Este martes la Mesa del Congreso de los Diputados califica la propuesta de moción de censura registrada el pasado lunes por Vox, con el economista Ramón Tamames como candidato a la presidencia del Gobierno. A partir de entonces, el reloj parlamentario empezará a correr. Será, no obstante, la presidenta de la cámara baja, Meritxell Batet, quien fije el día del debate a voluntad, como suscribe el reglamento de las Cortes. Los de Santiago Abascal apremian que la socialista traslade una fecha lo antes posible y en línea de las anteriores celebradas: "entre los cinco y los quince días siguientes". La moción, con todo, podría tener la escenificación a finales de marzo o mediados de abril, después de Semana Santa. Pese a que nace fallida, aunque dirigentes del partido instan a esperar a después de escuchar a Tamames para consolidar el sentido de voto de todos los grupos, se trata de una de las principales apuestas estratégicas de Vox de cara a las elecciones municipales y autonómicas de mayo. Ahora bien, sobre el papel, y a nivel nacional, desde febrero, cuando el partido anunció su negociación con el exdiputado del PCE, hasta este pasado primer lunes de marzo, Vox ha duplicado sus fugas electorales hacia el seno de Génova.
Según el barómetro de marzo de la demoscópica 40dB,la candidatura de Abascal pierde casi medio millón de votos que van directamente hacia la papeleta de Alberto Núñez Feijóo. Concretamente, mientras que la formación de ultraderecha había conseguido tamponar 3,5 puntos y 'cedía' en el mes de enero un 5,9% de los votos conseguidos en la anterior convocatoria de 2019, el 10 de noviembre, ahora el transvase a las filas populares ha experimentado un ascenso hasta los 12,9 puntos. Ello, en número de sufragios, se traduce desde los 215.762 a los 471.750. Esta, es la cifra más alta desde que el dirigente del PP abandonó a Xunta de Galicia para coger los mandos del partido tras la salida de Pablo Casado. El precedente más próximo a éste se dio en el mes de julio, después de que Juanma Moreno consiguiese la primera mayoría absoluta de la marca en Andalucía y ejerciera un discurso centrista y moderado.
A excepción de Ciudadanos, que sigue transfiriendo electores progresivamente pese a su proceso de refundación, Vox es el partido que más porcentaje electoral pierde hacia su principal competidor directo. Por su parte, el PP no solo percibe casi medio millón de nuevos votantes, sino que, además, reduce medio punto las fugas respecto a febrero: de un 9,2% a un 8,7%, 439.092 personas. Este es el cuarto mejor dato en el mandato de Feijóo. En julio, con la influencia de los comicios andaluces, la cifra fue de 8,4. Descendió a entre el 6,7% y el 7,3% en las mediciones de octubre y noviembre, que analizaron los momentos posteriores al cisma de Vox y Macarena Olona y el previo al anuncio de reforma de la sedición y la malversación fomentada por el Ejecutivo. Algo que, después, Abascal aprovechó con creces para movilizar al electorado con una posición más dura que la transmitida por Génova, que pretendía esperar para revertir cualquier medida de Moncloa desde dentro y tras unas elecciones.
El PP estaba convencido desde la semana pasada de que la "marciana" moción de censura de Vox con Tamames al frente, aceleraría el trasvase de voto
Entre diciembre y enero, una vez anunciada la moción de censura y a la espera de conocer los detalles de la misma, algo de lo que se encargó Abascal personalmente, las salidas del PP a Vox quedaron fijadas en un 10,4%; uno de cada diez votantes. Y entre febrero y marzo, se ha consolidado ese 8,7%. Unos datos, los de resistencia de electores como el de mayor incremento de captación en el histórico desde abril de 2022, que va en la línea de las previsiones que la semana pasada hacían desde Génova los populares. Y es que el PP estaba convencido de que la "marciana" moción de censura con Tamames al frente, aceleraría el trasvase de voto desde la sede nacional de Bambú.
