El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, sigue empeñado en intentar consagrar su investidura y acudirá con ese objetivo a la audiencia con el Rey Felipe VI el martes enmarcada en la ronda de consultas con todos los líderes políticos con representación parlamentaria. Pese a ello, en Génova el pesimismo es patente dado que son conscientes de que la única posibilidad de dar la vuelta al escenario político y conseguir superar ese trámite es lograr el apoyo del PNV. Un apoyo que desde el minuto uno ha sido privado. El próximo año hay elecciones vascas y los jeltzales, en retroceso frente a EH Bildu en la comunidad, no puede permitirse estar vinculado a Vox. Ni siquiera de manera indirecta con apoyos simultáneos y externos al PP.

El propio líder del PNV, Andoni Ortuzar, así lo trasladó a los populares el día después de las generales. Este considera imposible pactar con un partido que ha pasado, dijo, una "línea roja" al incorporar en numerosos gobiernos autonómicos y locales a los de Santiago Abascal. Sabido esto, el escenario próximo que ya se baraja como patente es el de oposición: dura contra la reedición del Gobierno y con su dependencia cada vez mayor de socios independentistas [aunque el propio PP contempló conversar con Junts dentro del marco constitucional de darse el caso]. Pero, especialmente, una oposición distanciada de Vox.

La cifra máxima de 172 escaños [junto a Vox, la UPN y Coalición Canaria] con las que Feijóo partía desde los días posteriores al 23-J ha hecho que el PP, motivado para gastar una última bala que haga cambiar al PNV de parecer. Había más que ganar que lo que perder, dado que los de Abascal se verían presionados a tragar con el PNV. El veto de entrada de Vox en la Mesa del Congreso no es más que un gesto con los de Ortuzar que, lejos de fomentar un cambio desde País Vasco ha incrementado las diferencias en Madrid con Abascal. Con él Feijóo se reunió en un hotel del norte de Madrid para amarrar su apoyo parlamentario.

Feijóo busca dar la imagen de candidato comprometido pese a no tener atados los apoyos necesarios para su elección: queda a cuatro de la mayoría"

Tras esta maniobra, que ha excluido al hasta ahora vicepresidente cuarto Ignacio Gil Lázaro, Abascal mostró su perplejidad y puso en duda la alianza en la apertura de las Cortes. Algo que el viernes la formación ha querido subsanar el compromiso con el PP para combatir "la anti-España" [los grupos independentistas, catalogados así por Ignacio Garriga, el secretario general de Vox]: "Nos unen objetivos comunes". Sin embargo, la confianza de Bambú en Feijóo ha quedado tocada, hasta el punto de que se pide el cese de "desprecio y ofensas".

Fuentes del PP consideran que Feijóo debe intentar ser el designado para la investidura al tratarse del partido ganador de las generales. Al menos para dar la imagen al electorado de que el "compromiso" es firme. Especialmente de cara al futuro. Es algo que también ha trasladado públicamente el portavoz popular en el Senado Javier Maroto en una entrevista en Onda Cero: "El PP ganó de manera contundente, nunca había crecido tanto. El partido que gana se presenta a la investidura, ha sido así desde la transición".

Pero gana enteros la estrategia andaluza, recurrente para distintos puntos del mandato de Feijóo así como de cara a la última campaña electoral, como método de afrontar la próxima legislatura en el Congreso, que desde Génova aventuran muy corta. De máximo un año. Ello es, como se está dando en el Parlamento andaluz, la confrontación directa con Vox para marcar espacio propio al mismo tiempo que frente a la izquierda. Algo que se plantea, además, en un momento de crisis de partido, donde la tendencia de los ultras es la del reduccionismo con salidas como la de Iván Espinosa de los Monteros y como forma de percibirse como auténtica alternativa de gobierno frente a Sánchez. Aunque el hecho de que estén en convivencia en cuatro comunidades y multitud de ayuntamientos no ayuda a que ese distanciamiento sea del todo efectivo de cara al electorado.

En un periodo de retroceso de Vox, el PP busca diferenciarse y ganar enteros para unas nuevas elecciones"

La idea es ganar notoriedad en los próximos meses para salir más fuertes de los próximos comicios, insistiendo en la idea de la utilidad política que supone la marca PP frente a Vox. Juanma Moreno ya apuntó a la necesidad de tomar esa vía intermedia hace tres semanas en una entrevista para El Mundo: Juanma Moreno: "La única manera de volver a gobernar es crecer por el centro sin mirar a Vox". Además, se empieza a plantear la necesidad de reformular el núcleo duro popular, de cara a una nueva fase de la etapa Feijóo: ya consolidado desde el Congreso como líder real de la oposición. Conjuntamente, la mayoría absoluta en el Senado será un importante ariete contra un hipotético gobierno de Sánchez.

Murcia, primer achaque con Vox

Pese a mantenerse el compromiso de dotar a Feijóo de sus votos, el nuevo bache que atraviesan las relaciones entre PP y Vox a nivel nacional complica aún más la difícil investidura de Fernando López Miras. Hay límite para un acuerdo hasta el 7 de septiembre, cuando finalizará el plazo de dos meses reglado desde el fracaso de una primera sesión de investidura. De no acordarse un pacto, habrá elecciones a finales de octubre.

Las posturas están enquistadas. El PP exalta su derecho a gobernar solo con un acuerdo externo con Vox, al situarse a dos escaños de la absoluta. Y acusa a Vox de bloquear la situación. Frente a ello, los de José Ángel Antelo son claros: "quieren los votos a cambio de nada y eso no es posible". Éstos acusan al PP de no levantar el teléfono durante casi un mes y demandan puestos clave en la Mesa, algo que requeriría de la reforma del reglamento -para garantizar que todos los grupos tengan representación- al estar ya configurada, así como dos consejerías: al El Independiente apuntan a dos: Agricultura con competencias de agua y medio ambiente, y o bien Educación o Políticas Sociales y Familias.