El choque entre Isabel Díaz Ayuso y el Gobierno de Pedro Sánchez atesora una nueva y potentísima imagen. Esta vez, en los actos del Dos de Mayo, a menos de un mes de las elecciones autonómicas y municipales, en una celebración en la que la tensión entre las dos instituciones se desbordó. No lo parecía, bien es verdad, a primera hora de la mañana, en la recepción institucional, en la Real Casa de Correos. En esa ceremonia, la Comunidad de Madrid sí dispuso a primera hora de la mañana una silla para Félix Bolaños en primera fila, al lado de su compañera de Gabinete Margarita Robles. Los dos juntos como miembros del Gobierno de España. Pero el conflicto estalló con virulencia después: Ayuso apartó a Bolaños de la foto en el exterior, escenario del acto cívico-militar de esta fiesta por el Día de la Comunidad. Ahí solo estaba Robles, junto a la propia Ayuso, el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el alcalde de la capital, la presidenta de la Asamblea y, sorprendentemente, Alberto Núñez Feijóo. Bolaños intentó estar en la tribuna junto a la titular de Defensa, pero la jefa de Protocolo del Ejecutivo autonómico se lo impidió, interponiendo su brazo como barrera física.
El conflicto parecía que iba a rebajarse: sí había silla para Bolaños, y Ossorio salió a recibir a los dos ministros
Este 2 de mayo electoral se levantaba con un clima de marcada tensión entre el Gobierno de Ayuso y el Ejecutivo de Sánchez. Por una cuestión, teóricamente, de protocolo, aunque encerraba de nuevo una disputa política entre las dos administraciones. El Gabinete regional había invitado a los actos institucionales a la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, como titular de Política Territorial, pero ella declinó por cuestiones de agenda. Además, la ministra de Defensa, Margarita Robles, había manifestado su voluntad de acudir, y la Comunidad no puso pegas.
Al declinar Rodríguez, el Ejecutivo contestó que quien iría en su lugar sería el responsable de la Presidencia, Félix Bolaños. La Comunidad alegó que no podía ser porque Rodríguez no podía delegar en otro ministro, de su mismo rango. El sábado pasado, el Departamento de Protocolo del Ministerio de la Presidencia demandó saber el guión de los actos y también la ubicación de Bolaños. El equipo de Ayuso consideró que esa "autoinvitación" del ministro era una "provocación", ya que ni se le invitó ni se le iba a invitar. El Gobierno defendió que es él quien decide quién le representa en los actos, como así ha sucedido en los 45 años de democracia.
Feijóo, en lugar preeminente
El lunes por la noche, la Moncloa confirmó la presencia de Bolaños y de Robles en el Dos de Mayo. Así que el conflicto llegaba vivo este martes. Pero en los primeros compases el desencuentro se recondujo. Bolaños y Robles, fuertemente abucheados a su llegada a Sol, fueron recibidos por el vicepresidente regional, Enrique Ossorio, y en la puerta de la Real Casa de Correos, por el director de Gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez. Fuentes próximas a ambos ministros insistían en que todo había discurrido con "normalidad", sin problemas. Con cordialidad.
La ceremonia de medallas discurrió con normalidad, pero el choque estalló con total virulencia en el exterior, en la parada militar
Ambos, junto con el delegado del Gobierno en Madrid, Fran Martín Aguirre, se dirigieron después hacia sus sitios en el patio de la sede de la Comunidad de Madrid, en primera fila y a un paso del escenario. Bolaños y Robles fueron conversando sucesivamente con el consejero de Justicia, Enrique López; con el Defensor del Pueblo, el exministro Ángel Gabilondo, con diputados socialistas y también con la candidata del partido al Ayuntamiento de Madrid, la exministra de Industria Reyes Maroto. "Normal, comodísimo", indicaba Bolaños a los periodistas en tono distendido mientras una nube de reporteros gráficos le rodeaba. Poco después de las 11 de la mañana, Ayuso accedió al patio de la Real Casa de Correos y estrechó la mano tanto a Robles como a Bolaños. Antes de ese momento no se habían visto. Ella, durante su discurso institucional, los citó a ambos en el capítulo de saludos, como manda el protocolo. Aunque a la responsable de Defensa le agradeció su colaboración para que pudiera realizarse el desfile posterior.
Pero durante el acto de entrega de medallas y condecoraciones concedidas por el Gobierno autonómico, aún había un conflicto de protocolo que debía resolverse. En el exterior, donde estaba previsto el acto cívico-militar, la Comunidad de Madrid había reservado hueco, en el espacio de la presidencia, a Ayuso, Robles y el JEMAD y también al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Ahí no había espacio reservado para Bolaños. A él le habían dejado en otro lugar secundario, destinado al resto de autoridades. En cuanto los servicios de Protocolo del Ministerio de la Presidencia se dieron cuenta, se quejaron a los de la Comunidad de Madrid. El ministro, decían, tiene que estar junto a Robles, y desde luego no desplazado respecto a Feijóo.
A Robles se la vio muy apurada, nerviosa, sin apenas intercambiar apenas palabras, incómoda en la tribuna de honor
Cuando todos salieron al exterior, Bolaños intentó pasar a la tribuna principal, pero no pudo. La jefa de Protocolo de la Comunidad, Alejandra Blázquez, le frenó. Al final, en ella solo estuvieron Ayuso, José Luis Martínez-Almeida, el Jemad, la presidenta de la Asamblea de Madrid, Eugenia Carballedo, Ossorio y Feijóo, en su calidad de jefe de la oposición. No Bolaños. Y en el momento de colocación de la corona de flores a los héroes de Madrid la presidenta solo estuvo acompañada por el alcalde y por Robles. Con esta última foto ya contaba el Ministerio de la Presidencia, porque cuando coinciden dos ministros va antes el que tiene precedencia, y en este caso es Defensa sobre Presidencia. Pero lo llamativo había sido que en la foto en la tribuna no estaba Bolaños y sí Feijóo.
A Robles se la veía por momentos muy apurada en la tribuna. Con rictus serio. Mirando a izquierda y derecha, nerviosa. Queriendo marcharse lo antes posible, viendo cómo el tiempo se le hacía inmensamente larga. Intercambió algunas palabras con Carballedo, a veces con Ayuso. Esta también charlaba con Feijóo a su lado. A su izquierda. La imagen demostraba lo anormalidad del momento: Ayuso, flanqueada por Feijóo y por una incomodísima Robles. Bolaños, rebajado al gallinero con el resto de autoridades.
El Ejecutivo acusa a Ayuso de "incumplir" la norma, de faltar a la "lealtad institucional", de usar Madrid como su "cortijo" propio
El desplante al ministro encolerizó al Gobierno, que acusó inmediatamente a Ayuso de "incumplir" la ley —el real decreto de precedencias del Estado establece que los ministros (en plural) anteceden al jefe de la oposición—, de faltar a la mínima "lealtad institucional" debida y de tratar la Comunidad como su "cortijo".
Tampoco gustó al equipo de Bolaños que justo después de que atendiera a los medios el jefe del PP la Comunidad levantó el espacio reservado para que los políticos hicieran declaraciones, con lo que él no pudo hablar a los periodistas antes del arranque del acto de entrega de medallas. Lo hizo justo después y antes de la parada militar. Antes del choque total que desató la absoluta ira del Ejecutivo. La Comunidad de Madrid, sin embargo, defendió que había cumplido la normativa, porque la representación del Gobierno descansó en la titular de Defensa y porque Bolaños no había sido invitado. La imagen de este Dos de Mayo, en cualquier caso, era demoledora. Preludio de la guerra total que significa este 28-M.
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