Dicen en la Moncloa que a veces la misma intervención "es el fondo", que hay discursos palanca, que "empujan anuncios", que abren camino, que buscan marcar la actualidad y poner contra las cuerdas a la oposición, y discursos faro, que "guían, dirigen". Que hilan un relato. La comparecencia de Pedro Sánchez este martes en el Congreso, señalan, encaja en la última categoría. El presidente había pedido ir a la Cámara baja —la semana próxima estará en el Senado, frente a Alberto Núñez Feijóo— no para anunciar nuevas medidas, para dar un golpe sobre la mesa y epatar a los contrarios.
El propósito era otro: nutrir de argumentos una larga precampaña electoral. Porque ya todo, en el Gobierno y en la oposición, se hace mirando a las urnas. Primero, las del 28-M, las autonómicas y municipales, y luego, hacia diciembre, las generales. Y en la Moncloa están convencidos de que la carrera no empieza mal para los socialistas: recuerdan que pese a todos los sobresaltos de una legislatura intensa y convulsa, monopolizada casi a partes iguales por la pandemia y la guerra en Ucrania, Sánchez mantiene un "suelo electoral sólido" del 26%, dos puntos menos que el 28% de los votos cosechados en los comicios del 10 de noviembre de 2019 y que le dieron 120 escaños.
Sánchez insiste en que su Gobierno busca proteger a la "mayoría social" y saca pecho de su liderazgo en las grandes arenas internacionales, sea en Bruselas o en Davos, e incide en que ahora España "exporta soluciones"
Sánchez fue muy enfático durante la prolongada sesión de este martes en el Congreso —concluyó sobre las 22.25 horas, cuando había arrancado a las cuatro de la tarde— en la contrastación de modelos. El suyo y el de la derecha, el de las "fracasadas recetas neoliberales". El suyo y el de una alianza que quiso marcar a sangre y fuego, la de PP y Vox. El presidente opuso una y otra vez su modelo, de "justicia social y justicia fiscal", el que persigue "proteger a la mayoría social" y no a una "minoría privilegiada" y "poderosa".
El líder socialista sacó pecho de su liderazgo en las grandes arenas internacionales, sea en Bruselas o en Davos, incidió en que ahora España "exporta soluciones" frente a la crisis energética y la inflación, mientras que antes, con el PP en el poder, "importaba rescates a bancos quebrados y recortes al Estado del bienestar". Sánchez puso como ejemplo la atracción de inversiones extranjeras, el tirón del turismo, el corredor de hidrógeno verde Barcelona-Marsella que llegará ahora hasta Alemania (H2Med) o la solución ibérica, el mecanismo de tope al gas que los populares motejaron como "timo ibérico". Instrumento que países como Francia quieren extender a toda la UE y que aquí ha ahorrado ha ahorrado ya, reiteró, "más de 4.500 millones de euros a los españoles, 150 euros de media en cada hogar".
El presidente navegaba cómodo entre montañas de cifras, para apuntalar su mensaje de que el Ejecutivo de coalición sabe gobernar la economía, procurando el crecimiento pero con sensibilidad social, mirando a "los de abajo" y haciendo que aquellos que más tienen arrimen el hombro. Los socialistas, es evidente, buscan desmontar la imagen del PP como buen gestor.
Medidas "útiles y eficaces"
Lo que pretendía la Moncloa era mostrar que Sánchez "sí tiene un plan", y no un "plan oculto de mutación constitucional", como se denunció el pasado sábado en la manifestación contra el Gobierno, sino un plan para España, de país, frente al proyecto "inexistente" de Feijóo. "Nuestro modelo es valiente y además eficaz. Estamos liderando las respuestas europeas, exportando soluciones a Europa. Desplegando medidas que son útiles para las economías domésticas y que además se han probado eficaces para bajar la inflación, la más baja de la UE", se felicitaban en el equipo más cercano a Sánchez.
