José Luis Rodríguez Zapatero cogió carrerilla desde que, en una entrevista con Carlos Herrera en la Cope, el pasado 12 de junio, defendió con vehemencia que sí, que fue bajo su Gobierno cuando la democracia acabó con ETA. A partir de entonces se multiplicó en los medios. Entrevista tras entrevista. Saliendo al rescate de Pedro Sánchez y de su Ejecutivo, haciendo campaña activa a su favor y a favor del PSOE. Con "convicción", con garra. Y en coordinación, claro, con Ferraz, que considera que el expresidente es un potente "activo" con el que quiere contar en la campaña de las generales del 23 de julio.
El otro exjefe del Ejecutivo socialista, Felipe González, irrumpió en el camino hacia las urnas este lunes. A través de un breve prólogo en el monográfico sobre pactos de la publicación Nueva Revista, en el que vuelve a apostar por que gobierne la lista más votada "cuando no haya otra opción", para evitar quedar atrapados en "bloqueos políticos". Unas palabras que, como luego manifestaban en su entorno, en absoluto eran una advertencia a Sánchez, con el que ha normalizado sus relaciones, ni una admonición para que promueva la abstención del PSOE en caso de que Alberto Núñez Feijóo, como dicen las encuestas, ganara los comicios. Es su posición, decían, de siempre, por la que ha abogado durante años, y que no se corresponde con la petición que hace a los socialistas el líder el PP —y que volvió a verbalizar este lunes— de que, de entrada, le deje gobernar si es primero en las generales. González, pues, plantea una salida de emergencia.
Zapatero debutó en esta campaña en una entrevista en la Cope que se viralizó enseguida, y a partir de ahí no ha parado de hacer entrevistas, en coordinación con Ferraz
Los dos expresidentes juegan roles muy distintos. Por su diferente implicación con el proyecto de Sánchez y con el partido, por el momento vital de cada uno. Como asegura una dirigente que conoce bien a ambos, "cada uno cumple su papel y cada uno habla para su público", y la contribución de ambos es importante. Y, pese a que en ocasiones se intente asociar a González a dirigentes de su generación como Alfonso Guerra, Nicolás Redondo, José Luis Corcuera o Virgilio Zapatero, a esa vieja guardia socialista que carga con dureza contra el actual secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, el exjefe del Ejecutivo no emite en la misma longitud de onda. "La derecha tergiversa a Felipe", "él jamás hará nada que haga daño al partido", aseguran quienes mantienen interlocución con él.
Zapatero ya ayudó para las autonómicas y locales del 28-M e incluso echó el telón con Sánchez en Barcelona. Pero ahora ha dado un paso más: forma parte de la campaña directamente de la campaña del PSOE para el 23-J. Tras la entrevista en la Cope, que se viralizó de inmediato, el expresidente recibió mensajes de "gratitud" de la cúpula del partido, y fue concediendo más, a TVE, El País, La Sexta... La demanda creció y, a partir de ahí, señalan en su entorno, está manteniendo una "cierta coordinación con Ferraz". El pasado viernes, por ejemplo, fue de los primeros dirigentes en responder, a primera hora de la mañana, y en Espejo público (Antena 3) al pacto de PP y Vox en Extremadura.
Lo expresó de manera sintética, hilando la marcha atrás de la candidata popular, María Guardiola —quien había dado su "palabra" solemne de que jamás metería en su Gobierno a los ultras—, con la aceptación de la reforma laboral por parte de Feijóo. Al final, resumió, el PP "se está derogando a sí mismo", cuando de lo que había hecho bandera es de su eslogan de la "derogación del sanchismo". Ese mismo día, participó en un acto en Ferraz con el secretario de LGTBI del partido, Víctor Gutiérrez, con motivo del Orgullo, una participación más que justificada porque fue su Gobierno el que aprobó la ley de matrimonio igualitario, recurrida por el PP ante el Tribunal Constitucional. "El PSOE ha salido al contraataque. Está puntuando y estamos viendo ya al PP a la defensiva porque los fundamentos de lo que ellos llaman sanchismo son débiles, son de arena, no tienen sustento, no tienen fortaleza", aseguraba este mismo lunes en otra entrevista, en este caso en la tele pública catalana, TV3. El grado de compenetración está siendo tal que Zapatero ha negado que pueda convertirse en vicepresidente o ministro de Sánchez en caso de que pudiera repetir en la Moncloa.
