Lejos de la expectativa inicial por el lanzamiento de Sumar y la confirmación de Yolanda Díaz como candidata a la presidenta del Gobierno, el último barómetro del CIS ha consolidado a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo en la tercera posición nacional con casi medio millón de nuevos votantes, y con el mismo pulso con el que contaba la confluencia de Unidas Podemos en solitario. Ello, de manera independiente a Podemos y en plena campaña electoral, con los planes del PSOE y Pedro Sánchez trastocados al haberse situado las listas de EH Bildu y la incorporación de 44 exetarras en el centro del debate en detrimento de la economía o el ejercicio de anuncios de medidas sociales. Ahora bien, la medición del instituto público que pilota José Félix Tezanos no ha medido el pulso social generado por esta polémica de municipales y tras la denuncia de Covite por la entrada de excondenados de ETA al proceso electoral.
En cuatro semanas el partido de Díaz, que no concurre directamente este 28-M pero sí lo hacen las marcas autonómicas que la refuerzan como Más Madrid o Compromís, ha escalado 1,7 puntos en intención de voto y un trasvase de 480.000 sufragios añadidos que la sitúan por encima de la barrera de los dos millones. Díaz, que al mismo tiempo es la dirigente más valorada de los principales candidatos nacionales, con un 4,79 [no tanto en reconocimiento público, siendo la tercera por detrás de Sánchez y Santiago Abascal], ha crecido del 1.920.421 votos dentro del bloque de la izquierda nacional y no independentista, véase PSOE, Podemos y las confluencias, y Más País, a los 2.397.878 apoyos estimados en base a los porcentajes dados por el CIS en el estudio de mayo y el recuerdo de voto de 2019 [ver detalle aquí, en la página 65].
El hecho perjudica a socialistas y morados, aunque es al PSOE, por su pugna con el PP y cierta ventaja, al menos en el CIS y en contraste con el resto de encuestas privadas publicadas, quien más lo sufre. Porque esa salida de votantes, reequilibra el tablero y le hacer ver recortadas las distancias con los populares de Alberto Núñez Feijóo en tan solo 1,9 puntos. Esta, aunque no es la peor cifra de la legislatura ni del año, sí es la cuarta peor por tres décimas, y ello sin contemplar un posible descontento o perjuicio sobre la candidatura de Sánchez a raíz de las relaciones con los de Arnaldo Otegi en este momento álgido. El peor dato de diferencia con el PP, sin contar con el esporádico sorpasso de julio del año pasado es el de septiembre [0,7 puntos]; seguido de mayo de 2022 y enero de 2023 con 1,6% y 1,7% respectivamente.
En detalle, y en lo que respecta al peso electoral, Díaz hace el mayor daño en representación a Podemos, apropiándose de 1,02 millones de electores de Unidas Podemos el 10-N [157.209 votos más]; 233.948 de los comunes en Cataluña [82.376 más], y 91.292 de las mareas en Galicia [44.234 más]. Eso supone el 43,03% del total de papeletas obtenidas hace cuatro años. De Más País, que se integrará en el proyecto de la titular de Trabajo, Díaz retiene ocho de cada diez electores, implementando en 464.620 [132.509 más entre abril y mayo] la suma junto a los exvotantes morados.
Si ya Tezanos contradijo a Moncloa con el barómetro de abril, al indicar que el transvase de votos del PSOE a Sumar era del 7,8%, casi 530.000 respaldos entre los simpatizantes socialistas, ahora ese porcentaje ha subido un 0,9% y en 60.000 votos más hasta los 591.000. Medio millón de sobres electorales que no repetirán 'rojo' a priori en las nuevas generales de diciembre, sino que optarían por el magenta. Sorprende la cifra, más teniendo en cuenta que desde la sede del Gobierno y Ferraz el PSOE focalizaba el 'efecto Yolanda' a la reagrupación del espacio a la izquierda de los socialistas y a atraer desencantados con Sánchez de la abstención. Todo sin perjudicar al PSOE y consolidando la ansiada tercera plaza que prima un reparto extra a nivel provincial. Las privadas también perciben una reducción de entre uno y dos puntos al PSOE desde la irrupción de Sumar, es el caso de 40dB y GAD3, que han bajado a Sánchez de los 27,5 puntos a los 25-26 y con Díaz en torno al 8% y el 10%.
Díaz, además de profundizar entre los descontentos socialistas también avanza entre el cúmulo de jóvenes que ejercerán el voto de generales por primera vez, eso es aquellos que cumplieron la mayoría de edad entre mediados de noviembre de 2019 y los que lo hagan antes de la primera semana de diciembre aproximadamente [ahí sitúa Moncloa la fecha electoral]. Si bien el mes pasado atraía al 5,7% de nuevos votantes, ahora lo hace del 8,5%. Teniendo en cuenta que la cifra aproximada, según el INE, de nuevos votantes es de 1,7 millones, Díaz gustaría a 150.000 de ellos. A diferencia de las previsiones del PSOE, sin embargo, el rescate de abstencionistas de la vicepresidenta parece quedar limitado. Solo se ha movido una décima en estas cuatro semanas, del 3,6% al 3,5%, lo que supone unos 430.000 sufragios. Ese cómputo de voto sitúa a Díaz en máximos de los tres millones sin contar las transferencias mínimas procedentes de PP, Ciudadanos o los partidos independentistas a la izquierda del tablero, que supone unos miles extra.
Se rompe la tendencia al alza de retención de voto
Desde enero, el PSOE venía consolidando una retención al alza de votantes que en la pasada edición de comicios confiaron a Sánchez. En el inicio de año, el CIS garantizaba a los socialistas el apoyo, de nuevo, del 64,5% de sus votantes. Se ascendió en febrero al 66,1% y al 68,1% en marzo. No obstante, la entrada oficial de Sumar al escenario político en abril perjudicó esta tendencia, descendiendo la cifra por debajo de los números de enero al 63,5%. En mayo se ha implementado a los 63,3 puntos. Eso, trasladado a votos, supone un paso de máximos de 4,6 millones frente a los casi 6,8 millones del 10-N, a 4,29 millones. Una pérdida de 300.000 simpatizantes socialistas extras a los 2,2 millones ya fugados con anterioridad.
De ese 2,2 millones de desplazados a otros partidos, la abstención u otras posiciones, entre el 6,6 de mínima y el 8,8 de máximo iba destinado a las filas del PP como respuesta a la llamada de Feijóo para aglutinar el voto moderado. Si bien se produjo una bajada en abril al 5,5%, nuevamente mayo evidencia un ascenso de díscolos con Sánchez que buscan al PP: un 6,4%, que se traduce en 435.000 personas. Este CIS no tiene en cuenta la mella (o no) que el debate sobre EH Bildu haya podido tener en la valoración de los votantes, dependerá del PSOE poder revertir el relato al que parece abrazarse la oposición de derecha para no verse perjudicado. Algo que, en principio, buscará con nuevos anuncios sociales con el mitin de Valencia de este sábado junto a Ximo Puig.
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