En el Partido Popular se va abriendo la tesis de que el remanente, pequeño, exiguo, de porcentaje de voto que aún pueda tener Ciudadanos es una papeleta que "jamás nos votará a nosotros. No vendrá al PP". Están convencidos de haber atraído el grueso de la base electoral que votó naranja en los últimos años y que esa tendencia se verá con toda su crudeza el 28-M, "día que borrará del mapa territorial" a la formación que cofundara Albert Rivera, con la única excepción del castellanoleonés Francisco Igea, procurador en las cortes autonómicas, y de los nueve parlamentarios que aún tienen en el Congreso de los Diputados. Entre ellos, la expresidenta nacional Inés Arrimadas y su ya exmano derecha Edmundo Bal, quien aspiró a liderar la formación para esta difícil etapa venidera.
Por ello cada vez le dan menos importancia al daño real que puede hacer a las expectativas del bloque de centro-derecha ese porcentaje de voto de unas papeletas "que irán a la basura". Significa que, salvo aquellos casos puntuales en que la figura o el perfil del miembro de Ciudadanos puede tener todavía algo de tirón electoral -como es el caso, por ejemplo del candidato a la alcaldía de Badajoz, Ignacio Gragera- no hay "'OPA' hostil ni no hostil". Ya no hace falta. Son ellos los que llaman a la puerta. De hecho, calculan en algo más de 160 los dirigentes de Ciudadanos en toda España que han encontrado acomodo en el PP, no sin reticencias de sectores del primer partido de la oposición, que creen que ya aportan poco.
Villacís, sentenciada en el PP
Génova sostiene que el penúltimo fiasco de la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, incapaz de sumar los suficientes avales de su militancia para encabezar la lista al ayuntamiento y con escasas posibilidades de salir elegida el 28-M, culmina el fin de su carrera política. Lo cierto es que la dirección nacional siempre fue esquiva respecto a si guardaba un hueco para ella de cara al futuro después del veto de Isabel Díaz Ayuso y de José Luis Martínez Almeida sobre su persona. Villacís se escudó este jueves en un cambio estatutario de última hora para justificar su incapacidad de llegar a los 126 avales exigidos, muestra del enorme desencanto de la militancia naranja. "Son cuatro votos, por Dios", dijo. Cuatro votos que, sin embargo, sacan a relucir, como indican fuentes naranjas, la desmovilización de las bases. Algo que desde la dirección nacional de Ventas se atribuye sin mayor importancia a un "cansancio" de las bases.
El PP no cierra públicamente la puerta a Villacís, pero la 'fase agónica' en la que se ha instalado Ciudadanos la hace prescindible para movilizar
Y para intentar sobreponerse del varapalo recibido defendió que "con todas las situaciones que he vivido últimamente, que muchas de ellas no han sido agradables, tengo especiales ganas de esta campaña, porque vamos a reivindicar con mucho orgullo la gestión que hemos llevado a cabo durante casi ocho años, en la que hemos tenido una hoja de servicios intachable, vamos a hacerlo valer, vamos a defender la decencia haciendo política, la buena gestión, la lealtad que siempre hemos demostrado".
Internamente, en el seno naranja, hay quien considera que Villacís rectificó y despejó su futuro al ver difícil un salto al PP instantáneo. Otros, como el propio Igea, que defendió la candidatura de Bal opuesta a las tesis liberales-conservadoras de Villacís, cree -lo ha dicho en una entrevista para Público- que realmente no buscó salir de Ciudadanos y que únicamente estaba preocupada por los resultados; por no alcanzar el 5% del umbral exigido. Y, en tercer lugar, hay quienes opinan que el silencio de Villacís radicó en nerviosismo por no ver clara su continuidad municipal.
De hecho, mientras que los liberales apuntan a un resultado ajustado que les deja tanto dentro como fuera, Génova no cree que la madrileña supere un 2% del voto el 28-M. Y aunque pueda afectar al reparto de fuerzas en el consistorio madrileño "no es voto perdido para nosotros porque nunca hubiera venido al PP. A lo sumo, esos electores resilientes se quedarían en casa de no presentarse Ciudadanos a las elecciones". Y este análisis lo hacen extensivo al conjunto de España.
