En absoluto. En absoluto se esperaba el PSOE un castigo tan cruel como el que los ciudadanos le propinaron este 28 de mayo. Ni en sus peores sueños. El partido sufrió una rotundísima debacle. Sin paliativos. Perdió prácticamente todo el poder territorial que atesoraba, vapuleado por un PP incluso más fuerte que el que pronosticaban las encuestas. Los socialistas solo retienen tres comunidades de las nueve que presidían: Navarra, con pactos, Asturias (cogida muy, muy por los pelos) y Castilla-La Mancha. Solo esas tres. Y saldrán también del Ejecutivo de Cantabria que compartían por el PRC de Miguel Ángel Revilla. Y ceden además innumerables alcaldías. Entre ellas, su joya de la corona, Sevilla, sin poder siquiera asegurarse Barcelona, en donde el PSC ni logra vencer. El naufragio era total y aboca al PSOE a una profundísima crisis de insondables consecuencias a escasos seis meses de unas generales. Pero las urnas penalizan de manera directa al propio líder, a Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno sale trasquiladísimo de estas elecciones que Alberto Núñez Feijóo planteó como un plebiscito que finalmente ganó. Ferraz, por boca de su portavoz, la ministra Pilar Alegría, acusó recibo del golpe y reconoció el "mal resultado", que fuerza al partido a hacer "una reflexión". "El PSOE asume que debemos hacer las cosas mejor, esforzarnos más para lograr esa confianza en las próximas elecciones". Pero tras tamaño descalabro, recomponer la nave será más que difícil.
Los sondeos de las últimas semanas, e incluso el que en la noche electoral ofreció GAD3 para RTVE y FORTA, ni siquiera apuntaban a una derrota de este calibre. Se preveía, de hecho, un recuento más ajustado, pero no lo fue. Desde que arrancó el conteo de las municipales, las plazas de los socialistas fueron cayendo una tras otra, y la ola alcanzó, lógicamente, a las CCAA. Cayeron Comunidad Valenciana, el territorio que se había convertido en el foco de este 28-M, Aragón, Baleares, La Rioja y un feudo histórico tan simbólico como Extremadura, en la que en absoluto se esperaba que Guillermo Fernández Vara fuese devorado por la suma de PP y Vox. En Canarias, Ángel Víctor Torres no podrá reeditar el Pacto de las Flores por el hundimiento de su izquierda y su propia bajada, aunque al quedar como primera fuerza podría pactar con Coalición Canaria, pero a su vez los nacionalistas podrían hacerse con la jefatura del Ejecutivo de las islas ayudados por el PP.
En Asturias, el voto exterior, que se cuenta el viernes, puede dar un susto, porque el bloque de la derecha está cerca de arrebatarle el Gobierno a Barbón
En Castilla-La Mancha el escrutinio estuvo agitándose durante toda la noche en una durísima pelea voto a voto, pero finalmente Emiliano García-Page podrá mantenerla con mayoría absoluta, la única en pie tras el tsunami del 28-M. Él, el barón más crítico contra Sánchez, será el único líder territorial más fuerte, el que podrá valerse por sí mismo. El presidente del Principado, Adrián Barbón, podrá aguantar con apoyos de IU-Convocatoria por Asturies y Podemos, salvo que el recuento del voto exterior dé la mayoría a la derecha, que lo tiene muy a tiro. En Navarra, María Chivite tendrá que lograr la abstención de Bildu para continuar al frente del Gobierno foral. Madrid era irrecuperable para los socialistas, y las urnas lo demostraron: Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida conquistaron sendas mayoría absolutas, y el PSOE-M quedó tercero en Comunidad y Ayuntamiento, aunque muy próximo a Más Madrid.
La dimensión de la catástrofe era sideral, solo un peldaño por debajo de la devastadora ola de 2011, aunque en aquel momento los socialistas aún conservaban Andalucía. El PP se impuso con rotundidad en las municipales, con más de 750.000 papeletas y 3,4 puntos por delante. En 2019, los socialistas aventajaron a los populares en 1,5 millones de sufragios y 6,77 puntos. En porcentaje, el PP consigue el 31,50% de los sufragios (por el 22,62% de hace cuatro años), y el PP el 28,11%, por el 29,38% anterior. Los socialistas bajan unas 408.000 papeletas. Y a su caída había que sumar el pésimo desempeño de Podemos y del resto de socios.
Pero no se trataba solo de votos: la derecha podrá hacerse con Sevilla —desbancando a un alcalde en el que el PSOE tenía puestas todas sus esperanzas, Antonio Muñoz—, Valladolid (cae Óscar Puente), Toledo, Palma, Murcia, Castellón, Huesca, Segovia, Cáceres, Burgos, Gijón... Valencia capital, que gobernaba Joan Ribó (Compromís) en coalición con el PSOE, pasa a PP y Vox. Los resultados de pesadilla eran, en algunos casos, sorprendentes, porque candidatos como Puente, Milagros Tolón (Toledo) o Amparo Marco (Castellón) parecían seguros para la reelección. Y no fue así. La sangría fue mayúscula.