Los socialistas persiguen dejar claro que el PP no tiene más aliado que Vox. "La suya es una democracia un poco triste y limitada", afea a Gamarra
El PP, por su parte, también se dirigió a su parroquia con ataques duros contra el "sanchismo". Volviendo a la ley del sí es sí —"su feminismo es mentira", le lanzó a Sánchez la número dos, Cuca Gamarra— y a la rebaja de la malversación y la derogación de la sedición. Y para intentar desprenderse de la imagen de matrimonio con Vox, acusó a los socialistas de imitar la deriva autoritaria de Víktor Orbán en Hungría y les afeó que votaran con los ultras la semana pasada en el Parlamento Europeo para no colisionar con Marruecos.
Sánchez no cedió en el empeño y en su réplica se sirvió de la marcha que compartieron PP y Vox el sábado en Cibeles para afianzar esa imagen ante su electorado. Porque en este arranque de año electoral, con la bandeja servida del plan antiabortista de Castilla y León, al PSOE le interesa reactivar el miedo a la ultraderecha para movilizar a los suyos y escorar a los populares.
El presidente cargó con ironía para reprocharle por qué ella misma o Feijóo no se presentaron en la marcha si tan apocalíptica es la situación del país. "¿De verdad, señora Gamarra, piensa que España va camino de una dictadura? ¿De verdad? ¿De verdad creen que España transita hacia un régimen colectivista al estilo bolivariano.? [...] Lo que no entiendo es por qué se tomaron el fin de semana libre y no acudieron a la manifestación del sábado, o qué razón había para que no fueran cuando hablamos de salvar la patria". Y a Santiago Abascal, tres tazas más: le recriminó con cinismo su "parsimonia" en presentar una moción de censura anunciada hace 45 días. "Espabile, que se le echa el tiempo encima. El plan será oculto pero no parece muy urgente. No parece que la España que madruga se reconozca mucho en ustedes".
Los socialistas persiguen dejar claro que el PP no tiene más aliado que Vox, ninguno más, y por eso han desdeñado la propuesta que Feijóo resucitó el lunes desde Cádiz: la lista más votada. Son "chascarrillos", decía la portavoz del partido, Pilar Alegría, para olvidarse de lo importante, que son las emergencias de los ciudadanos de a pie. Las encuestas reflejan que el PP estaría atrapando votantes al PSOE, de modo que la Moncloa intenta erosionar la imagen de un Feijóo moderado para pintarlo como "rehén" de la extrema derecha. Como un dirigente sin autoridad entre los suyos y presa de los deseos de los de Abascal.
"Según el PP", asestó Sánchez a Gamarra, "los únicos partidos que defienden la democracia y la Constitución son los que acudieron a esa manifestación [de Cibeles]. La verdad es que la suya es una democracia un poco triste y limitada, porque si solo puede elegirse entre el PP y Vox, que es una escisión del PP, no hay mucha elección". El dibujo ya estaba hecho.
Otro más: rebobinó hasta la cumbre con Francia que compartió con Emmanuel Macron el pasado jueves en Barcelona. Sería una "vergüenza y un bochorno" para España que quien estuviera al lado del presidente francés, quien se mostró durísimo contra la ultraderecha en aquella rueda de prensa conjunta a preguntas de los periodistas, fuera un jefe del Ejecutivo coaligado con Vox.
No hay ni Gobierno, ni Estado, ni Dios que pueda decidir sobre el cuerpo y la vida de las mujeres", clama Patxi López
El portavoz socialista, Patxi López, en un discurso encendido y muy aplaudido por su bancada, remó a favor de obra: acusó a los populares de ser los "mayores alimentadores del populismo" y dejó una frase pretendidamente redonda para ilustrar las consecuencias de la entente con los ultras hilándola con lo sucedido en Castilla y León: "No hay ni Gobierno, ni Estado, ni Dios que pueda decidir sobre el cuerpo y la vida de las mujeres. Solo ellas, cada una es soberana de sí misma".
Los 108 euros más de media para los pensionistas
En la Moncloa creen que intervenciones como la de este martes en el Congreso del jefe del Ejecutivo "sí calan" en los ciudadanos. Porque, sobre todo, sirven para "movilizar" al electorado progresista. En el equipo del líder insistían en que el partido tiene capacidad de crecimiento: pese a la pandemia y la guerra, la estimación de voto se sitúa en el entorno del 26%, "un suelo electoral sólido", frente a las fluctuaciones que ha sufrido el PP, que de camino ha devorado a Pablo Casado. "Estamos en un 26% y no hemos entrado en campaña", aducían en la sala de máquinas del poder. Es decir, que cuando la maquinaria esté a pleno rendimiento, la diferencia con el PP se irá acortando.
