El choque anunciado entre PSOE y Podemos por la reforma de la ley del solo sí es sí tenía también una segunda derivada: el rol de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que en todo momento ha intentado sortear la polémica, fijar postura, apelando a la necesidad de entendimiento entre los socios y de "cuidar" la coalición. Pero la ruptura ya es un hecho, a falta de toda la tramitación parlamentaria que ahora arranca después de la toma en consideración del martes en el Congreso, y el acuerdo no ha llegado ni es previsible que llegue, aunque esa falta de consenso no hará implosionar al Gobierno. Rotos los platos, en la cúpula socialista miran hacia la titular de Trabajo. Se sienten decepcionados con ella, consideran que no ha tenido una actitud "proactiva" en estos meses de tensión, que no tiene ni poder ni autoridad sobre los suyos, que Irene Montero "manda más" que ella. En el entorno de Díaz subrayan, sin embargo, que "todo está hablado internamente" con los socialistas y que ha hecho "lo que tenía que hacer".
De nuevo, el dirigente del PSOE más explícito fue su portavoz parlamentario, Patxi López. Lo hizo en una entrevista en Hora 25, en la SER, el martes al término del pleno en el que se aprobó la toma en consideración de la proposición de reforma del sí es sí con los votos de PSOE, PP, Ciudadanos, PNV o PDeCAT y el no de Unidas Podemos —también de Díaz—, ERC o Bildu. "Tendría que haber tenido una actitud más proactiva. No basta con decir 'que lleguen a un acuerdo'. Ya, ya, pero haz algo. Pon una posición, una propuesta encima de la mesa para ver cómo podemos acercar posiciones. La única propuesta encima de la mesa es la del PSOE, la única", señaló el dirigente socialista.
No basta con decir 'que lleguen a un acuerdo'. Ya, ya, pero haz algo. Pon una propuesta encima de la mesa"
PATXI LÓPEZ, PORTAVOZ DEL PSOE EN EL CONGRESO
El disgusto de Díaz con el choque interno en el Gobierno fue visible durante la sesión del martes. Llegó al hemiciclo pasadas las ocho de la tarde, bastante tiempo después de que hubiera concluido el debate de la iniciativa socialista, al que solo asistieron, como miembros del Ejecutivo, las responsables de Igualdad y Derechos Sociales, Irene Montero y Ione Belarra. Ningún ministro más, ni socialista ni del espacio morado. Tampoco el presidente, Pedro Sánchez, que no se acercó al Congreso en toda la jornada.
"Nunca debimos de haber llegado hasta aquí. Esto es lo que tengo que decir", se limitó a decir a los periodistas a su llegada, visiblemente irritada. Minutos antes de la votación, se reunió en los pasillos de la Cámara con Montero y con el líder del PCE, Enrique Santiago, y a la salida se la vio con rostro encogido, descompuesto. Pulsó el botón de no a la toma en consideración de la proposición socialista, como hicieron sus compañeros de Unidas Podemos. Y se marchó.
Este miércoles, 8-M, Día de la Mujer, ella respondía a López en el Congreso. "Le pediría a todo el mundo que sea responsable. Yo soy vicepresidenta y creo que lo soy. Pero todos tenemos que ser responsables, más que nunca", señaló, en un claro aviso a los socialistas. Desde el entorno de Díaz, indicaban que ella no tenía por qué replicar de manera más directa al portavoz socialista. "No hablar no quiere decir que no haga nada. Ella cree que hay que reformar el sí es sí, pero llegando a un acuerdo. Todo está hablado internamente", apuntaron. Agregaron que la charla que precedió a la votación en el hemiciclo fue intrascendente. No fue para convencer a nadie que cambiara su posición, indicó Santiago, informa EFE.