Tiene tatuada "la historia del PSOE"
"La clave ha sido el tono de convicción y autoestima por la tarea del PSOE que ha manifestado", explican fuentes muy próximas a Zapatero consultadas por este diario, que recuerdan que tiene en la piel "la historia del PSOE", que no podría "tatuársela", porque está en él mismo. De ahí su vehemencia, su entusiasmo, que tanto necesitaba ahora, explican distintos cargos del partido, un PSOE deprimido tras el batacazo de las elecciones autonómicas y municipales del 28-M. El expresidente es un dirigente muy respetado y apreciado internamente, capaz de movilizar a las bases, al electorado más de izquierdas. Capaz de levantarlo tras la caída y reilusionarlo. Y eso es clave, dado que una de las razones de la derrota del 28-M fue que buena parte de sus votantes se quedaron en casa o bien saltaron a otras opciones, como el PP.
Calviño también está muy presente en la campaña, en medios y en actos, y reclama al PP que diga quién llevará las riendas de Economía para debatir con él
Si Zapatero puede ayudar al PSOE a reconectar con su base más de izquierdas, la dirección tira de otra carta, la de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, para atraer al electorado más moderado. Su figura no está quemada, es vista como una buena gestora y su capital político ha ido creciendo en los últimos años. Ella no quiso ir en listas —tampoco fue en ellas en 2019—, pero siempre asegura que su implicación con el proyecto socialista y con Sánchez es total. Y está dispuesta a bajar a la arena todo lo que le pidan.
Este lunes, la vicepresidenta fue entrevistada en La hora de La 1, en TVE, y este martes lo será en 24 horas de RNE, con Josep Cuní. El miércoles, mantendrá una sesión de trabajo —una entrevista pilotada por el presidente— en Ferraz, el jueves se desplazará hasta Málaga, el viernes estará en la presentación del programa electoral en Madrid y el 17 estará también en otro acto de partido en Gipuzkoa. Esos son los compromisos que por ahora tiene cerrados, como indican en su equipo. Ella misma, además de la cúpula del PSOE, reclama un cara a cara con aquel a quien Feijóo designaría como ministro de Economía. Pero el líder del PP no da su nombre con el argumento de que las elecciones no se han celebrado ni él ha sido investido.
"Poco a poco vamos viendo que el antisanchismo quiere decir 'quítate tú para ponerme yo'. Francamente, yo ante la duda, me quedo con Pedro", afirmó la vicepresidenta esta lunes en TVE, en un mensaje claramente dirigido a los votantes dubitativos o los templados, para que vean que en la otra trinchera, la del PP, no hay "nada".
La dirección subraya que en estas generales el PSOE moviliza a "todos sus activos", y tanto Zapatero como Calviño lo son de "primera línea". En el caso del expresidente, también porque "se pone en cuestión su legado de derechos" por PP-Vox
"En estas elecciones generales, el PSOE moviliza a todos sus activos, a todos —explican fuentes de la cúpula—. Zapatero es un activo de primera línea, igual que lo es Nadia. El PP por ejemplo sigue sin decir quién será su ministro de Economía para que no debata con ella, e intenta que a los debates que plantean los medios vaya Juan Bravo [exconsejero andaluz y coordinador económico de la dirección de Feijóo]. Pedimos que digan el nombre para que sepamos sus opiniones, su proyecto, qué piensa de la economía española y qué haría con ella. Y no lo dicen. Pedimos que nombre no a un ministro, sino su candidato a ministro".
En el comité electoral también inciden en que Zapatero, además de "ser un activo, de querer ayudar al presidente y al PSOE", "tiene una implicación personal porque se pone en cuestión su legado en derechos de sus dos legislaturas". "Derechos que pensábamos que eran irreversibles, y para nada es así, como estamos viendo en los pactos del PP con Vox, en los que no se cita la violencia de género o en los que se quieren hacer espacios libres de personas LGTBI —desgranan las mismas fuentes—. Zapatero se integra en la campaña como uno más. Estas no son unas elecciones como todas, son especiales. Se juega no solo un Gobierno, sino un modelo de país y un modelo de sociedad, si queremos una sociedad tolerante o intolerante, un país inclusivo o en el que sobre gente, que es el modelo de Feijóo y de [Santiago] Abascal".
Lo dijo ya en 2016
González, en cambio, no tiene previsto participar en la campaña del 23-J. Ni él busca esa implicación ni la dirección se lo ha reclamado. Pero sus palabras resonaron este lunes, y eso que no eran nada distinto a lo que ya dijo en 2016, tras las segundas elecciones y ante el peligro de que hubiera unos terceros comicios. "Hay propuestas que podrían tener sentido si no estuviéramos atrapados en bloqueos políticos [...]. Busquemos soluciones en las que la lista más votada sea aceptable cuando no haya otra opción. ¿Qué pedimos a cambio de permitir gobernar? No pedir nada. Si no pides nada, tendrán que llegar a acuerdos en cada proyecto de ley y en el presupuesto", escribió en Nueva Revista.
