La máxima es conocida: hacer de la necesidad virtud. La política la ha forzado en numerosas ocasiones, adversarios que vuelven a reencontrarse en la necesidad de consolidar su poder. El 28 de mayo volvió a suceder en Euskadi. Dos viejos aliados convertidos en enemigos casi irreconciliables desde junio de 2018 y que ahora vuelven a mirarse a la cara y a extenderse la mano del entendimiento. Del Partido Popular que conoció la puñalada en forma de moción de censura contra Mariano Rajoy la tarde del 30 de mayo de 2018 ya no queda mucho. Desde entonces han pasado dos presidentes, Casado y ahora Feijóo, y sus respectivos equipos de dirección, dinámicas y discursos. Pero, sobre todo, ha quedado el rastro de cinco años convulsos en la oposición.
Las urnas han dibujado un panorama complicado en muchos rincones del país, también en Euskadi, donde el PNV teme perder instituciones importantes que ahora gobierna como la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Vitoria, además de otros muchos municipios. Un temor casi tan relevante como el de engordar a su principal enemigo: EH Bildu, al alza tras el 28-M. Es en este punto donde su antiguo enemigo irrumpe de modo inesperado en el País Vasco. Lo hace con buenos resultados y posiciones clave que el PP ya había olvidado gestioanr en Euskadi y que ahora pueden ser determinantes para el futuro de hasta una decena de gobiernos locales y forales.
Feijóo no es Casado y en Sabin Etxea lo saben. También, que los últimos resultados electorales y la proyección de los mismos a dos meses vista le sitúan con muchas probabilidades de ser el próximo inquilino de La Moncloa. Un escenario en el que ambas formaciones podrían necesitarse. En público el PNV insiste en que su prioridad aún pasaría por apoyar un Gobierno de Sánchez. Sin embargo, la afirmación es cada vez más tenue y más matizada y salpicada de críticas gruesas, como la manifestada el martes por el presidente del partido, Andoni Ortuzar en la que aseguró sentirse como “un kleenex’ en manos de Sánchez “que usa y tira”.
Votos contra Bildu 'gratis et amore'
A lo que hoy más teme el PNV no es Feijóo y sino a la sombra que sobre él proyecta Vox. Por el momento, el presidente del PP está intentando remarcar su distancia con la formación de Abascal, subrayando su centralidad, su defensa del Estado de las Autonomías y el distanciamiento de posiciones extremas. El PP de Aznar supo entenderse con Arzalluz, el PP de Rajoy lo hizo con Urkullu –antes de forzar su salida- y el PP de Feijóo, con su presidente en Euskadi, Carlos Iturgaiz, a la cabeza intenta iniciar ahora ese camino con Ortuzar.
El primer paso para desbrozar ese camino que lleva sin transitar durante años en las relaciones entre Génova y Sabin Etxea se inició meses después de la asunción del liderazgo de Feijóo. Se tradujo en contactos con Ortuzar y Urkullu. Un primer signo de deshielo con el PNV en el que ayer profundizó Iturgaiz al ofrecer al PNV “gratis et amore” los votos del PP vasco en aquellas instituciones en las que sean necesarios para desbancar a EH Bildu. Por el momento los nacionalistas no los han rechazado sabedores que son esenciales para mantener una de las instituciones clave del entramado vasco: la Diputación de Gipuzkoa.
De no hacerlo, EH Bildu, que se impuso con claridad en Gipuzkoa, asumiría la diputación con el apoyo de Elkarrekin Podemos. Los de Belarra ya han avanzado que no apoyarán en ningún caso al PNV. La suma de los de Ortuzar con el PSE no es suficiente y requerirá de los dos apoderados del PP si no quiere que la Diputación caiga en manos de Bildu.
Será un juego a tres. El PNV y el PSE, actuales socios de gobierno en las tres capitales y tres diputaciones vascas, además de numerosos ayuntamientos, han reafirmado su intención de reeditar el acuerdo. En muchos casos bastará, en otros no. Vitoria es la segunda gran pieza de caza mayor a disputar. En la capital alavesa la izquierda abertzale fue la más votada y aspira a lograr la alcaldía. Ahora, el PP anuncia que cede sus seis concejales para impedirlo y facilitar que sea la segunda opción, el PSE y su candidata Maider Etxebarria, quien asuma el gobierno municipal vitoriano.
Laguardia y Labastida
A partir de ahí, la mano tendida hacia el PNV incluye otras localidades, como Durango, donde EH Bildu se impuso y en la que el voto del único concejal del PP será determinante para impedirlo y facilitar al PNV que mantenga la alcaldía de esta localidad vizcaína. En municipios como Kuartango, Oion y Zigoitia el PP vuelve a ser determinante.
Pese a que Iturgaiz insiste en que la cesión de los votos es gratuita por razones de “decencia democrática” para evitar “la humillación de quienes fueron verdugos y hoy se arrepienten estén al frente de las instituciones”, la concesión tiene letra pequeña. “Gratis sí, pero no somos ciegos”, puntualizó. Lo hizo antes de recordar que en otros dos municipios alaveses, Laguardia y Labastida el PP ha sido la fuerza más votada pero no tiene la alcaldía asegurada. La pasada legislatura un acuerdo entre el PNV y EH Bildu se la arrebató y no quiere que esta vez suceda lo mismo.
No será el único condicionantes a la mano tendida de los populares. El PP vasco recuerda que ya han gobernado en muchas ocasiones en Euskadi, que alcanzaron acuerdos con el PNV en instituciones como el Ayuntamiento de Bilbao o acuerdos de gobernabilidad con el PSE de Patxi López para desbancar al PNV del Gobierno vasco: “Sabemos gobernar y nuestro objetivo no puede ser sólo resistir, sino que tienen que contar con nosotros para gobernar”. El líder de los populares vascos no detalló en qué no exigirán ninguna contraprestación por ceder sus votos y en cuáles deberán ir acompañados de acuerdos en forma de gobernabilidad y en “un cambio de chip en el PNV en su modo de gobernar”.
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