A menos de 48 horas para la constitución del Ayuntamiento de Barcelona, Xavier Trias parece tener la alcaldía de la capital catalana más cerca que nunca mientras la izquierda se desgasta entre vetos cruzados. El candidato del PSC, Jaume Collboni, lanzó este jueves un órdago a Ada Colau: Gobierno compartido en la ciudad para evitar "el frente independentista" de JxCat y ERC. Pero PSC y Barcelona en Comú (BeC) no suman los 21 ediles necesarios para desbancar a Trias.
Apenas dos horas después, los comunes respondían rechazando cualquier pacto que no incluya a Esquerra. Lo contrario supone depender del PP. "No haremos ningún acuerdo que implique al PP" advirtió el número dos de Colau en el Ayuntamiento, Jordi Martí. "Cada día que pasa y que el PP pacta con Vox se confirma que no tenemos nada que hacer" con los populares.
Maragall veta al PSC también con Trias
Mientras, Trias y Ernest Maragall avanzan en sus negociaciones. Como ganador de las elecciones, el candidato de JxCat será alcalde en segunda vuelta, incluso con sus 11 ediles, siempre que no haya otra candidatura alternativa que sume los 21 regidores de la mayoría absoluta.
Pero los republicanos han reclamado desde el día después de las elecciones asiento en el nuevo gobierno local. Una reclamación avalada por el portazo de Collboni a pactar con Trias, la opción favorita para el alcaldable de JxCat. JxCat y PSC sumarían la mayoría del pleno municipal, por lo que un pacto de esta índole daría estabilidad al gobierno local.
Mientras Collboni se dirigía este jueves a los cargos electos del PSC en Barcelona, Junts y ERC avanzaban en sus negociaciones y los republicanos ponían su particular línea roja sobre la mesa: Veto a la entrada del PSC en el gobierno de Trias durante todo el mandato. Uno de los temores de Esquerra es que la negativa actual del PSC se convierta en buena predisposición en unos meses, cuando hayan pasado las elecciones generales y Trias necesite aprobar sus primeros presupuestos.
Geometría variable
Los socialistas abogan por un gobierno local con los comunes y la investidura de Collboni con los votos de los 4 ediles del PP. Pero Ada Colau ha dejado claro que no quiere apoyarse en los populares. La líder de los comunes defiende reeditar el tripartito en el Ayuntamiento integrado por PSC, BeC y Esquerra. Pero Maragall ya cerró esa puerta durante la campaña, y no está dispuesto a abrirla.
De hecho, prácticamente la única localidad en la que se está respetando el llamamiento a la unidad independentista de Pere Aragonès es Barcelona. Los republicanos no están dispuestos a participar en una maniobra similar a la que expulsó a Maragall de la alcaldía hace cuatro años. Especialmente porque con 5 ediles sería, en el mejor de los casos, el socio menor de un gobierno polarizado por socialistas y comunes.
Colau llegó a ofrecer esta semana una alcaldía compartida con Collboni y Maragall, pero tanto el socialista como el republicano descartaron la oferta sin prácticamente tomarla en consideración.
Presión de Collboni
Este jueves era Collboni quien elevaba la tensión sobre la alcaldesa en funciones, ofreciéndole la entrada en el gobierno local. En los últimos días el líder del PP en Barcelona, Daniel Sirera, se había declarado dispuesto a apoyar la investidura de Collboni, pero la línea roja fijada por los populares era, precisamente, la entrada de los comunes en el gobierno local.
Desde el PSC, sin embargo, argumentan que se trataría de un gobierno más estable, con 19 regidores frente a los 16 que sumarán JxCat y ERC. "Lo que tenemos ante nosotros es un acuerdo entre Trias y ERC para un frente independentista en Barcelona" argumentaba ante los nuevos ediles y consejeros de distrito del PSC.
"Si esto se confirma, Barcelona tendrá un gobierno en minoría incapaz de gobernar y volverá a una pantalla pasada, la política de bloques" se lamentó el socialista para defender su propia candidatura. En este contexto, insistió una y otra vez en que "el sábado solo hay dos opciones, Trias o Collboni".
El socialista presenta la investidura como "la segunda vuelta" de las elecciones municipales para forzar a los comunes a apoyarle, convencido de que Colau difícilmente se integraría en un gobierno local como simple teniente de alcalde tras ocho años al frente de la corporación municipal.
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