Ya ha pasado más de un año de aquella tarde del viernes 18 de marzo de 2022, en que nos dimos cuenta que Pedro Sánchez estaba definitivamente atrapado (cual insecto indefenso) en la telaraña del majzén. Y nos percatamos de que fue apresado, no porque él lo haya reconocido y haya luchado con todas sus fuerzas para desprenderse del pegajoso y pestilente entramado de la telaraña; sino porque el majzén, consciente de su pecado original (genocidio, invasión y masacre) y deseoso de blandir cualquier logro, (por ilusorio, falaz y efímero que sea); lo delató, difundiendo, a través de la Casa “i-Real” Marroquí, la misiva que el Presidente del Gobierno había enviado, furtivamente, a Mohamed VI el día 14.
El contenido de esta misiva (que, según los expertos, fue escrita originalmente en un francés que dejaba mucho que desear) se resume en que Pedro Sánchez tomó la decisión (que, aún siendo una decisión personal, no deja de comprometerlo como Presidente del Gobierno de España) de posicionarse al lado de un régimen policial y terrorista en su ocupación ilegal del Sáhara Occidental; contraviniendo las resoluciones en las que, desde 1963, Naciones Unidas viene definiendo, nítidamente, el Sáhara Occidental como un Territorio No Autónomo pendiente de descolonización, y cuya potencia administradora, a día de hoy, sigue siendo España.
Pedro Sánchez, avergonzado, susurra, sí, solo susurra (no se atreve a decirlo en voz alta, ya que sabe que es un acto de extrema incoherencia política y de cinismo infame) que apoya los propósitos anexionistas del majzén, sabiendo que el territorio cuya anexión alienta, es hoy una República (RASD) de pleno derecho y miembro fundador de la Unión Africana, y su bandera ondea al lado de la enseña alauí en la sede de esta organización continental; al igual que su presidente se sienta, de igual a igual, al lado de Mohamed VI en las cumbres de la Unión Africana.
El majzén, como araña que es, controla todos los hilos de su oscura y venenosa red, y la más leve vibración que siente en uno de ellos, suscita la inmediata y despiadada reacción de su instinto arácnido. Esta reacción siempre se traduce en una cesión que el gobierno de Sánchez, sin rechistar, se afana –enseguida– en aceptar, sea cual sea su calado y el ámbito (económico y/o político) que implica. Así es Pedro Sánchez, un mero feudatario del Majzén, siempre presto a pagar el tributo que se le exige, como un azorado mudéjar de la época medieval.
En esta legislatura hemos asistido a un largo rosario de cesiones en las que Sánchez ha tenido que plegarse, sumisa y constantemente, a las exigencias del majzén
En esta legislatura hemos asistido a un largo rosario de cesiones en las que Sánchez ha tenido que plegarse, sumisa y constantemente, a las exigencias del majzén; la más llamativa de las cuales fue la destitución fulminante (el 12 de julio de 2021) de la ministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya, motivada, posiblemente, por haber permitido la acogida humanitaria del líder saharaui Brahim Ghali (gravemente enfermo de covid) en un hospital de Logroño (el 18 de abril de 2021).
Fíjense hasta dónde llega la influencia del majzén sobre Sánchez. Con tal de complacerlo, incluso llega a ¡destituir ministros! Y Arancha González Laya no es la única. En la misma fecha, también fue destituido de su cargo José Luis Ábalos, ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, y, aunque el Gobierno no explicó en ningún momento los motivos de su destitución, podemos leer entre líneas, que su inesperado despido se debió simplemente a haber reconocido (en la cadena pública 24h, el 1 de junio de 2021) que “España tiene una responsabilidad que le confiere la propia resolución de Naciones Unidas, como antigua metrópolis, sobre el espacio aéreo y marítimo del Sahara, y le corresponde a España hacer el control y vigilancia de esos espacios a nivel internacional.”
Y, si nos fijamos en el supuesto motivo que se esgrime con respecto al cese de la ministra González Laya: acogida humanitaria del líder saharaui Brahim Ghali. ¿Desde cuaádo España debe solicitar el permiso de Marruecos para acoger o dejar de acoger a alguien? ¿Desde cuándo Marruecos puede vetar la entrada de personas a suelo español? Lo cual nos lleva a plantearnos la siguiente pregunta: ¿Es España un país soberano que decide quién entra o sale de sus fronteras, o un virreinato de Marruecos, sin el beneplácito del cual nadie puede entrar o salir de España?
