Aquel odio era, en esencia, similar al de cualquier otro lugar. Intolerante y fanático. Pese a ello, conservaba sus particularidades. Su entonación, sus pausas, su acento duro, golpeando, que canturreaba eslóganes terribles. Se instalaba sin piedad, como un recordatorio en bucle en la memoria de sus destinatarios. Lemas crueles acompañados de miradas frías en contextos oscuros y siempre amenazantes que alimentaron un clima de silencio social, de miradas hacia otro lado y corrientes de un mar del ‘mejor no te metas’.
Rebelarse, replicar, dar un paso adelante, además de arriesgado, se antojaba una provocación hacia quienes dominaban la calle. A finales de los años 90 en Euskadi no era sencillo responder. Pero el vaso de la paciencia de los defensores de la libertad colmó a finales de esa década, al menos la de unos pocos. Fueron capaces de dar un paso adelante para proclamar lo que la mayoría no se atrevía a expresar. Así nació el movimiento ciudadano, la plataforma cívica, ‘Basta Ya’.
Lo hizo en el corazón de Gipuzkoa, en el confort incómodo de la capital, San Sebastián, y al calor de las reflexiones de los habituales de la librería más atacada de Europa, ‘Lagun’. Tras aquellos primeros ‘ya está bien’, ‘algo hay que hacer’, nació ‘¡Basta ya!’. Fue capaz de denunciar la falta de libertad mientras ETA asesinaba, secuestraba y amenazaba. En aquel grupo de intelectuales, artistas, profesores universitarios, políticos, amas de casa, luchadores antifranquistas, sindicalistas y ciudadanos hastiados, se encontraba Maite Pagazaurtundua. Se implicó junto a su hermano Joseba, al que la banda terrorista asesinaría años después, en 2003, cumpliéndose el angustioso final que él mismo intuyó.
La batalla por recuperar la calle arrebatada, por defender el derecho a pensar libremente, a proclamarse constitucionalista en el País Vasco sin riesgo a ser asesinado, se topó con el rechazo y la etiqueta segregadora del nacionalismo imperante. Pero también con el reconocimiento de Europa en forma de ‘Premio Sajarov’ a la libertad de Conciencia en el año 2000.
El contexto llevó a pensadores, políticos y artistas como Fernando Savater, Agustín Ibarrola o Maite Pagazaurtundua a dar el paso. ETA había asesinado al concejal del PP, Miguel Ángel Blanco. Poco después el nacionalismo negociaba con ETA, en plena tregua, una salida en forma de Pacto de Lizarra y la fractura social en Euskadi alcanzaba cuotas más elevadas que nunca.
Pregunta.- ¿Cómo recuerda el nacimiento de ‘¡Basta Ya! en aquella Euskadi de finales de los 90?
Respuesta.- Surgió de modo instintivo. Pensábamos que las libertades políticas estaban muy amenazadas y que no nos estaban contando toda la verdad, que había una agenda secreta detrás de esos acuerdos para que los constitucionalistas no tuviéramos ningún tipo de expresión política. Se nos vendió que ETA dejaría de matar, pero a costa de las libertades de los constitucionalistas. Aquello era salvaje.
Pagazaurtundua asegura que, en el fondo, quienes vivían en San Sebastián, pese al acoso que sufrían, eran unos privilegiados. Peor lo pasaban en los municipios de la Gipuzkoa profunda: Hernani, Errenteria, Arrasate, Tolosa… Ese fue uno de los principales impulsos para salir a la calle, para recuperar el espacio de libertad pública perdido. “Salir a la calle como lo hicimos nosotros, para reclamar libertad, era un tabú”. La europarlamentaria recuerda cómo proclamar en la vía pública el rechazo a ETA, “era algo superprovocador y decidimos ser unos insumisos a ese pensamiento extendido del mejor no provocarles, decidimos ser ciudadanos libres, poder ejercer nuestra libertad”.
P.- Aquello les trajo consecuencias. Comenzaron a perseguirles, a amenazarles…
El odio suena igual en cualquier color, lugar e idioma, tiene el componente universal del fanatismo y la intolerancia"
R.- Sí. ‘¡Basta Ya!’ se atrevió a hablar en voz alta, a provocar con los lemas. Irse a la Iglesia del Buen Pastor de San Sebastián con una pancarta con el lema ‘Quinto mandamiento: no matarás”, estando como obispo José María Setién, imagínese. Setién pensaba que no todos los feligreses eran lo mismo, que los atacados no eran tan importantes como los amigos de los feligreses que atacaban y asesinaban. Eso es lo que nos hizo singulares, no sólo defender un no a ETA sino defender poder expresar tus ideas, tu libertad política.
A la hora de describir el clima en la sociedad vasca, Pagazaurtundua recurre a la sensación de asfixia y a un contexto propio de “una dictadura” controlada por el miedo y el terror. “Lo notabas nada más llegar. Esas frases que faltaban, que no se decían, las que sí estaban y lo impregnaban todo, las pintadas… aquella industria del odio y el acoso”.
