Al galope. Pedro Sánchez decidió escapar de la pesadilla de la hecatombe del 28-M con una reacción rápida, drástica, sorpresiva e inesperada. Convocar elecciones generales para el domingo 23 de julio, en exactamente 54 días. Una decisión que refleja su impronta, su voluntad de jugar al límite y de arriesgar, pero que también es algo más que eso. El presidente del Gobierno gasta su ultimísima bala con un doble objetivo, como convienen tanto en Ferraz como en la Moncloa: contener el desgaste electoral, por la convicción de que la erosión del partido sería muchísimo mayor a finales de año que en menos de dos meses, y porque sumergir a la dirigencia y a las bases en una nueva campaña persigue frenar de cuajo el debate interno, evitar un ruido que podría acabar desmadejando por completo el PSOE. Sánchez busca movilizar a la izquierda desde el shock absoluto del 28-M, sacarla de su casa para impedir un Ejecutivo más que probable de PP y Vox, agitando el miedo a la ultraderecha, advirtiéndole de que estas son las elecciones "más importantes en décadas". Y alertando esta vez, eso se atisba ya en los primeros mensajes de la dirección, de que para combatir a la derecha hay que unir a la izquierda y concentrar el voto en torno al PSOE.
Tras ver caer, como piezas de dominó, municipio tras municipio, comunidad tras comunidad, Sánchez respondió. Llamó a la Moncloa a su núcleo duro de Gobierno y partido —los ministros María Jesús Montero, también vicesecretaria general del PSOE, y Félix Bolaños, más el secretario de Organización, Santos Cerdán, y su director de Gabinete, Óscar López, y su adjunto, Antonio Hernando— y, de madrugada, discutieron la situación. La salida. La única que creían posible. El adelanto electoral inmediato. A las 10 de la mañana de este lunes, la Secretaría de Estado de Comunicación avisaba de la declaración institucional, sin preguntas, del jefe del Ejecutivo en el complejo presidencial, para una hora más tarde. Con un pequeño retraso de unos minutos, Sánchez lanzó el anuncio. Comicios el 23-J.
La decisión se maduró de madrugada: Sánchez reclutó en la Moncloa a su núcleo duro (Montero, Bolaños, Cerdán, López y Hernando)
"He tomado esta decisión a la vista de los resultados de las elecciones celebradas ayer [por este domingo] —sostuvo—. La primera consecuencia que tendrán estos resultados será que magníficos presidentes autonómicos y alcaldes socialistas se van a ver desplazados por una gestión impecable. Y ello a pesar de que muchos de ellos han visto incrementado su apoyo. La segunda consecuencia será que numerosas instituciones pasarán a ser administradas por nuevas mayorías conformadas por el PP y por Vox. Y aunque las votaciones tenían un alcance municipal y autonómico, el sentido del voto traslada un mensaje que va más allá", que le afecta a él mismo. Y por ello, siguió, como presidente del Gobierno y como secretario general del PSOE, asume "en primera persona los resultados" y cree necesario dar una "respuesta" y someter el mandato democrático a la "voluntad popular". España requiere una "clarificación", adujo, tras haberse superado la pandemia y lo peor de la guerra de Ucrania, y cuando está a punto de hacerse cargo de la presidencia rotatoria de la UE.
La decisión pilló con el pie cambiado a la ejecutiva del PSOE. Solo su pequeño círculo había sido partícipe de ella. Acabada su comparecencia en la Moncloa, Sánchez se trasladó hasta Ferraz para reunirse con ella, a mediodía, hora y media después de lo programado. Explicó a sus compañeros de dirección por qué había apretado el botón. Una decisión "honesta", decían a la salida algunos integrantes de la cúpula, "inteligente", "audaz", "impecablemente democrática". Y "responsable".
"Ha puesto en riesgo al partido"
Y es que en el presidente ha operado, también, su voluntad de intentar salvar a su partido, en la medida de lo posible, de la destrucción completa. Tras perder numerosas alcaldías y casi con seguridad seis presidencias autonómicas —Comunidad Valenciana, Aragón, Baleares, La Rioja, Extremadura (el golpe emocionalmente más duro) y probablemente Canarias—, el análisis es que el PSOE podía no llegar vivo a diciembre, cuando estaban previstas las generales. Por el peligro evidente de descomposición y de acumulación de desgaste.
La esperanza es que el 23-J actúe como un "gran revulsivo" para los progresistas, ante el riesgo cierto de un Ejecutivo de Feijóo con Vox: "Se juegan las cosas del comer"
"Mejor un órdago en caliente que una agonía lenta y cruel bajo fuego mediático incesante durante seis meses. Y la gente, que reflexione y reaccione, si quiere, antes de que sea demasiado tarde. Mejor terapia de shock que desangrarse lentamente. El riesgo es elevado, pero extender hasta diciembre aún más. Ahora puede que todavía haya partido. En diciembre, quién sabe. De momento, se le rompe el juego al PP", advierte un dirigente madrileño, en una lectura muy compartida internamente. "Pedro toma la iniciativa, asume el reto, y que PP y Vox no sumen no es un escenario imposible", interpreta un notable que ha estado años en primerísima línea en el Ejecutivo y en el partido. "Es que ahora se ha puesto en riesgo el propio partido, y eso es algo que no podíamos consentir mucha gente", abunda otra diputada con galones que conoce bien al presidente. En opinión de distintos mandos consultados, el jefe del Ejecutivo y el partido no podrían soportar durante meses la acusación de "Gobierno ilegítimo" llegada de la derecha.
