Siete domingos. Es el número de cierres de semana que brinda el calendario para un nuevo despliegue electoral a lo largo de la geografía española. Tras la vuelta de Semana Santa, esta próxima semana de actividad parlamentaria rebajada y sin sesión de control al Gobierno pone el broche a la legislatura municipal y autonómica, ya con las asambleas regionales disueltas y bajo mínimos. Y será después cuando el contexto de precampaña -en términos oficiales y salvando el estadio permanente de electoralismo al que empieza a reducirse la política- los engranajes electorales empiecen a funcionar a máximos. Ello, coincidiendo con un escenario determinante: el debate y posterior votación de la reforma de la ley del 'solo sí es sí' propuesta por el PSOE, que verá su tramitación con el apoyo del PP y la división de la izquierda. Una puesta en escena de bronca de la derecha a la izquierda y de izquierda a centroizquierda.
El panorama que se dibuja, a grandes rasgos, y encarrila a las elecciones, es la dos partidos de gobierno de coalición desgastados que empieza a evidenciar discrepancias de alto calado en cuestiones ideológicas, y no solo prácticas. También la de una reconfiguración de espacios políticos. Primero la derecha, que tras el 10-N inició una reabsorción de votantes, empieza a delinearse en dos corrientes: la del PP, más amplia que hasta el momento por la absorción de Ciudadanos, y la de Vox, afianzada como contrapeso ideológico más conservador y tradicional. Segundo, el replanteamiento de la izquierda aún se aventura pronto para hacer grandes previsiones. Lo que es patente es que el espacio que aglutinó Podemos tras el 15-M, hoy convertido en un polvorín de marcas distinguidas solo por banderas muy singulares y vinculadas por amplias generalidades, virará hacia otra cosa. Pero será su consistencia lo que permita al PSOE ser determinante o no. Al menos en las generales.
De cara al 28-M, aunque las lecturas se harán en clave nacional, el principal objetivo de la izquierda es mantener lo conquistado hace cuatro años en la medida de lo posible y de intentar ser competitivos allá done no se pudo marcar la diferencia. Es el caso de la Comunidad de Madrid, donde, pese a todo, las estimaciones no dan grandes previsiones a PSOE, Más Madrid o Podemos. En el caso de los de Alejandra Jacinto, podrían incluso desaparecer como ya se percibió en la anterior convocatoria de 2021 en la que el exvicepresidente tercero del Gobierno, Pablo Iglesias, se presentó como candidato para salvar los muebles [se celebraron a mitad de legislatura, lo que no hace iniciarla de nuevo, sino seguir con un nuevo equilibrio de fuerzas de acuerdo al artículo 21 del Estatuto de Autonomía]. Se requiere para evitarlo un mínimo del cinco porciento del voto.
En el caso de la derecha, el objetivo es trasladar a las urnas el marco en el que insisten constantemente: el desgaste del PSOE y sus socios y en el inevitable cambio político guiado por el PP y previsiblemente sustentado en Vox. Las elecciones del 28-M servirán, ante todo, de antesala a una victoria de Alberto Núñez Feijóo. Para ello, el PP deberá arrebatar y afianzar -de tenerlas ya- las plazas más importantes del país y mantener el tirón en aquellas donde no tiene opciones, caso de Barcelona. Estos son, en detalle, las metas a las que aspiran las principales siglas que presentan papeleta.
PSOE y su capacidad de aglutinar mayorías
La principal aspiración de los socialistas es seguir apareciendo como el único capaz de sumar mayorías, tanto en los ayuntamientos como en las autonomías. Sobre todo en un periodo de convulsión en la izquierda. El PSOE debe intentar lidiar con eso y que no se materialice en desmovilización. La valoración que se hace desde Ferraz es que será una forma de medir el pulso de cara a diciembre y que se logrará quedar ligeramente por encima del PP. La meta socialista es la de resistir, aún perdiendo voto, en los principales feudos que lidera, entre ellos la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Extremadura y Aragón. También ganar en Sevilla, donde en las últimas autonómicas del año pasado, el PP quedó por encima por primera vez en este periodo democrático. Las previsiones para barones como Ximo Puig, Javier Lambán, Emiliano García-Page o Guillermo Fernández-Vara son buenas, y buscan alejarse del ruido de Madrid. Aunque en lugares como el escenario valenciano, el éxito o el fracaso se decidirá tan solo por un par de escaños. La Rioja, por el contrario, parece que virará a la derecha.
El escenario será más ajustado que en unas generales, eso sí, dado que entran en juego otros actores como partidos regionales, así como el voto localista. De hecho, a la pugna de bloques en Valencia se suma Baleares, donde igualmente, un escaño arriba o abajo puede dar un vuelco político. La percepción de las encuestadoras es que el PP sacará más voto al PSOE, pero puede que la pluralidad de pactos que pueden permitirse los socialistas, abran a los barones la posibilidad de resistir allá donde tocan poder.