Pagazaurtundua señala que ese clima es, en definitiva, el que provoca la reacción en los regímenes totalitarios de todo el mundo. No cree que lo sucedido en el País Vasco difiera mucho de la razón que lleva a salir a protestar en las calles de Rusia contra el régimen de Putin o en las ciudades chinas con folios en blanco contra el Gobierno de Xi Jinping: “Es una línea que une a todos los movimientos y ciudadanos que deciden no callar más y que dan un paso en favor de la libertad, del pluralismo”.
Desde la plataforma cívica ‘¡Basta Ya!’ se fue adquiriendo cada vez mayor presencia pública y social, y más apoyo. Las aportaciones de sus integrantes eran variadas, cada uno hacía “lo que mejor se le daba”, recuerda. Los intelectuales se encargaban de los mensajes, de los manifiestos, los artistas de la imagen del movimiento “y los que sabían hacer pancartas, como mi hermano Joseba, pues a hacer pancartas”.
Ahora ‘¡Basta Ya!’ ha querido recordar y reafirmar aquella batalla. Han pasado 23 años desde que el Parlamento Europeo les concedió el ‘Premio Sajarov’. En Euskadi las cosas han cambiado pero en el mundo el odio sigue presente en muchos rincones. La muestra que desde este martes se exhibirá en la Cámara europea incluye un ‘Túnel del odio’, una experiencia sensorial inquietante. Se trata de un pasadizo oscuro con el retumbar de los gritos que inundaban de miedo a quienes osaran enfrentarse a ETA y su mundo, recrea lo vivido en el País Vasco de los años 90 y comienzos de los 2000. El “¡ETA, mátalos!” y el “¡Gora ETA militarra!” provocan una vuelta al pasado a quien lo vivió e imaginarlo a quien no lo hizo.
P.- ¿Cómo valoraría el comportamiento de las instituciones europeas contra ETA en aquellos años? ¿Debería hacer autocrítica?
R.- Creo que desde el punto de vista de las políticas se trabajó bien. Los años finales del siglo XX y comienzos del XXI se actualizaron las políticas antiterroristas. Se mejoró la colaboración internacional, hubo cambios legales importantes. Después llegaron, más adelante, los cambios que hicieron frente a la oleada de atentados de 2015, en este caso del terrorismo del Daesh. Las instituciones europeas, cuando han sido más necesarias, han trabajado bien.
La muestra está comisionada por el artista José Ibarrola, hijo de Agustín Ibarrola, miembro destacado de ‘¡Basta Ya!’. El conoció como pocos el odio, en el Franquismo y durante “la dictadura de ETA”, recuerda Pagazaurtundua. Ahora, los europarlamentarios, con su presidenta Roberta Metsola a la cabeza, podrán conocer el clima de la Euskadi bajo la amenaza de ETA.
P.- Han pasado casi 25 años. Mira hacia atrás y ¿qué legado diría que dejó aquel movimiento?
En '¡Basta Ya!' decidimos provocar a ETA en defensa de la libertad y el pluralismo, eso era un tabú"
R.- Creo que fue útil, fue bueno. Sirvió para poner las cosas más difíciles a esa gente que entonces controlaba absolutamente las calles.
P.- Han transcurrido más de diez años desde que ETA anunció que abandonaba las armas. Euskadi está sumida ahora en un proceso de construcción de memoria, de convivencia… pero la izquierda abertzale rechaza aún condenar a ETA y el apoyo que le brindó.
R.- Es cierto que nunca han hecho una condena cabal de su pasado. Son ‘lobbystas’ de los presos de ETA. Las líneas que no había que cruzar no las hemos puesto los demócratas, son ellos diciendo lo que no van a hacer. Ni una condena. Han terminado consiguiendo la normalización gracias a partidos que por momentos coyunturales les ha interesado. Utilizan su influencia política para legitimar a terroristas por el mero hecho de haberlo sido. Todo eso sigue pendiente, no se ha hecho.
Pagazaurtundua no oculta que la derrota de ETA es un alivió que la sociedad vasca necesitaba tras décadas de odio y terror. La normalidad que hoy se ha instaurado sin embargo adolece de la necesaria autocrítica para cerrar definitivamente la herida: “Querer pasar página como si ETA no hubiera existido, es un error. Una sociedad que tiene heridas de intolerancia y una intolerancia soterrada, tiene que enfrentarlas cabalmente y eso no se ha hecho”. Lamenta, además, que no se perciba esa valentía para enfrentar esa tarea pendiente, “ahora que ETA ya no mata”. Una deslegitimación de esa cultura pendiente en una realidad que aún hoy recibe entre aplausos a terroristas a la salida de prisión y que los ve como héroes en ciertos ámbitos de la sociedad vasca: “Cerrar mal las heridas socialmente siempre da problemas”.
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