"Claro. Claro que esto supone acelerar para nosotros. Lo que ha ocurrido en Extremadura alimenta la posibilidad de crecimiento. María Guardiola nace sin futuro. Y Alberto Núñez Feijóo pierde kilos de credibilidad por el camino". Lo dice un miembro del núcleo duro del presidente del Gobierno y candidato socialista y lo replican en más esquinas de Ferraz y de la Moncloa. Extremadura, el pacto de la candidata popular con Vox, el pacto que ella se comprometió a no firmar jamás de los jamases y que acabó suscribiendo apenas 10 días más tarde, no ha hecho sino acrecentar la confianza en el equipo de campaña de Pedro Sánchez. Reforzar su convicción de que la abrupta marcha atrás de María Guardiola sí penalizará a los populares el 23 de julio y contribuirá a impulsar al jefe del Ejecutivo. Porque nada sale gratis, creen, y porque Feijóo lleva encadenando semanas fatales, en las que no ha sido capaz de salir del pozo pegajoso y sin fondo de las alianzas con la ultraderecha y en las que con su estrategia ha apuntalado una de las vigas maestras de la campaña socialista, que allá donde a PP y Vox les den los números, "gobernarán" juntos. En ayuntamientos, en comunidades autónomas y, desde luego, en España.
Al PSOE le ha costado desprenderse del luto, el dolor y la desolación por el 28-M. Mucho. Sánchez decidió emprender un camino muy arriesgado, una campaña de pocos actos con militantes y simpatizantes y con una altísima exposición mediática que podría acabar abrasándole. Consciente de que la "burbuja del sanchismo", que no supo ver, había dañado excepcionalmente a su partido, salió a las radios y a las teles para intentar combatir ese relato, desarticular esa bomba letal de "manipulaciones, mentiras y maldades", explicar incluso en medios hostiles y que no había pisado en toda una legislatura las razones por las que había tomado decisiones polémicas y difíciles, como los indultos del procés, las alianzas con ERC o Bildu o una rectificación tardía del "error" de la ley del sí es sí. El PSOE situó todo el foco en su líder. En él y prácticamente solo en él, acompañado por muy pocos solistas más, apenas el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, para enchufar al electorado progresista y animar a las deprimidas bases del partido, y la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, una figura poco quemada en el Consejo de Ministros, vista como solvente como gestora económica y gancho para los votantes más templados.
Guardiola giró radicalmente en 10 días: de prometer que no daría entrada a Vox en su Gobierno a cederles la Consejería de Gestión Forestal y Medio Rural
Ferraz y la Moncloa han detectado que esa estrategia, de momento, está siendo acertada. Porque Sánchez ha salido airoso de envites duros —como las entrevistas con Carlos Alsina en Onda Cero y con Pablo Motos en El hormiguero, dos espacios muy críticos con él—, sin patinazos, y ha logrado suscitar el interés de la audiencia en prime time. Pero el vuelo habría sido quizás corto de no haber sido por el enredo del PP con Vox, un serial por entregas que este viernes alcanzó una nueva cumbre: el acuerdo de gobierno en Extremadura, por el que Guardiola entregará la Consejería de Gestión Forestal y Medio Rural a la ultraderecha. Un departamento nada irrelevante, porque el 69% de la superficie de la región corresponde a uso forestal, 2,87 millones de hectáreas, según el Ministerio para la Transición Ecológica.
Pero el problema para el PP es que la futura presidenta negó con vehemencia durante días, antes y después de las elecciones del 28-M, hasta la semana pasada, que fuera a meter a Vox en su Gobierno. Declaraciones lapidarias e inequívocas que ahora se vuelven contra ella. Enfurecida tras la constitución de la Asamblea de Extremadura, cuyo control pasó al PSOE por el desacuerdo de las derechas, prometió esos días, el 20 y 21 de junio, en la Cámara regional y en múltiples entrevistas en medios, que no "regalaría consejerías", que no dejaría entrar en su Ejecutivo "a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes, y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI", aseguró que no se puede "tragar con todo y firmar acuerdos que no son coherentes ni están acordes con los resultados de las urnas". Guardiola recalcó que no traicionaría a sus votantes, que no gobernaría con Vox ni antes ni después del 23-J, que no cedería ni aunque Génova la presionara, que si eso ocurriera se quitaría de en medio. No compartiría un Ejecutivo con Vox, su palabra era "sagrada", estaba dispuesta a ir a elecciones de nuevo.