Desde la muerte de Franco, España siempre se ha situado en una posición de debilidad en su relación con su vecino del sur
A este tipo de situaciones surrealistas, grotescas y ridículas, es a lo que ha conducido la nefasta política exterior de Pedro Sánchez, y su innegable servilismo al régimen alauí. Para tratar de entender, en toda su dimensión, cómo se llegó a este salto al vacío de Pedro Sánchez en el que se estampó contra la telaraña del majzén y acabó siendo engullido por éste, hemos de retroceder en el tiempo y rememorar los acontecimientos de finales de 1975 –referencia temporal obligada para comprender todo lo que atañe al Sahara Occidental y al binomio España-Marruecos.
Desde la muerte de Franco (en noviembre de 1975), España siempre se ha situado en una posición de debilidad en su relación con su vecino del sur. Franco había conseguido domar a Hasan II y, mientras vivía, lo tenía a raya. Al morir Franco, Hasan II tuvo vía libre. Le torció el pulso a Juan Carlos I y le obligó a retirarse, de forma humillante, del Sáhara Español; iniciando la invasión del territorio con el Guernica saharaui: Bombardeo con napalm y fósforo blanco de la población civil acampada en Um Dreiga, para evitar su éxodo a la vecina Argelia.
Paradojas de la vida: Franco, causante del bombardeo de Guernica en la primavera de 1937; de haber estado vivo, probablemente, se habría evitado el Guernica Saharaui de Um Dreiga aquél gélido febrero de 1976.
El comienzo de la Transición, a finales de los años setenta, supuso para España un cambio de paradigma, pero también constituyó el inició de una era de claudicación ante el régimen alauí (que persiste hasta hoy) y que, a pesar de pasar relativamente inadvertida para muchos, ensombrece el espíritu de la Transición y lo tiñe de un gris ceniza que lo desluce y –en lo concerniente a la política exterior– prácticamente, lo difumina.
Fue como si Hasan II, al recibir de Juan Carlos I el suculento regalo del Sahara Occidental, se creciera de repente y empezara a pensar que su reino se merece mucho más, y que está en su derecho de mirar a España con desdén y tratarla con arrogancia.
Felipe González le allanó el camino. Después de ganar las elecciones generales en 1982, con una histórica mayoría absoluta (del PSOE), viaja a Marruecos en su primera salida oficial al extranjero (el 28 de marzo de 1983). Es decir, inmediatamente después de ser elegido Presidente del Gobierno, se apresuró a rendir pleitesía a la corona alauí.
A partir de entonces, todos los presidentes del Gobierno de España, nada más ser elegidos, debían hacer lo mismo; disfrazando de tradición sobrevenida, lo que en realidad es, a todas luces, un acto de pleitesía al régimen feudal alauí.
Todo eso y mucho más (que no podemos citar aquí en su totalidad, so pena de convertir este artículo en un tratado sobre sumisión), además del suministro de ingentes cantidades de material bélico (valorado en miles de millones de pesetas), para ayudarle a exterminar un pueblo que antaño fue español; no bastó para contentar al majzén.
El incidente de la isla de Perejil, constituye el único punto de inflexión en la tormentosa relación (chantaje-sumisión) de Marruecos-España
Por ello, envalentonado como una alimaña que percibe temor en su víctima, dio un paso más, y el día 11 de julio de 2002 ocupó militarmente la isla de Perejil con una dotación de la Gendarmería Real, relevada posteriormente por infantes de la Marina marroquí. José María Aznar, presidente del Gobierno en aquél entonces, supo que el majzén había llegado demasiado lejos y no estaba dispuesto a permitir semejante afrenta a la soberanía nacional. Así pues, el día 17 de julio, componentes del Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra, tomaron tierra en el islote y detuvieron a los soldados marroquíes; que, seguidamente, serían devueltos a su país por la frontera de Ceuta.
El incidente de la isla de Perejil, constituye el único punto de inflexión en la tormentosa relación (chantaje-sumisión) de Marruecos-España, y en el que ésta, –esta vez– salió victoriosa.
