Tras el movimiento realizado esta semana ante el PSOE, de propuesta de investidura y pactos de estado con vistas a dos años, más estratégico de cara al electorado que con expectativas claras de éxito, a Alberto Núñez Feijóo le quedan cuatro roles que interpretar de cara a la próxima sesión de investidura. Un trámite parlamentario que, de momento, con los posicionamientos de los grupos fijos, apunta a fracaso por la ausencia de cuatro votos que permitan al PP alcanzar la mayoría absoluta de 176 diputados.
Feijóo opta por moverse en un ambiente multipolar, pasando de abrirse a Junts y negociar "dentro de la Constitución", a proponer a Pedro Sánchez un acuerdo para evitar que el independentismo condicione el próximo gobierno a cambio de cesiones. Entre ellas, resaltan la disposición de los socialistas a una amnistía e incluso a un referéndum. De momento, el propio Carles Puigdemont ha negado que se esté pidiendo eso. El martes hará públicas sus exigencias a derecha e izquierda para apoyar una investidura.
En el PP ven "difícil" la situación de puertas para adentro. La investidura es complicada, admiten, pero "no imposible". Aunque ven más proclive que Sánchez la consiga. Los antecedentes previos respaldan esa tesis, aunque no son determinantes, han dejado claro partidos como ERC o el propio Junts, que en su mano tiene evitar la repetición electoral. Son la amplia mayoría de 178 escaños que designó a la socialista Francina Armengol como presidenta del Congreso de los Diputados, así como la cesión de diputados a Junts para que el partido pudiera contar con grupo propio en la cámara baja. Supone más financiación.
Aunque Feijóo en su rueda de prensa del martes aseguró que iría a la investidura a proponer las mismas condiciones de pacto hechas a Sánchez ante todo el hemiciclo. El discurso puede ir orientado a vehicular dichas propuestas en cuatro direcciones. Dos de cara a una repetición de comicios y otras dos bajo la premisa de que el PSOE y Sumar conseguirán revalidad el Ejecutivo.
El primer papel de cara a la investidura es el de reivindicarse ante sus votantes, defender por qué va primero al debate pese a no tener los apoyos pertinentes. Esta semana fuentes del PP explicaban que pese a no tenerlos y ser "difícil" conseguirlos, que "no imposible", no se puede obviar los dos compromisos a los que se ha puesto a disposición Feijóo: primero respecto a su electorado, de más de once millones, y después ante el mandato del Rey Felipe VI. Un segundo compromiso, cabe recordar, generado por asegurar Feijóo que contaba, frente a Sánchez, con capacidad para lograr esos respaldos.
Desde el PP saben que renunciar a un intento, aunque ello suponga airear ante la opinión pública la limitación de apoyos con las que cuenta el partido en el Congreso [se ve como algo positivo y se defiende indicando que si cediesen lo mismo que Sánchez lograrían el voto de todos sus socios], generaría desconfianza en su electorado, a quien se debe, en definitiva Génova.
El PP ve la investidura es difícil, pero no la da por imposible. Aún sin apoyos, afronta el trámite por compromiso a los votantes y a la designación del Rey"
El segundo papel, enmarcado en un contexto de preparación electoral, es entender la sesión de investidura como el primer gran escenario político para comenzar la campaña electoral del PP. Aunque para ello es necesario que para entonces la tensión entre PSOE y Junts u otros socios como ERC sea patente. Feijóo puede intentar partir con la misma premisa dada este miércoles tras la reunión con Sánchez de que éste bloquea su investidura como partido más votado, incluso sabiendo que no conseguirá conformar una alternativa.
Es un papel, sin duda, mucho más complicado que el primero, porque se parte de un escenario no del todo definido, teniendo en cuenta que tras el fracaso del PP el PSOE dispone de dos meses por delante para seguir negociando. Mientras Feijóo copa el primer plano, los ministros Félix Bolaños y María Jesús Montero, así como el secretario de Organización socialista Santos Cerdán intentar atar apoyos.
"Los cuatro roles de Feijóo: reivindicación, preparación electoral, moción al próximo gobierno, y consagración como líder de la oposición"
Si estas apuntan a prosperar y a evitar, al menos en un corto plazo nuevas elecciones, la estrategia del PP de cara a la investidura de Feijóo puede cambiar. Se abren dos opciones dirigidas a un medio plazo, a sabiendas que si Sánchez ata un pacto, este no será muy duradero por la necesidad de negociarlo todo y la pluralidad de actores. Y no todos progresistas.
La primera actuación frente a un acuerdo posible entre PSOE y Sumar respaldado por los socios anteriores de investidura y Junts puede responderse como una moción de censura preventiva ante el Ejecutivo al que apuntaría Sánchez. Con propuestas sobre la mesa como una ley de amnistía a petición de los de Carles Puigdemont que dejaría en papel mojado todos los procesos judiciales posteriores al 1-O. También beneficiaría a los políticos que fueron encarcelados y cumplieron pena, por ejemplo, con el borrado de sus antecedentes y la concesión del indulto. Feijóo, aunque ya es algo evidente, podría desplegar en su discurso de investidura las consecuencias que a su juicio traería un gobierno alternativo a su fórmula en solitario y con el apoyo de Vox, UPN y CC.
Y con ello el posterior turno de voto que reflejase esa oposición. En segunda instancia, y de la mano con la anterior posibilidad, esta investidura puede ser, paradójicamente, una que certifique el liderazgo del representante de la oposición.
El PP ha destinado toda la actuación esta semana a su encuentro con Sánchez en el Congreso del pasado miércoles. A partir de esta semana podría empezarse la ronda de contactos con Vox y Santiago Abascal, así como con partidos como Sumar. Feijóo se comprometió a reunirse con ambos dirigentes, pero Yolanda Díaz ya ha renunciado a protagonizar esas conversaciones. Marta Lois será la persona designada, lo que, frente al replanteamiento de Feijóo, que descartaba encuentros personales más allá del PSOE y después rectificó, podría designarse a Cuca Gamarra. A esos contactos les seguirán, previsiblemente ya la tercera semana de septiembre, encuentros con PNV, Junts, ERC y el BNG. EH Bildu. por la ausencia de condena y justificación de la violencia de ETA, dice el PP, ha quedado descartado de las conversaciones.
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