Quienes han trabajado con él coinciden al describir a Agustín Santos Maraver como “un gran servidor del Estado, leal y muy tolerante”. Un tipo hasta ahora discreto que alcanzó su cénit profesional como jefe del gabinete de Miguel Ángel Moratinos y que había resistido como embajador de España ante la ONU desde la llegada de José Manuel Albares, con quien no tenía sintonía. Militante de Izquierda Unida, sus críticas furibundas a Estados Unidos, la OTAN y “el régimen del 78” vertidas bajo seudónimo han causado sorpresa en la carrera diplomática y se añaden a la sombra que proyectan sus actos en el conflicto del Sáhara, uno de los asuntos más sensibles de la política exterior española.

Ambas aristas son interrogantes que le esperan a Santos Maraver a su regreso a España, tras ser designado por Yolanda Díaz como número dos en la lista de Sumar por Madrid. Su cese como jefe de la legación española en la ONU, hecho público este miércoles, abre la puerta a las explicaciones. Así lo entienden al menos fuentes cercanas al Frente Polisario, que le piden que aclare su posición en el contencioso: la que escenificó en las gestiones por la huelga de hambre de Aminetou Haidar en 2009 y la que ha mantenido en los dos últimos años, cerrando la puerta de la embajada a activistas y observadores españoles en el Sáhara; o la supuesta simpatía hacia la causa saharaui de la que hizo gala en una entrevista que publicó la revista de análisis de cuyo comité de redacción forma parte y en la que escribe habitualmente bajo el seudónimo de Gustavo Buster.

Ha estado aplicando la posición negativa que España ha jugado en la ONU

Fuentes diplomáticas del Polisario recuerdan que desde el cambio de posición del Gobierno de Pedro Sánchez en el conflicto de la ex colonia española, en marzo de 2022, Santos Maraver ha ejecutado las directrices dictadas desde Madrid. “Ha estado aplicando la posición negativa que España ha jugado en la ONU, rechazando la labor de derechos humanos de la Minurso (la misión de la ONU para el Sáhara). Ha estado más preocupado de las inquietudes de Marruecos que las del pueblo saharaui a pesar de los compromisos y responsabilidades que España tiene con los saharauis como potencia administradora”, replica un diplomático saharaui.

Desde el giro copernicano, el Polisario no ha tenido interlocución con el fichaje estrella de Díaz para el proyecto que aglutina el espacio a la izquierda del PSOE. De ahí que fuentes próximas al movimiento nacional de liberación saharaui le exijan ahora su pronunciamiento. Que se reafirme en lo que ha sido la política exterior española en los dos últimos años, con Albares al frente del ministerio y su alineamiento con el plan de autonomía marroquí, o que apoye el derecho a la autodeterminación, la posición tradicional de Izquierda Unida y la que Sumar ha incluido en los primeros esbozos de su programa, resultado de los grupos de trabajo sectoriales que ha conformado en los últimos meses.

Oportunidad para exhibir contradicciones

Desde las filas saharauis se reconoce incluso que la inclusión de Santos en las listas de Sumar puede ser una oportunidad para arrojar luz sobre el volantazo de Sánchez que quebró 47 años de neutralidad activa en el contencioso, un política de Estado consensuada por sucesivos gobiernos de distinto signo, y dejar al descubierto las contradicciones de la política exterior española reciente. La disyuntiva, subraya, es clara: debe decir públicamente si está a favor de una autonomía o de la vía de la autodeterminación, la opción defendida por el PSOE o la dictada por el derecho internacional y las resoluciones de la ONU.

Aminetu Haidar, activista saharaui, conversa con Agustín Santos durante la huelga de hambre en 2009.
Aminetu Haidar, activista saharaui, conversa con Agustín Santos durante la huelga de hambre en 2009. | EFE

Más allá de la oferta que Santos ofreció a Haidar en calidad de emisario de Moratinos para poner fin a su huelga de hambre en 2009, solo se conoce la posición que el entonces jefe de gabinete fijó en una entrevista publicada semanas después de aquel episodio en Sin Permiso, una revista de crítica al “capitalismo contrarreformado, desregulado, remundializado y reliberalizado del siglo XXI”. “La huelga de hambre de Haidar ha servido para abrir una nueva estrategia por la autodeterminación. (…) Esa estrategia requiere el apoyo en el Sáhara Occidental de un movimiento civil lo más amplio y unitario posible por los derechos del pueblo saharaui. Aminetu Haidar, que es una saharaui de origen marroquí, es el mejor símbolo de esta nueva estrategia”, declaró entonces.

