Probablemente, cuando las cámaras de Atresmedia se apagaron el 10 de julio pocos en el PSOE pensaron que menos de dos semanas más tarde el partido y su líder, Pedro Sánchez, serían capaces de reponerse a la depresión y al duelo y acabar la campaña del 23-J subidos en una inmensa ola de euforia. Pocos porque era, sencillamente, inimaginable. Pero es lo que ha ocurrido. Un cambio de estado de ánimo absoluto, de 180 grados. Hasta el punto de que los socialistas se sienten fuertes, hasta seguros de que el domingo podrán dar la sorpresa. Hasta firmar una victoria, una opción que ninguna encuesta avanza pero que es un escenario que la dirección dice acariciar, alentada por la "movilización" de sus votantes en la última semana y por el encadenamiento de errores del PP y de Alberto Núñez Feijóo.
Esa euforia, verdadera euforia, transpiraba por los cuatro costados del polideportivo Alhóndiga de Getafe, localidad del cinturón rojo madrileño y plaza fetiche para el partido. El presidente protagonizó un mitin vibrante, emotivo, con un auditorio —4.500 personas en total, los 3.500 del interior y los mil que aguardaron a las puertas, sufriendo el calor, según las cifras de la organización— entregado. Las bases le interrumpían, aplaudían una y otra vez, coreaban "¡presidente, presidente!", se venían arriba casi con cada frase, que era percibida como un latigazo de ánimo. Claro que antes habían calentado la banda la alcaldesa de Getafe, Sara Hernández; el secretario general del PSOE-M y, sobre todo, la vicepresidenta tercera del Gobierno y número dos de la lista al Congreso, Teresa Ribera, mitinera revelación indudable de esta campaña, por su capacidad de poner como una moto a la militancia socialista.
Va a ganar el PSOE y va a perder el PP y va a perder Vox. Va a ganar la verdad y va a perder la mentira. Vamos a demostrar desde España que se puede parar a la derecha y a la ultraderecha"
Hacía años que no se veía un acto así en la federación madrileña. El pulso latía más rápido, infinitamente más que en el cierre de la campaña de las autonómicas y municipales del 28-M —las urnas que dieron una mayoría absoluta al PP en la región y en la capital— e incluso que de las dos elecciones generales de 2019, en las que Sánchez ganó. El partido derrochaba contento en el mitin más multitudinario de toda esta dificilísima campaña de generales, y eso ya era mucho decir en un PSOE-M que no brilla especialmente por actos numerosos.
"Va a ganar el PSOE y va a perder el PP y va a perder Vox. Va a ganar el progreso, va a ganar el avance y va a perder el retroceso, va a ganar la verdad y va a perder la mentira. ¡Esto va a pasar el domingo!". El público saltó de pie y le ovacionó. "¡Ista, ista, ista, España socialista!", le gritó. "Vamos a demostrar desde España que se puede parar a la derecha y a la ultraderecha", replicó él.
El presidente, como en los últimos días, en las últimas horas, insistió en que ve a la derecha y ultraderecha "absolutamente desfondados", frente a un PSOE en "remontada". El avance socialista, sancionó, es ya "imparable". "Os pido que el 23 de julio apostemos todo al rojo para ganar las elecciones. Todo al rojo, que nadie se queda en casa, todos a votar al PSOE, ¡todos al rojo!". Sánchez llamaba así al voto útil, a concentrar esfuerzos en torno a sus siglas. Pero sin zaherir a su necesaria compañera de viaje. Porque en su discurso auguró más tarde que Sumar, "el partido de Yolanda Díaz", quedará tercero, por delante de Vox, y juntos podrán así reeditar el Gobierno de coalición.
"Todo les ha salido mal"
En Ferraz insisten en que no están cayendo en el autoengaño, que no es pura "filosofía", que el optimismo se sustenta en datos, en sus sondeos internos. Fuentes de la dirección indican que los bloques están bastante empatados ahora mismo y que Sánchez apenas está "cuatro o cinco escaños por debajo de Feijóo", de modo que si la tendencia ascendente que han detectado en la última semana se mantiene hasta el 23-J, lograrán "pasar al PP". O sea, ganar las generales. "Crecemos a un ritmo enorme y nos ha acompañado la semana horrible del PP. Todo les ha salido mal", apuntan. Su expectativa es que incluso votantes de izquierda que solían quedarse en casa, o que en el pasado se movilizaron a favor de Manuela Carmena —hasta lograr hacerla alcaldesa en 2015—, apuesten ahora por el PSOE ante el peligro real de "retroceso".
