El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, seguirá desde la sede del partido el largo recuento de las elecciones locales y autonómicas consciente de jugarse en esta contienda buena parte de sus posibilidades de éxito en diciembre. Oficialmente los populares han bajado el diapasón, alertado respecto a la fortaleza de los barones socialistas, evitado el triunfalismo y llamado a las huestes a votar útil.
Y es que los sondeos no vaticinan un vuelco como, por ejemplo, en 2011. Pero aunque no se trata de confiarse, en las plantas séptima y cuarta de Génova aseguran que la recta final de campaña les ha sentado bien en la misma medida en que al PSOE se le está atragantando entre casos de presuntos fraudes de compra de votos por correo, latin kings y hasta secuestros.
Los populares dicen detectar un mar de fondo por debajo del radar de los sondeos tal y como ocurrió en Andalucía cuando consiguieron lo que parecía imposible al alcanzar la mayoría absoluta. Un mar de fondo que emergerá en las urnas este domingo para convertirse en lo que un estrecho colaborador del líder del PP califica de "segundo efecto Feijóo". Si el presidente de la Xunta llegó al liderazgo popular a lomos del clamor generalizado de su partido para volver a convertir las siglas populares en las favoritas del electorado -proceso que arrancó con el triunfo de Isabel Díaz Ayuso el 4-M de 2021 y se truncó con la crisis con Pablo Casado- ahora se preparan para tomar un segundo impulso.
Las urnas demostrarán este domingo "que Sánchez no es invencible, que se le puede derrotar", dicen en Génova
Las urnas demostrarán este domingo, explican a El Independiente, "que Sánchez no es invencible, que se le puede derrotar" y esa constatación, agregan, se traducirá "en voto útil, en concentrar los apoyos para sacarle de la presidencia del Gobierno" en las próximas elecciones generales.
Por ello, más allá de los 140-144 escaños que les da de media los sondeos, aspiran a romper la barrera de los 150, muy por encima, recuerdan, de los 137 cosechados por Mariano Rajoy en junio de 2016. Aquel fue, en todo caso, un gobierno agónico que terminó saltando por los aires dos años más tarde por una moción de censura exitosa para las aspiraciones de Pedro Sánchez gracias a lo que los populares consideraron durante mucho tiempo "la gran traición del PNV".
"Ahora ganar, después, gobernar", arguyen ante la evidencia de que el triunfo electoral no garantiza los gobiernos ni de los ayuntamientos, ni de las Comunidades ni, por vez primera, del Ejecutivo de la nación. Para que una cosa haga posible la otra "es necesario sacar el mejor resultado posible" e impedir, por un lado, la configuración de mayorías alternativas y cortocircuitar, por otro, la eventualidad de un gobierno de coalición que el gallego no quiere ni en pintura.
Vox es el compañero incómodo de viaje. De momento, el partido de Santiago Abascal "aguanta, pero no crece, y nosotros estamos subiendo mucho esta última semana de campaña". Eso para este 28-M. De cara a las generales el llamamiento a unir el voto en torno a las siglas populares será el leitmotiv de la campaña, una y otra vez, para no sentar a Abascal en el Consejo de Ministros. Pero en ese marcar distancias pesará mucho la mochila de los pactos locales y autonómicos con Vox que se vean obligados a alcanzar sus barones territoriales si las sumas les dan en territorios como Valencia, Aragón, La Rioja o Extremadura.
La difícil suma con el PNV
La planta séptima de Génova mira hacia otros posibles socios parlamentarios. Todos piensan en el PNV, pero Vox emerge de nuevo como el gran impedimento para cualquier acercamiento dado el veto impuesto por los nacionalistas vascos a secundar alianzas que incluyan a los de Abascal. Tampoco ayudan las acusaciones de racismo que lanzó esta semana Isabel Díaz Ayuso contra el fundador histórico de este partido, Sabino Arana. "Nada que comentar al respecto. Nosotros a lo nuestro, a nuestro mensaje y nuestro discurso", dice un miembro del núcleo duro de Génova sobre las palabras de su baronesa vertidas en una entrevista en El Periódico de España.
Aún en un escenario en que Vox quedara fuera de la aritmética postelectoral, la celebración de las elecciones vascas el año que viene también limitan la capacidad de maniobra del PNV, según en análisis en el cuartel general de los populares. Con una Bildu emergente a la que no pasa factura su condición de socio preferente de Sánchez, el partido de Andoni Ortuzar tendrá que vender caro un hipotético respaldo a Núñez Feijóo. De poco servirá la buena relación de éste con el presidente del ejecutivo vasco, Íñigo Urkullu. Los pactos se deciden en Sabin Etxea, sede del PNV, y no en la Lehendakarizta.
Desde que desembarcó en Génova, Feijóo ha desarrollado una amplísima agenda de contactos con líderes de otros partidos, algunos posibles amigos y otros no tanto. "Es consciente de que necesita tejer alianzas más allá de Vox. Aquí no es Vox o nada", arguyen en su equipo.
El incremento de la participación pone más caro a Unidas Podemos llegar al 5 por ciento
Además, buena parte del éxito del PP este 28-M se sostiene, paradójicamente, en que a Podemos le vaya mal en Madrid, Valencia o Aragón. Con Unidas Podemos desaparecida de esos parlamentos autonómicos Ayuso tendría garantizada la mayoría absoluta, mientras que Ximo Puig o Javier Lambán perderían un socio imprescindible para sumar mayorías en el bloque de la izquierda. También de paso, y esto es lo más importante para la ejecutiva nacional popular, comprometería pactos a futuro en el Congreso en torno a Sánchez.
Los morados madrileños llegaron a sospechar que a la Puerta del Sol le interesaba alargar el conflicto sanitario para beneficiar a la líder de Más País, Mónica García, y sacar de la carrera a Unidas Podemos. También significa que cuanta mayor participación electoral este domingo más caro se le pondrá a los morados, a efectos de números de votos, llegar al 5 por ciento que requieren Madrid y Valencia para tener representación.
Lo cierto es que este análisis preelectoral pasará la prueba de fuego mañana domingo, cuando se cierren los colegios electorales en una noche que se prevé de infarto. Feijóo votará a las 11 en el Colegio Ramiro de Maeztu en la calle de Serrano de Madrid, en el mismo sitio en que la también gallega Yolanda Díaz anunció sus aspiraciones a la presidencia del Gobierno. En ese momento arrancará la siguiente carrera, la de las generales.
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