La Moncloa se desligó rápidamente del movimiento, no lo sintió como propio, dejó claro que era una iniciativa de Yolanda Díaz y solo de ella, aunque intentó en todo momento contener las aguas. Un apercibimiento, un tirón de orejas de la vicepresidenta segunda por "buscar la foto" con Carles Puigdemont, pero sin estirar el choque. Y ella, a su vez, pretendía ayudar a desbrozar la investidura de Pedro Sánchez, hacerle un "favor" asfaltando el camino con el líder, aunque no orgánico, de Junts.
La colisión entre los dos socios del Ejecutivo fue una de las dominantes de este lunes de arranque del curso político. Con los dos actores principales lejos, a 1.300 kilómetros. El presidente, Pedro Sánchez, en Madrid, como orador único en un desayuno informativo en el Ateneo de la capital, y la titular de Trabajo y líder de Sumar, Yolanda Díaz, por sorpresa en Bruselas, y acompañada por Jaume Asens, para reunirse con el expresident catalán y el exconseller Toni Comín. Un encuentro en el Parlamento Europeo de casi tres horas, el primero entre un ministro del Gobierno y Puigdemont desde que en 2017 se fugara a Bélgica, huyendo de la Justicia española, tras el cual las dos partes lanzaron un comunicado conjunto en el que calificaban su cita de "fructífera", que permite "establecer una relación normalizada y estable" entre Sumar y Junts.
Díaz y Puigdemont convinieron "explorar todas las soluciones democráticas para desbloquear el conflicto político", pero no concretaron cuáles son esas posibles fórmulas
Díaz y Puigdemont subrayaron su "convicción de que la política ha de hacerse desde el diálogo y los principios democráticos" y convinieron "explorar todas las soluciones democráticas para desbloquear el conflicto político". Soluciones que no explicitaron. Este martes el expresident explicará desde la capital belga cuál es su marco de negociación con PSOE y Sumar. A menos de una semana, y este dato no es menor, de la Diada, en la que el independentismo volverá a medir de nuevo su fuerza en las calles.
La confirmación de la noticia de la reunión entre la vicepresidenta segunda en funciones y el expresident de la Generalitat llegó antes incluso de que Sánchez arrancara su discurso en el Ateneo de Madrid. Y desde el primer momento la Moncloa se desmarcó: insistió en que Díaz acudía a la cita "en nombre de Sumar" y no representaba al PSOE, y que ella informó de su viaje "a última hora de la noche" del domingo, "a hechos consumados" —es decir, que simplemente lo comunicó, no lo consultó—, por lo que no había "nada acordado" entre los dos socios del Ejecutivo. "Nosotros seguimos con nuestra vía y no tiene nada que ver con nosotros", precisaron desde el equipo del líder socialista.
Incluso después de la reunión en Bruselas, en la Moncloa persistía el malestar. "Yolanda ha ido por su cuenta y riesgo. Nos informó anoche [por la noche del domingo], y ya es tarde para valorar si nos perjudica o nos beneficia. Ella ha ido para tener su foto y le ha dado igual si suma o si resta. Esa es la realidad", subrayaban en el núcleo duro del jefe del Ejecutivo, visiblemente molestos. "Hemos gastado el cartucho de mandar a una vicepresidenta del Gobierno de España para hablar con un, no lo olvidemos, prófugo de la Justicia española", lamentaba otro cargo del complejo presidencial. Una integrante de la ejecutiva socialista compartía el criterio de sus compañeros: "Lo de Yolanda me parece inexplicable porque parece que está en una carrera no sé muy hacia dónde. No veo que sirva de mucha ayuda porque todo el mundo sabe, y el primero Puigdemont, que el acuerdo es con el PSOE". Es decir, que la batuta y las riendas de la negociación son de los socialistas, y en ningún caso de Sumar.
En la Moncloa y en el PSOE señalan que es "inexplicable" la iniciativa de Díaz y recuerdan que la negociación la pilotan ellos, y no Sumar
Pero en el círculo de Sánchez también rehusaban dar más recorrido a esa irritación. Ni hubo queja pública estridente, ni una valoración oficial vía comunicado, ni una desautorización expresa y notoria del movimiento de la vicepresidenta. Es decir, la parte socialista se desligó de la maniobra, pero evitó la escalada de la tensión. Es más, fuentes gubernamentales también señalaban que se había "asumido con naturalidad" la iniciativa de Díaz. Y aunque no haya gustado, sí se reconoce que la vicepresidenta "no va a torpedear la investidura" del presidente. El propio líder socialista no hizo referencia en su discurso al viaje a Bruselas, y tampoco se pronunció posteriormente porque no hubo turno de preguntas.
