En plenitud de sus facultades mentales y con un objetivo claro: acabar con la vida de más religiosos católicos. Así fue el ataque del yihadista detenido en Algeciras, Yassine Kanjaa, tras matar a un sacristán y herir a cuatro personas más.
El juez de refuerzo del Juzgado Central número 6 de la Audiencia Nacional, Joaquín Gadea, apunta en su auto de prisión que Kanjaa era "consciente" de lo que hacía y que ha reconocido que quería "matar a todos los sacerdotes que se encontraban en la iglesia".
Kanjaa, un joven marroquí de 25 años, es un "terrorista autoadoctrinado" que, como ya sospechaban los investigadores que lo detuvieron, actúa solo "no vinculado directamente con una organización terrorista en concreto pero que, en definitiva, lleva a cabo su acción en nombre del fenómeno yihadista al que tantos se adhieren de forma remota".
Su radicalización fue rápida y se produjo en los últimos meses. Apoyado en los documentos requisados en su vivienda y el análisis de sus redes sociales por parte de los agentes de Policía Nacional, Gadea calcula que su vida dio un giro de 180 grados "en el último mes o mes y medio".
Sin rastreo
Hasta el momento del ataque, la Policía nunca estuvo detrás de Kanjaa. Era un auténtico desconocido. También para la Guardia Civil, como pudo saber este periódico. "No sólo se desconocía su rigorismo religioso, sino que no se había visto inmerso en ningún tipo de altercado o incidente que hubiera podido generar algún tipo de actuación policial", tal y como se refiere en el informe policial remitido al juzgado.
Es más, los testigos, con los que los agentes pudieron hablar después de que acabase con la vida del religioso Diego Valencia, apuntan que su vida era "normal" hasta hace no mucho, e incluso que bebía y "fumaba hachís", según el auto del juez.
Después de tomar declaración al detenido y tras practicar todas las diligencias que se han considerado oportunas hasta el momento, el juez entiende que los indicios recopilados sustentan que la actividad desarrollada por Yassin Kanjaa se puede calificar como un ataque yihadista dirigido, tanto contra sacerdotes que profesan la fe de la Iglesia Católica, como contra musulmanes que para el investigado no siguen los preceptos del Corán.
Además de asesinar a un sacristán, lesionar a otro y atacar dos templos católicos, entre los agredidos de Kanjaa hay un chico marroquí al que golpeó fuertemente en la cara por considerarlo un "infiel".
Kanja está en España sin papeles. Desde junio de 2022 tiene una orden de expulsión, pero la burocracia impidió su repatriación a Marruecos. El país vecino tiene que reconocerlo como compatriota y darle una copia de su pasaporte para poder llevárselo, pero depende de Rabat.
Durante la madrugada, efectivos de la Policía Nacional registraron su vivienda, una casa okupa en calle Sevilla, en la esquina con Ruiz Tagle. El presunto yihadista no tiene antecedentes penales ni por terrorismo, ni en España ni otros países aliados, informan fuentes del Ministerio del Interior.
Sus compañeros de piso han comentado que últimamento no paraba de hablar del "diablo". Los agentes que han revisado los documentos y vídeos con los que se radicalizó han constatados que era "rudimentarios y pobres".
Los hechos
Todo ocurrió alrededor de las 20 horas del 25 de enero. Un poco antes, Kanjaa había discutido en una Iglesia de la zona con una mujer. Le gritó que su fe era falsa. Después se marchó para volver con una chilaba y un machete blanco y negro de grandes proporciones.
Primero fue a la parroquia de San Isidro. Allí tiró imágenes al suelo y proferió gritos hasta que se encontró con el párroco, que intentó echarlo. Ya en la calle le dio un tajo en el cuello. Antonio, que se así se llama el religioso, se encuentra en el hopital muy grave pero estable.
De ahí recorrió unos 400 metros hasta llegar a Nuestra Señora de la Palma, un segundo templo. Ahí llegaría lo peor. En la iglesia volvió a tirar cruces y velas, subiéndose al altar. El sacristán le emplazó a irse, pero Yassine Kanjaa le rajó el abdomen con el machete y lo remató con un golpe en la cabeza. Por el camino dejó otra víctima, un joven también marroquí al que acusó de ser contrario al islam y dio un fuerte golpe.
Al abandonar la zona, Yassine se acercó a una tercera capilla, pero estaba cerrada. En las imágenes que se difundieron por redes se le pude ver pasear por la Plaza Alta, una zona céntrica, con el machete en la mano derecha. Incluso se le vio alzándolo y señalando al cielo. También llevaba una misbaha, una especie de rosario musulmán.
La Policía Local fue quien lo detuvo. De la investigación se ha hecho cargo la Policía Nacional, que lo interrogó y rastreó cualquier pista que explique cómo un chico de 26 años se adoctrinó para llegar a matar en nombre de una religión. La principal línea de investigación es que se trate de un lobo solitario.
Por todo ello, el juez Gadea ha acordado el ingreso en prisión incondicional del joven marroquí detenido por el ataque yihadista. El magistrado le atribuye los delitos de asesinato y lesiones con fines terroristas que podrían conllevar la prisión permanente revisable.
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