El PSOE hace de PSOE. Como tantas otras veces, como siempre ocurre cuando se acercan las elecciones. Apretar los dientes, aparcar las diferencias y apretar el botón de la unidad interna. La prioridad es ganar, ganar los comicios, y todo lo demás es secundario. Las guerras internas, si las hay, si los resultados son malos, si las expectativas no se cumplen, ya vendrán después. Solo después, no antes. El PSOE sabe ponerse la coraza y activar, con más o menos dificultades, su poderosa maquinaria electoral, y capear el temporal. Aguantar hasta la apertura de las urnas.
El comité federal de este sábado, reunido en Ferraz para aprobar las listas definitivas al Congreso y al Senado —y lo hizo por unanimidad, y a mano alzada— evidenció esa pulsión de supervivencia del partido. Arrancó revuelto, con las descargas de tensión previas por la confección de las candidaturas y el choque de Ferraz con varios de sus barones, pero concluyó con las aguas de nuevo más serenadas y con cierre de filas en torno a su líder y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Pero él y todos, y eso se percibía en el ambiente, más sombrío que antes del 28-M, eran conscientes de que la unidad ya es un punto más quebradiza. Y si la Moncloa se pierde y se firma un mal resultado, el partido se abrirá otra vez en canal y se preparará para una nueva guerra civil. O, mejor, para nuevas guerras civiles, en plural, porque no solo estará en juego el trono de Ferraz sino las múltiples sedes vacantes en los territorios por el tsunami de la derecha en las autonómicas y municipales.
En el día después también piensa Sánchez, al conformar un grupo enteramente suyo
Sánchez ha priorizado rodearse de un equipo enteramente suyo en las Cortes que emerjan del 23-J, por lo que pueda pasar. Ministros, altos cargos, miembros de su ejecutiva y dirigentes afines nutrirán las filas del grupo parlamentario, convertido en una suerte de refugio también para aquellos que en días, semanas, perderán el poder. Pero el empeño del presidente le llevó incluso a dictar cambios de última hora, en la comisión federal de listas del viernes, en Comunidad Valenciana, Aragón, Castilla y León, y a intentarlo, para luego rectificar, en Castilla-La Mancha. La temperatura interna subió de inmediato y la tensión amenazaba con cubrir de nubes la reunión del comité federal de este sábado.
Los presidentes Emiliano García-Page y Javier Lambán, los dos barones más críticos con Sánchez, optaron por plantar al jefe del Ejecutivo y no viajar hasta Madrid. Lo mismo hizo, porque "no estaba el horno para bollos", resumían en su entorno, Óscar Puente, alcalde saliente de Valladolid y secretario provincial del partido. García-Page no añadió más gestos a su deliberada ausencia, pero el jefe del Ejecutivo aragonés, ya muy debilitado porque será desalojado del Gobierno autonómico, sí mostró su disconformidad en redes sociales. Los candidatos lambanistas renunciaron a formar parte de las listas. También dimitieron en bloque los componentes de la plancha electoral de Ávila.
El 'president' valenciano indica que los valores en los que cree son los de la "unidad" y la "humildad", no del "narcisismo" y la "soberbia". Tudanca se confiesa "indignado"
El valenciano Ximo Puig y el castellanoleonés Luis Tudanca sí acudieron a "dar la cara" y mostrar su malestar ante el máximo órgano de dirección. El president, de forma más templada tanto fuera, ante los medios, como dentro, ante sus compañeros. Señaló que se siente refrendado por sus ciudadanos, que le han hecho subir en votos y escaños este 28-M, y que serán los valencianos los que decidan su futuro. Quien "toma la decisión" de los cambios en las listas "es quien la tiene que explicar", sostuvo lacónico y sin hurgar más en la herida, aunque sin privarse de subrayar que los valores que mamó del PSOE eran los de la "unidad" y la "humildad" y no los de la "soberbia" y el "narcisismo", un mensaje a navegantes que, advertían en su entorno, aludía más a los barones provinciales de Valencia y Alicante que le están moviendo la silla con la anuencia de Ferraz que al propio Sánchez. Puig, en cualquier caso, no quiso echar más sal a la herida y reiteró que afronta el 23-J con "ánimo positivo" porque estas elecciones serán "definitivas" para el futuro del país. "En este momento lo más importante es el proyecto, lo que nos jugamos", alertó.
