Ante un partido deprimido, en horas bajas, Pedro Sánchez sabía que el primer reto que tiene por delante ante las generales del 23 de julio es animar a los suyos, estimularles, arengarles, decirles que no pueden ni deben bajar los brazos, que han de pelear hasta el final para que España no retroceda "ni un centímetro de suelo", para que siga avanzando. Porque las elecciones, cree, no están ni mucho menos ganadas para la derecha ni el cambio de ciclo es una realidad. Porque esa ola de la derecha que sabe "envalentonada" se puede frenar: "En España, podemos pararla, por nuestros hijos y por nuestras hijas. Tenemos que hacerlo por nuestros hijos y por nuestras hijas, por nuestros mayores, que tienen muy presentes lo que les representa ese pasado, por los hombres y mujeres que queremos la mejor de las Españas. Por todos ellos y ellas, el PSOE debe parar esta corriente reaccionaria. Podemos frenarla, y estoy convencido de que si nos movilizamos, en España no va a suceder lo que estamos viendo en otras naciones. ¡Así que vamos a ganar las elecciones el próximo 23 de julio!".
El presidente del Gobierno ejerció de coach ante sus diputados y senadores este miércoles en el Congreso, en la primera reunión con ellos tras el descalabro del 28-M y la convocatoria de elecciones anticipadas para el 23 de julio. Ellos son su primera línea defensiva, los primeros heraldos de su mensaje en los territorios, y los primeros que han de intentar sacar al PSOE del desánimo. Tarea titánica pero necesaria. Sánchez cambió el paso del discurso sostenido en la pasada campaña, mucho más frío y de exhibición de la gestión, por uno en el que sale al ataque, al combate ideológico, uno puramente emocional —"movilizador" y "empático", lo describían en la Moncloa—, hasta dramático, para recalcar que estas elecciones son cruciales, de todo o nada, en las que España se juega su futuro, hasta su verdadero ser. Por eso pide concentrar el voto de la izquierda en torno al PSOE, demanda a los ciudadanos un respaldo "fuerte y rotundo" para seguir gobernando.
Ningún líder que merezca serlo puede mirar para otro lado cuando los suyos sufren un castigo tan inmerecido y tan injusto"
PEDRO SÁNCHEZ, PRESIDENTE DEL GOBIERNO Y SECRETARIO GENERAL DEL PSOE
Sánchez fue recibido por su grupo puesto en pie y con una larga ovación, aplausos que se fueron repitiendo durante su intervención, de unos 30 minutos. El presidente agradeció a sus compañeros el "trabajo bien hecho" en esta legislatura y pasó a explicarles por qué había decidido adelantar las generales, asumiendo toda la responsabilidad por el desastre de las autonómicas y municipales del 28-M, que trasladaron un mensaje que "iba mucho más allá". El PSOE sufrió un "serio retroceso institucional" y la consecuencia es que "magníficos presidentes autonómicos y formidables alcaldes, con una gestión impecable", van a ser desplazados por la suma de PP y Vox, a pesar de que muchos de ellos vieron incrementado su apoyo electoral.
"Humildemente, tengo que decir que yo no podía desentenderme de su suerte. No podía seguir como si tal cosa, no podía continuar como si no hubiera ocurrido nada". Por eso se convenció de que la única salida posible era anticipar las legislativas: "Tomé la decisión con mi conciencia —aseguró, ante lo que los suyos le correspondieron con un nuevo aplauso—. Tomé la decisión pensando en mis compañeros, en vosotros y en vuestro trabajo. Ningún líder que merezca serlo puede mirar para otro lado cuando los suyos sufren un castigo tan inmerecido y tan injusto". El presidente subrayó que claro que le gusta "ganar" y le duele "perder", pero más le duele aún perder cuando las consecuencias inmediatas recaen sobre personas a las que él, dijo, quiere y admira. Era su manera de intentar empatizar con los suyos, devastados por el destrozo del 28-M y quejosos por la falta de cariño del líder.
Sánchez confesó que tuvo enseguida claro que debía convocar ya las generales: "Tenía que dar un paso al frente. Lo supe la misma noche. No me costó mucho entenderlo. Por todos ellos, tenía que asumir los resultados del domingo, sin esconderme y sin desentenderme. Nunca lo he hecho y no lo iba a hacer ahora".
La campaña del PSOE se plantea entre un 'nosotros' y 'ellos': "Derogar significa destruir todo lo construido, desmantelar todo lo conquistado"
La segunda consecuencia del 28-M es que presidentes y alcaldes socialistas serán derribados por PP y Vox. Y ahí introdujo la parte más ideológica de su intervención, el tronco discursivo de la campaña del 23-J: se trata de elegir, vino a expresar, entre nosotros o ellos. De "la derecha extrema y la extrema derecha" —o sea, PP y Vox—, recordó, no se conoce mucho más programa que su propósito de "derogar el sanchismo", y "derogar significa destruir todo lo construido, desmantelar todo lo conquistado, acabar con los avances sociales de los últimos cinco años". Desde la subida del salario mínimo desde los 735 hasta los 1.080 euros mensuales, la reforma laboral, el ingreso mínimo vital, la ley de eutanasia, la ley de la vivienda, los impuestos a las grandes eléctricas y energéticas o la prohibición de las amnistías fiscales. "Podemos intuir su programa, sabemos a qué intereses sirven", deslizó, y se puede "deducir" cómo Vox intentará influir para el recorte de "derechos de las mujeres y derechos humanos, en libertades, en democracia, en convivencia, en compromiso europeo".
