Son personajes de otro tiempo. Navegan con soltura en la autoproclamada y ya envejecida ‘nueva política’. Perfiles políticos que se estrenaron en el blanco y negro, crecieron en el color y han sabido adaptarse al ‘tuit’ y el ‘tok’. Acumulan décadas de experiencia y conocimiento, amores de fieles y odio de detractores a su singular modo de entender la política. Son figuras que atraen, difíciles de replicar y cuyas trayectorias casi inabarcables han sabido sobrevivir al tiempo y a rivales de todo tipo. En Galicia Manuel Fraga Iribarne podría englobarse en muchos aspectos de ese casillero. En Cantabria, Miguel Ángel Revilla también encajaría en muchos de sus parámetros.
Este domingo volverá a retarse a sí mismo en las urnas. Lo ha hecho desde hace 40 años. En 1983 logró el escaño en el Parlamento de Cantabria y ahí continúa. En realidad su vena política es incluso anterior, de los años finales del Franquismo, cuando fue delegado comarcal del Sindicato Vertical en Torrelavega. No es un periodo que suela recordar ni con el que la mayoría de su público más mediático lo identifique. Esa ha sido parte de su habilidad, saber adaptarse, reinventarse y ganarse el favor intergeneracional de la gente.
El domingo, a sus 80 años, acudirá a votar esperanzado en que pueda continuar respirando el oxígeno que le mantiene activo: la política. Muchos auguran el inicio de su ocaso, otros advierten que a alguien así nunca se le puede dar por jubilado. Desde que comenzó en política lleva diciendo que la dejará, que se quitará la 'chaqueta de político' en cuanto pueda. Últimamente apelaba a su salud para insistir en que esta vez sería la última. Ahora lo ha vuelto a afirmar pero nadie termina de creerle.
Quizá los sondeos le precipiten a certificar que ahora quizá tenga que ser cierto. Según las encuestas de las últimas semanas, el cuatro veces presidente de Cantabria podría dejar de serlo. Los pronósticos apuntan hacia un desgaste considerable de las expectativas para el Partido Regionalista de Cantabria, el mismo que fundó Revilla en 1978. El desgaste propio de tantos años de poder y los escándalos, como la presunta corrupción en la contratación de obra pública por el que en marzo dimitió su consejero de Obra Pública, José Luis Gochicoa, parecen haberle pasado factura.
De ostentar 14 asientos en el Parlamento autonómico y ser la primera fuerza, los sondeos dibujan una caída hasta los 9 ó 10 representantes, por detrás del PP que se perfila como vencedor. La fórmula de alianza con el PSOE que le funcionó para presidir Cantabria entre 2003 a 2011 y entre 2015 hasta hoy, quizá tras el 28-M no baste. Un tripartito con Unidas Podemos por el momento no se contempla, apoyarse en el PP sí parece una opción a explorar.
Puntualidad, truchas y Habanos
Por si acaso, Revilla sigue apurando las horas de campaña electoral confiado en que también ahora sepa encontrar el camino para no tener que decir adiós. “No me creo que esta vez sea la última vez que se presente. Esta es su pasión, su vida. Si la salud se lo permite, seguirá”, asegura Guillermo Blanco, actual consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Rural y el colaborador que mejor conoce al presidente Revilla tras dos décadas como su jefe de Gabinete. Asegura que actualmente se encuentra mejor de salud que hace unos años. Revilla es un enfermo crónico de riñón, “pero tras varias operaciones está mucho mejor y de capacidad mental ni te cuento, no ha perdido ni un ápice”.
El presidente cántabro es hoy un octogenario de la política. Afirma estar mejor que Joe Biden y con fuerzas para continuar en la carrera. Cuida su alimentación y procura hacer ejercicio físico todos los días. No es extraño verle caminar dando círculos por el garaje subterráneo del Palacio presidencial, “lo hace cuando no tiene tiempo para caminar por la calle, ¡creo que hace unos cinco kilómetros en el aparcamiento!”. Blanco asegura que desde que le conoce apenas ha cambiado. Sigue siendo un hombre de costumbres sencillas, cercano a la gente, “un hombre de pueblo” al que le gusta leer, pescar truchas, ir a coger setas y fumar puros Habanos, “ahora más pequeños, antes eran puros grandes”.
Acude todos los días puntual a su despacho. A las ocho de la mañana ya está en él. Llega desde Astillero, donde reside, en su coche particular, “los Peugeot son los que le gustan desde siempre”. Sólo recurre al coche oficial para los actos públicos.
Como jefe confía en sus colaboradores y les deja espacio y libertad. Eso no supone que un ‘torbellino’ como él evite las broncas cuando algo no le gusta: “Claro que tiene su carácter. Siempre te dice lo que piensa, lo hace sin filtro. Pero también diré que no es rencoroso, enseguida se le olvida el enfado”. Si algo no soporta es la impuntualidad. Le gusta llegar antes de la hora a las citas y compromisos. En ocasiones mucho antes, “es frecuente que lleguemos a los actos y aún no esté nadie allí, lleva muy mal que le hagan esperar”.
Anchoas y sobaos para 'ordeñar la vaca'
Blanco afirma que su presencia en los medios de comunicación irrita a la oposición, “le achacan que es tiempo que resta a Cantabria”: “En realidad es todo lo contrario, él es el primer ‘comercial’ de Cantabria. Cuando acude a los programas pacta dedicar un tiempo para hablar de su tierra, de sus productos. A veces eso nos ha dado problemas. La publicidad vale dinero en la televisión pero él pone esa condición y por supuesto jamás ha pagado ni le han pagado por ello”.
Revilla sabe conectar con la gente. Lo hace con el agricultor y con el presidente de Gobierno de turno. Supo entenderse con todos menos con Aznar e Ibarretxe. Los regalos de la tierra en forma de anchoas, sobaos, miel o quesos son, de algún modo, su carta de presentación a la vieja usanza, “como se hacía antiguamente": "Es el tradicional ‘paquetuco’ que se entregaba a los médicos. Antes eran gallinas, ahora anchoas. Es un modo de entrarle mejor a un ministro, a un presidente, otra forma de 'ordeñar la vaca' en beneficio de Cantabria”.
Su familia y Cantabria son su pasión, según Blanco. Revilla tiene dos hijas de su primer matrimonio y una tercera de su actual mujer. “Siempre dice que les ha podido dedicar menos tiempo del que merecen, pero la verdad es que bebe los vientos por su mujer Aurora y sus hijas Pilar, Jana y Lara y su nieto”.
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