"Informada en todo momento"
Quienes conocen bien a la titular de Trabajo subrayan que su enfado del martes obedecía a su pesar por la desunión del Gobierno en su conjunto, pero reiteran que dejó a Montero la tarea de negociación con el ala socialista. La vicepresidenta, por tanto, "no ha mediado" como tal, ha estado "interesada" y al tanto de las conversaciones entre los socios. Ella asumió desde el principio que su posición —discrepante con las formas utilizadas por Podemos contra el PSOE— era la minoritaria en el seno del espacio morado, pero la aceptó "democráticamente". Por tanto, Díaz "ha estado atenta, buscando alternativas, moviendo piezas", así que "ha jugado un papel", defienden. "No ha estado ausente, sino activa. Lo que ha ocurrido es que ha dejado esto en manos de quien corresponde, que es Igualdad", añaden. Desde la dirección de Podemos manifiestan que "todo está en orden" y que ella ha estado "informada en todo momento" de la evolución de los contactos. Lo cierto es que la ministra de Trabajo nunca ha dado públicamente su pleno respaldo a las tesis de Montero, aunque tampoco las ha censurado. Se ha mantenido en una calculada ambigüedad.
Yolanda prefería buscar un acuerdo pero Podemos no quería modificar la ley, así que ella cree que pierde menos con un perfil bajo", observa un ministro socialista
En el núcleo duro del presidente, sin embargo, creen que la vicepresidenta ha tenido que tragarse "un papelón" por el encastillamiento de Podemos. Y deslizan su malestar con su "nunca debimos de haber llegado hasta aquí" y su apelación al acuerdo. "Pues gracias por participar", ironizaban estas fuentes de primer nivel, explicitando que su rol se quedó insuficiente. "No consta que ella haya mediado en nada", indica otro integrante del círculo más próximo a Sánchez, que sentencia: "Irene manda más que Yolanda".
Un miembro del Consejo de Ministros completa: "Ella no es nadie ni tiene a nadie detrás. No pinta nada. Pero además Yolanda está ahí porque Pablo [Iglesias] la aupó al Ejecutivo y quiso que heredara una vicepresidencia, pero para Podemos no tiene legitimidad y no ha ejercido liderazgo. No tiene autoridad moral sobre ellos. Pero esto siempre ha sido así. Y no puede liderar nada si no die nada, pero ella cree que es mejor no mancharse". Otro compañero de Gabinete, no obstante, discrepa de esta lectura: "Yolanda ha preferido mantenerse discreta en un tema [la reforma del sí es sí] en el que no tenía nada que ganar, porque hiciera lo que hiciera iba a perder apoyos. Los perdía si se decantaba. Ella prefería buscar un acuerdo pero Podemos no quería modificar la ley, así que Yolanda cree que pierde menos con un perfil bajo".
Y es que la posición de Díaz es complicada. Aún no ha anunciado si será candidata a las generales, y un mal paso ahora podría dinamitar el espacio justo, además, a las puertas de las autonómicas y municipales del 28-M. Tras las tensiones con Iglesias y Podemos que presidieron las últimas semanas del año, las relaciones con la formación de Belarra han mejorado, pero las fricciones no se disipan del todo. Los morados la empujan a que diga ya si será la cabeza de cartel: ella ha ido retrasando su lanzamiento, previsto primero para enero y después para febrero. En su equipo indican que será "pronto", sin más precisiones.
Díaz tenía una posición delicada: un mal paso podría dinamitar el espacio que tiene que unir para las generales. Ella anunciará "pronto" su candidatura
En el Grupo Socialista se percibía también este miércoles la decepción con la vicepresidenta, la sensación de que podía haber hecho más, de que no se "moja" y que prefiere situarse "de perfil". "Es que ella no tiene ninguna fuerza. ¿Cómo le vas a pedir que haga lo que no puede?", se pregunta una diputada. Pero también afloraba la preocupación por la recomposición del espacio a la izquierda del PSOE: sin una unidad de Sumar, la plataforma de la vicepresidenta, y Podemos, no habrá opciones seguramente, creen, de reeditar la coalición, ya que la ley electoral penaliza la división. "Y ella no tiene partido ninguno, no tiene una estructura detrás", recuerda un parlamentario.
"Pasar página" cuanto antes
En cualquier caso, la Moncloa pretende rebajar la tensión por el sí es sí para "pasar página" cuanto antes. La orden del presidente a los suyos es diáfana: mantener la "templanza", la "serenidad", bajar el tono y no caer en las "provocaciones" de Podemos, pese a que en el pleno, en tribuna, su diputada Lucía Muñoz hirió a los socialistas al advertir de que están "traicionando" el movimiento feminista y llamar a las manifestantes a alzarse contra los "fascistas" para decirles que no les arrebatarán sus derechos.