Los socialistas pierden las locales, con 750.000 votos de distancia respecto al PP, que se queda 3,4 puntos por delante. La sangría es demoledora
En Andalucía, federación fetiche para el PSOE, el partido pierde tres de las cuatro capitales que lideraba: Sevilla, Huelva y Granada, y solo se quedaría con opciones en Jaén, siempre y cuando Jaén Merece Más, la plataforma de la España Vaciada, respalde al actual regidor, Julio Millán. Barcelona estará a merced de los pactos poselectorales, aunque el ganador de la noche fue Xavier Trias, con 11 concejales, uno por delante del PSC de Jaume Collboni, que para derribar al candidato de Junts tendría que armar un acuerdo con los comunes de Ada Colau (9) y ERC (5). Collboni, de hecho, aseguró que su formación "no renuncia a nada". El dirigente del PSC solo sacó 141 votos a la actual regidora.
Mayoría absolutísima, aquí sí, de Vigo
De las 22 capitales de provincia que gobernaba hasta ahora el PSOE, solo podrá en torno a una decena, y en la mayoría de los casos con pactos: A Coruña, Lugo —ambos con el BNG—, Soria (con mayoría absoluta), León, Las Palmas —la candidata y probable alcaldesa será la exministra Carolina Darias—, Jaén y Cuenca (necesitará el apoyo de Cuenca Nos Une y Podemos). En Palencia, la llave de la gobernabilidad la tendrá la formación localista Vamos Palencia, en Lleida requeriría el respaldo de ERC y en Tarragona podrá recuperarla si tiende acuerdos con su izquierda.
El PSOE podrá mantener A Coruña, Lugo, León, Cuenca y tal vez Jaén. En Palencia la llave es Vamos Palencia y en Lleida requiere a ERC
El PSdeG sí podrá mantener Vigo, en la que Abel Caballero firmó una mayoría absolutísima (60,86%, un porcentaje no obstante menor al de 2019), A Coruña y Lugo, pero pierde Ferrol a manos de la derecha y Santiago de Compostela, a favor del BNG. Así, por ahora y a falta de que se dilucide Barcelona, la capital de provincia más poblada que podrá capitanear el PSOE es Las Palmas (378.000 habitantes), la novena de España, cuando antes lo era Sevilla (684.000). El único premio de consolación, por decir algo, fue la recuperación del PSC como primera fuerza en Cataluña.
El hundimiento fue aún más significativo en las autonómicas. Ximo Puig en la Comunidad Valenciana, Javier Lambán en Aragón, Francina Armengol en Baleares, Guillermo Fernández Vara en Extremadura y Concha Andreu en La Rioja fueron barridos literalmente por el PP, que no obstante tendrá que alcanzar acuerdos con Vox para poder gobernar. No así en La Rioja, donde el popular Gonzalo Capellán conquistó la mayoría absoluta por la vía directa.
En Castilla-La Mancha, la mayoría absoluta estuvo bailando toda la noche pero finalmente, aunque por la mínima (apenas mil votos), recayó en García-Page. Él se convierte en el nuevo referente del partido por su fortaleza electoral: 45,06%, por encima del 44,10% de 2019, aunque pierde dos escaños (de 19 a 17). Page compareció sobre la una y media emocionado y acompañado de sus predecesores en el cargo, Pepe Bono y José María Barreda, y subrayó que su partido ha ganado "contra mucha adversidad" y se ha dejado "la piel". El barón más crítico es el que gozará ahora de la mayor autoridad moral.
Barbón también resiste por la mínima en una comunidad tradicionalmente de izquierdas, Asturias, a la que el PP aún no renuncia a la espera del conteo del voto exterior, que supone un 14% del censo y que se escruta el próximo viernes. La igualdad de bloques es máxima. Su presidencia, cerca de las dos de la madrugada, pendía de un hilo. En Navarra, Chivite lo tendrá un punto más complicado por la bajada de dos escaños de sus socios de Geroa Bai, los mismos que sube EH Bildu, clave para la investidura como lo fue en 2019.
