El PSOE sintió alivio al ver las imágenes de la multitudinaria manifestación apoyada por las derechas contra el Gobierno en Madrid, pero no pudo evitar ponerse en tensión porque este es año electoral y se siente impelido a intentar movilizar al máximo a sus bases, mucho menos activas que las del PP y Vox. Como también entiende que ha de dirigirse a Alberto Núñez Feijóo, que no acudió a la marcha, para que responda si la comparte o no plenamente, si condena o no los insultos al presidente, Pedro Sánchez.
Fueron 31.000 las personas, según la Delegación del Gobierno en Madrid —500.000, según los organizadores—, que se concentraron este 21 de enero en la plaza de Cibeles, en el centro de la capital. Las que llamaron a defender, decían, la democracia de la "amenaza" del que a su juicio es el "peor" Ejecutivo de la historia. Era la España profundamente antisanchista, convocada por cinco organizaciones de la sociedad civil —Fundación Foro Libertad y Alternativa, Foro España Cívica, Libres e Iguales, Convivencia Cívica Catalana y Neos— y otras sesenta adheridas.
"Traidor", "rata", "opresor", "déspota", se le dice en la marcha, en la que se advierte del "plan oculto de mutación constitucional"
Los participantes, envueltos en una marea de banderas —algunas franquistas—, coreaban "¡Sánchez, dimisión!", le gritaban "traidor", y algunas pancartas le llamaban "rata", "opresor" o "déspota". "Se han dado todos los pasos para resolver el horizonte penal de los condenados vinculados a los socios del Gobierno", desde los presos de ETA a los líderes del procés indultados, señalaba el manifiesto, de aires conspiranoicos: "Estamos ante un plan de mutación constitucional que se mantiene oculto a los ojos de la ciudadanía", plan que "está corroyendo nuestra democracia, socavando nuestras instituciones y dividiendo a la población".
"No se trata de izquierdas, derechas o centro, se trata de no permanecer impasible ante la erosión e las instituciones, el deterioro de la democracia y el debilitamiento del Estado", advirtieron los convocantes desde el escenario instalado ante la fachada del Ayuntamiento de Madrid. Santiago Abascal fue el único líder nacional presente en la manifestación, ya que no estuvieron ni Feijóo ni los nuevos jefes de Ciudadanos (Patricia Guasp y Adrián Vázquez), aunque sí acudieron responsables del PP —Miguel Tellado, Pedro Rollán, Dolors Montserrat, Bea Fanjul, Daniel Sirera... y los tránsfugas recientemente fichados, Sergio Sayas y Carlos García Adanero— y de los naranjas —la exlíder y portavoz en el Congreso, Inés Arrimadas, y la vicealcaldesa de la ciudad, Begoña Villacís—, además de exdirigentes como Rosa Díez (UPYD) o Alejo Vidal-Quadras (PP).
La comparación con Barcelona
Son "nostálgicos", dijo Sánchez desde Valladolid, en el segundo mitin de precampaña de este 2023, en el que reunió a unos 1.500 simpatizantes bajo la Cúpula del Milenio, según las cifras proporcionadas por Ferraz. El presidente siguió la línea marcada por él mismo el pasado jueves al término de la XXVII Cumbre Hispanofrancesa, en Barcelona. Eran "nostálgicos" los independentistas que protestaron en la capital catalana —6.500, según la Guàrdia Urbana— y los que se concentraron en Cibeles este sábado. Aquellos querían "una España rota", y los que lo hacían en Madrid quieren una España "uniforme" y "excluyente".
Sánchez se sitúa en la "mayoría" social, entre los que quieren una "España rota" y los que buscan una España "uniforme" y "excluyente"
"Y entre unos y otros estamos la mayoría de los españoles, que deseamos convivencia en una España, que respete la diversidad y que avance", defendió Sánchez en Valladolid, erigiéndose como el centro de dos extremos. Y si hoy "se cumple la Constitución en toda España" y la "amenaza de la quiebra de la convivencia va quedando cada vez más lejos", el PP, cuando estaba en la Moncloa, "no hizo absolutamente nada" ante los "referéndums ilegales" que llevaron a cabo los independentistas y que situaron al país "en el abismo", atizó.
Hace casi cuatro años, el 10 de febrero de 2019, a muy pocos metros de Cibeles, en la plaza de Colón, Madrid acogió otra manifestación de las derechas con claims similares. "Elecciones ya" y "unidad de España". Estaba Santiago Abascal, pero también los entonces líderes de PP, Pablo Casado, y Ciudadanos, Albert Rivera, ambos ya caídos.
Acudieron a la marcha 45.000 personas, por las 31.000 de este 19-E —siempre según la Delegación del Gobierno—. En aquel momento, el PSOE lo calificó de "pinchazo". Y, la manifestación de Cibeles, con más razón, por el menor número de asistentes: "La derecha siempre está movilizada —sostienen en la cúpula federal, consultada por este diario—. Los números de la manifestación no son ni mucho menos los que se esperaban, y el pinchazo ha sido de libro".