La número dos subraya que hay que "seguir cosiendo, trabajando" y Bolaños anticipa que "el clima" en la coalición "mejorará"
Este miércoles, Sánchez esquivó la colisión con su socio, y remarcó que "pese a las diferencias" con ellos, a las mujeres lo que realmente les "preocupa" son las "semejanzas" de PP y Vox. El líder socialista desvió el tiro hacia Alberto Núñez Feijóo y a la foto que trascendió hace 10 años con el narcotraficante Marcial Dorado. "Cuando yo me subo a un barco, lo primero que hago es comprobar quién es el patrón, y creo que ustedes me entienden", deslizó al acabar su respuesta a la portavoz del PP, Cuca Gamarra. Hasta ahora, el presidente no había echado mano de aquellas imágenes para atacar a su principal adversario, lo que para la dirigente popular es la prueba de que está "muy nervioso y acorralado".
El cabreo persistía este miércoles en el Congreso, aunque la temperatura había descendido unos grados. Los ministros socialistas apelaron a la calma. La número dos del PSOE y titular de Hacienda, María Jesús Montero, subrayó su determinación a "contribuir a rebajar" el tono con los morados. "Siendo mucho más lo que nos une que lo que nos separa, en este momento tenemos que seguir avanzando y no dar pie ni alimentar ninguna escalada de descalificativos ni de palabras que puedan siquiera herir a la otra persona o al otro partido político. Tenemos mucho que seguir cosiendo, trabajando, vamos a seguir de la mano", mantuvo, aunque reconoció que había palabras que no habían gustado. Ella salía del pleno después de dar la cara por su grupo —un equipo "ejemplar, honesto, que trabaja todos los días por mejorar el bienestar de todos los españoles"— tras las acusaciones del PP por el caso Mediador, reconocimiento que sentó bien en su bancada.
Montero y Belarra instan al PSOE a rectificar: "Lo que está en riesgo en este momento no es el Gobierno de coalición, sino los derechos de las mujeres"
También el titular de la Presidencia, Félix Bolaños, apuntaba a esa misma relajación de tensión con los morados: "El clima mejorará y estoy absolutamente convencido de que hay Gobierno para rato".
Podemos sostiene su crítica dura a los socialistas, pero coincide con ellos en que el Ejecutivo no se romperá. "Lo que está en riesgo en este momento no es el Gobierno de coalición, sino los derechos de las mujeres", señaló Irene Montero a los periodistas en el Congreso, donde reiteró que el PSOE "se ha dado la mano" con el PP para reformar la ley del solo sí es sí y retornar "al Código Penal de La Manada". En la misma línea, Belarra: es el PSOE el que tiene que rectificar para "volver a la mayoría feminista".
Las heridas en el Ejecutivo dolían aún en las últimas horas. Sánchez rehusó acudir al acto institucional con motivo del 8-M organizado por el Ministerio de Igualdad —en el que se desató la bronca— y montó en el teatro Pavón un encuentro con mujeres directivas en la Moncloa. Tampoco acompañó a Irene Montero la vicepresidenta segunda. Solo la arropó, de hecho, otro ministro: Joan Subirats, titular de Universidades. Y Díaz celebró el 8-M en el Instituto Cervantes.
Por la tarde, hasta nueve ministros socialistas acudieron a la manifestación principal por el Día de la Mujer, la convocada por la Comisión 8-M: María Jesús Montero, Hacienda; Nadia Calviño, vicepresidenta primera; Isabel Rodríguez, portavoz; Raquel Sánchez, Transportes; Carolina Darias, Sanidad; Pilar Llop, Justicia, Diana Morant, Ciencia; Reyes Maroto, Industria, y Luis Planas, Agricultura, además de la secretaria federal de Igualdad, Andrea Fernández, y la mujer del presidente, Begoña Gómez.
Por separado, y en la misma marcha, la cabecera de Podemos, con la titular de Igualdad al frente y con su equipo en el ministerio. No hubo incidentes en otro 8-M festivo en las calles, aunque menos multitudinario que en 2018 (170.000 personas en Madrid) y 2019 (375.000): en la capital, secundaron la convocatoria principal 17.000 personas, según la Delegación del Gobierno; la organizada por el Movimiento Feminista de Madrid —abolicionista de la prostitución, contra la Ley Trans y contraria a Irene Montero—, 10.000. La división en el Ejecutivo también latía en las calles.
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