Es, prácticamente, la primera y la última bala para Pedro Sánchez. La oportunidad para intentar un golpe de timón, para dar un vuelco a unas encuestas que consistentemente conceden ventaja a su rival, a Alberto Núñez Feijóo. El momento para tratar de sentenciar la campaña y apuntalar y acelerar la ligera pero firme tendencia al alza de su partido. 100 minutos para exhibir gestión y al mismo tiempo para intentar arrinconar al jefe del PP por sus alianzas con la ultraderecha y para atraerse a los votantes templados "avergonzados" de esos pactos que se traducen en un "retroceso".
Llegó el día. El cara a cara entre el presidente del Gobierno y el líder de los conservadores, su único combate en esta campaña de las generales del 23-J. En Antena 3, La Sexta y Onda Cero —las ventanas del grupo Atresmedia—, a las 22 horas, moderado por los periodistas Vicente Vallés y Ana Pastor. Un duelo a dos que no se veía en España desde diciembre de 2015 —entre el entonces aspirante Pedro Sánchez y quien ocupaba la Moncloa, Mariano Rajoy—, el séptimo de toda la democracia. El debate en el que los dos contendientes, separados exactamente por dos metros y medio, se juegan todo a una carta, porque ya no volverán a cruzarse en ningún plató, ya que Feijóo se ha negado a acudir a más debates, ni para confrontar exclusivamente con Sánchez —RTVE, Mediaset y Prisa habían ofrecido sendos cara a cara—, ni para librar la batalla también con Yolanda Díaz (Sumar) y Santiago Abascal (Vox), para huir de la imagen conjunta con el líder ultra que precisamente el presidente y su vicepresidenta segunda quieren grabar a sangre y fuego en la mente y el corazón de los ciudadanos. Un enfrentamiento que, a buen seguro, congregará a una audiencia televisiva millonaria y que definirá el resto del viaje hacia las urnas.
Feijóo lleva toda la vida en política, y esto le da un bagaje muy importante para afrontar este debate, no es un novato", señalan en Ferraz, donde recalcan el "respeto absoluto" al jefe de los populares
Sánchez ha preferido sacrificar su agenda de actos públicos en esta campaña atípica, y completamente opuesta a la que diseñó el PSOE para las autonómicas y municipales del 28-M, para preparar a fondo el debate de este lunes 10 de julio en Atresmedia, careo al que concede máxima relevancia. El jueves abrió la carrera oficial de las urnas en un mitin en Madrid, seguido de una entrevista en Informativos Telecinco. El viernes, presentó el programa electoral en la capital y concedió una nueva entrevista, a elDiario.es, publicada este domingo. Canceló el mitin previsto en Plasencia (Cáceres) el sábado y durante todo el fin de semana delegó en sus ministros. Y este lunes lo consagrará también al ensayo de su combate con Feijóo, hasta que ya por la tarde se desplace a los estudios de Atresmedia, en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes. También en los últimos días, añaden desde la dirección del partido, el jefe del Ejecutivo ha estado preparando las próximas cumbres de la OTAN —este martes 11 y miércoles 12, en Vilna (Lituania)— y de la UE-CELAC —lunes 17 y martes 18 de julio, en Bruselas—, ambas de gran importancia.
Feijóo y su equipo de la calle de Génova se han burlado del intensivo del presidente para el cara a cara, aduciendo que él sí puede "pasear por la calle sin percibir el rechazo de los ciudadanos" y "llenar actos gracias al cariño de su partido", como hizo él este domingo en la plaza de toros de Pontevedra. En Ferraz defienden, sin embargo, que Sánchez se está tomando muy en serio este debate, y que tiene "respeto absoluto al adversario político", al que reconoce como un dirigente correoso y nada fácil a batir. "Feijóo lleva toda la vida en política, y esto le da un bagaje muy importante para afrontar este debate, no es un novato", justifican.
El flanco débil de las alianzas con ERC y Bildu
Los interlocutores del presidente creen que el jefe de los populares, como favorito en los sondeos, optará por una estrategia conservadora, para no arriesgar. Y dan por hecho que se centrará en la microeconomía, en cómo todavía el bolsillo de los ciudadanos se resiente pese a que la economía, la macro, marche bien —"como una moto", le gusta decir a Sánchez— y, sobre todo, en los pactos con ERC y Bildu, el talón de Aquiles del presidente pero que ha podido ir explicando en su maratón de entrevistas de estas últimas semanas, muchas en medios de la derecha que le han permitido detectar cuáles son sus mantras.
