Para Vox en este momento, en lo que compete a Extremadura y las negociaciones con el PP, no es tan importante los tiempos como lo que se plantea en la mesa de diálogo. "Lo importante son los puntos que se pactan", dicen fuentes del partido consultadas por la situación política en el territorio. El giro de relato de María Guardiola, la líder popular de Extremadura y candidata a postularse a una votación de investidura en las próximas fechas previa aprobación de la presidenta de la cámara, ha protagonizado en las últimas horas un cambio de narrativa. Una modificación de su discurso que, principalmente, viene dado por las 'presiones' de otros cargos del PP. Desde Génova a iguales de otros enclaves autonómicos, así como es dirigentes de la talla de Esperanza Aguirre.
El cambio de línea de Guardiola, que hasta el viernes pasado rechazaba dar entrada a su Ejecutivo a personas que "niegan la violencia machista" o "tiran a la basura la bandera LGTBI", vino dado por el acto de investidura de la presidenta de la Comunidad de Madrid el sábado por barones territoriales como la propia Isabel Díaz Ayuso, Carlos Mazón o Alfonso Fernández Mañueco. Unos líderes que ya han lidiado con Vox en sus respectivos gobiernos, bien desde fuera, caso de Madrid, o bien desde dentro, como en Castilla y León y próximamente en la Comunidad Valenciana.
Hubo un mensaje claro: la necesidad de recuperar la senda del diálogo para no generar problemas graves ni alentar al PSOE. Aguirre, que se ha acercado mucho a Ayuso en los últimos meses, profundizó más y advirtió a Guardiola de que su empeño por abocar a Extremadura a repetición electoral podría perjudicar a Feijóo de cara a las generales. Tras ello, inmediatamente Guardiola se puso en contacto con Ángel Pelayo, el 'uno' de Vox en Extremadura, y le trasladó la necesidad de comenzar de nuevo a dialogar. Ello, posteriormente, se lo comunicó a sus afiliados extremeños vía carta, para anticiparles su disposición a reabrir las conversaciones con los de Abascal una vez estaba todo nuevamente disponible.
Vox alude a que en ciertas ocasiones hay que tirar del PP para que se defina. La exigencia de entrar en el Gobierno, pese a todo, no cambiará si se prolongan los plazos"
Sobre esas nuevas negociaciones, fuentes de Vox en Madrid son claros. Esperan que se hagan con total "respeto", y dejan claro desde el principio que no puede partirse exclusivamente de un acuerdo programático como se propuso con anterioridad: con quince puntos para un pacto calcados en su mayoría del cerrado por Mazón y Carlos Flores Juberías en Valencia, como la "rebaja integral de impuestos", la "defensa del campo extremeño" o la garantía de una Educación "sin sesgo ideológico" [incluyendo conceptos como 'violencia intrafamiliar'], así como la presidencia de la Asamblea de Extremadura, una secretaría y direcciones generales en algunas consejerías.
La condición esencial para apoyar la investidura de la popular es entrar en el Consejo del Gobierno [desde donde "vigilar" que se cumplan los puntos programáticos acordados y que no se dejen en el tintero], al menos con las carteras de Agricultura y Cultura, las cuales ya se solicitaron anteriormente. Y con la duda de si se mantendrá el compromiso de renuncia hecho por Pelayo de ocupar la vicepresidencia horas antes de levantarse definitivamente de la mesa hace una semana. El resto de propuestas, salvo las de la Mesa, ya incapaces de producirse, pueden incluirse o no en el mismo.
Ahora bien, aunque Vox determinan con un tono más calmado que "las cosas saldrán bien" próximamente, no cierran la puerta a que el PP pueda "torpedear" el desarrollo de las reuniones para intentar alargar lo máximo posible los tiempos y que no se produzca una foto de acuerdo en precampaña electoral. Sí, en cambio, tras la celebración de los comicios generales del 23-J en el que se percibe un buen horizonte para Alberto Núñez Feijóo. Otras fuentes del partido respaldan esa tesis, y destacan que, para ciertas cuestiones, hay que tirar del PP para que termine de definirse. Sobre Guardiola valoran que desde el principio "estaba muy equivocada" y creía que Feijóo avalaría su posición. Pero "al final no ha sido así", y "es lo normal".
Frente a Vox, el PP queda en una posición debilitada. Así se entiende entre las capas del partido ultra. Públicamente también se ha trasladado, caso de Jorge Buxadé, el vicepresidente primero, que desde Mérida, la semana pasada, dijo que mientras que hay un solo Vox en las diecisiete comunidades y dos ciudades autónomas, en cada enclave hay un PP diferente. Porque, la tesis de Vox, es que "lo que vale" para pactar en Valencia [en referencia a la cuota de porcentaje electoral] no sirve en Murcia o Extremadura. Además, este giro de Guardiola, deja posicionado al PP entre la espada y la pared, y sitúa al partido de Abascal de cara al electorado con una nueva imagen: la de capacidad de imposición y la garantía de implementar, a través de ello, su fuerza representativa y de poder.
Primer amago de Guardiola ante un calendario claro
La sugerencia hecha en Vox de que Guardiola exprimirá en lo posible los tiempos incrementa su consistencia frente a peticiones como la hecha por la baronesa popular a la presidenta de la Asamblea este martes. La candidata del PP, iniciada la ronda de consultas para elegir al candidato mejor posicionado para una sesión de investidura, ha solicitado a Blanca Martín, la autoridad competente, dejar en un estado de "stand-by" el proceso. Una solicitud dirigida, ha dicho, para retomar y avanzar hacia ese pacto con Vox. Vara quiere "hacer un sainete utilizando a la institución", como "servicio" a Pedro Sánchez de cara a los comicios nacionales, ha justificado Guardiola así su petición.
Conocido ya que Blanca Martín ha encargado a Fernández-Vara postularse presuntamente a una investidura fallida [los votos de PSOE y Unidas Podemos quedan a uno de los 34 'síes' necesarios] los días 5 y 6 de julio, el reloj empezará a correr. PP y Vox se han convocado en los próximos días para comenzar nuevamente negociaciones, y la cercanía de la campaña de generales, donde cada partido quiere marcar posiciones no ayuda a desentenderse de ese ruido. De ir a una sesión, Guardiola coincidiría en plena campaña, con debates de por medio y el PSOE agitando ese hecho para perjudicar a Feijóo. Frente a hace una semana, ahora el calendario es más apretado.
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