Tras la luz intensa arrojada por la remodelación quirúrgica del Consejo de Ministros, Pedro Sánchez ha querido lanzar más mensajes políticos. No tan vistosos, obviamente, pero sí con miga. Y lo ha hecho a través de la renovación de los consejeros electivos del Consejo de Estado que el Gobierno aprobó este martes. Un relevo que es fruto, a su vez, de una labor callada de costura interna dentro del PSOE y de una conversación entre los dos grandes partidos bajo el radar. Solo así se explica la entrada de nombres como la ex número dos del PSOE Elena Valenciano o los exdirigentes del PP Juan Carlos Aparicio y Pedro Sanz. Porque a estas alturas de la legislatura, a las puertas de una doble campaña electoral, con unos puentes dinamitados entre el Ejecutivo y el principal partido de la oposición, subsiste un finísimo hilo de comunicación entre ambos. Y porque también el presidente ha querido rehabilitar a quien fue la más estrecha colaboradora de Alfredo Pérez Rubalcaba durante años, a Elena Valenciano, y con ella intentar recomponer los lazos afectivos de una parte del partido que se sentía orillado por el líder.
El puente con el PP, vía Cuca Gamarra, y con la ex vicesecretaria general del PSOE ha sido el mismo: Félix Bolaños. El ministro de la Presidencia, el hombre de la absoluta confianza del jefe del Ejecutivo, al que le encarga todas las negociaciones comprometidas, desde la interlocución con Yolanda Díaz y Podemos y con los socios de investidura hasta el magro diálogo con los populares. Y él ahora también ha llevado la batuta para la renovación del Consejo de Estado que materializó este 28 de marzo el Consejo de Ministros.
El Gobierno puede elegir un máximo de diez consejeros electivos por un periodo de cuatro años. Los actuales vieron vencer su mandato en octubre de 2022
El Consejo de Estado, máximo órgano consultivo del Gobierno, trabaja a través de su Comisión Permanente —el núcleo duro que componen la presidenta, Magdalena Valerio, nueve consejeros vitalicios, que presiden cada una de las secciones—, que se reúne semanalmente, y el pleno, que se cita una vez al mes y que tiene como misión decidir sobre todos aquellos aspectos que no pueden ser acordados solo por la Comisión Permanente. El pleno lo integran el presidente o la presidenta del Consejo de Estado —en este caso, Magdalena Valerio, jefa de la institución desde el pasado noviembre—, los consejeros permanentes, los consejeros natos —los que lo son por razón de su cargo, como el director de la Real Academia Española, el jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), la abogada general del Estado, el gobernador del Banco de España o el fiscal general del Estado—, los consejeros electivos y la secretaria general. Además, son natos los expresidentes del Gobierno, aunque ninguno de ellos se ha querido integrar en el Consejo.
Los consejeros electivos de Estado son máximo diez y son nombrados por real decreto para un periodo de cuatro años. Deben haber desempeñado cargos como diputado en el Congreso o senador, magistrado del Constitucional o juez, defensor del Pueblo, presidente o vocal del Consejo General del Poder Judicial, ministro o secretario de Estado, presidente del Tribunal de Cuentas, Jemad, presidente autonómico, embajador, rector universitario o alcalde de capital de provincia o presidente de diputación provincial o cabildo o consejo insular. Estos no tienen un sueldo fijo. Solo cobran una pequeña retribución: un máximo mensual de 974,16 euros, que no se percibe si no hay sesión plenaria o si no se asiste.
Cuatro incorporaciones
El Gobierno de Sánchez nombró a los últimos consejeros electivos en octubre de 2018, así que ya iba con cierto retraso. El Consejo de Ministros eligió este 28 de marzo una nueva tanda. Seis son renovados en sus cargos. Por un lado, los progresistas Elisa Pérez Vera, exmagistrada del TC; María Emilia Casas, expresidenta del Constitucional; Juan Carlos Rodríguez Ibarra, expresidente de Extremadura, y Jordi Guillot, exsenador de Iniciativa per Catalunya Verds. Por otro, los conservadores Soraya Sáenz de Santamaría, exvicepresidenta del Gobierno y José María Michavila, exministro de Justicia.
Valenciano quedó con Bolaños "hace un tiempo" y pidió que el cargo no fuera remunerado y fuera compatible con su puesto en el centro suizo Henry Dunant
Pero cuatro miembros entran ahora. La ex vicesecretaria general del PSOE Elena Valenciano y Javier Losada, exdelegado del Gobierno en Galicia y exalcalde socialista de A Coruña, propuestos por el Ejecutivo, y el exministro de Trabajo y exalcalde de Burgos Juan Carlos Aparicio y el expresidente de La Rioja Pedro Sanz, aupados por el PP. Salen del Consejo de Estado la filósofa Amelia Valcárcel, el expresidente del Senado Juan José Laborda y el exministro de UCD Juan Antonio Ortega y Díaz-Ambrona.
