24 de agosto de 2017. Cataluña vivía uno de sus momentos más tensos. A la deriva soberanista, que desembocó en el referéndum ilegal del 1 de octubre, se le sumaron los atentados de La Rambla y Cambrils. El foco mediático estaba centrado en episodio histórico de la historia de España.
A 120 kilómetros del centro de Barcelona, Marc Hernández y Paula Mas se subieron al Opel Zafira de ella. Querían pasar una noche en el campo, como habían hecho otras veces. Los jóvenes, de 23 y 21 años, abatían los asientos traseros y echaban un colchón sobre ellos para dormir. Pusieron rumbo hacia el pantano de Susqueda, un pequeño pueblo que quedó ahogado por el embalse que ahora lleva su nombre. También llevaban un kayak con el que tenían planeado navegar.
Pasaron por un restaurante de carretera y tomaron algo rápido. La última imagen que se tiene de elos es la que tomó la cámara de un cajero, en La Cellera de Ter, del que sacaron dinero. Nunca más se les volvió a ver. Nunca volvieron de aquel embalse donde fueron asesinados a tiros y en el que se les intentó hundir con piedras en sus mochilas. Han pasado seis años de un crimen que sigue sin resolverse.
El principal sospechoso
El de Susqueda es uno de esos crímenes en los que muchas piezas han sido comprobadas pero no terminan de encajar. Los Mossos d’Esquadra y la Fiscalía tienen un principal sospechoso: Jordi Magentí. Este vecino de la zona pasó un año en la cárcel, pero terminó en libertad por falta de indicios suficientes. No había ADN suyo en la ropa de las víctimas, no había un móvil para acabar con los chicos ni se ha encontrado el arma del crimen.
Nadie vio el asesinato de Marc y Paula, pero sí oyeron los disparos que, supuestamente, acabaron con sus vidas. Los testigos son de diversa naturaleza: un ermitaño que decidió recluirse en una cabaña de la zona (que ni vio ni escuchó nada aquel día y que terminó ahorcándose dos años después), unos hippies que pasaban unos días entre raves, unos franceses que estaban de visita. Casi todos coinciden en haber escuchado algún tiro. Unos dijeron que dos, otros que más, alguno que sólo uno. La dificultad estriba en poder situar el origen de esas detonaciones. Para ello hay que hacer un “estudio paramétrico” de la propagación del sonido, pero se necesitan reproducir las condiciones de aquel mismo día.
Magentí siempre ha sido el principal sospechoso. Reconoció que estuvo en una zona cercana, la Retrica, pescando aquel día a la hora a la que se supone que los dos chicos fueron asesinados. Además, cuenta con antecedentes: mató a su exmujer en 1997. Se cruzó con los chicos con su coche, un Land Rover blanco. Las cámaras del pantano lo captaron poco después de ver pasar al Opel Zafira de Paula en dirección al embalse de Susqueda. Tenía armas en su casa, dos pistolas, pero no coincidían con las del crimen.
El hijo de Magentí tenía una plantación de marihuana en la zona. Una de las hipótesis que barajaron los investigadores es que Marc y Paula la encontrasen, lo que habría desencadenado el asesinato. El sospechoso, durante su estancia en la prisión de Puig de les Basses, en Figueres, de manera provisional, compartió intimidades con su compañero de celda. Este contó que Magentí le confesó que en realidad fue su hijo quien había acabado con la pareja. Encubrirlo sería la forma de compensar haber matado a su madre 20 años antes. No se ha podido relacionar al vástago con el asesinato.
El crimen y nuevas pistas
El mismo día de la desaparición de Marc y Paula se denunció la misma. Se abrió entonces una investigación sobre el caso y las distintas informaciones que se publicaron acerca del crimen de Susqueda, aquellas piezas que no encajaban, llamaron la atención de los medios de comunicación.
Lo primero que se encontró fue aquel kayak con el que querían navegar los jóvenes antes de echarse bajo las estrellas a dormir. Estaba flotando en mitad del pantano, rajado y con piedras en su interior, en la parte central. Ambos extremos, llenos de aire, eran visibles.
Más tarde apareció el Opel Zafira de Paula. Estaba en el fondo del pantano. Tenía las llaves puestas, la primera marcha metida y las ventanas bajadas. Alguien lo había hundido a propósito. Un mes mas tarde apareció el cuerpo de la chica. Estaba desnudo y con signos de violencia. El de Marc apareció más tarde. También estaba sin ropa, pero llevaba una mochila repleta de piedras y en muy mal estado. Las autopsias acreditaron que, una vez muertos, estuvieron entre 24 y 48 horas fuera del agua.
En enero de este 2023, casi seis años después, un hombre encontró varios objetos del kayak en la zona, cerca de donde apareció el cuerpo de Paula. Fueron analizados por los investigadores de los Mossos en busca de nuevos indicios o pistas que llevasen al autor del crimen. Las familias siguen esperando la resolución del caso de Susqueda.
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