Tudanca, "defraudado" e "indignado"
Tudanca, barón sanchista indubitado, no se mordió la lengua ni quiso ocultar su consternación por las modificaciones en sus candidaturas: se sentía, dijo, "enormemente decepcionado", "indignado" y "defraudado". Pero, aun así, prometió, remará a favor de Sánchez y emplearse "a fondo" en la campaña. "Este país se juega muchísimo, y si alguien lo sabe bien somos los que llevamos un año sufriendo un Gobierno del PP y Vox en Castilla y León. Eso es lo más importante hoy, hasta el 23 de julio", insistió.
Ahora estamos a lo que estamos. Luego ya se verá, como todo en la vida", dice un barón. "La gente está en la clave de que hay que seguir gobernando", asegura otro líder territorial
Las palabras y las ausencias en la entrada de Ferraz, aunque elocuentes, ya quedaban un peldaño más abajo en la escalera de tensión. Y esta acabó disolviéndose una vez que arrancó el comité federal. Sánchez celebró primero el acuerdo de Sumar y Podemos alcanzado el viernes y enseguida pidió a los suyos que se pongan manos a la obra, ya que para que "el progreso se imponga sobre el retroceso, la primera condición es que el PSOE salga unido, valiente y potente". El presidente incidió en que el partido puede lucir su "balance excepcional" en el Gobierno, reivindicar con "orgullo legítimo" la "hoja de servicio" de estos cinco años. Sacar pecho de proyecto y equipo frente a una derecha obsesionada por el "bloqueo" y la "deslealtad". "Nosotros tenemos a Nadia [Calviño] y ellos no tienen a nadie", resumió, buscando el juego de palabras. La economía, abundó, "va como una moto". Ni asomo de autocrítica o una explicación de por qué cree que su partido se hundió el 28-M. Un relato que oficialmente Ferraz no ha construido aún, ni lo hará hasta que no pasen las generales.
Porque Sánchez buscaba que los suyos no se rindan ni bajen los brazos. "La victoria es posible", les insistió. Su discurso de arenga, de nuevo de coach, contrastaba con los rostros graves de sus compañeros, los aplausos, muchos, sí, pero ayunos de euforia. El shock del 28-M ha sido masivo y los cuadros aún están "dolidos" por la enorme pérdida de poder institucional: solo quedarán tres presidentes autonómicos en pie (Castilla-La Mancha, el único con mayoría absoluta, y Asturias y Navarra, con pactos) de los nueve que había hasta ahora, y numerosos alcaldes socialistas se han visto derribados. Ahora, insistía en los pasillos de Ferraz una baronesa autonómica, el reto está en convertir esa tristeza y desánimo en impulso para "girar" y coger ganas en la campaña. La sensación que trasladaban varios miembros del comité a la salida es que, pese a las dificultades, "hay partido". Que, como manifestaba un alcalde, "hay posibilidades reales" de conservar el Gobierno, "y hay que centrarse en eso".
En los territorios, que son los que han sufrido el severo castigo de las urnas, se percibe una mayor atonía y desazón, un punto más de pesimismo que en Ferraz, aunque todos saben que el 23-J puede deparar un mal escenario. Pero combatirán para impedirlo. "La gente está en la clave de que el 24 de julio hay que seguir gobernando", señalaba un barón autonómico. "Ahora estamos a lo que estamos. Pedro se crece ante la adversidad —indicaba otro—. Y luego todo se verá, como todo en la vida. Yo noto el ambiente mucho más calmado después de comité que antes". "Muy tranquilo con respecto al ruido de alrededor", apuntaba un tercero. "El partido sale más fuerte de este comité, dispuesto a trabajar desde ya para ganar las elecciones", rubricaba un secretario provincial.
A intentar subir el ánimo contribuyeron las palabras de Sánchez en su intervención inicial, en abierto, el discurso enérgico y muy aplaudido del líder del PSE, Eneko Andueza, la apelación a la "lealtad" del presidente extremeño en funciones, Guillermo Fernández Vara, o los "capones" de algunos de los intervinientes a Lambán y Page por airear sus discrepancias en público y no expresarlas en los órganos de dirección, "dando la cara".