El presidente apretará para que su oponente diga qué modelo tiene, porque su partido ha "asimilado las políticas" de la ultraderecha. Y subraya que lo que está en juego no la mera alternancia, sino la propia democracia
Pero si Feijóo atacará con seguridad por el flanco de las alianzas parlamentarias del Gobierno, el jefe del Ejecutivo quiere desnudar a su oponente tanto en lo que respecta a su alternativa, que considera débil e "insolvente", como en lo que afecta a su entente con Vox, de la que subrayará que no puede desprenderse. "El PSOE y Pedro Sánchez tenemos un modelo claro avalado por la gestión de estos años —explican en Ferraz—. Salir de una crisis con justicia social. Debemos saber qué propone Feijóo y su aliado ultra. Lo vemos en muchos lugares, pero nadie sabe qué modelo tiene para España. Si es lo que vemos en ayuntamientos y comunidades autónomas, es antagónico al nuestro. El PP ha asimilado las políticas de Vox, cosa nada rara porque hasta hace cuatro días eran el mismo partido. Por ello, y aunque queríamos más debates, Feijóo solo ha permitido que haya uno".
Y será en este único cara a cara en el que Sánchez se empleará para hacer ver que no se discute solo la "alternancia". Lo que está en juego es "la democracia", según el mismo afirmaba en la entrevista con Ignacio Escolar, director de elDiario.es: "La amenaza real es un Gobierno de coalición entre Feijóo y Abascal, que evidentemente supondría un retroceso serio, grave, en derechos y libertades, como estamos viendo ya en algunos municipios y en algunas comunidades donde han pactado". La disyuntiva que presenta el PSOE es la elección entre "dos modelos de país", que representan "el avance o el retroceso", "seguir adelante" —Adelante. España avanza es, de hecho, el lema de campaña socialista del 23-J— o "desandar el camino de la mano de los ultras que ya controlan al PP" en ayuntamientos y CCAA, resumen en el comité electoral de Sánchez.
Sánchez acompaña su discurso con un programa sin aristas, centrado en los jóvenes y el refuerzo de los servicios públicos
Precisamente porque lo que está en peligro, según el PSOE, es la propia "democracia", y no la mera "alternancia" en el poder, Sánchez será muy enfático, como está haciendo en los últimos días, a la hora de dirigirse a los votantes templados. Apelará, rubrican en su equipo, a los votantes del PP "que no entienden cómo Feijóo ha podido entregarse a Vox de esa manera". En definitiva, pedirá la confianza de los electores del PP que están "avergonzados" de sus pactos con la ultraderecha, como él mismo ha repetido, "abochornados" de ellos. Para ese mismo objetivo el PSOE ha diseñado un programa electoral continuista, libre de polémicas y de medidas de impacto, muy centrado tanto en preocupaciones transversales —objetivo de pleno empleo, alivio hipotecario para los hogares de renta media, limitación por ley de los tiempos de espera en sanidad, refuerzo de los servicios públicos...— como en los jóvenes, que se han escorado a la derecha.
Ante la más que probable crítica por los cambios de postura, Ferraz promocionó en redes sociales este domingo un vídeo con el que pretendía mostrar que aquellas promesas que hizo Sánchez ante Rajoy en 2015 se han convertido en realidad en sus cinco años en la Moncloa, desde la subida del salario mínimo hasta la creación del ingreso mínimo vital, la subida de las pensiones, la eliminación de los copagos, el cambio de la reforma laboral, la aprobación de una ley de cambio climático, la mejora de la "convivencia" en Cataluña o la recuperación del peso internacional de España. "El PSOE cumple. Hemos avalado nuestras promesas con hechos y derechos, porque mientras otros hablan, nosotros hacemos", apuntaban en su mensaje.
El recuerdo del "indecente" a Rajoy de 2015
Pero tan importante como el contenido será la forma. El tono. Quizá lo menos controlable porque dependerá del propio desarrollo del debate. Sánchez ha entrenado en las últimas semanas enfrentándose a entrevistas rocosas y en ellas ha procurado controlar el tono, para no resultar prepotente ni soberbio, calificativos que le endosa la oposición. Es más, se ha cuidado para aparecer algo más cercano y empático, menos envarado y frío. Era la forma de desactivar una de las vertientes del sanchismo, el carácter de un presidente, así se le ha dibujado, maquiavélico, distante, poco sensible a los problemas de los ciudadanos y más preocupado por su ego.
Tan importante como el fondo es la forma, y el candidato socialista ha procurado controlar el tono en sus últimas entrevistas, para ofrecerse como un presidente cercano
Los que conocen bien al jefe del Ejecutivo reconocen que el riesgo sería mostrarse "altivo o despreciativo" o caer en la descalificación, como ocurrió en su duelo con Rajoy en 2015, cuando le lanzó, en una maniobra muy arriesgada, que no era un presidente "decente" por los casos de corrupción del PP, acusación que el entonces jefe del Ejecutivo tachó de "ruin". Tiempo después, Sánchez admitió que se había equivocado y que tirar de ese recurso había sido un error.
