Muchos menos mítines y a cambio una presencia mucho más intensa en los medios de comunicación. Esa es la viga maestra que sustenta la campaña de Pedro Sánchez para las elecciones generales del 23 de julio. El presidente, pues, va a sobreexponerse, a multiplicar sus paradas en periódicos, radios, televisiones. Pero esta vez, a diferencia de lo que ha ocurrido durante la legislatura, se someterá al escrutinio de medios adversos, de líneas editoriales conservadoras y abiertamente críticos con el Gobierno. Este lunes fue entrevistado por Carlos Alsina en Onda Cero, pero habrá más. Por lo pronto, el próximo martes, 27 de junio, pasará por El hormiguero (Antena 3), al que no iba desde 2016, antes de alcanzar la Moncloa, y es previsible que acuda pronto también a El programa de Ana Rosa (Telecinco) o Espejo público (A3). El jefe del Ejecutivo no quiere desaprovechar ninguna ventana, tampoco aquellas de puro entretenimiento, que le permita explicar su discurso (y atraer) a posibles votantes más templados y de paso, recalcan en Ferraz, "tumbar mantras del PP".
La gira mediática del presidente arrancaba este domingo con una entrevista en El País, a la vez que el primer mitin de la precampaña, en una plaza fetiche para él y para su partido, Dos Hermanas (Sevilla). Pero era para él una prueba más dura sentarse ante Alsina en Más de uno, programa estrella de Onda Cero que no pisaba desde la última campaña, en octubre de 2019. Hace cuatro años. "Cuando usted se mira en el espejo, ¿usted qué ve?", comenzó el periodista. Sánchez vaciló apenas tres, cuatro segundos, y después calzó su discurso de que ha intentado "acertar", aunque ha cometido "errores", y gobernar "para la mayoría social" a lo largo de cinco años inéditos por "complejos", "disruptivos", por el estallido de la pandemia, la erupción del volcán de La Palma o la guerra de Ucrania. Alsina quería saber si se veía a sí mismo como un hombre "de palabra", con "principios" —"he intentado siempre cumplir con mi palabra"—, "sincero" —"trato de serlo"—. "¿Y por qué nos ha mentido tanto entonces, presidente?", le inquirió el periodista.
Sánchez intentó salir al paso de sus "cambios de posición", explicar su relación con Bildu o poner tierra de por medio con Podemos por el feminismo, los elementos que más le desgastaron el 28-M
Ese, en realidad, era el hilo conductor de la entrevista. Alsina buscó situar a Sánchez ante sus contradicciones discursivas, hacerle que se retratara por sus alianzas con Bildu, conducirle hasta la crisis más grave que ha atravesado su Ejecutivo de coalición por la ley del sí es sí y el cisma abierto en el feminismo, presionarle para que dijera qué medios son los que se inventan "barbaridades" contra él. El presidente intentó salir airoso del cuestionario sin perder la templanza en ningún momento, respondiendo de forma "amable", como advertían en su entorno, precisamente para tratar de diluir la imagen que la derecha ha explotado de él de mandatario soberbio, falaz y poco confiable. Pero no solo. Su objetivo también era convencer a los votantes más tibios, aquellos que pudieron abandonarle —y que por eso son oyentes de un medio crítico con el Gobierno como Onda Cero— y que todavía podrían apostar por el PSOE el 23-J. De ahí que persiguiera nutrirles de argumentos.
Sánchez admitió "cambios de posición política" en "asuntos importantes", "de Estado", como el manejo de la situación en Cataluña. Se dirigió a los que recelan de los indultos para subrayarles que lo decidió porque la política está para "resolver problemas" y "aportar soluciones", no para "dar rienda suelta a la venganza de nuestras propias pasiones", y "los resultados están ahí", en una Cataluña con un ambiente diametralmente distinto al que existía en pleno procés, en 2017, o tras la sentencia del Supremo, en 2019, y que ha visto cómo el PSC es hoy primera fuerza y Barcelona tiene incluso alcalde socialista desde el sábado.
