El PSOE intenta salir de la depresión, recuperarse como puede del varapalo del 28-M, sacar fuerzas desde las entrañas, desde la "tristeza" y el dolor, como apuntaba gráficamente este sábado la presidenta en funciones de Baleares, Francina Armengol, arrasada en su comunidad, como tantos otros compañeros barones y alcaldes, por la ola azul de la derecha. Se dispone para la gran batalla final, la de las generales del 23 de julio. La jugada a todo o nada de Pedro Sánchez. El partido y la dirección van pertrechándose, poco a poco, para una campaña muy distinta, en fondo y tono, a la de las autonómicas y municipales. Mucho más emocional, ideológica, aunque también de contraste con el PP, y más mediática, con más protagonismo de las entrevistas y, sobre todo, de los debates. El presidente los va a buscar, todos los posibles, especialmente los cara a cara con Alberto Núñez Feijóo, porque considera que le "benefician" y porque le permiten polarizar con él, que es lo que persigue en este corto recorrido de siete semanas hasta las urnas. Polarizar para intentar captar todo el voto útil de la izquierda.
Con una campaña que oficialmente arranca el 7 de julio, con media España de vacaciones (o casi), y con las temperaturas muy elevadas, forzosamente el planteamiento del combate en las urnas será muy diferente, reconocen en Ferraz. No se prescindirá de grandes mítines, insisten, porque los socialistas aún conservan una gran capacidad de movilización —de la que dudan más en los territorios, por el fortísimo impacto del shock del 28-M—, pero la guerra, asumen, también ha de librarse en los medios. Por lo pronto, tanto Atresmedia, primero, como RTVE, después, han ofertado un cara a cara Sánchez-Feijóo y un encuentro a cuatro —los jefes de PSOE y PP, más Yolanda Díaz, como cabeza de cartel de Sumar, y Santiago Abascal, presidente de Vox—, y ahora serán los comités electorales de los partidos los que deberán ponerse de acuerdo.
En 2019, hubo dos debates a cuatro, en RTVE y Atresmedia, en los comicios de abril, y uno solo a cinco en las generales del 10-N, organizado por la ATV
"Nos gustan los debates", subrayan en Ferraz. Es decir, que los socialistas no los rehuirán porque consideran que son una herramienta clave en esta campaña de movilización de los suyos y de contraste con el PP. En la Moncloa subrayan que el cara a cara con Feijóo "beneficia" a Sánchez, como se demostró, creen, en los sucesivos duelos que ambos han mantenido en el Senado desde septiembre pasado. El presidente ha querido rivalizar con él allí, con el objetivo de "desnudarle", de desmontar su argumentación, y en su staff están convencidos de que en todos los encuentros salió bien parado frente al líder del PP. La obsesión de Sánchez era evidenciar que detrás de Feijóo no hay "nada", ni "proyecto", ni "equipo". Y hasta el bofetón de las municipales y autonómicas, los socialistas creían que habían ido recuperando fuelle, poco a poco, en detrimento del PP. Esa estrategia de buscar el cuerpo a cuerpo con el jefe de los populares es la que el PSOE quiere repetir ahora en la campaña del 23-J.
No sucedía lo mismo en 2019. Entonces, Sánchez quería un debate a cinco, con Pablo Casado (PP), Albert Rivera (Cs), Pablo Iglesias (Podemos) y Santiago Abascal (Vox). Pero la Junta Electoral Central lo prohibió porque el partido ultra no había obtenido representación suficiente en anteriores comicios. Tras maniobrar con RTVE para que emitiera el a cuatro, sin Vox, el mismo día que había previsto Atresmedia, finalmente cedió a la presión y rectificó. Al final, se programó un ida y vuelta: uno primero, el 22 de abril de 2019 en la corporación pública, y el segundo y último, al día siguiente, martes 23, en el grupo que integra a Antena 3, La Sexta y Onda Cero.
En el partido sí que advierten de que costará movilizar a las bases después del batacazo del 28-M, pero Ferraz no renuncia a los grandes mítines para el 23-J
En las generales del 10 de noviembre, Ferraz impuso sus condiciones: Sánchez solo participaría en un debate a cinco en terreno neutral. No habría dos encuentros porque la campaña era de una sola semana, al tratarse de una repetición electoral. El programa lo dirigió y organizó la Academia de Televisión (ATV), que aún preside la periodista María Casado, y lo emitieron RTVE y Atresmedia, y cada uno de los dos puso un moderador: Ana Blanco y Vicente Vallés.
Sánchez partía en 2019 como favorito y no quería arriesgar. Ahora parte por detrás en las encuestas y como defiende un veterano dirigente socialista, está obligado a "tomar la iniciativa, innovar y sorprender". Y ese objetivo se puede plasmar en los debates. Pero al final, que los haya, y en qué formato, no depende solo de la voluntad del presidente y de su equipo, sino del PP.