Diversas fuentes del comité electoral socialista evitan anticipar la estrategia que seguirá el presidente. Es el secreto, lógicamente, mejor guardado. Sánchez podría acudir a la foto de Feijóo con el narcotraficante Marcial Dorado en la cubierta de su barco y que trascendió hace diez años, pero algunos asesores entienden que sería un error recurrir a un golpe bajo poco conocido por la mayoría de los telespectadores. De hecho, lo sacó una vez a relucir en el Congreso, el pasado marzo, y él ya no reprodujo esa acusación más. La previsión, pues, es que el debate reproduzca los argumentos de cada parte ya muy trabajados y conocidos, y que aunque aflore la tensión no cundan las sorpresas.
La diferencia con el Sánchez de 2015, advierten sus asesores, es que el presidente se ha fortalecido enormemente en estos años, se ha bregado en todo tipo de debates en el Congreso y en el Senado (también contra Feijóo, al que considera haber ganado de sobra en la Cámara alta), tiene todos los datos en la cabeza, puede lucir gestión y está "muy acostumbrado a que le llamen de todo". "El PP funciona bien cuando es un monólogo, cuando no tiene réplica, porque su argumentario es muy débil, ya que es fácilmente rebatible. Pero a la postre en un debate se trata de convencer", y no solo a la parroquia de cada partido, sino a los abstencionistas, los indecisos, los fronterizos entre una formación y otra, recuerda uno de los asesores del líder socialista. Según los expertos, los debates pueden mover entre un 4% y un 6% del electorado en su conjunto. El impacto no sería muy significativo en el corrimiento de votos de PP al PSOE o al contrario, pero dado que estos son unos comicios reñidos, podría resultar crucial.
La duda, pues, es si Sánchez o Feijóo usarán alguna carta oculta, pero en Ferraz y en la Moncloa no subestiman en absoluto al líder de los populares, porque "no es primerizo", pero tampoco tiene "excusas" para "esconder" su programa y sus intenciones.
El debate y el posdebate
El presidente se dejó fotografiar el pasado jueves con quienes está preparando el duelo con Feijóo: con su director de Gabinete, Óscar López —todo un experto en el partido en los debates—, con las vicepresidentas Nadia Calviño (Economía) y Teresa Ribera (Transición Ecológica); con la vicesecretaria general del partido y titular de Hacienda, María Jesús Montero; con los ministros de la Presidencia y de Inclusión, Félix Bolaños y José Luis Escrivá; con el secretario general de Asuntos Económicos y G20 (su sherpa económico de la Moncloa), Manuel de la Rocha Vázquez, y el director de la Oficina de Prospectiva y Estrategia, Diego Rubio.
Sánchez se ha rodeado de sus ministros y miembros de su Gabinete de "total confianza" para preparar el debate, pero "no hay gurús", indican en Ferraz
Hay más dirigentes, miembros de su Gabinete y asesores que no están en las imágenes, admiten en Ferraz, pero "no hay gurús". Es decir, que el presidente se ha rodeado de su equipo de "total confianza" para afrontar el evento más importante de esta campaña. Pero además es conocida su estrecha relación, por ejemplo, con Miguel Barroso, secretario de Estado de Comunicación de José Luis Rodríguez Zapatero y hoy consejero dominical de Prisa, y José Miguel Contreras, socio fundador de La Coproductora, ambos expertos en la comunicación política.
Este cara a cara, a diferencia de los seis anteriores, cuentan con un elemento que puede ser "decisivo": el papel de los dos presentadores. Vallés y Pastor serán los encargados de plantear los temas a los que son "los protagonistas", advertía el pasado viernes la periodista de La Sexta. Pero, preguntados si podrán repreguntar a los dos candidatos, contestó que será "un debate entre ellos". "Debate donde también los periodistas seamos también periodistas", añadió, informa EFE.
Pero el cara a cara no se ganará o perderá esta misma noche en los platós de Atresmedia. Importará asimismo el posdebate, el poso que el combate entre los dos líderes deje en los programas informativos y en las tertulias y la imagen que se proyecte de él en los ciudadanos. Sánchez aún tendrá un segundo cruce en televisión: el del miércoles 19 de julio, en RTVE, ante Díaz y Abascal. Allí no tendrá enfrente a Feijóo, a su gran rival y el que, por ahora, sigue primero en las encuestas, y a quien necesita batir esta noche para alimentar el escenario de que sí, que hay partido y que nada está hecho el 23-J.
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