Públicamente, los populares no le cierren las puertas de Génova a Villacís, pero su incorporación parece cada vez más difusa. Hubo un momento en que les interesaba la figura de la vicealcaldesa para desactivar a Ciudadanos, para ir a un proceso de confluencia. Pero la fase agónica en la que se ha instalado este partido no necesita de estímulos externos para seguir rodando pendiente abajo.
Ciudadanos, internamente, distingue a sus algo más de 7.600 afiliados en tres perfiles: los activistas que participan en todos los procesos -son cada vez menos-; los que solo se interesan por los grandes trámites, como puede ser unas primarias nacionales como las de enero; y los que más abundan, que son los que pagan las cuotas pero no quieren que se les moleste. Dada la desmovilización entre los militantes avistada en las primarias territoriales, queda la duda de quién son los últimos votantes de la marca.
Los 'inmunes' al bipartidismo
Actualmente, Ciudadanos contaría con unos 500.000 electores fieles de los 1.650.318 que lo apoyaron en noviembre de 2019. Muy lejos, igualmente, del máximo logrado antes de la repetición de comicios, en abril: 4.136.000. La media de encuestas publicadas entre enero y principios de febrero aproxima al partido de Patricia Guasp y Adrián Vázquez a una horquilla que va del 1,7% al 2,6%; lo que avista ese escenario ligeramente superior al medio millón y es compatible con las precisiones que hacen los populares sobre Villacís y Madrid. Hay otras mediciones privadas como pueden ser las últimas ofrecidas esta semana por 40dB para El País o SigmaDos para El Mundo que aumentan esa línea en torno a los 800.000.
Las encuestan asumen un máximo de 853.000 votos para Ciudadanos en las próximas generales. Ello solo le valdría para asegurarse un escaño en el Congreso
Estudio para Grupo Prisa asegura que Ventas retiene un 27,7% de su electorado. Y suma un 2,3% de la abstención y un 1,6% procedente del PSOE. No adhiere nada del PP ni de Vox. Entre los fieles se contabilizan, pues 457.139 electores. Procedentes de la abstención 287.354, y de los socialistas 108.676. Eso asciende la suma a 853.169 que, sin embargo, por la ley electoral por provincias les dejaría solo con un escaño en el Congreso. SigmaDos, por su parte, le otorga un 25,1% de fiabilidad entre sus votantes, lo que se traduce a 414.230. Añade 60.000 sufragios procedentes por partes iguales de PSOE, PP y Vox; y un 2,5% de respaldo entre los abstencionistas. Eso asciende la cifra a 786.572 votantes.
El perfil electoral del votante de Ciudadanos es el de alguien que pertenece a la clase media -una renta media de 30.000 euros-, a los núcleos urbanos -de 400.000 a 1.000.000, o más residentes- y no supera los 45-50 años. Un votante completamente opuesto al del bipartidismo, más incisivo en las medianas y pequeñas poblaciones, en el ámbito rural y entre los mayores de 55 años y los pensionistas. Comparte con otros nuevos partidos como Unidas Podemos el apoyo entre los electores con mayor nivel de educación: con estudios universitarios o superiores como FP. En términos ideológicos, es un elector que se sitúa entre el 5 o 5,5 del eje derecha-izquierda.
Atendiendo a estos datos, se hace más comprensible las principales banderas que defiende el partido desde la refundación y en esta nueva etapa política. Insisten en reformar el sistema actual de pensiones para garantizar su estabilidad, de hecho se opusieron a una subida lineal del 8,5% hasta en las más altas. Descarta, por tanto, el voto entre los más mayores y va de lleno a por los jóvenes. Incide en ello con la defensa de la reforma del mercado laboral y el acceso a la vivienda. Pero también aboga por recentralizar algunas competencias en Sanidad y Educación, así como reformar el sistema sanitario.
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