Todos los posibles
Fuentes del sector audiovisual consultadas por este diario confirman que el PSOE "querrá participar" en todos los debates posibles, y la previsión es que los populares los rehúyan, para no sobreexponer a Feijóo. La "lógica" indica, agregan, que el encuentro a cuatro lo ofreciera RTVE y el cara a cara, la privada (Atresmedia). En cualquier caso, la intención de Ferraz es potenciar el choque con Feijóo y con el PP. No solo con Sánchez, sino también, como avanzaba este domingo El País y confirmaron fuentes de la cúpula federal socialista, con otros miembros del Gobierno, como la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, puntal de su Ejecutivo y figura muy respetada de su equipo que con el tiempo ha cultivado y reforzado su perfil político.
Frente al dilema de "Sánchez o España" que pinta el PP, Ferraz incidirá en otra disyuntiva: "O Sánchez o Feijóo". "En estas elecciones", señalan, "no hay 'opción c"
En todo caso, la afinación de la estrategia del sanedrín electoral del PSOE llegará en los próximos días y semanas. De hecho, en las generales del 28-A de 2019, el culebrón se resolvió en plena campaña. Pero en el partido ya barruntan que el campo de juego del 23-J serán los medios. "Esto se jugará en un cara a cara, en un debate —asegura un secretario provincial de mucho peso—. Ahí se dilucidará todo, ahí se ventilará la campaña, porque ya no hay posibilidad de sorpaso a izquierda ni derecha. Hay que tener en cuenta que nuestra gente no está en tensión, y que los que han perdido están enfadados". En el comité electoral, no obstante, advierten de que no renunciarán a los grandes mítines, para mostrar su músculo frente al PP.
Lo que sí se tienen algo ya más claros son los contornos del discurso socialista. El PP busca el empujón final y continuará con su mensaje en negativo, diáfano y, a juzgar por los resultados del 28-M, exitoso hasta ahora: la "derogación del sanchismo". Ahora hiperbolizado con una disyuntiva básica: o Sánchez o España. Ferraz quiere llevar la elección a otro terreno: "O Sánchez o Feijóo". No hay más, defenderá: "Vamos a contraponer dos modelos de país y de sociedad antagónicos. En estas elecciones no hay opción c. Se trata de Sánchez o Feijóo".
En esta pasada semana, de las palabras del presidente y de sus portavoces se colegía que el PSOE había resuelto regresar al discurso del miedo a Vox para movilizar a los votantes progresistas. En los territorios no gustaba ese guion: no había funcionado ese discurso más que en abril de 2019, cuando estaba aún reciente en la retina de los ciudadanos la foto de Colón de Casado, Rivera y Abascal y la izquierda se activó de manera extraordinaria para frenar a la ultraderecha.
No se regresará al miedo a Vox: el PSOE es consciente de que no le ha funcionado. Sí opondrá las dos Españas
Pero en las generales de noviembre, que Sánchez persiguió para reforzarse, ya ese mensaje no caló. Vox se disparó hasta los 52 escaños y el PSOE y Unidas Podemos retrocedieron en escaños. El presidente se movió rápidamente y firmó con Pablo Iglesias una coalición en 48 horas. En las siguientes convocatorias, la agitación del miedo a los ultras tampoco operó. En las andaluzas de junio de 2022, de hecho, el voto útil fue a parar al PP de Juanma Moreno, que cosechó una mayoría absoluta histórica en el tradicional granero de apoyos del PSOE.
Sánchez determinó abandonar esa estrategia y abrazó la de una campaña en positivo, propositiva y desapasionada de cara al 28-M. Pero tampoco funcionó en una campaña turbulenta, a la contra desde el primer día, y tras la que las urnas dejaron patente la fuerza del antisanchismo y el rechazo, analizan los socialistas, a Podemos y al "ruido" constante que los morados han generado dentro del Gobierno, con errores insalvables como la ley del sí es sí.
"Esto va de España"
Pasada la primera semana tras el shock del 28-M, el discurso del PSOE se reajusta. Se opondrán dos imágenes, subrayan en la cúpula a este diario: "La mejor España, o una España que solo ellos ven, se imaginan y ejercen, esa España en la que solo caben ellos, y en la que tanta gente queda excluida". Se hará hincapié en el factor más emocional, sin dejar de reivindicar la gestión de esta legislatura al recordar la obra del Gobierno.
