El 23-J se está planteando, para el presidente del Gobierno, más como una suerte de examen a su personalidad. Y se centra más en el sanchismo, esa "burbuja" que intenta pinchar, inflada a base de "manipulación, mentiras y maldades", que en las políticas de estos cuatro años o en el proyecto socialista para la próxima legislatura. Pedro Sánchez recorre ese camino en todas las entrevistas y también en la de este martes en El programa de Ana Rosa, en Telecinco, quizá la más complicada de todas las que ha tenido que afrontar hasta ahora y que desde el principio se convirtió en una suerte de combate de boxeo en las que buscó defenderse de las acusaciones que han coleado en estos años. Como corolario, esta aseveración: "No tienen nada contra mí. Soy un político limpio, no perfecto". Se lo decía a la derecha, que le ha pintado, se queja, como un político "soberbio", "prepotente", "golpista" o "filoetarra".
Durante más de 65 minutos, una de sus entrevistas en medios audiovisuales y en directo más largas de este viaje hacia las generales, Sánchez intentaba dirigirse a esa audiencia que puede haberle dado la espalda por las decisiones adoptadas por su Gobierno o que se siente decepcionada por su carácter. Mujeres y jubilados que conectan con el programa estrella de Telecinco y con una presentadora, Ana Rosa Quintana, que ha sido muy crítica contra él durante toda la legislatura. El presidente trató de desactivar ese retrato de político obsesionado con el poder, malvado, frío y ambicioso, aunque obviamente también aprovechó para cargar contra los pactos de PP y Vox y para advertir de que solo hay dos opciones posibles el 23-J: o un Ejecutivo de coalición progresista con Sumar, el proyecto de Yolanda Díaz, o un Gabinete "ultraderechista", de Alberto Núñez Feijóo con Santiago Abascal. No anticipó planes de futuro, tampoco se le preguntó por ello, ni quiso zaherir a su vicepresidenta segunda a propósito de su propuesta de dar 20.000 euros a jóvenes, con el argumento de que no puede comentar algo que desconoce.
El presidente reitera que busca apoyos "de debajo de las piedras" para sacar adelante sus iniciativas, como la reforma laboral, la subida de las pensiones o el ingreso mínimo vital
Sánchez se reivindicó a sí mismo en varios puntos de su entrevista con Quintana. Subrayó que se han "sobrepasado líneas rojas" en las críticas vertidas hacia él, que se han confundido "opiniones con los hechos" y que en ocasiones se han deslizado estas hacia los "insultos". Sostuvo que a partir de la "mentira" que se propaló de que él "no dormiría" con Podemos en su Ejecutivo —lo que dijo en septiembre de 2019, recordó, es que "no dormiría tranquilo" si los morados estuviesen al frente de Hacienda, Seguridad Social o Transición Ecológica, cosa que en efecto no ocurrió—, se construyó una "narrativa" y un "discurso de ilegitimidad" tanto de su victoria como de su Gobierno. "Ayer mismo me llamó Feijóo en este programa 'este personaje'. Insultar nos degrada como país, nos hace peor como país", señaló. Y puso más ejemplos de los epítetos que le han dirigido, como que Esperanza Aguirre le llama "peligro público porque suma muertos".
"Usted ha cambiado de opinión muchísimas veces", le espetó Quintana. "Pero yo no he mentido", respondió él. Insistió en que mintió José María Aznar cuando endosó el 11-M a ETA sabiendo que era obra de Al Qaeda, o cuando habló de armas de destrucción masiva para justificar la invasión de Irak. Defendió que "no es cierto" que él gobierne con Bildu, porque no ha firmado ningún acuerdo de investidura o de gobernabilidad con ellos, porque no tiene ningún ministro de la izquierda abertzale, como tampoco de ERC. Sí ha recabado "apoyos puntuales parlamentarios".
