La escritora Najat el Hachmi (Beni Sidel, 1979) será la pregonera de La Mercè de este año. La primera escogida por el nuevo gobierno local del socialista Jaume Collboni, que ha generado con la elección su primera polémica. El Hachmi ha conseguido ofender a dos segmentos tan aparentemente distantes como la comunidad musulmana y a las entidades de defensa de los derechos trans. Ambos grupos han exigido su sustitución como pregonera, con el apoyo de ERC. Su pecado, expresar sus opiniones sin atender a lo políticamente correcto.

El pasado martes, Collboni presentaba su primera fiesta mayor flanqueado por El Hachmi y el autor del cartel de La Mercè, Chamo San. Casi de forma automática se sucedieron las críticas encabezadas por el Observatorio Contra la Homofobia (OCH) contra la elección.

"Es inadmisible que una persona pública que tiene un discurso de odio centrado en contra de los derechos y las libertades de las mujeres trans, y por otro lado, con declaraciones abiertamente islamófobas haga la apertura de las fiestas de la ciudad" rezaba el comunicado suscrito también por Unidad contra el Fascismo y el Racismo y la Plataforma Trans Estatal.

El flanco político

Un rechazo al que rápidamente se sumaba ERC, utilizando como portavoz a otra catalana de origen marroquí, la diputada Najat Driouech, defensora del uso del velo islámico, para acusar a los socialistas de transfobos.

Los republicanos consideran la elección de la escritora como una demostración de la "deriva profundamente transfoba del PSC-PSOE, dando espacio y validando discursos de odio y transexcluyentes". En su comunicado de condena, Esquerra señala como ejemplos de esa transfobia "el bloqueo durante meses de la Ley trans" o la elección de Carmen Calvo como candidata por Granada, y del líder vecinal Lluís Rabell en las listas del PSC de Barcelona, al que tildan de "señoro".

Ada Colau, por contra, reconocía que "no comparte" buena parte de las opiniones de El Hachmi, muy crítica con Podemos y sus confluencias por la Ley Trans. Pero aseguraba que "no participaré en el linchamiento" contra la escritora.

A los "microdictadores imberbes"

La propia escritora respondía a la polémica el pasado viernes en su columna de El País. "No saben los microdictadores imberbes que se desgañitan gritándole facha a todo aquel que diga algo que no les gusta que viven en un entorno privilegiado donde la libertad (muy escasa en otras latitudes) te viene de nacimiento sin más y no se dan cuenta de que al defender la cancelación, el acoso, el silenciamiento de los molestos están cavando su propia tumba".

Semanas antes, la escritora había criticado abiertamente en otra columna a quienes aprovechan el uso que Santiago Abascal hace de los argumentos de las feministas que denuncian el borrado de las mujeres tras Ley trans para asimilarlas feministas con Vox. "Algo que hizo Elisabeth Duval -portavoz de Feminismo de Sumar- al decir que Falange Española y Partido Feminista de España eran lo mismo" advirtió.

La escritora señaló también a Yolanda Díaz, a la que recriminaba que se arrogara el mérito de haber "parado a Gallardón" en referencia a la reforma de la Ley del aborto propuesta por el ex ministro del PP. "Las que frenaron la ley del aborto del exministro del PP fueron un grupo de mujeres que ahora son clásicas, reaccionarias, cis-hetero-privilegiadas y, por supuesto, tránsfobas por decir que el sexo existe y que los menores tienen que ser protegidos".

Las críticas desatadas, especialmente por la comunidad trans, han tenido respuesta tanto desde el feminismo "clásico" como desde el ámbito de la cultura. Desde escritores como Jordi Amat, Laura Freixa, o Quim Monzó y periodistas como Maruja Torres o Ramón de España a ex dirigentes socialistas como la propia Calvo, o Amelia Valcárcel han salido en defensa de El Hachmi. También CC.OO de Cataluña, en un tuit en el que se felicitan por la elección de una "feminista y mujer de la cultura".

El velo, "una prisión ambulante"

Todos ellos recuerdan que, antes de cuestionarse el contenido de la Ley trans El Hachmi se ganó sus galones feministas cuestionando las imposiciones de su cultura de origen, empezando por el uso del velo. Denuncias que la llevaron a la ruptura con su familia. ¿Qué es para usted un velo?, le preguntaron en una entrevista. «Una prisión ambulante. Cuando no pudieron encerrarnos en las casas los islamistas inventaron el velo. Es una cárcel y una bandera con varios significados. Un símbolo con el que consientes el sometimiento».

En 2021, El Hachmi criticó a Colau, Mónica García, Mónica Oltra y Yolanda Díaz por "incorporar a sus filas el símbolo de nuestra opresión" tras un evento organizado en València al que asistió la portavoz del Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía en Ceuta, Fátima Hamed Hossain, ataviada con el pañuelo islámico. Una postura que la ha situado en la diana de algunas entidades antiracistas que la tacha de "islamófobas". 

Una situación que la propia escritora describía con ironía en otra columna, esta vez en Ara. "He topado con un tipo muy concreto de feministas (espero de corazón que sean un sector extremadamente minoritario o tendríamos motivos para tirarnos todas a las vías del tren) que sí se coloca en una posición de superioridad ante las mujeres que ellas mismas han decidido llamar las 'otras', o en la nueva lengua que gasta, 'racializadas'".

Y de paso, añadía "me explican qué es el racismo". Entonces "tengo que recordar que vengo de Beni Sidel, Nador, y que allá el patriarcado y el machismo te lo enseñan desde párvulos y sin pisar la escuela".

Hija de una familia marroquí de confesión musulmana, dejó su tierra natal a los ocho años para instalarse con su familia en Vic (Barcelona). Cursó Filología Árabe en la Universidad de Barcelona, ciudad en la que reside. Premio Nadal 2021 con El lunes nos querrán, la escritora se estrenó en catalán con la obra Jo també sóc catalana en 2004 y cuatro años después ganó el premio Ramon Llull con El último patriarca, traducida a diez lenguas.