La derrota táctica sufrida por el majzén en la isla de Perejil –asumida por él a regañadientes– contribuyó a enfriar aún más si cabe, su relación con el partido gobernante (PP) en España. Pero el majzén no debe preocuparse. Ahí estaba José Luis Rodríguez Zapatero (Secretario General del PSOE y líder de la oposición) para “limar asperezas” y hacer todo lo que haga falta para mantener a España en la inopia que la ha caracterizado, hasta ahora, en su relación con el majzén. Zapatero, con su talante (servil y zalamero) es el mejor defensor de los intereses de la dictadura alauí.
Tanto es así –y por viajar a Marruecos con tanta frecuencia – se le llegó a calificar (sarcásticamente), en aquellos días, como el “embajador de Marruecos en España”.
En las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, Zapatero es elegido presidente del Gobierno. Cabe señalar que tres días antes, el 11 de marzo, tuvieron lugar los trágicos atentados terroristas de Atocha. Este acontecimiento tan atroz (conocido como los atentados del 11M, que se saldó con 191 víctimas mortales y más de 2000 heridos) al haber ocurrido en vísperas de las elecciones generales, tuvo, sin lugar a dudas, un impacto evidente en el comportamiento electoral de la ciudadanía, que dos días después estaba llamada a depositar su voto en las urnas.
El régimen alauí celebró la victoria del recién elegido Presidente del Gobierno como si fuera la suya propia. Estaba seguro que, de ser necesario, Zapatero –sin dudarlo– antepondría los intereses del majzén a los de su propio país; y, en su fuero interno, se sintió resarcido de la derrota sufrida en la isla de Perejil.
Zapatero, como vasallo ejemplar que es, no defraudó. Ipso facto, se puso manos a la obra, centrándose, principalmente, en los siguientes tres objetivo que le marcó (su amo) el majzén:
1.- Falsear la imagen del régimen sanguinario alauí, encubriendo sus crímenes de lesa humanidad y su corrupción estructural y sistémica.
2.- Brindarle todo el apoyo diplomático que esté a su alcance, en su ocupación ilegal del Sáhara Occidental, haciendo suyas las tesis marroquíes de anexión; y perpetuando el férreo bloqueo informativo al que sometió el territorio, después de cercarlo con un muro (considerado actualmente el mayor campo minado del mundo) de 2720 kilómetros de longitud, y convertirlo en un colosal campo de concentración (inaccesible no solo para los periodistas y parlamentarios europeos, sino también para el mismísimo enviado personal del Secretario General de la ONU).
3.- Fortalecer el potente lobby marroquí arraigado en España, instrumentalizando para ello el PSOE, de manera que éste se convierta en su punta de lanza, no solo en España, sino también en el corazón de las instituciones europeas. De hecho, los dirigentes del PSOE (especialmente los que, en su día, formaron parte del Gobierno de Zapatero) son las caras más visibles de este abominable lobby.
Apenas seis meses después de su elección (el 21 de septiembre de 2004), Zapatero presenta ante la ONU la propuesta de la creación de la Alianza de Civilizaciones. Es una propuesta envenenada que dista –y mucho– de perseguir los nobles objetivos que se pueden inferir de su distinguido nombre. La verdadera razón (oculta) de Zapatero para proponer la creación de esta organización internacional bajo el paraguas de la ONU, es para usarla, en su momento, como rampa estratégica para impulsar los sórdidos objetivos (arriba mencionados) que le encomendó el majzén. No en vano, hoy en día, está al frente de esta organización Miguel Ángel Moratinos, exministro de Asuntos Exteriores de su gobierno y miembro destacado del lobby marroquí.
Tanto durante su etapa en la Moncloa, como en su etapa de expresidente del Gobierno, Zapatero desplegó una intensa actividad al servicio del régimen alauí, de la que vislumbramos solo lo que sale a la luz; lo que se urde en las oscuras entrañas del majzén (que debe ser mucho y más dañino) solo éste y Zapatero lo saben.
Lo que sí se ha convertido en público y notorio, es la participación del expresidente en todos los eventos internacionales que ‒cíclicamente‒ organiza el majzén con fines claramente propagandísticos; y cuya necesidad es imperativa para ocultar su monstruosa realidad, tarea arduamente difícil en esta endemoniada era de internet que le está complicando las cosas a sus lacayos, y en la que ya no se puede ocultar la verdad con tanta facilidad, como se hacía en otro tiempo.