Es de los diplomáticos españoles que mejor conoce al Polisario

Fuentes diplomáticas españolas consultadas por El Independiente consideran que Santos, que cumple los 68 años el próximo agosto, es uno de los diplomáticos españoles que más ha cultivado las relaciones con los saharauis. En especial, con Bujari Ahmed, un histórico del Polisario que hasta su fallecimiento en 2018 fue representante del movimiento ante la ONU. “Nunca ha escondido sus preferencias. Una cosa es dónde está el corazón y otra la cabeza. Es de los diplomáticos españoles que mejor conoce el Polisario”, replica un diplomático español. A diferencia de Albares, alega esta fuente, “conoce perfectamente el dossier”. “Conoce la perspectiva saharaui, la comprende y la comparte, pero también la marroquí. La política exterior española tiene que casar ambas perspectivas y buscar un equilibrio difícil. Cuando fue jefe de gabinete y se ocupó de todo esto, no se rompieron las relaciones con Argelia”, desliza en una pulla abierta al actual ministro de Exteriores.

El destino volverá a unir a ambos en el Congreso de los Diputados. Albares concurre como número cinco del PSOE en la plancha de Madrid, tres puestos por debajo de Santos en la de Sumar. “Santos es sólido y bueno argumentando. Será llamativo ver cómo le da mil vueltas como parlamentario a Albares”, desliza un diplomático español. Otros funcionarios de carrera consultados recuerdan el encontronazo que protagonizaron ambos cuando, poco después de ser nombrado ministro, Albares visitó Nueva York acompañado de una de sus asesoras. “Albares llegó rechazando cualquier consejo. A su vuelta a Madrid cesó a casi todo el equipo de la misión en la ONU. No se atrevió con Santos”, evoca uno de los diplomáticos.

Opiniones bajo seudónimo

Una de las consecuencias que ha causado su irrupción en política es la difusión de sus posiciones políticas expresadas con nitidez bajo el seudónimo de Gustavo Buster en Sin Permiso. Curtido en el movimiento estudiantil contra Franco, Santos no ha ocultado unas posiciones políticas que algunos de sus correligionarios en el ministro tildan de “extremistas”. Denuncia, por ejemplo, “una OTAN que ha sido y sigue siendo una de las causas centrales de inestabilidad geopolítica en Europa desde que se creó para la Guerra Fría y cuyo sueño de la razón hegemónica ha producido el monstruo de pesadilla del 'imperialismo oprimido' ruso” y se despacha incluso contra el Gobierno de coalición. “Un progresismo arbitrista entre las clases, que ha respetado los límites impuestos por el régimen del 78, el consenso de Bruselas y la geopolítica de la OTAN”, escribe.

“Los síntomas tóxicos del régimen del 78 se extienden, minando gravemente la salud del paciente, sin que éste recupere las fuerzas suficientes para oponerse de una vez por todas a las sangrías que le practican unos curanderos con pretensiones de tecnócratas”, desliza en uno de sus últimos artículos. Algunos de los diplomáticos españoles consultados reconocen su consternación porque, “aunque la libertad de expresión no delinque”, sus declaraciones fueron vertidas mientras se desempeñaba como funcionario público. “Hay un compromiso de neutralidad en el comportamiento, un principio de obediencia al sistema y una obligatoriedad con los principios constitucionales. Nunca se había producido una ruptura tan flagrante del sistema y el orden constitucional”, aduce uno de los consultados.

Una vez aterrice en Madrid, Santos -que ha pasado por las embajadas de España en Pekín (China), La Habana (Cuba), Washington DC (EE.UU.) o Canberra (Australia)- deberá definirse. Los saharauis aguardan su posición. "Todo lo que ha hecho corresponde hasta ahora a la política de los socialistas. Tendrá que disipar dudas. O la ONU o la postura de Sánchez. Si opta por el segundo caso, la sombra de la duda acompañará a un proyecto como Sumar", advierten.