El balance de daños comenzaba a preocupar. Seis días de campaña y seis días en el epicentro del huracán. Nada hacía presagiar que esta vez, como todas las anteriores, no pasaría desapercibido. Pero 2023 no es 2011 y el ‘habitat’ social y político de la izquierda abertzale, el interno y el externo, tampoco es el mismo. La izquierda abertzale daba por amortizado el impacto negativo de la inclusión de expresos de ETA en sus listas una década después de la desaparición de la banda terrorista. Sin embargo, la denuncia de las víctimas, -a través del informe elaborado por Covite- ha demostrado que no es así. El riesgo no es tanto la pérdida de votos, que las encuestas no auguran, sino ahuyentar aliados con los que conformar mayorías y que tras el 28-M tendrían difícil justificar una sintonía con EH Bildu, más aún con las generales en un horizonte lejano.
El escándalo estalló en víspera de la campaña electoral y comenzaba a ser más insostenible cada día que pasaba. No tanto para los de Otegi como para sus socios y posibles aliados, de los que podría depender una buena parte de la cuota de poder de Bildu para la próxima legislatura. Diversas fuentes apuntan a que ese habría sido el cálculo que habría forzado la rectificación y no un cuestionamiento ético o moral de la composición de las listas en favor de la ‘convivencia’.
Con la decisión de forzar la salida de las listas de los expresos de ETA con delitos de sangre la dirección de Sortu intenta minimizar el daño colateral que la cuestión puede generar entre sus posibles socios pero sin romper con ello las exigencias de los sectores más duros de la coalición que ven cómo se mantiene la presencia de los otros 37 condenados.
El papel del Partido Socialista y Unidas Podemos en Navarra y su posible entendimiento con la izquierda abertzale será determinante para la conformación del Gobierno foral y ayuntamientos como el de Pamplona. En ambos casos necesitarían entenderse y el ‘cambio de cromos’ parecía una vía segura hasta hace unos días. La presidenta Chivite justificó en un primer momento la "legalidad" de las listas, pese a que reconoció que no le agradaban. Una cuestión, la relación entre el PSN y Bildu que está centrando gran parte de la campaña en la Comunidad Foral.
La 'zozobra' de sus aliados
Otro efecto no deseado que se habría comenzado a percibir afecta a otro de sus feudos; Gipuzkoa. El equilibrio que las encuestas auguran entre EH Bildu y el PNV por ocupar la diputación foral y algunos ayuntamientos importantes podría haberse alterado con el escándalo de las listas y precipitar un trasvase de votos o desmovilización de sus bases más ‘moderadas’ en favor del partido de Andoni Ortuzar.
Desde el PSOE, la resistencia a cuestionar abiertamente la conformación de las listas de EH Bildu, bajo el escudo de que se trataba de una decisión legal, pese a que pudiera no “gustar”, fue una crítica asumible sólo en las primeras horas. Sin embargo, el protagonismo que la cuestión ha alcanzado en campaña obligó a ir elevando la crítica, hasta que el propio presidente Sánchez tildó las listas de su aliado abertzale de no ser “decentes” y la situación se fue complicando con el resto de reacciones críticas que se multiplicaron en las filas socialistas.
Desde EH Bildu se asegura que fueron las propias asambleas locales las que confeccionaron las listas y han intentado justificar el cambio de posición como una decisión personal de los expresos de ETA. Insisten aún en que todos sus candidatos, también los condenados, tienen sus derechos civiles intactos. Otegi no realizó ayer autocrítica alguna y se limitó a contextualizar la cuestión en una campaña de “acoso y derribo” de la derecha “reaccionaria” española.
El paso atrás dado ayer por los expresos etarras condenados por asesinato intenta facilitar una remontada en lo que queda de campaña electoral y dispersar la “zozobra”, la llamó Otegi, provocada entre sus aliados. El juego de alianzas en esta ocasión no sólo podría afectar al resultado poselectoral del 28-M sino también al devenir político de los actuales socios de Gobierno de cara a las elecciones generales previstas para dentro de apenas seis meses.