"Yo he buscado votos hasta de debajo de las piedras" para sacar adelante sus iniciativas, como ocurrió con la reforma laboral, que tuvo el voto en contra de ERC, Bildu y del PP, y que salvó de milagro el diputado popular Alberto Casero, por equivocación. "¿El fin justifica los medios?", le inquirió ella. "Si es para revalorizar las pensiones conforme al IPC, sí", respondió él. En la Moncloa y en Ferraz son plenamente conscientes de que ha pesado como una losa sobre sus expectativas electorales sus alianzas con las formaciones nacionalistas e independentistas, de ahí su empeño, en todas las entrevistas, sobre todo en los medios adversos, para deshacer ese relato.
Tomó la decisión "arriesgada" de los indultos porque pidió un "voto de confianza" para construir "convivencia" en Cataluña, señala
"Pacto con cualquier grupo parlamentario con el que podamos poner en marcha un ingreso mínimo vital, o revalorizar las pensiones conforme al IPC. Hay muchos jubilados que ven su programa y saben lo que ha significado la crisis financiera y la respuesta liberal que se dio a esa crisis financiera y la respuesta neoliberal con la congelación de las pensiones que hizo el PP". No era baladí ese recuerdo a la audiencia de El programa de AR de la subida de las pensiones un 8,5% este año. Así que, a fin de cuentas, concluyó, "lo importante es el qué, no el con quién".
El presidente alegó que sí, que cambió de posición en el abordaje del conflicto en Cataluña, y lo hizo en pos de la "convivencia". Consciente de que hay "muchos telespectadores" a los que no les gustaron los indultos a los líderes del procés, recordó que esos dirigentes pasaron cuatro años en la cárcel y que tomó una decisión "arriesgada" sabiendo que "pedía un voto de confianza para construir convivencia", y a su juicio lo ha logrado, porque hoy en Cataluña "se respira convivencia" y la primera fuerza política, como arrojó el 28-M, es el PSC. Para Sánchez, mentira es que Feijóo diga que ha pactado más con el PSOE que con Vox, cuando son "140 acuerdos" los que tienen las dos derechas en municipios de toda España y ahora también en varias comunidades, en dos de las cuales, por el momento —Valencia y Extremadura—, entrará en sus gobiernos.
"No hay más preguntas que hacer, señoría"
"No estamos gobernando con Bildu. Bildu ha pactado con el PSOE determinadas leyes en el Parlamento. Pero Vox está gobernando con el PP y pactando retrocesos sociales", recalcó. Es más, dijo, el PP está "tragando" con una retahíla de mantras de la ultraderecha, como la retirada de banderas LGTBI o el cuestionamiento de la violencia de género, y eso "son hechos".
Recuerda que en el pasado quien tuvo problemas con los mensajes de su móvil fue Rajoy, que envió sms de apoyo a Luis Bárcenas
El propio Feijóo, recordó Sánchez, reconoció ayer lunes en El programa de AR que contará con Abascal y que tendrán que gobernar juntos si su sí es necesario. Así que, "como dicen en las series y películas de juicios en Estados Unidos, 'no hay más preguntas que hacer, señoría'". "Esto es lo que hay, o hay un Gobierno del PSOE o hay un Gobierno de Feijóo con Abascal", reiteró el presidente, para quien el 23-J, en consecuencia, solo "hay dos opciones, o un Gobierno progresista o un Gobierno ultraderechista" de PP y Vox.
Quizá la vindicación de sí mismo más diferente llegó cuando Quintana le preguntó por el giro de España sobre el Sáhara Occidental y recordó que su teléfono fue hackeado con Pegasus. Sánchez agradeció la cuestión, porque le permitía salir al paso de acusaciones de medios "conservadores" que venían a ligar ese cambio respecto a Marruecos con el contenido que había en su móvil. "He leído que el cambio de posición tiene que ver con que mi mujer pertenece a una red de narcotraficantes en Marruecos. El problema es que venimos de una Administración que tuvo problemas con el móvil y sus mensajes". Se refería a los sms que envió Mariano Rajoy al extesorero del PP. Fue el expresidente el que "mandó un sms de apoyo a un corrupto como fue [Luis] Bárcenas", insistió. "El problema es que hoy no tienen nada contra mí. ¿Sabe por qué? Porque yo soy un político limpio. No soy perfecto, pero soy limpio", señaló, para defenderse de las "insidias" que se lanzan contra él.
