Ha sido un cambio de discurso significativo. Vox parece rebajar la presión sobre el PP al dejar de condicionar el posible desalojo de los ejecutivos socialistas -tanto en su versión local, como autonómica o nacional- a su entrada en gobiernos de coalición con los populares si son necesarios para configurar nuevas mayorías, siempre en caso de sumar ambos partidos más que el bloque de la izquierda.
Así lo dejó entrever este lunes por la noche el vicepresidente y portavoz de Vox, el eurodiputado Jorge Buxadé, al indicar que "habrá que esperar al resultado de las elecciones y en función de eso, veremos" no sin dejar claro antes que "Vox nunca, nunca, nunca, ha impedido un gobierno que desaloje las políticas de Sánchez y de la izquierda, nunca", en respuesta a si dificultarán ejecutivos del PP aún sin entrar en los mismos, según indicó en "La noche en 24 horas" de TVE.
Nada que ver con la posición mantenida en Andalucía, donde la hoy ex dirigente de Vox, Macarena Olona, advirtió al popular Juan Manuel Moreno que aunque necesitara de un solo voto iba a exigir la vicepresidencia de la Junta. Esa inflexible posición, alentada desde Madrid, fue uno de los motivos que justificó buena parte de voto útil hacia el barón popular hasta conseguir la mayoría absoluta.
Será a partir del 29 de mayo cuando "se verá si es posible conformar gobiernos o no". Lo que suceda ese día "no lo pudo decir yo ahora. Habrá que ver dónde nos ponen los madrileños, los segovianos, los valencianos... porque hay que esperar al resultado de esas elecciones y en función de eso, veremos". Tras poner en todo caso como ejemplo de "buena gestión" y de "convicciones" el gobierno de coalición en Castilla y León, insistió en que "todas las posibilidades está abiertas, por supuesto", respecto a las fórmulas postelectorales sin hacer de las coaliciones una condición irrenunciable, lo que le abre al PP una ventana de oportunidad.
El PP pone en valor un giro de estrategia que les permite gobiernos monocolores
Un miembro destacado de la dirección popular pone el acento en el "cambio" de estrategia del partido de Santiago Abascal, pues les facilita su empeño de construir gobiernos monocolores. Otras fuentes del PP consultadas no quieren ir más allá para "no poner el foco en lo que diga Vox", pero resuelven que "no habrá ninguna investidura que no pase por Feijóo o por Bildu", en alusión al que ha sido uno de los socios preferentes de Pedro Sánchez esta legislatura.
La decisión final de Vox se decidirá en un comité ejecutivo nacional en función de los resultados que arrojen las urnas tanto el 28-M como en las generales de diciembre. De momento, el partido "no ha elegido ninguna estrategia de acuerdos postelectorales porque lo prudente es ver los votos que tiene Vox. Las posibilidades son muchas y en ese momento tomaremos la decisión", concluyó Buxadé. Este giro de guion deja a los socialistas sin uno de sus ejes de campaña, esto es, alertar del riesgo de un pacto del PP con la ultraderecha. Ha sido, en todo caso, un mensaje condenado al fracaso y con el riesgo añadido de movilizar voto útil a favor del PP.
Cambio de tendencia desde Bambú
El guión andaluz quedó replicado por Vox tras la moción de censura a finales de marzo. Como publicó El Independiente, frente a la euforia del PP por solventar con soltura el trámite parlamentario sin la presencia de Feijóo, Vox afianzaba una advertencia hacia Génova: "si quieren gobernar, van a tener que pactar con nosotros". Los de Abascal ponían sobre la mesa condiciones de manera privada y, dada la dependencia mutua que ambos tienen, insistía en que cualquier alcaldía o presidencia regional debería pasar por un acuerdo que en la mayor parte de los casos -a descontar aquellas zonas donde la proporcionalidad fuera ínfima- correspondería con integración en un gobierno de coalición.
Con posterioridad, esa demanda volvía a un cauce más sosegado en conversaciones privadas. Y quedaba acotada a feudos cruciales para el partido como la Región de Murcia o Castilla-La Mancha, donde cuentan con importantes cotas de votantes y del que se percibe que podrían condicionar por la mínima ejecutivos populares. Ahora, con el pronunciamiento de Buxadé, se traslada de manera pública, volviéndose a una senda de hipotético diálogo que desde el punto de vista demoscópico puede tener dos lecturas.
Bambú cree que Génova destensará las relaciones y se abrirá al diálogo una vez tenga los resultados sobre la mesa
La primera es que, al comprobar que se ha afianzado al electorado con la moción, Vox busca evitar fuga de simpatizantes a última hora, que sientan temor a una posible continuidad de la izquierda a diferentes niveles y opte como en Andalucía por el voto útil al PP. La segunda, es trasladar el marco de que es el PP y no Vox quien se muestra intransigente e incapaz de ceder. Y es que de producirse esa misma cerrazón en una negociación poselectoral, la repetición de los comicios podría reforzar la marca ultraconservadora.
Vox cree fundamental que el PP elija socio preferente
Sin atender a las encuestas publicadas, que perciben como movilizadoras del voto, los de Abascal admiten que están fuertes. También confirman que manejan sondeos internos que les dan por encima de noviembre de 2019, fecha en la que se celebraron las últimas elecciones. Claramente, ese crecimiento también se trasladará al plano municipal y autonómico, debido a que la anterior convocatoria pilló de por medio de la repetición de las generales, donde Vox dobló escaños. Esas encuestas también les hacen tener preocupación por lugares como la Comunidad Valenciana, donde perciben un bajón del PP que puede impedir el vuelco político y la salida del barón socialista Ximo Puig de la Generalitat.
Pese a ello, creen que el debate actual no son los pactos, sino el posicionamiento de cada partido al no existir por ahora datos electorales tangibles. Y por ahora, no ven al PP muy proclive a dialogar con Vox ni a construir una alternativa clara frente al PSOE. Y es que en Bambú, entienden que su papeleta es la única que garantiza desplazar a los socialistas. En este momento, fuentes de Vox se atreven a aventurar que Feijóo pedirá a algún barón que tenga capacidad de gobernar con ellos que desista por no significarse.
Ahora bien, la sensaciones que trasladan desde la sede nacional de Vox es que a partir del 29 de mayo, con el escrutinio en la mano, el PP empezará a destensar abriendo la puerta a ese diálogo. "El PP ha ido a una estrategia clara: estamos fuertes, vamos a ganar en primera vuelta [el 28-M] y a arrasar en la segunda", aseguran fuentes de Vox. "Están escenificando una ruptura general para afrontar mejor las elecciones, porque creen que el modelo andaluz les va a funcionar, y España en su conjunto es otra cosa", añade. Aluden como ejemplo a la Comunidad de Madrid, donde, tras casi cuatro años de alianza externa, Isabel Díaz Ayuso se ha sumado al ataque de Vox. Pero confían en que si se vuelven a necesitar, la líder del PP de Madrid volverá a recurrir a ellos.
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