El presidente reconoce que cayó tras el cara a cara con Feijóo y que pudo remontar. Ahora pide al partido seguir "hasta la última pedalada, hasta el último voto, hasta el último suspiro"
Un Sánchez nervudo, épico, el más crecido de estos últimos 15 días, con su uniforme de camisa vaquera azul y vaqueros azules, describió durante su mitin ese tránsito del infierno a la gloria: "Hemos hecho la mejor campaña. Nos caímos y nos levantamos y pedaleamos contrarreloj y cruzamos todas las metas volantes y subimos todos los puertos inimaginables", relató, reconociendo con crudeza cómo el cara a cara con el líder del PP hundió al partido y cómo le costó sobreponerse al golpe. Y siguió: "Y nos quedan unos metros para llegar al esprint final y lo vamos a hacer el 23 de julio. Vamos a ganar las elecciones hasta la última pedalada, hasta el último suspiro, hasta el último voto. Vamos a ganar las elecciones y las vamos a ganar rotundamente". El partido confía en que pueda cosechar votos de los indecisos, a los que el presidente pidió "un último esfuerzo".
Y para levantar todavía más a las bases, Sánchez cumplimentó a una de las estrellas de este trayecto del 23-J que concluía este viernes: José Luis Rodríguez Zapatero, que echaba el telón en Cádiz y Sevilla y en Hora 25, en la SER. Pidió a los suyos un aplauso para el expresidente, "que se está saliendo en esta campaña". Le respondieron con aplausos y gritos de "¡Zapatero, Zapatero!". Nadie se acordó del otro expresidente, Felipe González, que ni siquiera se ha sumado a ninguno de los manifiestos en favor de Sánchez. Zapatero ha sido un protagonista absoluto de la campaña socialista, y ha funcionado como un potente agente movilizador.
El candidato advirtió a las derechas de que los españoles no "van a permitir" que se les arrebaten los "derechos y libertades con las que están mercadeando". "Sí al avance, no al retroceso". "¡Ni un paso atrás, ni un paso atrás!", correspondió el público. El jefe del Ejecutivo también incluyó su dosis de recuerdo sobre el principal trasunto de estas elecciones: no van "de Sánchez o España", como dice el PP, sino "de Sánchez o de un Gobierno de Feijóo y [Santiago] Abascal, y no hay más opciones". Es clave para el PSOE fijar la idea de que es imposible un Gabinete en solitario del líder popular, justo para frenar una potencial corriente de voto útil hacia él.
Los socialistas no dejan de sorprenderse de los tiros al pie del PP, desde la "mentira" de las pensiones hasta el debate a tres, Marcial Dorado o el pacto con Bildu en Vitoria
Pero que Feijóo se acerque a ese buscado umbral de más de 160 escaños parece alejarse. Los socialistas no dejan de sorprenderse de cómo el PP se ha disparado tanto en el pie esta semana. La "mentira" de la revalorización de las pensiones —Sánchez recordó en Getafe, una vez más, que quien ha indexado las prestaciones al IPC ha sido el Gobierno de coalición—, el "teletipo" que no existía y que culpaba a Sánchez (y no a Israel) del archivo de la investigación del caso Pegasus, la ausencia del debate a tres en RTVE, las idas y venidas de las versiones de Feijóo respecto a su relación con Marcial Dorado —este viernes admitió que cuando lo conoció "había sido contrabandista, nunca narcotraficante"— y el remate del pacto de PP con Bildu para las presidencias de comisiones del Ayuntamiento de Vitoria, del que tuvo que recular por la presión. "A ver si abre el telediario de estas cadenas privadas y los periódicos mañana con ello. ¡Que lo hagan!". Nueva cosecha de aplausos. El PP también fracasó en su intento de cuestionamiento del voto por correo: hasta este viernes el 98,3% de las solicitudes se había convertido en voto efectivo, la ratio más alta desde 2008.
La resignificación de 'Perro Sanxe'
"Vaya semanita para Feijóo", bromeaba minutos antes Juan Lobato. Si existiera un manual de qué no hacer nunca en campaña, el líder del PP no lo habría leído, dijo, porque se "escondió" del debate, se ha despachado con frases "machistas" contra Yolanda Díaz, ha acabado pactando con Bildu y ha tenido que "confesar" que sí conocía a contrabandistas. "No le queda más que pedir el voto para el PSOE", disparó el barón madrileño, que agregó que a los socialistas esta campaña no se le ha hecho "ni larga ni corta". Nada que ver con la del 28-M, que evolucionó de mal en peor.
El partido descubre a una Ribera totalmente 'mitinera' capaz de levantar al auditorio. Y Sánchez agradece la campaña de apoyo total de Zapatero
La militancia también se subió a esa ola de optimismo, y fluyó de menos a más durante el acto. Vibró con una Ribera a la que las bases han podido descubrir como una mujer de partido y de mitin. "Voy a decir lo que todo el mundo tiene ganas de escuchar: ¡vamos a ganar las elecciones!". La vicepresidenta levantó a las bases al segundo. En primera fila, los ministros Félix Bolaños, Fernando Grande-Marlaska, José Manuel Albares y Pilar Llop, además de la dirección del PSOE y de la federación madrileña, el jefe de Gabinete de Sánchez, Óscar López, y la mujer del presidente, Begoña Gómez.
