Casi sobraría decirlo, pero las elecciones que asoman en el inmediato horizonte son autonómicas y municipales. Solo autonómicas y municipales. No generales, que llegarán más tarde, a finales de año. Pero, a poco más de un mes del 28-M, el presidente del Gobierno y el líder del PP se lanzan a degüello el uno contra el otro, se atacan en lo personal, dejan claro que no hay ni puede haber puentes entre ellos. Se remangan para una campaña durísima, muestra también de lo apretado de la pugna, voto a voto en cada territorio. Están dispuestos a echar el resto.
Ambos, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, lo evidenciaron en su duelo de este martes en el Senado, el cuarto cara a cara en formato extralargo —o sea, comparecencia fuera de las sesiones de control—, un debate de casi tres horas que quizá no valiera para que uno u otro ganara muchas posiciones, pero que sí servía como remedo de las generales. Los dos se cruzaron golpes, hasta reproches personales, sin llegar al insulto pero sin dejarse muchas balas en la recámara. Aunque ni los socialistas lo plantean así, ni tampoco lo quieren los alcaldes y barones del partido, que prefieren regionalizar sus campañas y centrarse en la venta de su gestión, escuchando el tenso careo entre los dos jefes era difícil no pensar en este 28-M con una primera vuelta de la contienda final: las legislativas de finales de año.
El presidente subraya las 183.000 viviendas proyectadas con las 1.600 del PP en sus dos últimas legislaturas. Pero aún no hay detalles de las 20.000 viviendas: se formalizará vía Consejo de Ministros
No hubo victorias por goleada, sino más bien parlamentos dirigidos a cada parroquia. Y un anuncio, el de Sánchez. 20.000 nuevas viviendas en terrenos propiedad del Ministerio de Defensa, que sumadas a las 50.000 movilizadas de la Sareb, a las 43.000 financiadas con una línea ICO y a las en torno a 70.000 proyectadas en diferentes actuaciones por Transportes (incluidas las 12.000 de la operación Campamento, en Madrid), suponen un total de 183.000 inmuebles para el parque público. El presidente, para contrastar su gestión con la de su rival, recordó que en las dos últimas legislaturas del PP, solo se proyectaron 1.600, por lo que se multiplica "por 115 la apuesta por la vivienda pública".
Fuentes del Gobierno no adelantaron más detalles del anuncio del jefe del Ejecutivo: ni cuáles son los terrenos que se aprovecharán para construir pisos, ni dónde se sitúan ni cuándo podrían estar acabados. El trámite administrativo no es inmediato tampoco: Defensa tiene que vender esos suelos, "que no se utilizan hace años", precisan desde el ministerio, a SEPES, Entidad Pública Empresarial de Suelo dependiente de Transportes. La operación ha de pasar por el Consejo de Ministros, y "se llevará pronto", para a partir de ahí diseñar los planes urbanísticos y conveniarlos con los ayuntamientos y comunidades y después licitar las obras.
Se tardarán años, pues, en ver los pisos construidos, pero desde la Moncloa subrayan que con estos anuncios los ciudadanos pueden también contraponer modelos, comprobar que el Gobierno "se ocupa de sus problemas" y es consciente de sus "preocupaciones".
El PP no se cree los anuncios: "Esto parece el milagro de los panes y los pisos", dice Feijóo
El PP, en cambio, no se cree esas promesas. La bancada popular las despachó con risas. "Primero eran 20.000, después 100.000, después 5o.000, después 43.000 y hoy 20.000 más. Esto parece el milagro de los panes y de los pisos", ridiculizó Feijóo, quien también rechazó la ley de vivienda por ponérselo más fácil, eso subraya su partido a los okupas. Desde Génova pasaron además un listado con los 17 anuncios de construcción de vivienda en los últimos cinco años, desde que Sánchez llegó al poder, "que nunca se han materializado".
"Se tomó al pie de la letra lo de política 'de vivienda"
En el Ejecutivo lo niegan, insisten en que lo comprometido son estos 183.000 inmuebles y que algunos de ellos, procedentes de planes de vivienda del Ministerio de Transportes, ya están totalmente edificados y entregados. El PP, espetó el jefe del Ejecutivo, se dedicó sin embargo a liberalizar suelo, por lo que calentó la burbuja inmobiliaria la especulación, y luego vendió vivienda pública a fondos buitre. O, directamente, apenas hizo, como ocurrió con Feijóo, se explayó, cuando era presidente de la Xunta: entre 2014 y 2018, promovió "una sola vivienda protegida" para alquiler social. "Se tomó al pie de letra eso de la política de vivienda. Debió de pensar que con una ya bastaba", se mofó.
