Ha sido la consigna desde que las relaciones diplomáticas saltaran por los aires tras el cambio de posición del Gobierno español en el contencioso del Sáhara Occidental, respaldando los postulados de Marruecos, su eterno rival. Y lo que ha servido para los últimos 14 meses también se aplica ahora: Argelia aguardará hasta la celebración de las elecciones generales anticipadas, el próximo 23 de julio, para mover ficha y comenzar la recomposición de los lazos.
“Argelia va a estar muy atenta a lo que ocurra”, deslizan a El Independiente fuentes conocedoras de los movimientos en Argel y de su modo de proceder, siempre discreto. La hipotética derrota de Pedro Sánchez, avanzan, “sería bienvenida”, pero advierten de que el cambio de color político en La Moncloa -si las urnas y la aritmética final lo confirman- iniciará un tímido deshielo. “Las relaciones sin duda mejorarán con cautela”, alegan.
La ruptura de la confianza explica, en parte, el acercamiento a Portugal
La postura argelina ha ido ganando nitidez en los últimos meses, a partir de las declaraciones públicas del presidente de Argelia Abdelmadjid Tebboune afeando la “deslealtad” de Sánchez y de sus viajes, como el que la semana pasada efectuó a Lisboa. “Que la confianza se haya roto entre ambos gobiernos explica, en parte, el acercamiento a Portugal”, insisten las citadas fuentes. Con el Ejecutivo socialista luso Argel ha acordado estrechar la cooperación en energía o transporte marítimo, entre otros asuntos. Una estrategia que, en parte, busca reemplazar a España en los sectores en los que existía mayor dependencia de la península.
Argel, expectante
En sus últimas entrevistas, Tebboune ha ceñido la hostilidad actual hacia España -con la suspensión del tratado de buena vecindad y el cierre del mercado local a las empresas españolas- a “la postura individual del Gobierno de Sánchez”. A su juicio, Moncloa se “ha alineado [con Marruecos] en la cuestión del Sáhara Occidental con actitudes secretas que no le eximen de sus responsabilidad”.
En Argel la recomposición de los lazos con España se recibiría “con gran alivio”, especialmente en el intercambio comercial porque la parálisis ha provocado también interrupciones de cadenas de suministro y ha obligado a buscar nuevos proveedores y establecer nuevas alianzas con países como Italia, Alemania o Portugal, con el añadido de los retrasos burocráticos que tal proceso conlleva.
Argel presume de buenas relaciones con el resto de formaciones políticas, pero el PP no ha fijado hasta ahora una posición clara respecto al contencioso del Sáhara Occidental, el giro español y los lazos con Marruecos y Argelia. En una entrevista concedida el año pasado, Nuñez Feijóo se comprometió a “restablecer relaciones con Argelia”. “Fue un legado que nos dejaron todos los presidentes de Gobierno anteriores. Todos tuvieron buenas relaciones. Era un país con el que teníamos un tratado de amistad”, manifestó.
La posición del PP, en la ambigüedad
En mayo de 2022, poco después de asumir el partido tras la abrupta salida de Pablo Casado, Núñez Feijóo se reunió con el primer ministro marroquí, Aziz Ajanuch, en el transcurso de la cumbre del Partido Popular Europeo en Rotterdam. “Vamos a estrechar nuestros compromisos y nuestros lazos de vecindad, reciprocidad, honestidad y lealtad entre Marruecos y España”, manifestó entonces tras quedar emplazado a visitar Rabat. Sin desvelar su posición, el líder popular se mostró confiado en lograr “los apoyos parlamentarios para trasladar a Marruecos que la nuestra es una política exterior de España y no de un ministro español”.
En Argel recuerdan las buenas relaciones en tiempos de Aznar
Observadores y analistas ven escaso margen para que Génova pueda cambiar el rumbo fijado por Sánchez y su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, sin abrir una nueva crisis con la monarquía alauí. En Argel han tomado nota de unas y otras declaraciones pero quieren ver, en el caso hipotético de la llegada de los populares a Moncloa, si revierte la posición socialista que quebró la bautizada como “neutralidad activa” que habían sostenido los sucesivos ejecutivos del PSOE y PP desde la restauración de la democracia. Recuerdan las buenas relaciones en tiempos de José María Aznar, que -en cambio- se enfrentó a Marruecos a propósito de las provocaciones alauíes en el islote de Perejil.
Rabat ha observado con recelo algunos de los movimientos recientes de los populares en el Congreso de los Diputados, desde su defensa de las empresas españolas con intereses en Argelia que acumulan pérdidas superiores a los 1.000 millones de euros hasta la pregunta remitida por varios diputados populares sobre la condena a tres años de prisión del ex ministro de Derechos Humanos marroquí Mohamed Ziane, de madre española, por sus declaraciones en contra de Mohamed VI. La prensa oficialista marroquí calificó entonces la petición popular de “metedura de pata”.
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