Respecto a su posición sobre el Sáhara, el presidente negó que sea distinta a la que mantuvieran gobiernos anteriores o a la que tengan otros países de nuestro entorno, repitió que ha defendido que la solución ha de encajar en el acervo de la ONU, subrayó que la relación con Marruecos es "trascendental" y calificó de "maldad", por tanto, que se sugiriera que su relación con el reino alauí tenga que ver con el contenido de su móvil o porque su mujer tuviera vinculación con una supuesta red de narcotráfico.
Sale al combate de la "manipulación" del Falcon y repite que cree que ganará pese a los sondeos. "Esto no es 'MasterChef', pero sería bueno pedir democracia a las encuestadoras"
Y otra "manipulación del sanchismo": el uso del Falcon, otra cuestión que la derecha ha utilizado hasta la saciedad como un arma arrojadiza contra él, que la Moncloa no combatió y que ahora él saca espontáneamente en las entrevistas. Volvió a relatar que es un avión de transporte de personalidades comprado por Aznar, y que han venido usando todos los presidentes del Gobierno. También él. "Yo tendría que ir en autostop para PP y Vox porque no reconocen mi legitimidad", ironizó.
Tras el artículo de Felipe González en Nueva Revista en el que defiende que se deje gobernar a la lista más votada "cuando no haya otra opción", la pregunta volvió sobre Sánchez: ¿se abstendría para dejar gobernar a Feijóo si es primero? El presidente recordó que en 2019 pidió "gobernar en solitario" tras haber ganado las elecciones y el PP "en dos ocasiones votó en contra". Ahora él está convencido de que el 23-J ganará las elecciones y sabe que no contará "con la abstención del PP".
No es eso lo que dicen las encuestas, incidió Quintana. "Voy a ganar, y creo que tengo muchos argumentos, razones, motivos, para consolidar las políticas sociales que han sido buenas para el país. Pido esa reelección para seguir avanzando y no retroceder", reclamó. Sobre las encuestas, defendió las que hacen el CIS o Prisa porque "muestran públicamente sus ingredientes", cuelgan el bruto de sus datos, mientras que otras encuestas "te dan el plato cocinado, y no los ingredientes". "Esto no es MasterChef, pero sería bueno pedir más transparencia a las empresas demoscópicas", remachó.
Sánchez fue hallándose más cómodo, y Ana Rosa también relajó el tono, y hasta llegó a estallar contra el equipo del presidente: "Está a gusto, ¡dejadle en paz!"
Con el desarrollo de la entrevista, Sánchez se fue encontrando más cómodo, y Quintana también fue relajando el tono: le reconoció su legitimidad como presidente y rechazó los insultos. Y hasta le dijo que tenía todo el programa para él si quisiera, que por ella no sería. El equipo del presidente apremiaba para acabar, porque tenía que marchar a la Moncloa para presidir el Consejo de Ministros, cuya hora de arranque se había retrasado por AR. "Ya sé que se tiene que ir, pero está a gusto. ¡Dejadle en paz!", exclamó Quintana.
Tras una hora larga de entrevista, de combate dialéctico entre el presidente y Quintana, el cierre. "¿Dónde va a veranear?". Sánchez no esperaba la pregunta: "No lo tengo pensado. Tendré que hablar con mis hijas. Hay cosas que le gustan más que otras". En la Moncloa respiraban de alivio. La prueba de AR quedaba, creían, superada.
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