Es decir, que ahora el PSOE podría amarrar un número de diputados y senadores que, probablemente, a finales de año fuera mucho menor. "Es un gran revulsivo para los progresistas y ahora obtendremos mejores resultados, estoy convencido —señala un ministro del núcleo duro—. En las generales se juegan las cosas de comer y la gente lo sabe. Basta con mirar la diferencia de participación entre municipales y generales, y ahí estará la clave de la mayoría progresista".
En Ferraz, insisten en que el 28-M no ha exhibido un hundimiento total del partido en número de apoyos, aunque la derrota se haya percibido como apabullante por la brutal e inesperada pérdida de poder territorial. El PP aventajó a los socialistas en 763.075 votos y solo 3,41 puntos: 31,53% frente al 28,12%, un porcentaje de hecho ligeramente superior al obtenido por Sánchez en las generales de noviembre de 2019 (28%). En la dirección repiten que el partido ha perdido 403.741 papeletas en las locales. Una diferencia, por tanto, "remontable" en estos dos meses, creen.
"Hay que recuperar a la gente que nos hemos dejado por el camino y que se ha quedado en casa. Esta va a ser la votación va a ser la más importante en décadas. O un Gobierno progresista o uno con la derecha y la ultraderecha", resumen en el comité electoral socialista, anticipando una de las líneas probables de campaña del 23-J: el miedo a Vox como agente movilizador de la izquierda, una estrategia que solo funcionó de manera clara en las elecciones generales de abril de 2019 —las primeras que Sánchez adelantó después de que los independentistas tumbaran sus Presupuestos— y que después no ha logrado dar réditos al PSOE. En ninguna de las siguientes convocatorias.
El partido puede intentar aprovechar a su favor las negociaciones de PP y Vox, aunque las que se darán seguro serán las de los ayuntamientos, que se constituyen el 17 de junio
El partido agitó Vox por última vez en las autonómicas andaluzas de junio de 2022, en las que Juanma Moreno obtuvo mayoría absoluta porque fue visto como la opción que podía frenar a la formación de Santiago Abascal. De hecho, a raíz de esos comicios Ferraz cambió el guion y desterró ese mensaje para centrarse en el combate directo con Alberto Núñez Feijóo. Razón por la que en el partido hay quienes ya alertan de que ese no es el camino que el PSOE debe adoptar ahora, porque directamente "no funciona". Sin embargo, ahora el contexto es distinto, porque el 17 de junio se constituirán los ayuntamientos de toda España, lo que visualizará los primeros acuerdos entre PP y Vox. Feijóo, no obstante, sí podrá postergar en la mayoría de comunidades la composición de los gobiernos autonómicos, porque los estatutos respectivos no fijan una fecha para la investidura de sus presidentes.
Solo diez días para armar una coalición
Sánchez, además, podría jugar con otra carta. La del voto útil en torno a su partido, as recurrente de las campañas socialistas pero que apenas empleó el 28-M. En la moción de censura de Vox del pasado marzo, compareció en tándem con Yolanda Díaz, en defensa de la coalición progresista. Pero el chip comenzó a cambiar con la noche electoral, cuando se constató otro nuevo enorme retroceso de Podemos, que salió de tres parlamentos autonómicos —los de Madrid, la comunidad en la que nació, Valencia y Canarias— y de las marcas ligadas a Sumar. Con el adelanto electoral, la vicepresidenta segunda y Podemos solo tendrán diez días para trabar una alianza. Solo.
Podemos ha hecho oposición al Gobierno y se ha llevado su castigo en las urnas. Por eso el presidente da un golpe de autoridad", advierten desde la Moncloa
En el PSOE se ha leído que una de las razones, no la única, del desastre del 28-M es el ruido permanente que ha acompañado al Gobierno bipartito desde el arranque de legislatura. Es decir, que Podemos ha herido mucho a los socialistas. De ahí que en la cúpula, al menos en estas primeras horas en caliente, ya señalen que es hora de que cada cual haga su propia campaña, aunque formalmente el Ejecutivo no se rompa. "No vamos a hacer nosotros campaña a Yolanda", indica una integrante de la dirección. Asoma así el mensaje al electorado de que, dado el mal desempeño de los morados en las urnas, elección tras elección, toca reagrupar el voto en torno a la formación más fuerte de la coalición, el PSOE. "Es que Podemos ha hecho oposición al Gobierno del que formaban parte y ellos también se han llevado su castigo. Son rechazados por la gente. Y el presidente por eso da un golpe de autoridad. Tienen nulo tirón y roban porcentaje de voto que al final acaba en la derecha", evalúa un alto cargo de la Moncloa. Romper ahora el Ejecutivo o anunciar el distanciamiento con ERC y Bildu, coinciden distintos cuadros consultados, habría sido poco creíble.