La derecha "no faltará a la cita". "Por eso es tan importante que la izquierda esté movilizada el próximo 28-M", esgrimen en Ferraz
Pero en Ferraz añaden a continuación que Cibeles debe ser un acicate para sus bases: "Más allá de las cifras, sabemos que el día de la votación [las derechas] no faltarán a la cita. Por eso es tan importante que la izquierda esté movilizada el próximo 28 de mayo". En la dirección socialista recalcan que "solo llenando las urnas de votos" a su partido se podrán "parar cosas como las que se están viendo estos días en Castilla y León: una agenda medieval con un Gobierno que no muestra ningún interés por los problemas de su tierra".
Su pensamiento "es un enigma"
No es casual el llamamiento de la cúpula a sus electores. Si algo ha apreciado el PSOE es que la derecha está muy movilizada desde hace meses, mientras que la izquierda se halla todavía perezosa. Tampoco es una excepción: los socialistas esgrimen que sus campañas siempre funcionan como un motor diésel, de menos a más, y que tardan en calentarse. Y ahora la temperatura sigue fría, aunque su esperanza es que aún quedan algo más de cuatro meses para la primera meta volante electoral de este año.
La dirección quiere que Feijóo se retrate, frustrar el que creen que es el plan del líder popular: llegar a las generales en volandas y sin mancharse
Pero en Ferraz también interpelan directamente al líder del PP: "Feijóo ya ha dicho que apoyaba esta manifestación, pero nos gustaría escuchar si está de acuerdo con todas y cada una de las cosas que se han dicho en Cibeles. Sería bueno para el país, pero más para el propio PP, saber qué piensa Feijóo sobre algo, lo que sea, en algún momento", sobre todo porque será candidato a la Moncloa. Así, en el cuartel general de los socialistas se preguntan si el jefe de los conservadores comparte "las banderas del aguilucho [las preconstitucionales]" que pudieron verse, si está de acuerdo con "el manifiesto al completo", si cree también, como se escuchó, que Sánchez es "un dictador".
En la sede federal del PSOE, por tanto, desplazan todo el foco a Feijóo. Todo. Como hicieron esta semana a raíz del plan antiabortista de la Junta de Castilla y León. La dirección quiere que se retrate, frustrar el que creen que es el plan del líder popular: llegar a las generales en volandas y sin mancharse. "Queremos saber un poco más sobre su pensamiento político, que es un enigma, más allá de pactar con Vox", empujan. En Ferraz se fijan en los contenidos de algunas pancartas: "Sánchez, golpista, eres un fascista" o "Sánchez, Otegi y Puigdemont, a prisión". "¿Lo condena o lo comparte el que vino a la política como moderado?", le insisten. El presidente tendrá ocasión de preguntárselo a la cara el 31 de enero, en el cara a cara que mantendrá con él en el Senado. Una semana antes, este martes, el jefe del Ejecutivo comparecerá en el Congreso.
En rampa electoral, el Ejecutivo no se plantea modificar su política, aunque ahora tanto la Moncloa como el partido están centrados en su gestión económica y en esgrimir la distensión en Cataluña como uno de sus más visibles activos, que aspiran a que la ciudadanía sepa valorar y entender. "Nosotros estamos a proteger a la gente, a gestionar, y a hacerlo con justicia fiscal y social. Nos gustaría saber a qué está Feijóo, y si es a esto que hubo este sábado en Cibeles", remachan desde Ferraz.
Cierre de una semana "fantástica"
Para Gobierno y partido, concluye una semana que definen como "fantástica", porque la presión se ha situado en el PP por Castilla y León, mientras que las polémicas que más erosionaban al Ejecutivo —ley del sí es sí, cuyo despliegue ya ha beneficiado a más de 200 agresores sexuales, o la rebaja de la malversación y la eliminación de la sedición— pasaban a un segundo plano.
En Ferraz y en los territorios no hay por ahora alarma: "Los temas hoy en día no duran más de una semana. Y Madrid, no lo olvidemos, no es el resto de España", dice un importante barón
Lo ocurrido esta semana sirve a la dirección socialista para anticipar que el efecto negativo de la reforma penal, que incluso constataba el último barómetro del CIS, se desvanecerá y "no durará hasta mayo". "Los temas hoy en día no duran más de una semana. Y Madrid, no lo olvidemos, no es el resto de España", advierte un importante barón regional con hilo directo con Ferraz. "La rebaja de la malversación es cierto que se explica mal, pero se explica fatal si no lo haces, si no la explicas. Pero ahí están los datos: 6.500 personas en Barcelona, antes el president lideraba un referéndum ilegal y ahora acude a una cumbre bilateral. Lo que hay que hacer es explicar las cosas", continúa.
En la dirección del partido y en los territorios no se percibe, al menos por ahora, alarma. Los nueve presidentes autonómicos, señalan en las federaciones y en Ferraz, cuentan con poder repetir, aunque en algunos territorios, como Valencia o La Rioja, que revaliden sus gobiernos dependerá del desempeño de Unidas Podemos. También se aspira a conservar los ejecutivos municipales —incluida Sevilla, la ciudad más importante en manos de los socialistas— y a conquistar alguna plaza más. Barcelona es la que parece más a tiro, pero en la carrera está descollando Xavier Trias, candidato de Junts, "por su tirón personal, más que por la marca de su partido".
Algo más de cuatro meses por delante, y en el PSOE confían en que la foto de Cibeles reactive a sus bases, como en 2019 lo hizo la foto de Colón. Aunque hoy la coyuntura es muy distinta.
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