En realidad, no es una resurrección sino el equivalente arbóreo a una reencarnación. La misma obra en otros árboles. Ampliada, renovada y rejuvenecida. Es el modo de revivir a Agustín Ibarrola en su valle, en su bosque, en el de Oma. El mismo enclave de la localidad vizcaína de Kortezubi en el que en 1982 comenzó a plasmar en cientos de pinos Monterrey aquel conjunto que bullía de su cabeza; colores, formas, perspectivas y conjuntos artísticos. Un diálogo que brocha en mano, subido en una escalera, comenzó a escribir al aire libre pino a pino hasta sumar cerca de 500 tres años después.
El ‘Bosque de Oma’ que Ibarrola pintó hace cuatro décadas vuelve ahora a recuperar la vida perdida por el paso del tiempo, los hongos que mataron a sus árboles y el olvido institucional que lo arrinconó durante años en la penumbra. El renacer comenzó el pasado verano en la primera fase. Ahora inicia la segunda y última. Será la que permita volver a recrear la obra completa y en la dimensión en la que el autor vasco la ideó y que nunca llegó a plasmar en su totalidad.
El renovado ‘Bosque de Oma’ de Ibarrola apenas se ha movido de su ubicación inicial. Ahora está a sólo escasos metros. El impacto de talas y la aparición de la plaga del ‘hongo marrón’ que dañó el 80% de conjuntos arbóreos obligaron a buscar una solución.
La obra al aire libre estuvo inicialmente conformada por 33 conjuntos artísticos, dibujos y composiciones. Cada uno con su singularidad, temática, perspectiva y juego de colores. En algunos casos la composición de determinados conjuntos fue más reducida en el número de árboles que la que el autor hubiera deseado y que ahora sí se podrá desarrollar.
Nuevo conjuntos y más amplios
Los primeros 14 conjuntos se recrearon en la fase iniciada durante el pasado verano. Ahora se activa la segunda y última, con la que se confía en poder dar por finalizados los trabajos en octubre. Entre los 19 nuevos proyectos que se han comenzado a pintar se incluyen tres composiciones perdidas en 1989 por una tala indiscriminada llevada a cabo por los propietarios de los terrenos. Se trata de las composiciones denominadas ‘Mezquita de Córdoba’, ‘Homenaje al roble’ y ‘Amenaza nuclear’.
Trasladar una obra de estas características, integrada por un total de 854 árboles, en su mayoría pino Monterrey de hasta 30 metros de altura, no ha sido sencillo. Ha requerido, en primer lugar, la digitalización de lo ya existente y posteriormente la localización de un espacio que permitiera reproducir las composiciones en condiciones lo más similares posibles. El estudio de la orografía ha sido clave en todo el proceso, dirigido por el profesor de la UPV y experto en la obra de Ibarrola, Fernando Bazeta.
Un conjunto que Ibarrola pintó al aire libre poniendo en práctica el espíritu del movimiento ‘Equipo 57’ que él impulsó en París y que propugnaba la puesta a disposición de las obras de arte de la sociedad, el público, del modo más directo posible.
Ibarrola tiene hoy 92 años y su salud le ha obligado a no participa de la vida pública, en la que tan presente estuvo como artista y defensor de las libertades, primero contra el Franquismo y con la violencia de ETA después. El nuevo resurgir del ‘Bosque de Oma’ abarcará 12 hectáreas de superficie arbolada. Un recorrido de 1,2 kilómetros por el que el visitante podrá disfrutar del ‘Te quiero’, del ‘Homenaje al Greco’, del ‘Rayo atrapado’ o de ‘Los motoristas’, algunos de los conjuntos que componen la obra, y a lo largo del cual se señalizarán los puntos de visión recomendados para cada una de las composiciones.
Monitorizar árbol a árbol
El proceso está siendo llevado a cabo bajo la supervisión no sólo del experto de la Universidad del País Vasco sino también de José Ibarrola, hijo del artista. Ambos han coordinado el trabajo que ha seguido el mismo camino que llevó a cabo el autor para cada uno de los 33 conjuntos que integran el bosque: visionado de los espacios, análisis de las perspectivas apropiadas, la realización in situ de bocetos y finalmente el pintado manual.
Una labor que se está realizando con pinturas inocuas e implantando medidas de seguimiento y control que eviten el abandono y descuido en el que el ‘Bosque de Oma’ derivó durante los finales de los años 90. Así, se ha previsto una monitorización individualizada de cada uno de los árboles y se ha previsto un protocolo de seguridad para actuar en caso de incendio o situaciones de emergencia. Además, en toda el área se ha previsto conectividad que permitirá habilitar mecanismos de conexión para facilitar información a los visitantes. La Diputación de Bizkaia ha previsto que durante las labores de esta segunda fase se puedan visitar los trabajos y contemplar los 19 conjuntos que ya están finalizados. Será a través de visitas guiadas y previa reserva de plaza.
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