"Es urgente aclarar todo esto cuanto antes"
Por esas razones, y como ya argumentara el lunes, hay que "clarificar" la situación y España debe "decidir" qué camino toma, si opta por una socialdemocracia "comprometida con Europa" o "una derecha y una derecha extrema que copian al alimón métodos y proclamas de Washington, Brasilia o Budapest". Y para ello, justificó, "solo hay un método infalible", que es la democracia, que los españoles "tomen la palabra y se pronuncien sin demora" para definir el rumbo político del país. No fue la única vez que Sánchez igualó a PP y Vox con el trumpismo y sus reverberaciones en Brasil —con el asalto al Congreso de los bolsonaristas— y en la Hungría de Víktor Orbán. Insistió, de hecho, en que hay que elegir entre "estar del lado de [Joe] Biden o del de [Donald] Trump", del lado de Lula da Silva o de Jair Bolsonaro. "Es urgente aclarar todo esto cuanto antes".
El presidente iguala a PP y Vox y los homologa al trumpismo: hay que optar entre estar del lado de Biden, dice, o de Bolsonaro, Orbán o Trump
En realidad, el líder socialista estaba mostrando a los suyos el enfoque de la campaña del 23-J: hay que deshacer una disyuntiva, las elecciones son binarias, sin más grises. Así, los españoles han de decidir, insistió, si quieren "presumir de la legalización del matrimonio igualitario o alardear de homofobia", de "proteger o arrasar Doñana", si quieren "convivir respetando la diversidad o reeditar la enésima confrontación territorial", si creen en la "justicia social" o entienden que es "envidia" —como aseguró en el camino hacia el 28-M Isabel Díaz Ayuso—.
El presidente admitió que la tarea por delante, para ganar el 23-J, "no es fácil", porque la derecha y la extrema derecha están "envalentonadas" y cuentan con "resortes poderosos", como más medios de comunicación a su favor, más "recursos" y no tienen "ningún pudor para lanzar infundios y traficar con la mentira". "Tenemos que dar la batalla, debemos dar la batalla. Nuestro país se merece lo mejor", sostuvo. Y para esa tarea "descomunal", el PSOE necesita a "toda la gente que quiera construir España y no mirar atrás sino hacia delante".
En un intento de empatizar con los ciudadanos progresistas, muy desanimados, y de solidarizarse con unos españoles que no entienden cómo se convocan por primera vez unas generales a finales de julio, Sánchez reconoció que pensó en ello cuando tomó la decisión del adelanto electoral, consciente de que las urnas coge a todos "cansados". Él se hace cargo de que es el primer verano con vacaciones plenamente normales tras la pandemia, que la sociedad española necesita "descansar y desconectar", "pero lo que se decida el 23-J es decisivo para España", porque tendrá "efectos" para la mayoría social para la próxima década.
Sánchez entiende que los ciudadanos estén "cansados", pero lo que se decide el 23-J es "decisivo para España". También reconoce "errores" y "tropiezos", pero pide mirar hacia delante, no hacia atrás
El presidente pidió en ese punto implícitamente perdón por el ruido de la coalición, pero pidió a sus votantes mirar hacia delante: "No se decide el pasado, ya conocéis la orientación de este Gobierno. Lo hemos demostrado con hechos. ¿Hemos cometido errores? Sin duda alguna. ¿Hemos tropezado algunas veces? Claro que sí, es imposible no hacerlo cuando avanzas y abres camino en situaciones tan inéditas como las vividas en estos últimos cuatro años", marcados por la pandemia, la erupción del volcán de La Palma o la guerra de Ucrania, "pero humildemente creo que los aciertos han sido mayores que los tropiezos". No explicitó, eso sí, cuáles cree que han sido los errores cometidos por su Ejecutivo.
Pero Sánchez ya no habla del "Gobierno de coalición progresista", como hacía antes. Ni se presenta en tándem con Yolanda Díaz. Cada uno ahora tiene que hacer su camino y el PSOE aspira a absorber todo el voto de la izquierda que pueda. Lo dijo el propio presidente, sin rodeos: "Necesito contar con un respaldo fuerte y rotundo" para afrontar los "retos formidables" que tiene el país, ya que España "se juega mucho". Necesita, siguió, un "mayor respaldo social" para continuar con la senda de "avances sociales". Más diputados, más fortaleza, también se podía leer, para no depender ni de su izquierda ni de otras fuerzas como ERC y Bildu, aliados mal vistos por los ciudadanos, según se desprende del 28-M.
¿España se parece a Ayuso?
