Es un enredo de alianzas explícitas, implícitas, ‘gratuitas’ y no correspondidas. Todas buscan un mismo objetivo, evitar que EH Bildu alcance el poder o que la izquierda abertzale se lo arrebate a ellos gracias a sus alianzas. El ‘cordón sanitario’ en el que PNV, PSOE, PP y UPN participan tiene como particularidad un singular entendimiento no escrito entre la ‘derecha’ y la izquierda difícil de encontrar en otros lugares. Es el rechazo a Bildu, por razones diferentes en cada caso, el que lo ha permitido en Euskadi y Navarra. En unos casos lo mueven “razones democráticas” relacionadas con su pasado de apoyo a ETA y su presente de condena pendiente, y en otros la motivación llega impulsada por un intento de frenar la expansión de un adversario directo o la necesidad de abrir una zanja de urgencia que lo aleje del escenario cercano.
En la operación a distintas bandas en las que están implicadas todas estas formaciones para frenar a EH Bildu está en juego ostentar el poder de más de una docena de consistorios y otras instituciones. Un juego de ‘alianzas’ no escritas, compromisos, ofrecimientos y, en algún caso, de pactos firmados que conllevan contraprestaciones cuya negociación se ultima antes del próximo sábado, fecha de constitución de los ayuntamientos.
En Navarra el Ayuntamiento de Pamplona es la pieza de ‘caza mayor’ que socialistas y las formaciones de la derecha quieren evitar que caiga en manos de la izquierda abertzale. UPN se impuso en las elecciones pero el apoyo del PP no bastará para la alcaldía. El Partido Socialista de Navarra reiteró ayer tras reunirse con EH Bildu en el Parlamento que no habrá intercambio en Pamplona y que no apoyará a Bildu. Días antes hizo lo propio con UPN, con quien evitó concretar ningún entendimiento.
La cuestión es que en otros cuatro municipios navarros el PNV (a través de Geroa Bai) y el PSOE tendrán en su mano la decisión de facilitar la alcaldía a UPN para evitar que la ocupe EH Bildu.
Apoyos firmados, apoyos 'gratis'
En Euskadi ambas formaciones, socialistas y jeltzales, han dejado por escrito su compromiso de unir las fuerzas para ello. En la vecina Navarra el compromiso del PSN no está plasmado en ningún documento. El movimiento en este caso está motivado más por el daño que pueda provocar coquetear en público con la izquierda abertzale y no impedir, teniéndolo en su mano, que la coalición de Otegi engorde su poder, pese a que ello suponga facilitárselo a UPN.
En la localidad de Estella el PSN o Geroa Bai, además del PP, tendrán en su mano aplicar el 'cordón sanitario' a Bildu. Sucede lo mismo en el Valle de Egües; en Tafalla socialistas y nacionalistas moderados deberán facilitar al candidato de UPN el camino si no quieren ceder el consistorio a Bildu. En Barañain bastará que el PSN no se oponga al candidato de la derecha.
En Euskadi estas últimas horas las delegaciones de los partidos políticos exploran fórmulas para evitar daños no deseados. El PSE y el PNV hace días que sellaron la reactivación del acuerdo de gobernabilidad que firmaron en 2015. Ambos partidos se entienden desde entonces en forma de gobiernos de coalición. Una coalición que, por ejemplo, EH Bildu ocupe las alcaldías de localidades como Legutio o Legazpia. Sin embargo, los resultados del 28-M supusieron un revés en sus cuotas de poder. En algunas instituciones les obliga a depender del PP. Los populares ofrecieron pocas horas después del escrutinio su apoyo para evitar que EH Bildu llegara a las alcaldías o a las presidencias de las diputaciones. Ahora, los contactos entre el PP y el PNV intentan encontrar una fórmula favorable entre ambas partes, maximizando réditos y minimizando el desgaste. Alava es por ahora en feudo en el que ambas formaciones más se necesitar para parar a EH Bildu en beneficio recíproco.
El primer ofrecimiento del PP fue ‘gratis et amore’. El segundo reclamaba coherencia en forma de compensación al PNV en aquellos lugares donde el PP podría tener alguna alcaldía. Los populares recordaron que la estabilidad de la legislatura en estos municipios estaba en sus manos y que podría estar condicionada por la 'contraprestación' del PNV. El presidente del PP alavés, Iñaki Oyarzabal aseguró ayer en Radio Euskadi que tanto el PNV como el PSE les han pedido sus votos allá donde son determinantes. Sin embargo, a falta de una respuesta definitiva, Oyarzabal cuestionaba que "nos están pidiendo los votos a nosotros pero luego pactan con Bildu para quitarnos en otros lugares? Es necesario una poco de coherencia". El PP insiste en que debe ser tratado con "respeto" y recuerda que la gobernabilidad en muchas instituciones y ayuntamientos dependerá de sus votos.
La resistencia de Sabin Etxea a compensar los votos clave de los populares en alcaldías como la de Vitoria –para evitar el Gobierno de Bildu y cederla al PSE- o en la Diputación de Gipuzkoa –donde pese a vencer Bildu gobernará el PNV- se han ido flexibilizando. Verse implicado en un acuerdo que beneficiara al PP en plena precampaña por el 23-J parecía un desgaste innecesario. Todo apunta a que el PNV pueda reconsiderar su negativa a facilitar que el PP ocupara las alcaldías de Laguardia y Labastida, los dos principales municipios en los que se impuso en los comicios locales. El PNV contempla facilitarla al menos en una de ellas.
Motivaciones distintas
El diálogo discreto entre el PP y el PNV ya está en marcha a nivel local. En algunos municipios los contactos se han producido sin que por el momento las posiciones definitivas hayan trascendido. El respaldo del PP es necesario en municipios como Durango, en Bizkaia, donde su único concejal puede evitar que Bildu se mantenga en el poder y pase a ocuparlo el PNV. El PP también puede facilitar los consistorios de Oyón, Zigoitia o Kuartango, en todos los casos para que el PNV se haga con los ayuntamientos.
En este juego de alianzas y entendimientos discretos entre formaciones las motivaciones no coinciden, no al menos en lo esencial. El PP ha convertido su oposición a la izquierda abertzale y a su proceso de ‘blanqueamiento institucional’ en uno de los ejes de su mensaje electoral. Los mejores resultados logrados el 28-M le han permitido convertirse en una formación con un peso determinante en instituciones relevantes del País Vasco y Navarra, una capacidad de la que carecía en los últimos años.
En el caso del PNV, el desgaste electoral en un contexto de impulso de EH Bildu le fuerza a no perder poder institucional para el próximo periodo político. Poder perder los gobiernos de la Diputación de Gipuzkoa o de municipios relevantes como Durango hubiese sido doloroso. EH Bildu cuenta con alrededor de un centenar de alcaldías. Por último, el PSE logra no sólo consolidar con el PNV su entendimiento sino mantener la cuota de poder significativa que le permiten los acuerdos de coalición. A ello suma la posibilidad de desmarcarse, en vísperas del 23-J, de la imagen de sintonía con EH Bildu que los acuerdos a nivel nacional han generado y que tanto desgaste le han provocado en los últimos comicios.
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