Belarra señala al PSOE que la mejor manera de ampliar el parque de vivienda público es hacer cumplir de manera "extensa" la nueva ley
Del anuncio de las 20.000 nuevas viviendas no estaba previamente informado Podemos. Su líder y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, trasladó al PSOE que la mejor manera de ampliar el parque público de vivienda es "exigir y hacer cumplir de manera extensa la nueva ley de vivienda", que obliga a que las nuevas promociones reserven el 40% a vivienda protegida y que la mitad sea para alquiler social. Si hay "electoralismo" en la medida anunciada este martes, siguió, lo deberán "juzgar los ciudadanos".
Los socialistas no dan importancia a esas palabras ni tampoco a las críticas del PP. Están convencidos de que su mejor aval para las urnas, ahora y en diciembre, es la gestión del Ejecutivo, su hoja de servicios en esta legislatura, sus medidas de "protección social" dirigidas a la mayoría y no a las élites, y por eso ahora todos los discursos van encaminados estos días a apuntalar dos áreas claves y con capacidad de reconectar con el electorado más joven: vivienda (el Gobierno quiere pasar del bajísimo porcentaje de pisos públicos, de menos del 3%, al 9% de media europea) y emergencia climática. Pero el PP plantea la contienda en otro campo muy distinto, la enmienda a la totalidad del mandato del presidente, y por eso Feijóo resumió su propuesta en una idea: "Derogar el sanchismo", acabar con un Gabinete "roto" dividido en "tres fracciones" —PSOE, "Podemos 1" (los morados) y "Podemos 2" (Sumar)— y "veinte siglas". Precisamente este martes arroparon al jefe del Gabinete casi todos sus ministros, tanto del ala socialista como del sector morado.
"No le gustan un pelo estos debates, se le nota", le replicó Sánchez. "Le fastidian. Imagino que los [estudios] cualitativos le dicen que diga eso de derogar el sanchismo para quitar votos a Vox. Pero usted sube aquí irritado, agresivo y frustrado y menos dispuesto a intercambiar argumentos. Si eso es política para adultos", ironizó, haciendo suyo un claim de Feijóo, "nos podíamos haber quedado con [Pablo] Casado".
Sánchez acusa de nuevo a Feijóo de "poca solvencia" y "mala fe", de ser un "chasco", y el jefe del PP le responde que no está "a la altura" y que se ha "podemizado"
Ahí estaba, de hecho, otra de las líneas recurrentes de ataque de Sánchez hacia el dirigente gallego: que el PP sigue siendo el mismo de siempre pese a la renovación de su liderazgo, que el expresidente de la Xunta en realidad no ha aportado nada. Que "tiene muy poco conocimiento de los asuntos", que cae en la "poca solvencia", y que usa un "tono bronco y faltón, mucha mala fe". El presidente volvía así a un terreno de crítica confortable para él: la acusación de que su rival no está preparado para el cargo. Aquello de la "insolvencia" o "mala fe" con que ya le castigó en su primer cara a cara, allá por septiembre del año pasado. "La soberbia no es aconsejable, pero cuando cabalga a lomos de la ignorancia es muy peligrosa porque es contagiosa", le advirtió.
Los dos hablaron de datos, de contenidos, de situación de la economía, mucho también de Doñana. Pero los protagonistas absolutas fueron los reproches. Mutuos. "Su salto a la política nacional ha sido un chasco", expresó el líder socialista. "Como presidente del Gobierno, no está a la altura [...]. La mayor parte de lo que usted hace se resume en engaño, oportunismo y fractura", le recriminó Feijóo. Este acusó al presidente de haberse "podemizado", de ofrecer solo "populismo e independentismo", de ser una carga para sus barones, que no quieren compartir mitin con él, pese a que en precampaña y campaña Sánchez sí está yendo a los territorios y protagoniza actos con sus líderes autonómicos.
"Soy líder del PP porque me lo pidieron mis compañeros"
Pero si algo daba la medida de la tensión electoral, del nulo feeling entre ellos, de la hostilidad total incluso, eran las acusaciones más personales. Llegaron a pisar un terreno poco frecuente en el combate político institucional: el aterrizaje al liderazgo. Desenvainó el jefe del PP: "¡Si le pillaron incluso manipulando las urnas [en el PSOE]! Soy presidente de mi partido porque me lo pidieron mis compañeros", dijo, y entonces en la bancada socialista tronaron las carcajadas. "Allí donde no hay charcos, usted los encuentra y los pisa. A usted le nombraron o le auparon como presidente del PP para tapar un escándalo de corrupción de una dirigente del PP", le respondió Sánchez, quien recordó que es secretario general de su partido "por el voto de la militancia". Por partida doble: en 2014 y 2017.