En cada uno de estos eventos, Zapatero (con su cínica sonrisa de joker), convertido en el protagonista estelar del momento, se derrite en alabanzas al régimen alauí y se desgañita pregonando a los cuatro vientos sus bondades ficticias, teniendo la absoluta certeza de que el régimen al que adula y alaba es, literalmente, idéntico al régimen que gobernaba la Alemania nazi.
La última “hazaña” de Zapatero (en su extensa hoja de servicios prestados al majzén) de la que tenemos noticias, es su participación, conjuntamente con los servicios secretos marroquíes, en la creación de un movimiento promarroquí que defiende las tesis marroquíes de anexión. Pero, para su bochorno y deshonra, esta especie de esperpento en la que se involucró, resultó ser un auténtico fiasco.
Por lo visto, los servicios secretos marroquíes, desesperados, estaban buscando individuos de origen saharaui que estuviesen dispuestos a venderse (al igual que Zapatero) con el fin de conformar con ellos un supuesto movimiento saharaui que abogue por los postulados marroquíes de anexión. Como solo pudieron encontrar tres o cuatro sujetos dispuestos a apuntarse a tan infame empresa, recurrieron a Zapatero (que no podía negarse, porque hace tiempo que fue comprado y solo sabía decir sí a todo) y le cargaron el muerto ‒nunca mejor dicho porque este engendro nació muerto‒. Es decir, Zapatero se vio obligado a ser el protagonista principal en un acto de presentación de un movimiento fantasma (que solo cuenta con tres afiliados comprados por el servicio secreto marroquí).
Eso sí, el servicio secreto marroquí no escatimó en gastos: alquiló un local (Centro Cultural Cicca de Las Palmas de Gran Canaria) donde se pudo contar con una tribuna, carteles bien editados de la farsa y periodistas afines al majzén, así como un puñado de inmigrantes marroquíes encantados de recibir unos cuantos euros a cambio de su presencia testimonial durante un rato.
En la tribuna, además de Zapatero y el cabecilla del movimiento fantasma, estaban también dos miembros eminentes del lobby marroquí: José Bono y Juan Fernando López Aguilar.
La imagen de estos personajes sentados en la tribuna, similar a la imagen de un teatro de títeres, solo inspira una cosa: profunda vergüenza ajena.
Si uno llega al acto y no se fija en los carteles que anuncian la farsa, la primera impresión que tiene, es que Zapatero va a fundar un movimiento promarroquí que él mismo va a encabezar.
Ver para creer. Cómo es posible que unas personas que, en un tiempo pretérito, tuvieron en sus manos la facultad de decidir sobre el destino de millones de personas, no tengan el más mínimo sentido del decoro. Qué clase de poder tiene sobre ellos el majzén y su Gestapo, que les obliga a caer tan bajo y hacer el ridículo de esta manera.
En diciembre de 2011, es elegido presidente del Gobierno Mariano Rajoy. Durante su mandato, la presión intermitente del majzén –a la que ya se han habituado los españoles– continúa latente, dependiendo su magnitud de los intereses de éste y de la coyuntura política del momento. La sensación de sumisión al régimen alauí no desaparece, pero al menos no llega a límites demasiado escandalosos (debido a que el cuartel general del majzén en Madrid, está en la calle Ferraz y no en la calle Génova).
En junio de 2018 Pedro Sánchez asume la Presidencia del Gobierno. Al principio, en su relación con el majzén, aparentaba, relativamente, cierta firmeza. Muy pronto, esa firmeza aparente se desvaneció como el humo y Pedro Sánchez llevó la sumisión y el servilismo a lo impensable. En un viaje sin retorno, se internó en una espiral expansiva de cesiones, (en la que quedó atrapado como una brizna en medio de un remolino); llegando a tomar decisiones que, no solo son contrarias a la legalidad internacional, y tienen efectos devastadores en la economía del país, sino que van más allá de lo intocable, al incitar al majzén a tener la osadía de hacer incursiones en el mismísimo terreno de la soberanía nacional.