En Madrid, el partido se mantiene tercero, aunque sube tanto en la Asamblea, con Lobato, como en la capital, con Maroto. Parte del cinturón rojo se pierde
En la Comunidad Valenciana, la derrota fue mucho mayor de lo esperado. Las encuestas hablaban de resultado apretado, pero no lo fue. El bloque de la izquierda se quedó con 46 escaños, a cuatro de la absoluta (50), y lo integraron solo el PSPV de Ximo Puig (que subió de 27 a 31 diputados), y Compromís (que cayeron de 17 a 15 actas). El problema fue que Podemos-IU no logró entrar en Les Corts al no superar el umbral del 5%. En Aragón, ni siquiera Aragón Existe debuta con el poder de ser llave, porque ya la suma de PP y Vox basta. En Baleares, la derecha venció de manera apabullante. Y en Extremadura, Vara empató en escaños con la debutante María Guardiola (28, seis menos de los que tenía), pero no alcanza la absoluta (34) con Podemos-IU (4), por debajo de Vox (5).
Con este cuadro tan absolutamente dantesco y desolador, casi lució el resultado en Madrid. El PSOE se mantuvo tercero en la Comunidad, aunque empatado en escaños (27, tres más) y a solo 5.500 votos de Más Madrid. Juan Lobato podrá continuar, en principio, como barón autonómico, para consolidar su proyecto a más largo plazo.
Igual que la exministra Reyes Maroto, candidata a la alcaldía de Madrid. En el Ayuntamiento de la capital, los socialistas ganan una posición —de cuartos a terceros, posible por la desaparición de Ciudadanos—, suben en porcentaje (del 13,74% al 16,75%) y logran tres concejales más (de 8 a 11). En este caso, su diferencia con Más Madrid es más amplia que en la región (2,36 puntos, un edil más y unos 50.000 votos más), aunque se achica respecto a 2019 (de 19 a 8 concejales se pasa a un mayor equilibrio: 12 a 11 escaños). Tanto en el Ayuntamiento como en la Asamblea, Podemos-IU no pudo superar el umbral del 5%, por muy poco, por lo que no cosechó representación. Será una legislatura en blanco.
Además, parte del cinturón rojo madrileño se tiñe de azul: los socialistas seguirán al frente de municipios como Fuenlabrada, Getafe, Alcorcón o Parla, pero pierden, por ejemplo, Alcalá de Henares. La derecha podrá desplazar al PSOE en Alcobendas, Móstoles o San Sebastián de los Reyes.
"Absorbido todo el voto de Cs"
Al filo de la medianoche, compareció la portavoz del PSOE, Pilar Alegría, visiblemente afectada, con los ojos vidriosos, en una breve declaración institucional sin preguntas. "No es el resultado que esperábamos. El PSOE asume que debemos hacer las cosas mejor, esforzarnos más para lograr esa confianza en las próximas elecciones generales", confesó. La ministra argumentó que el PP ha "absorbido todo el voto de Cs" y recordó que ahora la derecha podrá gobernar con el concurso de Vox. "Tenemos que hacer una reflexión de cara a los próximos meses. Recogemos el guante, desde ya nos ponemos a trabajar con más intensidad". Sánchez siguió el escrutinio desde la Moncloa, como en otras jornadas de comicios autonómicos.
La dirección afronta una travesía muy dura por un escenario que nadie se había planteado, pero ahora el margen de maniobra de cara a las generales es muy escaso
La ejecutiva federal del PSOE se reúne este lunes por la mañana y será, con seguridad, amarga y muy difícil, porque ahora se abre un escenario que nadie se había podido siquiera ni plantear. Con las generales ya muy cerca y sin apenas margen de maniobra. Con un Sánchez, ya sí, tremendamente debilitado. El presidente se echó a la espalda la campaña del 28-M, estuvo enormemente presente en ella, con su estrategia de anuncio tras anuncio. Pero el viaje a las urnas fue atropellado. Primero por las listas por Bildu, luego por la comparación de las fotos de los mítines en Valencia, luego por la traca de la presunta compra de votos que impactaba de lleno al partido. Todo se torció. Todo. Hasta firmar un 28-M trágico. Y brutal. Hasta el recorrido por las capitales de provincia que Sánchez pisó en campaña acabó siendo una burla del destino, porque en todas ellas —salvo Tarragona y Barcelona—, el partido se despeñó: Sevilla, Puertollano, Vitoria, Alcalá, Ibiza, Palma, Zaragoza, Valencia, Valladolid, Santander, Jerez, Badajoz, Gijón y Madrid. En la mayoría de ellas, el PSOE gobernaba, y ya no será así.
Es pronto para saber el camino que adoptará el partido y si el presidente dará un golpe sobre la mesa, pero de entrada todo se pone muy cuesta arriba a los socialistas. Este aciago 28-M, el mutismo y el shock eran la respuesta de la dirigencia. El golpe era inconmensurable. El antisanchismo había prendido en toda España de forma elocuente. La dirección nunca lo llegó a ver, convencida como estaba de que la respuesta animosa de su gente en los mítines, con aforos llenos, era una señal en positivo. No lo era. Era un puro espejismo. Las urnas le devolvieron con crueldad la imagen real.
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