Hay un matiz que debe hacerse, y es que la mayor parte de ese voto procedente de Vox, parte de los sectores que ya tenían dudas con el partido. En la medición de enero a febrero, publicada a principios del mes pasado, un 2,4% optaba por afianzarse en la abstención, un 2,9% se posicionaba en el voto en blanco y un 4,4% se manifestaba como indeciso durante la realización de las entrevistas por parte de la demoscópica; un total de 9,7% del voto. Ahora la abstención de los votantes de Vox es un 0,4% menor, el número de indecisos ha caído un 2,1% y los electores que elegían el sufragio en blanco han desaparecido. De ese 12,9%, un 7,2% procede de los consultados en la edición anterior que ya se replanteaban volver a respaldar a Abascal.
A nivel de voto total, en febrero Vox afianzaba al 82,6% de las 3.656.979 personas que eligieron sus siglas en las urnas. Ello, sumado a las trasferencias adheridas de otros partidos, situaban a Vox con un balance de 4,8 millones de votos. Hoy, con las salidas hacia Génova, de un 0,6% a Ciudadanos y con una pequeña parte de electorado con dudas, esa cifra se instaura en los 4,7 millones. La crecida en más de un millón de votos, se debe, sobre todo, a que el partido de Abascal saca de la abstención a casi 900.000 personas de los 12,5 millones que optaron por esa fórmula en 2019. Por su parte, el PP pasa de los 5.047.040 millones de votos el 10N a los 7.086.904 millones. Feijóo es el candidato que más gente saca del abstencionismo, con 1,41 millones de votos añadidos. Aunque entre enero y marzo ha perdido influencia entre 274.861 abstencionistas.
En la próxima convocatoria, aunque el número de indecisos actuales podría hacer que la abstención fuese la opción más respaldada entre los votantes en diciembre, a priori se prevé que se reduzca el número de abstenciones del 10N. Y es que por la repetición electoral que tuvo lugar hace cuatro años por la incapacidad de conformar gobierno, hizo que el número de personas que no votaron pasase de 8,43 millones a 12,5 millones. Según los datos ofrecidos por 40dB, un 41,6% de los abstencionistas se mantendrían en esa posición. A ello, se le sumaría 262.559 nuevos abstencionistas procedentes de los cinco principales partidos nacionales [no se prevén las abstenciones del resto de fuerzas en este sondeo]. La cifra total de abstenciones rondaría en este nuevo proceso de generales los 5,46 millones.
Cuatro de cada diez votos de Ciudadanos, para Feijóo
En el bloque de centroderecha el PP también ve reforzado su nicho electoral con 674.980 sufragios de los 1.650.318; el 40,9% de sus apoyos el 10N. La sangría de los naranjas, lejos de dejarse notar con la refundación culminada en enero, ha ido en ascenso en estas últimas semanas. Más cuando quedan apenas tres meses para los comicios locales y regionales. A falta de ver continuar la tendencia, hasta el momento, entre octubre y marzo se ha producido un incremento notable. En octubre, un 28,9% afirmaba que votaría al PP. Entre noviembre y enero, se ha pasado progresivamente de un 31,5% a un 34,7%. Y, pese a un ligero descenso de 2,3 puntos, se ha producido un ascenso inédito hasta el momento desde la llegada de Feijóo.
376.273 votantes liberales se mantendrán fieles, a lo que se añadirán 481.454 de votos que sumarían 857.726 en total. Algo insuficiente por el reparto para alcanzar representación. Dos de cada diez votantes están indecisos sobre a quién otorgar su apoyo. Un 4,7% votará a Vox y un 4,1% al PSOE, y otro votante de cada diez o bien pasa a la abstención o bien vota en blanco. Otros dos datos relevantes, del bloque de izquierda, es que Unidas Podemos reduce las salidas hacia el PSOE del 11,2 al 7,3% en un mes complicado y de encallamiento por la reforma de la ley del 'solo sí es sí' cuya toma en consideración se debate y vota esta tarde del martes en el Congreso. 121.655 votantes de Podemos que se plantearon irse al PSOE, se han quedado. Al contrario, el PSOE vería marchar al 2,7% de su electorado hacia la marca morada: 183.389 ciudadanos. Esta es la cifra más alta desde diciembre, cuando se superaba en dos décimas.
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