En un acto de provocación (cuyo único precedente lo encontramos en la masa humana hambrienta de 350.000 personas, que Hasan II lanzó contra el Sáhara Occidental el 6 de noviembre de 1975), el majzén abre las puertas de par en par de sus dominios feudales, la madrugada del 17 de mayo de 2021, desentendiéndose de la custodia de la frontera (de Ceuta y Melilla) que tiene con España; permitiendo la entrada de más de 9000 personas (niños, mujeres, jóvenes e incluso familias enteras con bebés), que llegan como pueden, mayoritariamente (a nado) a la ciudad de Ceuta. El majzén les ha abierto una válvula de escape de la olla de presión (social) que supone el reino alauí, y ellos, desesperados y en masa, la han aprovechado antes de que se clausure.
El 18 de mayo de 2021 la embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, es llamada a consultas. Antes de partir a Marruecos, redoblando la amenaza –y simulando que su país es el agraviado– tuvo la insolencia de declarar en Madrid: “Hay actos que tienen consecuencias”.
Estaba tan segura de que la violación flagrante de la frontera de España por parte del majzén (que derivó en una grave crisis humanitaria), iba a tener una reacción totalmente nula por parte del Gobierno de Sánchez; que se atrevió, incluso, a declarar lo que en realidad debería haber declarado Pedro Sánchez.
Benyaich no se equivocó. Tal como suponía ella, y para estupor de todos nosotros, Sánchez bajó la cabeza y cedió (a la extorsión) una vez más: Apenas siete semanas después, destituyó, no uno, sino dos ministros (la titular de Exteriores y el titular de Transportes, a los que aludimos al principio de este artículo) para aplacar la ira del majzén.
Pero esto no fue suficiente. De algún modo (ignoramos cómo), el majzén sabía que Pedro Sánchez estaba en sus manos y no se sentirá mínimamente satisfecho hasta verlo claramente postrado ante Mohamed VI, al igual que hacen todos los súbditos de éste. Solo cuando Pedro Sánchez se desprendió por completo de su dignidad y envió (clandestinamente) a Mohamed VI la vergonzosa misiva (del 14 de marzo de 2022), mencionada al inicio de este artículo, el majzén se dignó a mirarlo (con la manifiesta soberbia de siempre, que ni siquiera se molesta en disimular).
Sr. Sánchez, ¿dónde quedó su Manual de resistencia (del que presumió tanto en 2019)? O se le olvidó decirnos que es un manual desechable que tiene un solo uso (publicitario), y que, al igual que su programa electoral, solo es válido durante el período de campaña.
El majzén sabía que Sánchez estaba en sus manos y no se sentirá mínimamente satisfecho hasta verlo postrado ante Mohamed VI
Hemos de señalar que el 2 de mayo de 2022 (menos de dos meses después de la divulgación de la susodicha misiva), Félix Bolaños, ministro de Presidencia, en una rueda de prensa extemporánea, desvela que el teléfono móvil de Sánchez y el de la Ministra de Defensa Margarita Robles, habían sido infectados con el software Pegasus. Más tarde, trascendió que el móvil del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, también había sido infectado.
Se inicia una investigación en el Juzgado Central de Instrucción Nº 4 de la Audiencia Nacional, por posibles delitos de descubrimiento y revelación de secretos que, a día de hoy, sigue estancada.
Se tiene la sensación de que el Gobierno no está interesado en saber la verdad, al no utilizar la vía diplomática para agilizar la instrucción e insistir en que se conteste a las comisiones rogatorias enviadas por el juez instructor.
Según el Centro Criptológico Nacional (perteneciente al CNI), el terminal del presidente del Gobierno fue infectado por el programa Pegasus en dos ocasiones. La primera intrusión se produjo el 19 de mayo del 2021 (un día después de la visita de Sánchez y Marlaska a Ceuta, tras la entrada masiva de inmigrantes a la ciudad) y se extrajeron de su teléfono móvil 2,6 gigas de información. La segunda intrusión tuvo lugar el 31 de mayo de 2021 y se extrajeron del mismo 130 megas de información.
En el caso de la ministra Robles, se constató una sola intrusión en junio del mismo año y se extrajeron de su terminal 9 megas de información.
El 24 de enero de 2023, el Parlamento Europeo decide enviar a España una misión de eurodiputados, para requerir información al Gobierno por su falta de colaboración en el esclarecimiento del supuesto espionaje con el programa Pegasus.
Esta misión llega a España el 20 de marzo de 2023. No la recibe ningún miembro del Gobierno, a pesar de ser éste el primer afectado.
