Cruzado el ecuador de la campaña del 28-M, las dudas en el PSOE persisten. Nada está decidido y despejado. Nada, sobre todo, en la plaza fetiche que se ha convertido en el termómetro absoluto de estas elecciones municipales y autonómicas: la Comunidad Valenciana. Los socialistas no niegan que la batalla con el PP está muy ajustada, que todo puede pasar. Pero tanto en Ferraz como en el equipo de Ximo Puig precisan que la Generalitat, la absoluta joya a preservar, está, creen, más afianzada, más segura, mientras las dudas crecen cuando se pregunta por la capital, gobernada desde 2015 por Joan Ribó (Compromís), en coalición con el PSPV: Valencia sí se sitúa más en el alambre, y el riesgo por tanto de que el PP se la arrebate a la izquierda, admiten, es mayor.
Los dos grandes partidos han fijado todas sus expectativas en una comunidad históricamente feudo de los populares pero que hace ocho años pasó a manos de la izquierda, con Puig al frente. El 28-M pasa forzosamente por ella. Y el desembarco de los dos líderes, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en la misma Valencia, con apenas unas horas de diferencia —este sábado, el presidente del Gobierno; el domingo, el jefe del PP—, en los dos actos centrales de campaña, dice mucho de lo cotizada que está una región de cinco millones de habitantes, cuarta en PIB y cuarta en población de toda España.
Las dos fotos, las de los dos mítines centrales de campaña de PSOE y PP, dominarán el tramo final de la campaña. Sánchez y Puig congregan a 6.000 personas en Valencia
Los socialistas reunieron a unas 6.000 personas en la calle Mayor del Museu de les Ciències, según el recuento de Ferraz. Una cifra que será comparada con la que este 21 de mayo ofrezca Génova, que congrega a los suyos en un espacio icónico y mítico para el PP valenciano, la plaza de toros de la ciudad, con más aforo. Las dos fotos dominarán la recta final de una campaña incierta, aunque en el PSOE están convencidos de que aunque los conservadores exhiban más músculo orgánico este domingo, no les llevan la delantera en la Comunidad Valenciana. "También Pablo Casado llenó la plaza en octubre de 2021 y a los dos días [en febrero de 2022, tras el fiasco de las elecciones en Castilla y León] le acabaron echando en su partido", recuerdan con sorna.
El PSOE arrancaba este sábado su mitin-fiesta con buen ambiente. Rostros de alegría en los simpatizantes y militantes. Ánimo. Optimismo. Calor. Discursos alineados de la candidata a la alcaldía, Sandra Gómez; del president Puig, el barón más afín; de Sánchez. Ninguna tirantez. El presidente, muy presente en este viaje del 28-M —él también se la juega— retomaba su guion tras superar el bache de las listas de Bildu y lanzaba un nuevo anuncio, la aprobación, este próximo martes por el Consejo de Ministros, de 580 millones para la modernización y mejora de 13.000 centros de atención primaria del país, una partida finalista ya consensuada con las comunidades autónomas en abril y que ahora se activa.
Victoria por la mínima o derrota por la mínima
Sánchez perseguía dar la vuelta a la campaña e imponer, como en las semanas previas a la controversia por las candidaturas de la izquierda abertzale, su agenda. Ahora, sanidad pública, pilar imprescindible del Estado del bienestar muy erosionado por los recortes de la década pasada y la pandemia del covid. Sanidad pública, también, objeto de importantes movilizaciones ciudadanas en su defensa por toda España, especialmente en la Comunidad de Madrid.