En la noche del 23 de junio, en una carta a los afiliados del PP, Guardiola empezó a destejer su madeja. A girar, obligada por la presión interna. Y este viernes 30, firmaba el acuerdo con la formación de Santiago Abascal. "Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños. Comprendo que hay mucha gente decepcionada, lo asumo, pero pido que se me juzgue como presidenta de Extremadura", aseguró durante su comparecencia, totalmente devastada. Pero sin dar un paso atrás, sin renunciar.
Para Zapatero, el PP se "deroga a sí mismo", y Sánchez llama a "tomar nota" de los pactos tejidos directamente, dice, por Feijóo y Abascal, "recorte obsceno de derechos a cambio de votos"
El PP "se ha derogado a sí mismo", concluyó Zapatero en Espejo público. Y esa era la sensación que cundía en el partido. Que la fuerza de los hechos había aniquilado el lema estrella de los populares desde el 28-M, la "derogación del sanchismo". Porque no solo Guardiola se desdijo a sí misma en cuestión de 10 días y sin que nada ocurriera en Extremadura, sino que el propio Feijóo reconoció este jueves en Bruselas que no derogaría la reforma laboral del Gobierno porque era "sustancialmente buena", y eso que su partido, cuando lo lideraba Pablo Casado, votó en contra de ella en febrero de 2022.
"Ha ocurrido lo que todo el mundo sabía que iba a ocurrir", sentenció Sánchez este viernes al término del Consejo Europeo, en la capital comunitaria: que "allí donde puedan gobernar, porque den los números, PP y Vox gobernarán". "Todos debemos tomar nota de lo que está sucediendo en los distintos gobiernos y en los distintos acuerdos programáticos que están alcanzando Feijóo y Abascal", alertó el presidente, llamando a la movilización. El jefe del Ejecutivo aprovechó para defender sus propios pactos con las fuerzas nacionalistas e independentistas porque supone "avanzar" en derechos, mientras que los acuerdos del PP con Vox son un "recorte obsceno de los derechos a cambio de votos".
"Van mal. Ellos lo saben y nosotros también"
En el equipo de campaña de Sánchez no tienen dudas acerca del poder movilizador de lo ocurrido en Extremadura y antes en la Comunidad Valenciana y en unos 140 ayuntamientos de toda España: los pactos de gobierno de PP con Vox. Incluso lo ocurrido en Baleares, donde ambas fuerzas no compartirán el Govern autonómico, pero sí los consells insulares, dotados de presupuestos y competencias. Y aún falta por despejar la gobernabilidad de Aragón y la Región de Murcia. Creen en el comité electoral que todo tendrá "penalización" para el PP, igual que para el PSOE la tuvo que la campaña del 28-M quedase anegada por las listas de Bildu y las acusaciones de "pucherazo".
En el PSOE se enciende la alerta por posibles movimientos del PP para intentar recuperar el timón de la campaña: "Hay que estar preparados"
"Llevamos cuatro semanas de buena tendencia, así que que siga la música del PP. Lo importante es la tendencia", asegura un miembro del primer anillo de poder de Sánchez con muchos galones. Se refiere a que en los sondeos el PSOE ha ido experimentando una ligera mejora, aunque insuficiente para darle la vuelta a las encuestas y situarse en cabeza, por delante de Feijóo. "Lo de Extremadura no le puede venir bien al PP. Son muchas cosas. Van mal. Ellos lo saben y nosotros también", apunta un responsable muy próximo al presidente, que lanza a continuación una advertencia que otros compañeros de la cúpula socialista también deslizan: "En el PP intentarán cambiar el aire con cualquier cosa, y hay que estar preparados", "alguna jugada sucia tendrán entre manos: ¿Bildu? ¿Pucherazo?".
La Moncloa y Ferraz esperan que la oleada de estudios demoscópicos de este fin de semana confirmen esa leve tendencia al alza, movimiento que se explicaría por la activación de la izquierda y porque se estarían frenando las fugas de voto del PSOE al PP. Por lo pronto, el de Sigma Dos para El Mundo de este sábado, con un trabajo de campo que se extendió del 26 al 30 de junio, sigue concediendo que la suma de PP y Vox ronda la mayoría absoluta en el Congreso y apunta a un retroceso de dos décimas del PSOE respecto al sondeo anterior (del 28,4% al 28,2%, entre 102 y 105 escaños). En la Moncloa piden fijarse en el conjunto de sondeos, no en uno solo, para observar la tendencia. Los interlocutores del presidente confían en que la diferencia con el PP se sitúe ahora en el entorno de los dos o tres puntos, que aspiran a estrechar en las tres semanas que restan hasta los comicios. Ven a los populares "dando tumbos", con una estrategia errática, que les ha llevado incluso a rectificar sobre la reforma laboral que ellos combatieron con firmeza.