El 8 de mayo del presente año, la comisión de investigación sobre el caso Pegasus, después de un año de trabajo, emite un informe en el que apunta a Marruecos como el “posible” responsable del espionaje a los teléfonos móviles del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska.
El 19 de enero de este año, el Parlamento Europeo, por primera vez en 27 años, condena a Marruecos por la violación de derechos humanos y le sanciona, además, por fomentar una trama de corrupción (Marocgate) en el seno de las instituciones europeas.
Los eurodiputados socialistas españoles, aterrados por el majzén, no solo no tuvieron el valor de sumarse a la mayoría absoluta (356) que votó a favor de la resolución condenatoria; sino ni tan siquiera la decencia de camuflarse en la ambigüedad de la abstención, quedando marcados, ante todo el mundo, con la S escarlata de la sumisión y el servilismo.
Sánchez es un hombre con cierta carga de narcisismo, aderezada con una buena dosis de ambición
Solo estos tres episodios (cambio de postura con respecto al Sáhara, su falta de colaboración en la investigación del caso Pegasus y el voto de sus eurodiputados en contra de la resolución que condena a Marruecos por la violación de derechos humanos) bastan para advertir hasta qué punto, Pedro Sánchez está atrapado inexorablemente en lo más profundo de la telaraña del majzén, y ya no tiene escapatoria.
Sánchez es un hombre con cierta carga de narcisismo, aderezada con una buena dosis de ambición y, aunque no se puede decir que anda sobrado de talento, pudo haber brillado –ganas no le faltan y tenía mucha prisa por conseguirlo– y pudo haber salido, sino indemne, al menos no tan maltrecho del ataque de la araña majzení; pero le faltaba lo más importante: la honestidad probada y el altruismo incuestionable, únicos antídotos infalibles contra el veneno letal de la tarántula majzení.
El 28 de abril del presente año, sale a la luz otro negocio turbio del incómodo vecino del sur: Marruecos estaría exportando diésel a España, procedente de Moscú; a pesar de que desde el 5 de febrero pasado, la Unión Europea y Estados Unidos prohibieron cualquier importación de crudo desde Rusia (con motivo de la invasión de Ucrania). El Gobierno abre una investigación y pide ayuda a la Unión Europea.
Una muestra más de hipocresía y de incoherencia política. Europa, y principalmente España, son conscientes de que el noventa por ciento de los productos (de todo tipo) que importan de Marruecos es ilegal, ya que procede del Sáhara Occidental, un territorio ocupado militarmente, cuya población civil vive bajo la represión nazi del Majzén desde 1975.
Hubo un tiempo no muy lejano (aunque no lo parezca) en que lo único que se sabía de Marruecos en Occidente, era lo que reflejaba la imagen idílica de una palmera con una radiante puesta de sol como fondo, en una postal de vivos colores.
Hoy, en pleno siglo XXI, el Marruecos real ha quedado al descubierto: un país carcomido por severas crisis sociales, políticas y económicas (tan sucesivas, que se han cronificado); gobernado por una cruel oligarquía, cuyo único poder y fuerza, residen en haber creado un eficaz aparato represor, dotado de una maquinaria altamente especializada en el manejo de la propaganda; así como de un mecanismo profesional de extorsión, que usa, sin el menor escrúpulo, cualquier método (por muy inmoral y terrorífico que sea) para lograr sus objetivos; y que tiene ramificaciones (encubiertas) en las redes criminales de la tríada temible (narcotráfico-tráfico de personas-terrorismo).
La conclusión a la que se puede arribar después de esta exposición (que espero sea exhaustiva) de los hechos objetivos descritos, es que Marruecos, en 1975, no solo invadió y ocupó militarmente el Sahara Occidental, sino que también colonizó la élite política española. Llevó a cabo dos invasiones en una.
La diferencia radical que distingue ambas invasiones es que, mientras en el Sáhara Occidental, los saharauis se enfrentaron al enemigo en una guerra desigual (que continúan librando hasta hoy), para liberar la tierra que les vio nacer (y estos días se conmemora el quincuagésimo aniversario de su Frente Popular de Liberación); en España, la élite política se resignó y aceptó sin más el yugo alauí.
Abderrahman Buhaia es intérprete y educador saharaui.
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