González no defiende que de entrada gobierne la lista más votada, sino solo si no hubiera ninguna otra opción. El artículo fue encargado antes de los comicios
Pero el expresidente no se refería en concreto a estas generales del 23-J, ni buscaba la complicidad con Feijóo. El monográfico Pactos, coordinado por el profesor José Ignacio Torreblanca y la Fundación Felipe González, se comenzó a elaborar hace meses. Torreblanca, de hecho, recibió el encargo el 14 de diciembre de 2022, como precisan fuentes muy próximas a este diario, así que el expresidente no estaba respondiendo en su texto —el prólogo del número de la revista— a la coyuntura actual. Ante la malinterpretación de las palabras de González, el propio profesor de Políticas precisaba en un hilo de Twitter que el patriarca socialista no defiende que de entrada gobierne la lista más votada, sino solo como última salida y para evitar el bloqueo, como él mismo defendió en agosto de 2016.
El propio González, en la presentación pública del monográfico, este lunes, reivindicó al PSOE por su "papel sistémico en la sociedad". Es más, subrayó la "esperanza" que supone el PSOE para "construir un país". Las de su partido, recalcó, son las "únicas" siglas que permanecen vivas desde el pacto constitucional. El expresidente se mostró "ofendido" por que "insulten" a su formación, "sobre todo los que son sus socios". Además, cargó contra "el populismo de cualquier signo" ya que "encuentra una respuesta simple a un problema complejo" y a renglón seguido señala a "un culpable de que no funcione la simpleza que está proponiendo".
Quienes conocen al expresidente insisten en que él jamás hará nada que haga "perder" a su partido y que la relación con Sánchez es "buena" y "cordial"
El entorno de González trasladaba este lunes un profundo malestar con la interpretación errónea que se había hecho de sus palabras, porque su apuesta por que gobierne la lista más votada si no hay otra salida "la lleva diciendo toda la vida" y porque siempre que puede evita "pronunciarse sobre temas calientes", y en este caso se tuvo especial "cuidado" para que no interfiriera de cara al 23-J.
"Todo el mundo sabe lo que piensa Felipe. Pero él es leal al partido y jamás lo ayudará a perder", recuerdan sus interlocutores. Es decir, que no se comportará como Guerra u otros miembros de la vieja guardia. En el círculo del expresidente recalcan además que mantiene una relación "cordial y buena" con Sánchez, como se comprobó en el 40º Congreso Federal del PSOE, en Valencia, o en la conmemoración de los 40 años de la victoria del partido en los comicios de 1982, actos en los que arropó a Sánchez. Al patriarca socialista le molesta "la utilización que la derecha hace de él", enfatizan en su entorno.
Pero González no es Zapatero. Y nunca lo ha sido. El primer expresidente socialista criticó a su sucesor y siempre ha reivindicado su libertad para opinar. "El presidente y secretario general sabe que estoy disponible, que digo lo que pienso y pienso lo que digo, y sabe que no interfiero", aseguró él mismo en el 40º Congreso, en octubre de 2021. "Cada uno cumple su papel y ambos tienen su público dentro y fuera del PSOE. Hay muchos votantes de más de 65 para los que Felipe es Dios, y nuestros votantes son mayores. Zapatero está en animar a los nuestros y falta hace. Y él lo sabe y lo hace bien. Nunca han sido iguales", señala una veterana que tiene trato con ambos. En el círculo de González también recuerdan que la perspectiva de los dos no puede ser equivalente, por su experiencia vital y por su propia edad: él tiene 81 y Zapatero cumplirá en un mes 63.
Para los votantes mayores, González "es Dios", y Zapatero anima a las bases socialistas, "y falta hace y lo hace bien"
No obstante, las palabras de González reabrieron un debate incómodo para el PSOE pero que internamente está resuelto: no habrá abstención ante una eventual victoria de Feijóo. Los socialistas dan por hecho que, igual que ha ocurrido en comunidades y ayuntamientos, el PP acabará pactando con Vox. Por eso, había cargos relevantes que reprobaban al expresidente por su "cierta trampa intelectual", ya que omitió que el PSOE se abstuvo en 2016 para que gobernara Mariano Rajoy. Una decisión que causó un enorme desgarro interno, y que no fue correspondida años más tarde por el PP, que en 2019 se negó a abstenerse para evitar acudir a unas segundas elecciones pese a que no había alternativa ninguna a un Ejecutivo de Sánchez. Fue tras la repetición de los comicios cuando el presidente armó la coalición con Unidas Podemos que llega viva, con achaques, hasta el 23-J.
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