Los socialistas sí prevén una campaña "embarrada", como lo fue la del 28-M, con "ataques personales" al presidente, pero ahora sí los combatirán
"Esto va de España —explican desde Ferraz—. ¿Y cuál es la mejor España? ¿La que sube las pensiones un 8,5%, conforme al IPC, o la que no da a nuestros mayores un retiro digno? La mejor España la representa la mayoría, y es la que confiamos que se imponga en las urnas el 23 de julio. ¿La mejor España es el Gobierno de Castilla y León? Jamás. La mejor España es la que respeta a las mujeres y sus derechos, y no quiere tutelarlas como si esto fuese El cuento de la criada. Esto va de España. De la España que queremos para la próxima década. Si nos vamos a recorrer ese camino que hicieron Brasil y Estados Unidos, y ahora recorren Italia y Hungría. Donde ser gay penaliza. Donde abortar es un estigma. Donde la ciencia deja paso a mitos y leyendas. Donde el negacionismo climático es bandera, y defender el medio ambiente penaliza. La España mejor no va a dejar que todo eso ocurra en el Gobierno de España". Los socialistas, así, creen que "la mejor España" no va a permitir "un Gobierno con Feijóo de presidente, Abascal de vicepresidente, [Iván] Espinosa de los Monteros como ministro de Infraestructuras o Rocío Monasterio como ministra de Familia". En suma, la campaña socialista opondrá "la mejor España" frente a "la peor España", la "peor derecha".
En la dirección del PSOE aseguran que ya anticipan una campaña "absolutamente embarrada", como a su juicio lo fue la del 28-M, y se apoyan en los "ataques personales al presidente del Gobierno" que este domingo se podían leer en las cabeceras de "la derecha mediática". "No hay límites —denuncian—. PPVOX [sic] es un monstruo de dos cabezas que ya no se distingue. Azul y verde mezclados, y un tique electoral, Feijóo-Abascal, claramente dibujado en las municipales y autonómicas. Ahora disimularán un poco, para intentar engañar a los españoles, pero son el mismo partido con dos fórmulas de captación de voto. Con razón Vox es una escisión del PP". Son "la derecha extrema y la extrema derecha", según definió a ambos partidos Sánchez el pasado miércoles en el Congreso, ante sus diputados y senadores. El único tique que hay, creen, es el de PP y Vox.
Esta última semana, el PSOE ha desconcertado con vídeos muy agresivos contra el PP, que recordaban la imagen del dóberman que utilizó el partido contra José María Aznar en 1996. En Ferraz explican que esos vídeos solo tenían un propósito, "ganar tiempo" en una semana muy complicada para el PSOE. "El partido necesitaba una semana para rearmarse tras un mal resultado electoral. Es psicología de primero. Es necesario un duelo. Asumir el golpe, trabajar un buen diagnóstico, empezar a poner las bases de la nueva campaña… Todo un trabajo que se hace puertas adentro y que podría haber provocado una sensación de vacío mediático que hubiese sido aprovechado por los habituales espacios de soporte al PP en los medios para hablar de un PSOE en la lona. Pero optamos por lo contrario, por salir al ataque".
En Ferraz aseguran que la campaña en negativo de la última semana, más agresiva, era solo una estrategia para "ganar tiempo", para rearmar al partido tras el "duelo" de los comicios del 28-M
Y creen en la cúpula que la estrategia resultó exitosa por su impacto: 11,4 millones de visualizaciones solo en Twitter, además de los debates en las tertulias y las referencias en los medios. En la dirección sostienen, no obstante, que no se trata de una "campaña sucia" contra el PP, porque no se cae en "mentiras, fake news o ataques personales", ni se llega al extremo al que llegó el senador Pedro Rollán, dirigente de la cúpula de Feijóo, que señaló en plena campaña del 28-M que la ley de vivienda se levanta sobre las cenizas del atentado de ETA de Hipercor.
En resumidas cuentas, a partir de ahora, explican quienes interlocutan con el presidente, "la idea es insistir en los dos caminos a seguir en el futuro a partir de la experiencia de esta legislatura, y luego estar presentes ante los medios para buscar el máximo de ventanas posibles para extender su discurso". Y, a diferencia de lo que ocurrió el 28-M, se responderá a los "ataques del PP", sin dejar que se instalen los "marcos y bulos" de la derecha.
En principio, lo que sí se mantendrá en la campaña del 23-J es el vacío al socio del Ejecutivo. Sánchez ya no hará tándem con Yolanda Díaz. Ni dibujará una elección doble: o la coalición de la izquierda o la de derecha, porque Sánchez intenta resguardar a su partido y dejarlo en la mejor situación. Así, el dilema que pinta es el PSOE contra lo que entiende como el conglomerado "PP-Vox". Su estrategia es polarizar con Feijóo. Su modelo de España frente al que defiende la derecha.
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