Pero sin duda la decisión del líder también está empujada por otro motivo: frenar el debate interno, que habría aflorado con seguridad con unas generales más lejos en el horizonte. "No había otra salida pero es que además esta salida tiene muchas ventajas —observa una veterana—, como que con ella paras absolutamente todo en el partido. Todo el mundo va a currar como locos, es la cultura del PSOE, para que nadie acuse a nadie de no poner de su parte". Y es cierto que los socialistas tienden a acallan todo rumor interno cuando se zambulle en un proceso electoral. Por responsabilidad.
Sánchez será con seguridad el candidato: no tiene relevo y el debate de su futuro se abrirá tras el 23-J
Así, además, se corta de raíz cualquier discusión sobre el propio líder, el que ha recibido la desaprobación de los ciudadanos a través de una patada a sus candidatos autonómicos y municipales. Sánchez sabe que quien ha sido censurado es él mismo y su Gobierno, y por eso asume "en primera persona" el 28-M, sin eludir el bulto. El presidente será con seguridad el candidato el 23-J porque tampoco tiene ningún relevo preparado. Si pierde la Moncloa, entonces sí, se abrirá el debate sobre el futuro del PSOE, que desembocará en un nuevo congreso federal, el número 41.
Reproches por haber "nacionalizado la campaña"
No obstante, no son descartables algunos primeros movimientos internos. El presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, uno de los grandes derrotados de la noche, pidió reingresar a su plaza de médico forense, aunque esa vuelta no se ejecutará de forma inmediata hasta que no pasen los comicios. También se repiten los reproches a Sánchez por haber "entrado en el marco del PP" y haber "nacionalizado la campaña del 28-M" con su estrategia. Y la confección de las candidaturas, que habrá de hacerse de manera rapidísima —el 19 de junio tendrán que estar todas presentadas—, levantará tensiones dentro del partido. Pero el presidente podría tirar de una baza clásica para apaciguar a los territorios que han perdido el poder: incorporar a los barones salientes a las listas de Congreso y, especialmente, Senado. Ferraz aún no ha definido el proceso, pero se apunta a que el comité federal de aprobación de todas las candidaturas se celebrará el sábado 10 de junio.
El partido está "herido", "tocado", y costará "movilizarlo". Pero "no hay tiempo para la depresión", señala una responsable de Ferraz
El presidente puede tropezar con otro problema: la dificultad para hacer campaña con los líderes autonómicos derrotados, ya de salida y desalojados del poder, en buena medida, por él. Uno de ellos admite que el camino hacia el 23-J será "dificilísimo" para todos los barones. El partido, indican otros dirigentes, está "herido", "tocado", demasiado lastimado como para fingir que nada ha pasado. Y, como advierte un mando buen conocedor del aparato, costará "movilizarlo". El mutismo de varios responsables y de miembros del Ejecutivo este lunes era muy elocuente. El shock era mayúsculo y el partido necesita pasar su duelo. "Pero no hay tiempo para la depresión. Todo va a ir tan rápido que no habrá tiempo siquiera de discutir entre nosotros", conviene una responsable de la ejecutiva federal.
En cualquier caso, Sánchez adopta una decisión, admiten en la Moncloa, "arriesgada". Con algunas ventajas, pero también con inconvenientes obvios, como el efecto luna de miel con Feijóo que puede suceder a este 28-M, una más baja participación en plenas vacaciones de julio, la necesidad de compaginar los actos por toda España con la apretada agenda de la presidencia europea y, sobre todo, el enorme rechazo que él mismo genera y que agitará más a la derecha ahora que tiene la oportunidad decisiva de echarlo de la Moncloa. "Ninguna salida era buena, pero irnos a seis meses no era ninguna solución. Ahora se trata, como poco, de perder con dignidad y salvar el partido. Y ahora, a diferencia de 2011, no nos hemos desplomado. Hemos perdido 400.000 votos. Si solo hubiera sido por eso, habría sido maquillable. El problema ha sido la enorme cesión de poder territorial, y sobre todo el golpe de Extremadura, el último cortafuegos", apostilla un responsable que sabe bien cómo funciona la maquinaria del cuartel general.
El líder socialista asume una decisión "arriesgada", porque unas nuevas urnas pueden recoger el 'efecto luna de miel' con Feijóo
Quedan muchísimas preguntas por resolver, básicamente porque no ha habido ninguna rueda de prensa aún, ni en Ferraz ni en la Moncloa. Y queda pendiente un análisis de qué ha ocurrido el 28-M. Por eso ya se escucha a dirigentes que exigen a Sánchez no solo que asuma responsabilidades, sino que "corte cabezas" como señal de que ha entendido el mensaje. Cabezas de su núcleo más cercano. Aún se sabe si el presidente sacrificará a alguno de sus colaboradores o bien si lo reforzará con nuevas incorporaciones. Empieza una carrera de solo 54 días. 54 días en los que Sánchez se juega, más que nunca, su propio futuro. A todo o nada. Y las cartas que tiene en su mano son, por ahora, bastante peores que las de Feijóo.
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