Valenciano se vio con Bolaños "hace un tiempo". Él le propuso directamente ocupar una de las vacantes del Consejo de Estado, en sustitución de Amelia Valcárcel —una mujer muy ligada al PSOE y que en los últimos años ha sido muy beligerante con la Ley Trans—. La ex número dos, según indican fuentes de su entorno a este diario, se lo pensó "unos días", porque no quería que el puesto fuera remunerado (y no lo es) y deseaba garantizarse que fuera compatible con su trabajo de senior advisor en el centro Henry Dunant para el diálogo humanitario —una organización radicada en Suiza— y en la consultora Acento, y con su cargo de presidenta de la Fundación Mujeres. El ministro fue en todo momento "muy amable, correcto, cálido". Y ella aceptó.
La elección de Valenciano, una mujer muy apreciada y respetada en el partido, no es casual ni menor. Su recuperación constituye todo un símbolo para el PSOE. Ella era la escudera del ya fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba, su absoluta mano derecha, la que le acompañó en la incierta campaña de las generales de 2011 y la que se embarcó a su lado en la lucha por el control del PSOE en el 35º Congreso, en 2012, en Sevilla, frente a Carme Chacón. Ambos vencieron aquella cruenta pugna interna. El exvicepresidente del Gobierno la recompensó aupándola a la vicesecretaría general, un cargo que antes habían ocupado Alfonso Guerra y Pepe Blanco, y en 2014 la situó como cabeza de lista de las europeas, con lo que finalizaba su periodo de seis años como diputada en el Congreso (2008-2014). En aquellas elecciones, las de la eclosión inesperada de Podemos, el partido firmó un mal resultado y Rubalcaba dimitió en diferido como secretario general. Valenciano apoyó a Eduardo Madina como nuevo líder, pero venció un desconocido Pedro Sánchez, ungido por los barones territoriales. En 2017, la ex número dos, igual que Rubalcaba y la inmensa mayoría del establishment del partido, se alineó con Susana Díaz frente a Sánchez.
Perfil internacional y feminista
Pero Sánchez arrasó. Valenciano pasó a una segunda línea. Tuvo al alcance de su mano haberse convertido en la presidenta del Grupo de los Socialistas y Demócratas (S&D), pero el secretario general prefirió no dar la batalla entonces, en 2018, ya que aspiraba a lanzar a una fiel, Iratxe García, en la siguiente legislatura —como así ocurrió—. Aquel gesto dolió mucho a Rubalcaba. Despreciar a Valenciano era como renegar de él. Cuando Sánchez llegó a la Moncloa, sondeó al exvicepresidente del Gobierno y exjefe del PSOE como candidato a la alcaldía de Madrid, pero él rechazó la oferta. Valenciano no repitió en las listas a las europeas de 2019 y se acomodó en el centro Henry Dunant, gracias a su vasto perfil internacional, el que acumuló en la Eurocámara en dos periodos (1999-2008 y 2014-2019), y en la ejecutiva del partido como secretaria del área, con José Luis Rodríguez Zapatero como líder.
Valenciano se ha mantenido siempre "leal al partido" y al secretario general, "discreta y respetuosa" con la dirección, como señalan en su entorno
Pero en estos últimos meses ella había ganado más presencia pública, en este caso como presidenta de la Fundación Mujeres, cargo para el que fue elegida en octubre de 2021. Valenciano es, de hecho, una histórica en la lucha feminista. Una mujer con muchos galones y alineada con el sector feminista clásico del partido —en el que se encuadra también la exvicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo— y, que en esta legislatura, ha cuestionado algunas de las políticas desplegadas por Podemos desde el Ministerio de Igualdad, como la Ley Trans o la ley del solo sí es sí, por cuya reforma ha abogado.
Pese a que Valenciano no apoyó a Sánchez ni en las primarias de 2014 ni en las de 2017, se ha mantenido siempre "leal al partido" y al secretario general, "discreta y respetuosa" con la dirección, como señalan en su entorno. Y "nunca" pidió un cargo. Ya se podía intuir el deshielo cuando ella participó, vía vídeo, en el acto del PSOE con motivo del 8-M.