El 23-J se discute, pues, "qué España aspira a ser", qué dirección toma, si quiere "avanzar o retroceder". Frente a un PSOE que plantea un país "en positivo", su némesis es esta otra: "La alternativa de PP y Vox, el tándem de la derecha extrema y la extrema derecha", "semejantes en forma y fondo", como se verá con "lo que van a hacer desde gobiernos locales y autonómicos cuando tengan oportunidad". Porque "no hay distinción alguna entre PP y Vox", ni en sus "formas", convino, ni en su campaña, ni en su "agenda de contrarreformas. El diputado de Vox Javier Ortega Smith, "despreciando a una mujer en silla de ruedas", "¿se parece a España?", se preguntó. ¿Y se parece a España una Ayuso que tiene como solución al cambio climático poner "una maceta en el balcón"? ¿Y se parece a España un Santiago Abascal, líder de Vox, que "exige que se elimine el derecho de las mujeres a abortar"? "España es mucho mejor que todo eso", se contestó. Su idea, pues, es oponer un "país extraordinario, admirable, próspero, jovial, solidario" y con ganas de "avanzar" y de "acelerar el paso" al deseo de las derechas de "retroceder". "Pero no podemos permitirnos el lujo de retroceder ni un centímetro de suelo", avisó.
El líder pone sobre aviso a su gente: la "tormenta" será "tremenda", y el "aperitivo" se vio el 28-M. La derecha busca "crispar" y que la izquierda "baje los brazos" y se desmovilice
El presidente ya puso a sus compañeros sobre aviso sobre el tenor de la campaña que buscará, cree, la derecha. Y respondió todo aquello que no hizo antes. Ahora sale a la ofensiva y pide a los suyos que hagan lo mismo: "La tormenta, ya lo hemos visto el pasado 28 de mayo, va a ser tremenda. El aperitivo de suciedad, insultos, mentiras que vamos a tener que superar el próximo 23 de julio, hemos tenido un primer registro el pasado 28 de mayo. Van a tratar de crispar hasta límites insospechados para que no se escuchen los argumentos, con el único empeño de que bajemos los brazos y desmovilicemos a la mayoría". Y es que la pasada campaña estuvo teñida por las listas de Bildu y la presunta compra de votos, polémicas aventadas por PP y Vox, que finalmente acabaron desanimando al electorado progresista.
Sánchez prevé una campaña aún "más feroz de insultos y descalificaciones" desde "la posición de dominio que tienen en grandes empresas y grandes medios de comunicación. "Se van a inventar barbaridades. Nada es nuevo, porque lo que están haciendo es copiar los métodos de sus maestros norteamericanos", dijo, en otra referencia al trumpismo. El PSOE ya se preocupó, en el aliento final del 28-M, por la acusación del PP de intento de "pucherazo". Ahora el presidente explicita esa inquietud: "Hablarán de pucherazo. Lo harán unos y otros dirán que hay que detenerme como responsable de ese pucherazo [...]. Os pido que nos mantengamos tranquilos, determinados, y respondamos a esa catarata de insultos y mentiras con argumentos, y a las falsedades, con los datos".
Se van a inventar barbaridades. Nada es nuevo, porque lo que están haciendo es copiar los métodos de sus maestros norteamericanos", alerta
Para el presidente, las elecciones del domingo fueron un "punto de partida". Porque entiende ahora viene la segunda vuelta, la de verdad. Y aunque hay "fuerzas poderosas" que empujan para que se instale la sensación de "cambio de ciclo, como si el futuro estuviera escrito", nada está hecho, vino a decir. "España no es inmune a esa corriente reaccionaria, pero en España podemos pararla, por nuestros hijos e hijas". Y es el PSOE el que "debe parar" esa ola, insistió, llamando a la movilización. "¡Vamos a ganar las elecciones!", arengó, con el objetivo de cargar las pilas de los suyos, de enchufarlos a una campaña muy complicada para todos ellos. La sala Ernest Lluch del Congreso, donde se celebraba la reunión, llena hasta la bandera, estalló en aplausos hacia el jefe y se puso en pie. El líder había logrado conectar con sus parlamentarios, emocionarlos, al menos de cara a la galería.
En su intervención, estuvo muy presente la huella del último año del Gobierno, por sus referencias a los "poderosos", por su énfasis en que el PSOE atiende a la "mayoría social", por su subrayado de que el voto es lo que "nos iguala a todos", y "vale lo mismo" el de un conductor de autobús o una cajera al del "propietario de un medio" o el "presidente de un banco". Sánchez tocó la fibra de partido, lució orgullo de las siglas al recordar que hace 144 años el PSOE fue fundado en lo que hoy es un bar de Madrid —Casa Labra— por un grupo de 25 trabajadores.
"Esa es la gente a quien representamos, a quien defendemos y de quien dependemos para ganar al PP y a Vox". Y del mismo modo que aquellos 25 fundadores del partido "solo pensaban en ganar y gobernar y construir la mejor España", ahora el PSOE piensa en eso mismo. Pero todos en el partido saben que este 23-J es un reto mayúsculo y casi imposible, y en el que todos se juegan la propia supervivencia de las siglas.
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