La previsión de la cúpula es que Puig suba y compense el retroceso de Compromís, que aguantaría pese al relevo del liderazgo, y Podemos, que superaría el listón del 5%
Gestión y más gestión. Es lo que reivindica el presidente este 28-M. Y también Puig. En su equipo insisten en que ese es su eje de campaña, sacar pecho de la acción del Consell, y que esa palanca tirará de los socialistas. "Vamos bien, aunque está todo muy abierto", repiten en el staff del president. El cálculo del PSPV, y de Ferraz, es que los resultados del 28-M mejorarán los de las encuestas. Algunos sondeos pronostican una victoria por la mínima de las fuerzas que componen el Pacte del Botànic (PSPV, Compromís y Podemos-IU-Alianza Verde), aunque otros vaticinan lo contrario: una derrota, por la mínima igualmente, de las izquierdas. En Génova dan por hecho que la Comunidad Valenciana ya está casi en sus manos.
En la dirección de Puig niegan que la batalla ya esté ganada para la derecha. Sus números, reiteran, apuntan a que el Botànic podrá reeditarse, "incluso puede que con mayor holgura que ahora". La izquierda sumó en 2019 52 escaños —27 los socialistas, 17 Compromís y 8 Unidas Podemos—, solo dos por encima de la mayoría absoluta (fueron cinco de ventaja en 2015). Para el 28-M, el CIS preveía un nuevo triunfo de las izquierdas, aunque con el PP como primera fuerza. Los populares ya quedaron primeros en 2015, pero la suma de las tres formaciones progresistas (55 en total) les privaron del Gobierno.
La previsión de la cúpula es que Puig suba en escaños desde los 27 actuales y pueda compensar el retroceso de Compromís —que no obstante aguantaría bastante bien, creen, pese al relevo de Mónica Oltra por Joan Baldoví— y de Podemos. Los morados superarían el listón del 5% de voto, porque de quedarse fuera de Les Corts la reedición del Botànic se haría casi imposible. En el equipo del president añaden que el PP apenas tiene dos alcaldías importantes y seguras, además de la de Alicante, las de Torrevieja y Benidorm. Es decir, que el poder municipal, que tira del voto autonómico, es sobre todo del PSOE. Y su candidato, Carlos Mazón, es menos conocido que Puig.
"Esto va bien e irá mejor. Que haya sensación de que está apretado nos viene bien para nuestro interés en la movilización máxima", señalan en la dirección autonómica del partido. Otras fuentes, no obstante, tiemplan el optimismo y ven la marcha de la campaña con "preocupación" por el riesgo de que se pueda perder la Generalitat. Si el PSOE cediera su principal comunidad al PP, la impresión de cambio de ciclo sería irrefrenable.
Revalidar el poder autonómico también depende de quién se lleve la capital y Valencia provincia, que son los núcleos que aportan más votos. También de Alicante, de entrada más escorada hacia el PP por el impacto que allí ha tenido la guerra del agua. Todo apunta a que la capital alicantina seguirá en poder del popular Luis Barcala y Castellón la retendría la socialista Amparo Marco.
En disputa, el noveno escaño
Y en Valencia capital la izquierda lo tiene un punto más difícil. Tanto en 2015 como en 2019 la diferencia entre los dos bloques fue de un solo concejal. Y ahora se espera que ocurra lo mismo. Hace cuatro años, Ribó logró 10 actas, y los socialistas siete, uno por encima de PP (8), Cs (6) y Vox (2). Fuentes próximas a la candidata y vicealcaldesa, Sandra Gómez, indican que las dos fuerzas progresistas —Compromís y PSPV— llegarán a la mayoría absoluta, los 17 ediles, por los 16 que sumarán PP y Vox.
Todo va a caer de nuestro lado, la Comunidad y la capital. En el Ayuntamiento, la duda es quién de nosotros, si Compromís o Sandra, queda por delante", apunta un alto mando del PSPV
"Nos estamos disputando el noveno escaño Compromís y nosotros. Lo lógico es que el PP se quede en 11-12 y Vox, en 4-5", apuntan. Los sondeos, no obstante, siguen colocando a Ribó por delante, y a los conservadores muy cerca de recuperar el Ayuntamiento, que durante 24 años gobernó Rita Barberá. En el entorno de Gómez recalcan que a ella le ha puntuado a su favor esta semana el buen desempeño en los dos debates (RTVE y À Punt, la tele autonómica), en los que confrontó directamente con el PP y, en concreto, con su cabeza de lista, María José Catalá, exalcaldesa de Torrent y exportavoz del Consell. "Ella ya practicaba el modelo de Isabel Díaz Ayuso, gobernaba en la peor época del PP aquí, con los recortes y el desmoronamiento por la corrupción", explican. Defienden igualmente que frente a una candidata con empuje (37 años), un aspirante a la reelección, Ribó, ya de salida (75), y al que prevén una bajada desde sus 10 actas a las 8-9. La misma horquilla que maneja Gómez para sí misma.
