases de votos: entre confirmados provida o personas más moderadas que ven superada la cuestión. Preguntados por si dan un plazo concreto para que el PP materialice por escrito esas medidas que inicialmente fueron vendidas por García-Gallardo como un 'protocolo antiaborto', Vox no concreta. "Pueden ser horas o días", detallan.
Sea cual sea el motivo que lo incite, de ocurrir, optar por una convocatoria de comicios regionales, sería una jugada de alto riesgo para los populares, que dejan, no obstante, manos libres a Mañueco para que prescinda de García-Gallardo. Algo que automáticamente rompería la coalición. Sería un movimiento peligroso especialmente, por la ausencia de datos sólidos a los que aferrarse: no hay una solo gran 'casa' demoscópica que hasta el momento, desde las elecciones de febrero del año pasado haya publicado un sondeo con la región como objeto de estudio. Los únicos datos con los que cuenta Génova son sus encuestas internas, de las que solo detallan que "mejoran los resultados" en el territorio, pero sigue siendo crucial unir los apoyos a los de Vox.
Hay varios escenarios que pueden contemplarse en este momento. El primero sería el de una repetición exacta del reparto actual de la cámara, a poco más de un año -en el mes de mayo- de su conformación y la sesión de investidura, que fue en marzo. Quizá con alguna variación mínima entre bloques que traslade un escaño provincial del PP al PSOE o viceversa, entre primero y segundo; o entre segundo y tercero, en definitiva. Algo que, difícilmente repercutiría en la actual mayoría de 44 escaños sobre 41 necesarios [el parlamento está integrado por 81 bancadas]. El segundo, en ampliación al ya esbozado, sería uno en el que el PP consagrase la absorción completa de Ciudadanos como empieza a vislumbrarse en ciertos territorios. No hay datos sobre transferencia autonómica, pero el último barómetro de 40dB para El País sí indica que la cifra de votos que pasan de las filas naranjas a las de Feijóo rondan el 34,7%.
Según ha comprobado El Independiente, con los números fijados en el escrutinio del 13-F y mediante el sistema D'Hondt, si la candidatura de Mañueco adhiriera un tercio de los 54.186 votos de Cs, no repercutiría en absoluto a variar el resultado actual. Únicamente, en la circunscripción de Valladolid, en la participan todos los cabezas de lista, con 6.267 de los 18.801 apoyos logrados en la provincia, el PP se haría con el escaño del líder de Cs Paco Igea. No afectaría en nada que incluyera el resto de sus papeletas, ni para robar representación a derecha ni a izquierda. Y es que en las pasadas elecciones de 2022, el PP ya procedió a afianzar la mayor parte del voto naranja salvo en el feudo vallisoletano.
El dato más aproximado
El detalle que hace el PP internamente de aludir cierto progreso pero con una importante dependencia a Vox, aunque sin dar cifras, va en la línea de un sondeo elaborado por la 'casa' demoscópica Electomanía, que huye de la definición de encuestadora, y se suscribe su trabajo al de proyección de tendencias. Pese a ello, es la única entidad que ha hecho dos mediciones hasta la fecha. Muy parejas. En la última, su 'Electo Panel' ofrece un reparto de representación que cumple las líneas trasladadas desde Génova: aumento del PP, pero demanda de Vox para una investidura. Es más, es el único camino de los populares si quieren continuar al frente de la Junta. En el sondeo, que ha sido elaborado desde el 14 de diciembre al 17 de enero, atribuye 32 escaños tanto a PP como a PSOE. En el caso de los socios potenciales, Vox baja de 13 a nueve procuradores; Unidas Podemos asciende de uno a dos; la Unión del Pueblo Leonés (UPL) y Soria ¡Ya! pasan de tres a dos, y Cs y Por Ávila (XAV) mantienen sus único procurador respectivamente.
La abstención del PSOE para que Mañueco gobierne en solitario con apoyo externo será crucial para evitar otra coalición con Vox en Castilla y León
La caída de Vox, que sigue siendo esencial, puede entenderse por una fuga hacia el PP tras contemplarse la experiencia de gestión. De esa salida de electorado, no obstante, se beneficia el PSOE, al ostentar el segundo puesto. Al sacar más distancia a los de García-Gallardo, accede a un reparto superior provincial. Vox cede al menos, un procurador al PP, probablemente en Valladolid o Salamanca; dos al PSOE y uno a Unidas Podemos, con quien compite por la tercera posición.
Por otro lado, la pérdida de un escaño respectivamente de la UPL y Soria ¡Ya! también recalaría en el seno de los socialistas. En la provincia soriana, el auge de la plataforma integrada en España Vaciada perjudicó notablemente a los de Luis Tudanca, igual que en León el partido regionalista de Luis Mariano Santos. En la anterior convocatoria la UPL solo sacó de representante a su secretario general frente a los tres actuales.
Pactos limitados
Este martes el PSOE de Tudanca ha ofrecido a Mañueco la misma herramienta ofrecida durante las pasadas negociaciones de investidura: dar estabilidad a la región con un apoyo externo durante el resto de legislatura. Pero a cambio, los socialistas piden al PP desvincularse completamente de Vox en todos los puntos geográficos; un cordón sanitario. Bajo la primera premisa, de que se repitan los mismos números electorales o como máximo que Mañueco absorba el escaño de Cs, el PP podría volver a pactar con Vox, algo, por la ruptura previa, complicaría más el horizonte a Mañueco, con una mayor presión y sería vendido como un fracaso por parte de Vox. La alternativa es un gobierno en minoría, o bien en solitario o con la suma de la UPL, Soria ¡Ya! y XAV para alcanzar 36 procuradores, un planteamiento que Feijóo ha sopesado a nivel nacional tras sondear al PNV. Que prosperarse dependería del PSOE, que debería ceder y situarse como socio externo, para no quedar retratado ni abocar a la necesidad de coliderar nuevamente entre PP y Vox. Eso, hundiría su relato.
Bajo la premisa de Electomanía, el PSOE podría llegar a constituir una influencia de 39 parlamentarios, pero el voto contrario de Vox y PP impide cualquier alternativa que no pase por una gran coalición con los populares. Con esta distribución y la rivalidad existente, la mayoría pasa necesariamente por el PP, que siguiendo la dinámica anteriormente comentada, podría sumar 37 apoyos. Vox no tolerará cualquier alternativa que no pase por una incorporación, por lo que, si se busca una cambio de rumbo, la abstención del PSOE será crucial.
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