No piense que todo está hecho y que tiene el campo libre de cara al debate electoral", le espeta Aitor Esteban, del PNV. Este año, le toca "cuidar a sus socios parlamentarios"
En el Gobierno están convencidos de que pese al ruido constante, los ciudadanos sabrán apreciar las medidas económicas y su alcance. En estos días, por ejemplo, el presidente, los ministros y la dirección del partido reiteran una y otra vez que los pensionistas —diez millones de personas— van a notar en su cuenta la subida del 8,5%, unos 108 euros de media más al mes y unos 1.500 euros más al año. De haberse mantenido la reforma que el PP aprobó, los jubilados cobrarían dos euros más al mes. Un 0,25% más. "Gastaron ustedes más en mandar la carta que en subir la pensión", afeó mordaz.
Y mientras, los socios de investidura también van marcando distancias en este final de legislatura. Aunque, a la vez, todos lanzan las señales de que si la suma da, podrán repetir viaje. El más gráfico quizá fue el portavoz del PNV, Aitor Esteban: "Al otro lado del hemiciclo no hay nada que pueda hacerle sombra para pactar mayorías". Pero ojo, avisó, porque "no está todo hecho". "No pretenda llevarnos este año de la soga, tirando y provocando debates legislativos que en lo ideológico pueda tensar más las costuras del circunstancial traje de la alianza gubernamental. No piense que todo está hecho y que tiene el campo libre de cara al debate electoral". Este año, le soltó, le toca "cuidar a sus socios parlamentarios", mimar el "jardín desaliñado" en que se ha convertido el Congreso.
Gabriel Rufián, jefe de ERC en la Cámara baja, visibilizó la presión que su partido arroja a los socialistas para que aprueben los presupuestos de la Generalitat, pero en la Moncloa recordaban que la ventanilla era otra: tenían que dirigirse a la del PSC, a Cataluña, porque el líder del partido, Salvador Illa, es "autónomo" en sus decisiones. Rufián avisó además a Sánchez de que lo que "le puede llegar a echar" de la Moncloa es "un exceso de prudencia en los social", porque su respuesta a la crisis "no puede ser tan rácana y tan temporal". Le recriminó, en suma, que vaya de "Che con corbata a Davos", pero no tome medidas más valientes. También Mertxe Aizpurua, de Bildu, le reclamó que pase de las "grandes palabras" de la cumbre suiza a los hechos, que avancen en la ley de vivienda, en la reforma de las pensiones y en la derogación de la ley mordaza, tres asuntos de momento bloqueados.
El presidente quiere dar "munición" a la tropa y a los cuadros, movilizar, oponer modelos. La época de las grandes reformas ya parece haber llegado a su fin
La comparecencia del presidente buscaba dar "munición" a la tropa y a los cuadros, levantar el ánimo. Movilizar. Proporcionar argumentos. Explicar, explicar, explicar. Contrastar modelos. La época de las grandes reformas ya parece haber llegado a su fin. "Decretos y leyes... ya cuantos menos mejor. Estamos en otro punto de la legislatura", indicaban fuentes del Gobierno. Y es que con las urnas tan cerca, trenzar alianzas se complica. Este mismo martes, el Ejecutivo sacaba adelante su tercer paquete anticrisis con las abstenciones de las derechas —PP, Vox y Ciudadanos— y de ERC, que prefirió mandar un aviso, consciente de que el texto no corría peligro alguno.
La semana que viene, el duelo se lleva al Senado. A otro nuevo cara a cara Sánchez-Feijóo. El Gobierno salía satisfecho del envite, incluso el presidente no podía disimular su satisfacción. Más de seis horas de debate de una sesión, se solazaba un ministro, "matadora para el PP". La estrategia está clara y de aquí a mayo vendrán más réplicas.
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