Sánchez: "No sé si esto le viene grande o esto le queda lejos. Dele una vuelta a lo que le digo". Feijóo: "Si España quiere, derogaremos el sanchismo"
De fondo, por tanto, estaba aquella imagen del infausto del comité federal de 2016, en el que los notables del PSOE destronaron a su líder, aunque luego él se recompuso y ganó a Susana Díaz las primarias del año siguiente. Y también emergió el fantasma de la muerte política de Pablo Casado, la operación de la dirigencia del PP contra él por lanzar la sospecha de que la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, pudo haber beneficiado a su hermano en plena pandemia con un contrato de venta de mascarillas. Casado fue devorado por los suyos, que enseguida miraron a Feijóo. "No sé qué pasará en mi organización, pero nunca se derrocará a un dirigente para tapar un caso de corrupción", remachó Sánchez.
"Si España quiere cambio, derogaremos el sanchismo", sentenció Feijóo a modo de resumen de su programa electoral. "No sé si esto le viene grande o esto le queda lejos. Dele una vuelta a lo que le digo", le respondió el presidente en sus dos réplicas, cuestionando su valía para dirigir España. Y es que en el PSOE y en la Moncloa creen que aunque el efecto en las urnas de estos debates sea menor, sí sirven para la estrategia diseñada hace meses y que creen que les está funcionando: erosionar la imagen del líder del PP, agrietar su perfil de gobernante templado y capaz y distante de Vox. El retrato sobre el que quieren percutir es el de un dirigente "insolvente" o "con mala fe", poco preparado y que no ha marcado distancias con la ultraderecha.
A ese propósito también sirve la pugna por Doñana, otro de los asuntos centrales de este debate en el Senado y del tirón final de precampaña. Una presa que el Gobierno no piensa desaprovechar. Sánchez subrayó que tras el rechazo "rotundo" de Bruselas al plan para regularizar regadíos, Juanma Moreno no tiene otra que dar marcha atrás y retirar de manera "inmediata" la proposición de ley firmada con Vox.
El jefe de los populares señala que la iniciativa de PP y Vox sobre Doñana es un texto para "empezar el debate". "Lo vamos a frenar", avisa el líder del Ejecutivo
"Lo vamos a frenar", advirtió severo. Feijóo rebajó el calado de la iniciativa: se trata de un texto "para hablar", para "empezar el debate" sobre el futuro del humedal, y que si hubiera emanado del Gobierno lo habría impuesto por real decreto ley. Y señaló que quien incumple la legislación europea es Sánchez. Pero este le recordó que la sentencia condenatoria contra España del Tribunal de Justicia de la UE, de 2021, se refiere al plan hidrológico del Guadalquivir de 2015, cuando Mariano Rajoy estaba en la Moncloa, y que aunque reivindique un pacto nacional del agua, este ya se ha dado: los planes hidrológicos de cuenca 2022-2027 se aprobaron el pasado enero tras un intenso debate con las comunidades y con el sector.
Feijóo luchó para centrar el tiro en la fractura interna del Gobierno, en la reforma de la ley del sí es sí —reprochó con ironía al Ejecutivo que no le dé las gracias por apoyar la modificación—, pero Sánchez dio muestras, una vez más, de que para él eso ya es agua pasada. "Convendrá que cuando uno comete un error lo mejor es rectificar, y he pedido disculpas públicamente a las víctimas", replicó, echándole en cara por qué ahora vota a favor de una ley que rechazó antes íntegramente, cuando ahora apenas se cambian cuestiones técnicas para evitar los "efectos indeseados" del sí es sí, la rebaja de penas.
En la Moncloa ven a Feijóo "deslavazado", "flojo", sin "propuesta", mientras que en el PP creen que Sánchez sufre un "problema de relato" y que transparenta nerviosismo
El pleno acabó pasadas las 22.30 horas. Los rostros del Gobierno y de sus señorías denotaban el cansancio. Pero la Moncloa se siente satisfecha con el resultado. No habrá otra comparecencia como estas antes del 28-M, pero sí puede que una sesión de control que enfrente de nuevo a Sánchez y a Feijóo.
Este tipo de formatos, defienden, vienen bien al presidente, y este 25 de abril, alegaban desde su círculo, se le vio "bien, muy firme, liderando la conversación, poniendo por delante vivienda, gestión económica y Doñana", mientras que el jefe del PP, "muy deslavazado", "flojo", "no profundiza en los temas" y no puede ocultar su "falta absoluta de proyecto y de propuesta". Para los populares, la óptica es radicalmente distinta: creen que el Gobierno padece un "problema de relato", que no es creíble con sus anuncios de nuevas viviendas, que yerra al pintar a Feijóo como un líder poco preparado, que transparenta nerviosismo al aferrarse a Doñana en la batalla electoral, porque demuestra que "no tiene otra cosa" que poner en el foco. Las lecturas divergen, como era esperable, pero lo que salió de la sesión bronca del Senado es que no habrá tregua hasta el 28-M, que la pelea será a cara de perro, brutal y sin concesiones.
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