Vara llama a la "lealtad" y varios intervinientes dan "capones" a Lambán y Page por airear sus discrepancias en público y no ir a los órganos
Fueron 21 los miembros del comité que tomaron la palabra. Y la tensión no se desbordó, según el relato que trenzaron posteriormente distintos asistentes. Puig sí deslizó su malestar por las listas, de manera "elegante", y dejó un mensaje en clave interna, al recordar sus "41 años de militancia" y su propósito de "seguir trabajando" como ha hecho siempre —es decir, que no dejará las riendas del PSPV, que no se irá, un aviso a sus potenciales sucesores—. Y Tudanca reconoció su enfado por los cambios en las candidaturas de Castilla y León, en tono "educado pero contundente", "correcto", "sincero", según lo describieron sus compañeros.
"Sé que dejaré de ser presidente, pero no será el 23-J"
Sánchez lograba así esquivar el primer conato de bronca interna que ha sufrido desde que recuperó las riendas del PSOE en las durísimas primarias de 2017. Desde entonces, su autoridad apenas ha sido contestada, menos aún desde que accedió a la Moncloa. Pero ahora está más debilitado. De ahí que de manera soterrada lata en el partido el debate sobre el día después, sobre qué ocurrirá si se pierde el Gobierno central, el último gran resorte de poder del PSOE tras la debacle del 28-M. Y en ese escenario el partido puede sufrir. "Yo intentaré recuperar mi territorio, a mí no me van a encontrar en guerras destructivas internas", avisaba de antemano una dirigente territorial derrotada, haciéndose a la idea del panorama post-23J.
Sánchez asegura que el miedo a Vox no será el corazón de la campaña y lanza un aviso a los críticos con él: "Las cosas se dicen aquí", en los órganos
Consciente de que el tiempo se detiene ahora hasta las elecciones, que lo que se extiende hasta entonces es una tregua, Sánchez, ya a puerta cerrada, en el cierre del comité, dijo a sus compañeros que antes o después se irá, pero no ahora: "Sé que dejaré de ser presidente del Gobierno, pero no será el 23-J", porque no percibe un "cambio de ciclo", sino "nobleza y verdad" en el mensaje de los socialistas. El líder del partido contestó a los que en la tribuna expresaron su temor a que el miedo a Vox sea el eje de la campaña: ese no será el corazón del discurso, sostuvo, pero el PSOE "no puede dejar de decir a la gente lo que representa esa opción". Lo que sí que hará el partido es hacer campaña por "la mejor España, por el orgullo por la transformación alcanzada en circunstancias muy difíciles". "Hemos subido 8.000 metros todos los días en estos cinco años", observó. Y en una respuesta claramente dirigida a Lambán y a Page, y a los que en el comité se quejaron de ellos, Sánchez advirtió: "Las cosas se dicen aquí". En los órganos. No fuera de ellos.
La dirección salió aliviada por el transcurso de la cita en Ferraz, porque el partido salió "unido a piñón" y con las pilas puestas para afrontar la campaña. Pero este viaje del 23-J tendrá poco que ver con el del 28-M. La cúpula está diseñando una campaña mucho más "mediática" y con menos mítines.
Por varias razones. La primera, por la falta de músculo en los territorios, porque sus cuadros y bases están "agotados", admitía un responsable autonómico, tras unas autonómicas y municipales en las que se ha exprimido a tope la maquinaria. Influye asimismo la agenda internacional de Sánchez, que aunque reducida al mínimo, deberá atender al asumir España en julio la presidencia de turno de la UE. Y también porque el trayecto final coincide con las vacaciones de verano de parte del país y unas previsibles altas temperaturas. Sánchez se desplegará en entrevistas y, si acepta el PP, debates, aunque no renunciará a algunos mítines. "Unos 10 o 12 entre precampaña y campaña, potentes de gente", dicen en Ferraz, donde ya advierten que el calor hará que se tengan que celebrar esos actos ya por la noche.
La campaña será más "mediática", con entrevistas y debates del presidente y con "unos 10 o 12 mítines" en total, por la dificultad del PSOE para movilizar
En el equipo de Sánchez daban por cerradas las turbulencias de las últimas horas a cuenta de las listas. No tendrá más recorrido, creen, y el debate se ahogaba en el comité. Superada la fase interna, comenzará a reactivarse el engranaje electoral. El lunes, el partido presenta la primera parte de su programa, la del área económica, que defenderá la vicepresidenta primera, Nadia Calviño. El PSOE enciende el piloto automático hasta el 23-J. Después, se remansará si la Moncloa se retiene. De lo contrario, llegará la tormenta interna. Más intensa si los resultados son insalvables.
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