El PP tiene que transformar las encuestas en resultados
La aspiración de Génova es consolidar la absorción de Ciudadanos y no depender de Vox. O al menos obligarlo a mantener una posición no tan relevante y apartada de la gestión, sumando más que la izquierda y con pactos puntuales que no 'contaminen' la estrategia moderada por la que aboga Feijóo. El PP necesita que las atribuciones de las encuestas se plasmen sobre los escrutinios para reforzar la idea de que ellos son la alternativa al PSOE y sus socios.
Entre las máximas de Feijóo está que sus barones logren retornar a escenarios como el extremeño con María Guardiola, el castellano-manchego con Paco Núñez y, sobre todo, el valenciano con Carlos Mazón. De lograrlo, en Génova verán una conformación y el camino despejado hacia la Moncloa. Asimismo, el declive de Ciudadanos adelanta un reforzamiento en feudos como el de Madrid a nivel local o Barcelona. Una mayoría absoluta en Madrid, de nuevo, confirmaría la tendencia al alza del proyecto popular y remataría el camino iniciado por Juanma Moreno en Andalucía.
Vox quiere crecer y ser determinante para el PP
En Bambú son claros: el objetivo de Vox para el 28-M es crecer donde ya tiene representación y entrar donde no la tiene. Aunque no son sus elecciones, porque el protagonismo lo copará el bipartidismo y el regionalismo, las conclusiones, según respaldan fuentes de GAD3 para El Independiente, es que "va a mejorar su fidelidad". Además, el Vox de mayo de 2019, no es el mismo de noviembre de ese mismo año. Entre el 28-A y el 10-N los de Santiago Abascal duplicaron su representación, por lo que se estima que mejore resultados dado que las previsiones actuales van en la línea de los cosechados en las últimas generales, solo un par de décimas por debajo.
Aparte de fortalecer su base para llegar fuertes a diciembre, Vox quiere tantear al PP en múltiples escalas, ser necesario y entrar a gestionar más Juntas de gobierno y más consistorios. Una manera de tejer una red territorial estable y de 'normalizar' las relaciones y la convivencia con Génova a corto-medio plazo. La preferencia de Vox no se esconde. Murcia es el principal bastión y donde ganaron al PP en noviembre de 2019, y creen que serán determinantes para un gobierno de Fernando López Miras. La Comunidad Valenciana, al no tener Mazón otros socios potenciales, le dejan como principal actor para una coalición necesaria; algo que también ocurriría en Castilla-La Mancha, ajenos a un gobierno pluricolor desde la penúltima legislatura.
Podemos debe mostrarse como partido vivo
Lo que está claro es que, como para Ciudadanos, estos comicios no serán el fuerte de Unidas Podemos. La máxima aspiración de los morados es seguir mostrándose como opción útil frente a otras marcas a la izquierda del PSOE y el propio nicho socialista. Su presencia tras la convocatorias será débil, pese a todo. Hay dos claves. Por un lado, no verse superado por las sensibilidades próximas a Sumar, y por el otro, no quedar fuera de los parlamentos autonómicos a consecuencia de ello. Prueba de ello será el papel que tengan en la Comunidad Valenciana, donde son necesarios, además, para mantener el Pacto del Botánico con Puig; y en la Comunidad de Madrid, donde su salida auparía a Ayuso a la mayoría absoluta por el reparto de escaños. Se prevé que estén por debajo del 8% de media.
Ciudadanos busca sortear los malos pronósticos
La meta de Ciudadanos, tras su refundación es la de sobrevivir electoralmente con al menos un representante en cada circunscripción electoral, y a poder ser, a la hora de configurar mayorías, pueda marcar la diferencia con la mínima influencia parlamentaria. De momento, al igual que en el ámbito nacional, ningún sondeo regional garantiza la viabilidad del proyecto. En todo caso, podría garantizar participación política en algún ayuntamiento. Madrid será su joya de la corona, dado que Begoña Villacís aspira a continuar con cuatro ediles de los once que posé actualmente, incluida ella.
El reto de Ciudadanos es la de mostrarse diferente al PP y abrirse a dar estabilidad a gobiernos del PSOE para incluir algunas de sus propuestas programáticas a las acciones de gobierno. Asimismo, lograr una plaza en la Comunidad de Madrid, de la que salieron hace dos años, sería la perfecta carta de presentación en la que cimentar un intento de volver a coger impulso. En líneas generales, no obstante, será difícil que supere el 3% electoral.
Por último, los partidos autonómicos, como ERC, Junts o la CUP en Cataluña, el BNG en Galicia, PNV y EH Bildu en País Vasco o Compromís en Valencia buscarán mostrarse como la alternativa frente a los partidos nacionales para revalidad o hacerse con nichos de poder. Una de las ventajas de las que parten es que ser autónomo, también es poder diferenciarse de la pugna PSOE vs. PP vs. Vox vs. Unidas Podemos.
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