Y creen que la imagen del presidente, en este arranque de su gira mediática —con el pico de audiencia de El hormiguero (22,8% de cuota de pantalla y 2.922.000 espectadores), por detrás de la que cosechó Feijóo en su visita al plató de Pablo Motos, al día siguiente (25,9% y 3.079.000 espectadores)— ha mejorado de manera "brutal". Y este dato, rubrican, es clave, porque el 23-J se ha planteado como un plebiscito sobre el presidente. También hizo pico de audiencia su paso por Lo de Évole (12% y 1.475.000) y por El intermedio (11,9% y 1.573.000).
En el partido se percibe un mejor ánimo que antes, y en la cúpula se cree que es posible ir recortando la distancia
Aunque impera la prudencia, empieza a notarse en el PSOE un mejor ambiente. "Hasta ahora peleaba por que PP y Vox no sumaran. Ahora peleo por ser primeros —apunta un dirigente muy implicado en la campaña—. Es normal que las encuestas nos den segundos en este momento. Pero lo que cuenta es cómo estamos recortando". "Estamos recortando distancias y ganaremos", señalan desde el aparato federal. "Yo veo un mejor ánimo", abunda una baronesa autonómica. "Es difícil remontar, pero no imposible", conviene un cargo regional.
En Extremadura, como señala un dirigente cercano al presidente en funciones, Guillermo Fernández Vara, la percepción es coincidente: "Guardiola se ha quemado en 10 días. Va a tener una legislatura rehén de Génova y Vox. Y esto es malo para Feijóo porque ya todo el mundo sabe que digan lo que digan pactarán con ellos. Esto los desenmascara. Así que ha quedado claro que ella no tiene palabra, y eso en política es chungo, y que no tiene dignidad, y eso en política es una tumba. Feijóo ahora está desnudo, ya no engaña". Este es, pues el principal valor que los socialistas conceden a lo ocurrido en Extremadura: que Feijóo se ha dejado "kilos de credibilidad" —un activo del que él mismo presumía frente a Sánchez—, y que aparece ya, a ojos de los electores, atado a la ultraderecha, por lo que ya no puede utilizar su munición de las alianzas con Bildu del Ejecutivo, ya que los pactos con la izquierda abertzale tras el 28-M han sido "cero" y esta jamás ha entrado en el Gobierno, cosa que sí está sucediendo con Vox.
La estrategia del PP con los debates
Por eso, por la oposición de dos opciones, también Sánchez ha rebajado a su vez la llamada al voto útil que hizo al comienzo de la andadura del 23-J. Ya sí que reconoce abiertamente que en su caso gobernará con Sumar, para recalcar que hay dos alternativas únicamente: un Gobierno progresista "con Yolanda Díaz", o uno "ultraderechista" con Vox. Lo hace también, explican en su entorno, porque la vicepresidenta sí tiene buena imagen y le suma, a diferencia del lastre que para él ha supuesto Podemos, ahora jibarizado dentro de la coalición encabezada por Díaz.
Sánchez también relaja el apremio al voto útil para no restar a Sumar y porque la imagen de Díaz no le lastra, como sí ocurrió con Podemos
La campaña oficial arranca el próximo viernes, 7 de julio. Y los socialistas esperan que se encone mucho más, sobre todo si, en efecto, los sondeos muestran que las distancias se acortan entre los dos grandes partidos. Esperan que el PP tire de guerra sucia, que vuelva "a la desesperada". Y será central el cara a cara con Feijóo del lunes 10 en Atresmedia, el moderado por Vicente Vallés y Ana Pastor y el que probablemente será el único choque de ambos hasta las urnas, dado que el jefe del PP se niega a acudir al encuentro a cuatro en la SER y El País el viernes 14 y al de RTVE del miércoles 19. La estrategia de Génova con los debates también induce a Ferraz a pensar que el PP no se siente muy seguro con su líder. Lo manifestó este viernes por carta Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, al vicesecretario de Acción Institucional de los populares, Esteban González Pons, que le apremiaba a aceptar un debate a siete, pero de líderes, no de portavoces parlamentarios.
"Entiendo que vuestra resistencia numantina a realizar más cara a cara con el presidente Sánchez viene derivada de cierta desconfianza en las capacidades del candidato Feijóo, pero es algo que no comprendo" para los debates a cuatro, porque el jefe del PP, esgrime, "puede apoyarse sin problema en el socio preferente de gobierno y legislatura que tenéis en Extremadura, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón y más de 150 ayuntamientos". El PSOE no va a dejar de señalar que el PP tiene como báculo necesario a Vox. En todo momento.
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