Ahora ha sido Sánchez quien, a través de Bolaños, rehabilita a Valenciano y quien, con ella, rinde un último tributo a Rubalcaba, fallecido repentinamente en mayo de 2019. Ella no ha llegado a charlar con el presidente pero sí le agradece la oferta, como manifestó también en redes sociales. En el partido se interpreta el gesto como una compensación hacia quien fue la vicesecretaria general del PSOE, como un gesto del líder hacia todos los sectores del partido, hacia el rubalcabismo puro que se había sentido agraviado en el pasado. Sánchez ya había rescatado para su equipo a dos estrechísimos colaboradores de Rubalcaba, a Óscar López y Antonio Hernando —hoy director y director adjunto de su Gabinete en la Moncloa—, pero los tres ya eran amigos desde la época en la que trabajaban a las órdenes de Pepe Blanco en Ferraz. Valenciano es la esencia más pura de Rubalcaba. Él ha sido recordado en numerosas ocasiones por el partido tras su muerte, y en sus exequias en el Congreso Sánchez y su equipo se volcaron.
El Consejo de Ministros también eligió a otra socialista, a la exministra de Sanidad Luisa Carcedo, como consejera permanente del Consejo de Estado. La diputada asturiana causó baja este mismo miércoles porque su escaño es incompatible con su nuevo destino. El puesto es de carácter vitalicio y supone una remuneración de 124,858,58 euros anuales. Carcedo, apoyo firme de Sánchez en las primarias de 2014 y de 2017 —junto a la ex vicesecretaria general Adriana Lastra—, reemplaza a Adela Asua Batarrita, exvicepresidenta del Constitucional, que renunció al cargo. La nueva consejera presidirá la sección novena del Consejo de Estado.
También le informó de la carrera militar de la Princesa
Las conversaciones con el PP las ha conducido igualmente Bolaños. Su interlocutora ha sido la secretaria general del partido y número dos de Alberto Núñez Feijóo, Cuca Gamarra. En la Moncloa subrayan que los contactos con Génova se han producido "en los últimos días" y resaltan que podían no haber tendido puentes con el PP, porque los nombramientos de los consejeros electivos de Estado son una potestad del Gobierno. Pero el Ejecutivo lo ha hecho así por "sentido de Estado". En el equipo de Sánchez niegan que se trate de un "pacto como tal". "Se ha hablado y se han compartido nombres, simplemente", precisan, negando además la "sorpresa", porque "siempre hay comunicación" entre los dos grandes partidos.
En la Moncloa recalcan su "sentido de Estado" y niegan un "pacto como tal" con el PP: "Se ha hablado y se han compartido nombres", "siempre hay comunicación"
Pero tanto Gobierno como PP han hecho pocos esfuerzos por destacar ese delgado hilo de contacto entre ambos. Ni la portavoz del Gabinete, Isabel Rodríguez, ni Génova quisieron celebrar el acuerdo o detenerse en esta lista de diez nombres acordados. Como tampoco se aireó que el PP estuvo informado con antelación de que la Moncloa estaba estudiando con la Casa del Rey la articulación de la carrera militar de la princesa de Asturias y que conoció ese real decreto antes que Unidas Podemos, que se enteró el mismo día de la aprobación del texto por el Consejo de Ministros.
De hecho, Gobierno y PP se dispensan palabras muy duras. Rodríguez insistió este martes en la "insolvencia" y "mala fe" de Feijóo y atribuyó "todos sus desatinos" contra el Ejecutivo a la "curandera" a la que recurrieron los conservadores en su acto con los hispanos este pasado fin de semana, la telepredicadora evangélica Yadira Maestre que jaleó al jefe del PP y a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. "El Gobierno y toda España desearían contar con una oposición que albergara sentido de Estado, pero la realidad es que no la tenemos", denunció la portavoz tras ser preguntada por la imposibilidad de renovación del CGPJ por el bloqueo del PP.
La ministra cargó contra Feijóo también por su "mala fe", por cuestionar desde Bruselas la reforma de las pensiones y por acusar a Sánchez de rendir "pleitesía" a "autócratas" en plena cumbre iberoamericana, ignorando que a esas citas van siempre los presidentes del Gobierno acompañando al Rey. Eso demuestra la "insolvencia" de quien aspira a dirigir el país, recordó.
"¿Y lo de la curandera qué es? ¿Qué es eso? Quizá eso es la única respuesta que podemos encontrar a todos estos desatinos. La única que explicación que podemos encontrar a que el líder de la oposición, día sí y día también, actúe contra los intereses de España y también los de su partido", arremetió Rodríguez. Los calificativos son también muy gruesos desde Génova al Gobierno. Pero lo cierto es que la renovación del Consejo de Estado ha demostrado que, al menos, un mínimo contacto institucional resiste.
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