Sánchez busca recuperar al feminismo clásico y también el voto masculino que se siente "incómodo" con el discurso "de confrontación" de Montero
Buena parte de la entrevista también giró en torno a Bildu, un asunto que se comió más de la mitad de la campaña del 28-M y que, a posteriori, el PSOE ha reconocido que le hizo muchísimo daño, que fue un obús a su estrategia. Ahora, el PP amaga con volver a resucitar ese elemento de desgaste contra el presidente. Por eso él fue muy enfático a la hora de subrayar que no ha "gobernado con Bildu" en ningún caso, porque no tiene ministros de la formación de Arnaldo Otegi en su Gobierno —y en cambio sí hay coaliciones del PP con Vox, añaden en el PSOE—. Lo que ha habido, defendió, son simplemente acuerdos puntuales para sacar adelante leyes concretas. Y para ilustrar su afirmación dio un dato: el PP ha convalidado en el Congreso más reales decretos leyes, 51, que Bildu, 48. "¿Significa eso que hemos gobernado con el PP? No", concluyó.
A vueltas con el "no dormiría"
A la "pedagogía" sobre las alianzas puntuales con la formación de Otegi y sobre los indultos se unió la tierra de por medio que puso con Podemos. El presidente volvió a asumir "en primera persona" el "error" con la ley del sí es sí, por el que pidió disculpas y que corrigió con ayuda del PP. Reconoció implícitamente que tardó demasiado en reaccionar porque durante semanas trató de "persuadir" a la ministra de Igualdad, Irene Montero, de que había que reformar el texto, y ella se negó. Pero fue más lejos al admitir que ha habido "hombres de 40, 50 años" que se han podido sentir "incómodos" con los discursos emanados desde el departamento de Montero. Más aún, la apelación a un "feminismo integrador es la tarea pendiente que tiene la España progresista". Sánchez reconoció "retrocesos" en este punto y se apoyó en que tiene "amigos que se han sentido incómodos con algunos discursos que se han planteado más de confrontación que de integración". Un mensaje dirigido a los electores masculinos que han podido abandonar al PSOE, pero también a ellas. A las mujeres, las que, como él mismo decía un día antes en El País, han sustentado la base electoral del partido.
El comité electoral cree que las entrevistas sirven para "aclarar cosas" y hacen que los mensajes puedan "calar" más
Tanto la Moncloa como Ferraz se dijeron satisfechas por el resultado de la entrevista en Onda Cero. "Nos sirve para aclarar muchas cosas, tumbar otras que son mantras del PP y que no se corresponden con la realidad, y para desplegar nuestro mensaje", argumentan en la cúpula federal. En el cuartel general ponen un ejemplo que emergió durante la conversación del presidente y Alsina. Este le retrotrajo a sus palabras de septiembre de 2019, cuando estaban a punto de disolverse las Cortes y España caminaba hacia la repetición electoral. Sánchez lanzó en La Sexta aquella frase lapidaria de que "no dormiría tranquilo" si Podemos estuviera en el Gobierno. Pero él, como agradeció tras la puntualización del periodista, no dijo exactamente eso. Señaló que si los morados controlaban Hacienda, la política energética o la Seguridad Social, "no dormiría por la noche, junto con el 95 por ciento de los ciudadanos de este país que tampoco se sentirían tranquilos". El presidente afirmó este lunes que cumplió su palabra, porque esas tres áreas están en manos socialistas, igual que los ministerios de Estado (Interior, Exteriores, Justicia y Defensa).
"Hoy [por este lunes] parece que todo el mundo ha despertado a esa verdad que la derecha convirtió en un bulo —razonan en Ferraz—. Al final, lo dices en muchos sitios pero luego no es el corte del informativo. En una entrevista, respondiendo a una pregunta, la cuestión cala. Y esto es igual que lo que dijo el presidente de las votaciones de decretos leyes que hemos sacado con el PP, y nadie dice que hayamos gobernado con el PP. O que el PP junto a Bildu estuvo a punto de tumbar la reforma laboral", porque ambos, igual que ERC, votaron en contra de ella, y se salvó de milagro por la equivocación del diputado popular Alberto Casero.
La estrategia que quiere seguir el equipo de campaña de Sánchez es simple: desea acercarse a aquellos votantes que están distantes o que recelan, más allá de los electores progresistas que están desmotivados. Y por eso entiende que ha de exponerse en medios no cercanos u hostiles, como Onda Cero, Telecinco o Antena 3. "Queremos que todo el mundo escuche cómo, ante las preguntas más difíciles o duras para un sector de la población, la explicación es bien sencilla. O se trata de un bulo de la derecha o la extrema derecha, o una media verdad. Pero tenemos respuestas, y son las mejores porque son la verdad. Y con la verdad se va a todas partes", esgrimen en el comité electoral.