Todo el mitin fue un constante ascenso emocional para un partido que, no obstante, sabe que puede fracasar el domingo. Porque la pátina de euforia contiene por debajo también la sensación de que el 23-J puede sancionar la suma de las derechas y su acceso a la Moncloa. Pero el partido necesitaba ese cambio de ánimo y pensar en la remontada. Querer creer. Y lo que entiende como aciertos de estrategia y fallos del rival lo ha hecho posible.
Tras el agarrotamiento del arranque, manifiesto en el debate contra Feijóo, Sánchez buscó recuperar el tono y lo fue consiguiendo a partir del ecuador de campaña. Su viralizada entrevista en el pódcast La Pija y la Quinqui le permitió penetrar en el público joven y exponer una faceta más personal. Y poner en circulación, por cierto, la resignificación del apodo Perro Sánchez que la derecha le dirigió despectivamente: el PSOE le ha dado la vuelta y ahora promociona su Perro Sanxe. Que más sabe por perro que por sanxe, ha añadido. El giro era completo este viernes, cuando el candidato distribuyó por redes una foto suya con sus dos mascotas, dos perras de agua, con motivo del Día Mundial del Perro. Los canes son ya sinónimo de votar socialista, y en redes no dejan de aparecer, como el de la cantante Ana Belén. En el mitin en Getafe volaban las chapas con la leyenda Perro Sanxe y Perra Sanxe, y el público bailaba al son del éxito Perra, de Rigoberta Bandini, justo el tema que gusta al presidente, como él confesaba a Carlos Peguer, la Pija, y Mariang Maturana, la Quinqui.
Hasta ese extremo ha llegado una campaña rara, atípica, que el presidente diseñó como su combate contra el sanchismo. Porque si algo demostró el 28-M es que esa llama, eso que él definió como una mezcla de "manipulación, maldades y mentiras" sobre su figura, había prendido en toda España, aventada exitosamente por la derecha.
El candidato comenzó su viaje combatiendo el 'sanchismo', el marco instalado por la derecha, recorriendo platós de TV y estudios de radio
Esa guerra por salvar su imagen y la gestión del Gobierno le llevó a recorrer los platós de televisión y los estudios de radio, un paseo que no había hecho en toda la legislatura y que, a la larga, como ha reconocido, se convirtió en un error porque le impidió explicarse y exponerse ante la España más distante ideológicamente. Ese camino terminaba este viernes con una entrevista más informativa en La hora de La 1 (TVE), por la mañana, y otra más informal en Julia en la Onda (Onda Cero), por la tarde, en la que cosía los mensajes más políticos con otros más de su vida cotidiana, como que necesita dormir cinco horas y que le relaja lavar la vajilla —Díaz descansa dos horas y se desestresa con la plancha—. Y se dice sanxe, no Sánchez, corrigió con humor a Julia Otero.
Los socialistas han ganado en confianza en tiempo récord, cuando tras el desastre del 28-M el partido se sentía hundido. Y este viernes, en Getafe, parecían tocar el cielo en un mitin que acabó convirtiéndose en un brutal chute de energía para el candidato y para sus cuadros y bases y que, tras los discursos, se transformó en un fiesta, abierta con La Internacional, seguida por Javiera Mena y los éxitos de las radiofórmulas.
El domingo las urnas dirán si el subidón tiene el respaldo de los votos o apenas era un espejismo. El optimismo, no obstante, impide ver un hipotético escenario, el de recomposición del partido si hay derrota. Es decir, qué será del PSOE con un Sánchez vencido. La opción más negativa, deslizarse por debajo del umbral de los 100 escaños, que seguramente obligara al secretario general a dimitir de inmediato, parece muy improbable, de modo que si el resultado ronda los 110-115 diputados que pronostican las encuestas, y PP y Vox logran gobernar, Sánchez podría activar la renovación interna convocando un congreso federal extraordinario.
El optimismo impide ver el escenario post-23J. Si Sánchez no puede gobernar pero queda por encima de los 100 escaños, podría abrirse el escenario de un congreso extraordinario
Pero nadie es capaz de presumir qué ocurrirá. Las combinaciones son infinitas. Por lo pronto, habrá que cotejar si las sensaciones se corresponden con la realidad. El 28-M también había aforos completos y una enorme movilización, pero al final era perceptible la inquietud tras una mala campaña. La del 23-J ha sido la opuesta, y el PSOE sueña con dar la sorpresa. El "sorpresón", que dijo Zapatero en Cádiz. Aspira a reeditar la noche electoral de 1993, cuando Felipe González parecía condenado a salir de la Moncloa y los españoles le dieron, contra pronóstico, un último billete para continuar en el poder. Sánchez anhela ese golpe de suerte. Aguantar vivo cuando todos le habían dado ya por muerto.
—Quienes tengáis perro, aprovechad mañana para sacarlo —ironizaba Lobato—. Y el domingo, a votar.
El 23-J es la prueba más dura para el presidente. Su capítulo más incierto y definitivo de su Manual de resistencia.
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