Pamplona por el Gobierno de Navarra
El coste más elevado que puede estar en juego es Pamplona. El apoyo brindado desde el primer momento por EH Bildu al PSN y su presidenta María Chivite para presidir la Comunidad Foral contaba hasta ahora con muchas opciones para reeditarse. Desde EH Bildu se venía insistiendo que esta vez no iba a dejar que se le escapara el ‘intercambio de cromos’ para ocupar la alcaldía de Pamplona, donde las encuestas le sitúan como líder de la oposición, con el apoyo del PSN. De esta forma, lograría que su candidato, Joseba Asiron, retornara al sillón de alcaldía que ya ocupó hace dos legislaturas. Tras el revuelo suscitado por la presencia de exmiembros de ETA en las listas, el apoyo del PSN en la operación se complica sobremanera.
El desgaste que acumulaba EH Bildu también se sentía ya desde el flanco del pulso nacionalista. Desde el PNV no han perdido la ocasión de arremeter contra la falta de “autocrítica” y el cálculo electoral con el que ha actuado Otegi. El propio lehendakari Urkullu fue uno de los primeros en cuestionar con dureza las listas de Bildu, “uno es un error, 44 es una decisión”, dijo. Los sondeos apuntan hacia una dura pugna entre ambos partidos por la diputación de Gipuzkoa y por algunos ayuntamientos de este territorio.
Las encuestas conocidas antes de que estallara el escándalo de las listas coincidían en que EH Bildu obtendría mejores resultados el 28-M que hace cuatro años. El último Sociómetro del Gobierno vasco incluso apuntaba a la posibilidad de que pudiera disputar la alcaldía de Vitoria, donde lograría un escaño más. También en Bilbao y San Sebastián obtendrían un representante más que en la actualidad.
El paso atrás dado por EH Bildu supone una novedad. Nunca antes la coalición había cedido a la presión ejercida por colectivos de víctimas en una campaña electoral. Otegi aseguró ayer que con la medida se intentaba “restañar heridas” hacia las víctimas. También se afirmó que suponía una apuesta en favor de la “convivencia democrática” y un futuro en “paz y libertad”. Sin embargo, este argumento es el mismo que en octubre de 2021 ya manifestó la coalición en el aniversario de la ‘Declaración de Aiete’ y que no había impedido incluir a expresos de ETA con delitos de sangre en sus listas.
Fractura interna
El pulso interno que se vive en la izquierda abertzale, entre los sectores más duros y quienes abogan por dar más pasos por dejar atrás su pasado sigue latente. La escisión de sus bases que ha ido alimentando al colectivo Gazte Koordinadora Socialista (GKS) que acusa de “traición” a Otegi por su apuesta por la ‘institucionalización’. Un sector crítico con Bildu que ha logrado una amplia penetración en el ámbito juvenil y universitario, y que está disputándole el voto joven.
A ello se suma el peso que aún tiene el colectivo de presos de ETA, de los que alrededor de 160 miembros permanecen en prisión. Es uno de los lastres del pasado que impiden a Otegi avanzar en su aspiración de aglutinar un gran frente de izquierdas en Euskadi. Resistencias que se manifiestan no sólo en la continuación de numerosos actos de recuerdo y memoria hacia los presos de ETA, -en forma de homenajes, pancartas y pintadas por todo el País Vasco-, sino también en su negativa aún a condenar de modo abierto su pasado, a afirmar que “matar estuvo mal”, a equiparar víctimas y verdugos en proyectos como las ‘web de memoria’ o a evitar, como le reclama el Ejecutivo vasco, dar pasos en aras a la reparación y esclarecimiento de los cientos de crímenes de ETA aún sin resolver.
Dañar la sintonía alcanzada con el PSOE a nivel nacional, así como con Unidas Podemos por el escándalo de las listas electorales podría tener además efectos más allá del 28-M. En estos años EH Bildu apenas ha mantenido una posición crítica con Sánchez y su Gobierno. Más aún, ha logrado acuerdos relevantes que le han permitido solapar el histórico protagonismo del PNV en la Cámara Baja y cuyos réditos amortizaba convenientemente en el País Vasco. Ahora, esos logros los ha podido presentar también la izquierda abertzale apuntalando así su mutación como partido institucional capaz de lograr beneficios sociales para los vascos.
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