En 2019 ya no entró Podemos en el Consistorio y las encuestas avanzan que volverá a quedarse fuera al no alcanzar el 5%. En el círculo de Gómez admiten que será crucial a cuánta distancia se sitúe del umbral, porque cuanto más se aproxime al 5%, sin llegar a conquistarlo, más votos se perderán para la izquierda. Y la notoriedad adquirida esta semana por su candidata, Pilar Lima, objeto de chanza en El hormiguero (Antena 3) por su condición de sorda y lesbiana, juega en contra de los socialistas. Pero ayudaría, agregan, que los votos de Cs irán a la basura para el bloque de la derecha, ya que las encuestas indican que no llegará al 5%.
"Todo va a caer de nuestro lado, la Comunidad Valenciana y la capital. En el Ayuntamiento, la duda es quién de nosotros, si Compromís o Sandra, queda por delante", apunta una fuente con muchos galones en el PSPV. Pero nadie, ni en la dirección autonómica ni en Ferraz, quiere dar nada por seguro, consciente de que al final los resultados los determinarán un puñado de votos.
"Os pido ayuda para un proyecto de la mayoría social, para la Comunitat Valenciana, que no es sectario, que es abierto —imploró Puig a sus bases—. ¡Este es el modelo de la Comunitat Valenciana, de una sociedad inclusiva, justa, de oportunidades!". "La burbuja que tiene el PP se pincha aquí, y vamos a ganar como lo ha hecho siempre este partido —abundó Gómez—. Vamos a ganar las municipales, las autonómicas, Ximo, y Pedro las generales. ¡Seguro!". Sánchez también se mostró convencido del triunfo de su partido en Valencia y en la comunidad "y también en España". "Volveremos a ser la primera fuerza política como lo fuimos en 2019", arengó.
Cambiar el clima de la campaña
Entretanto, el partido intenta recuperar el control de la campaña. Con la estrategia cimentada en los anuncios y la explicación de la gestión. Sin entrar al trapo del PP. En la cúpula están convencidos de que el efecto de la polémica por las listas de Bildu ha sido mínimo. "En todo caso, lo comido por lo servido: los que puedan haberse desmovilizado nuestros por los que se activen al ver las barbaridades que dicen", señalan en el comité electoral. Ferraz observa con delectación cómo al final los populares se han acabado enredando en su propia madeja, puesto que ahora el debate es la herida interna en la formación de Feijóo, quién es más duro con el Ejecutivo y con la formación abertzale. A la cabeza, como siempre, Ayuso, que insiste en que hay que estudiar su ilegalización, postura que Génova no comparte.
En el partido no creen que tenga impacto la polémica por Bildu, y en todo caso podría activar, señalan, a los votantes indignados con el PP
En los territorios, la impresión que cunde es la misma. Que el tema Bildu no hará apenas daño porque los ciudadanos están a otras cosas y demandan de sus políticos atención a sus problemas más cercanos, que son los que se ventilan en unas autonómicas y municipales.
Sánchez acelera en la recta final de una campaña. Con el objetivo de cambiar el clima general, de marcar la agenda, y de apurar la movilización de sus votantes para intentar amarrar el poder territorial del que el partido disfruta desde 2019. Será difícil, lo saben, pero creen que no imposible. Aspiran a que el "plebiscito contra Sánchez", como pintó Feijóo este 28-M, se acabe volviendo contra él.
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