Sirvió para proporcionar argumentos a quienes quieran escucharlos, sobre todo para los que hayan acumulado algún prejuicio", dice un ministro. Con escaños bailando, "no hay jugada pequeña", abundan en Ferraz
Así, la entrevista de Alsina "tiene un efecto importante". "Y lo tiene en una parroquia que no es la nuestra, un votante tibio del PSOE, para el que había que desmontar cuestiones como la falsa vanidad del presidente o el tema de Bildu. O explicar los zigzagueos de opiniones. O el sí es sí. Es importante que hable a gente a la que hemos dejado de lado. ¿Esto salva las elecciones? Ya veremos. ¿Están perdidas? No. ¿Son fáciles? No. Pero queda campaña todavía", observa un alto cargo del Ejecutivo.
"La entrevista sirvió para proporcionar argumentos a quienes quieran escucharlos, particularmente a quienes hayan acumulado algún prejuicio", asegura un ministro del núcleo duro, que estima que el ambiente se irá volviendo cada vez más adverso según se acerquen las urnas, ya que la derecha "se pondrá más agresiva, y eso acabará de movilizar al electorado progresista". ¿Puede mover votos esta exposición, "por acumulación", en medios conservadores? "En un contexto como este, donde bailan tantos diputados en muchas provincias, no hay jugada pequeña", agregan en el sanedrín electoral del partido. "No se pueden asignar diputados [en una encuesta] con 1.200 entrevistas para una encuesta. Es leer los posos de café. Nosotros sabemos cuántos diputados bailan y en qué provincias. Y son muchos".
¿Faltó contraataque?
Los colaboradores del presidente señalan que ante Alsina el presidente optó por ser "amable", "responder a todo", guardando las formas, aunque algunos echan en falta que hubiera "contraatacado algo más". Sí agradecen que, por ejemplo, no entrara al juego de precisar los medios en los que encuentra una "desproporción en la representación de las voces progresistas", también en las tertulias, cuando España está dividida ideológicamente a la mitad. El periodista le instaba a dar los nombres, y él se negó a hacerlo públicamente por su condición de presidente. "Yo constato una realidad, cada cual podrá sacar sus conclusiones". Haber enumerado medios habría intensificado la campaña de esas mismas cabeceras contra él, analiza uno de sus interlocutores, que estima que Sánchez estuvo "de notable", exponiendo su discurso, sin "correr riesgos", sin "eludir ningún tema" y "controlándose muy bien". "Estuvo sereno, contundente. No ha sido nada amable, pero no creo que al presidente le haya sorprendido", agregaba otra ministra de su confianza.
Para un barón importante, Sánchez llega tarde para rebatir el discurso antisanchista, muy instalado. Otra dirigente regional cree que hay que focalizar en medios cercanos, para movilizar al electorado progresista
Fuera del eje Ferraz-Moncloa, no obstante, afloran dudas. "Vi a Pedro bien, pero la radicalización ya es excesiva y lo complica todo. Tenía que haber ido antes a estos medios, ahora ya es difícil revertir el discurso antisanchista", sostiene uno de los barones de una federación importante, pesimista sobre el resultado del 23-J. En el equipo del líder reconocen que él no se bandea mal en entrevistas complicadas y no cae en patinazos, así que tal vez fue un error, conceden, no acudir a más medios hostiles en toda la legislatura. Otra responsable regional de Organización, en cambio, cree que el presidente debería focalizar el tiro en las cabeceras más próximas, donde están los votantes socialistas, para animarlos y movilizarlos.
Sánchez también irá a ellos. Este martes estará en El intermedio, en La Sexta. Y el domingo repetirá cadena, esta vez ante Jordi Évole, casi siete años después de la entrevista que este le hizo para Salvados justo después de ser defenestrado por su partido y de renunciar a su escaño. Aquel programa fue un bombardeo de titulares, el que inició su relato de resistencia frente a todos, el que vislumbraba un posible renacimiento de sus cenizas. Justo el marco que quiere recuperar ahora en una campaña que plantea en términos binarios: o él o Feijóo. Esa es además su disyuntiva para el 23-J. No la que pretende desplegar el PP: "O Sánchez o España". "Hombre, es una coña, ¿no? —se revolvió en Onda Cero—. ¿Y si yo digo Feijóo o el planeta Tierra, Feijóo o la felicidad? La disyuntiva es Sánchez o Feijóo". Ese es su mensaje, que en sí mismo llama al rescate del bipartidismo y a la concentración del voto progresista en torno al PSOE.
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