Desde el 2 de agosto
En el entorno de la vicepresidenta, en cambio, negaban que ella buscase "la foto", y recordaban que ella misma, como ministra de Trabajo, ha trenzado "18 acuerdos sociales y no sale en ninguna [foto] y los firma el presidente". Es decir, que no perseguía protagonismo, sino "hacer un favor" a Sánchez en su investidura, allanar el terreno y de paso ahorrarle una imagen incómoda. Desde Sumar también advertían de que Díaz y su equipo llevan desde el 2 de agosto negociando con Junts. "Por mucho que el PSOE diga que no pintamos nada. Ese mismo 2 de agosto Yolanda ya pidió la modificación del reglamento del Congreso para dar cabida a las lenguas cooficiales, y es lo que ha acabado pasando. Cuanto más dicen eso de que no pintamos nada, más debilidad muestran", respondieron.
En el entorno de Díaz recalcan que "por mucho que el PSOE" diga que Sumar no pinta, "más debilidad muestra". Entre Junts y la plataforma de la ministra había "voluntad de mutuo reconocimiento"
Díaz, como luego reconoció Asens en Hora 25 (SER), viajó a Bruselas "exclusivamente" en representación del socio minoritario de la coalición. "La propuesta [de reunión] es conjunta. La petición es por parte de Junts, pero hay voluntad de mutuo reconocimiento", indicó. Por eso no costó agendar la cita, agregaban fuentes muy próximas a la ministra, porque se llevan tejiendo lazos de confianza desde hace algo más de un mes, y ella siempre tuvo claro que no había que dotar al encuentro un carácter secreto, porque "si vas a oscuras es que tienes algo que ocultar". "Hasta el PP habla también con Junts. Todo el mundo habla y los españoles tienen derecho a saberlo. Ya son mayores de edad", esgrimían las mismas fuentes, que apostillaron que ya los ciudadanos votaron el 23-J conscientes de que la hoja del ruta del Gobierno era seguir profundizando en la política de distensión con Cataluña. Es más, la avalaron, un argumento este último que también utilizan los socialistas.
De cualquier modo, este lunes de arranque del curso político cobró importancia por el doble movimiento del presidente y de Díaz. Porque ella protagonizaba indudablemente la foto del día, al ofrecer a Puigdemont esa estampa clara de "reconocimiento" como interlocutor, sacándole del aislamiento político de los últimos seis años, y porque el jefe del Ejecutivo lanzaba un mensaje inequívoco de apuesta por la consolidación del camino de la "convivencia" de la pasada legislatura.
Sánchez, de hecho, fue muy claro en su discurso en el Ateneo, al enfatizar su voluntad de "pasar página" del procés, de "dejar atrás definitivamente la fractura que vivimos en 2017", de actuar "sin temor", "con ambición y con audacia". No la citó en ningún momento, pero se refería a dar vida a fórmulas como la amnistía, el elefante en la habitación que el Gobierno no niega estar negociando pero que rehúsa mentar en público.
Carece de "base moral", dice Page
Lo que hizo el presidente fue comenzar a tejer el relato, construir los argumentos que a partir de ahora se escucharán mucho más por boca del Ejecutivo para justificar la adopción de una medida que hasta las generales del 23-J negaba porque entendía que era inconstitucional. La viga maestra es que hay que enterrar "definitivamente" el dolor y el trauma que dejó el procés, hacer borrón y cuenta nueva para avanzar en "cohesión territorial" y "convivencia en democracia". "No podemos repetir los errores del pasado, es el momento de la política, de pasar página, de aprender de esos errores y de mirar hacia un futuro de convivencia", insistió.
Sánchez contará con el respaldo de su partido para la amnistía, pero el rechazo a la posibilidad del referéndum, que la Moncloa tampoco se plantea, es generalizado
El líder socialista dio por hecho que logrará ser reelegido como presidente —"El acuerdo se puede, se debe y se va a alcanzar"— y confirmó que intentará armar su investidura lo antes posible, "sin dilación, tan pronto como se consume este tiempo de espera inútil" impuesto por Alberto Núñez Feijóo al situar su propio debate a finales de este mes, el 26 y 27 de septiembre, aun consciente de que no sumará un escaño más a su lista de 172 apoyos (los de su partido, Vox, UPN y Coalición Canaria). En Ferraz y en la Moncloa siguen insistiendo en que las conversaciones se conducirán de forma "prudente y discreta".
Sánchez no encontrará obstáculos internos a su plan. El PSOE le respalda, con la salvedad habitual del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Este, en sendas entrevistas este lunes en Onda Cero y Cope, criticó la negociación con los independentistas. Pactar con ellos la amnistía, señaló, carece de "base moral", "vulnera el principio de igualdad ante la ley" y "choca con la Constitución".
Page recordó que en la anterior legislatura se decía que el perdón general al procés no era posible y "más que una amnistía, es una autoamnistía" porque son necesarios los votos de los separatistas para aprobarla. "Ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Eso es ser juez y parte, que cualquier delito con un voto más en el Congreso se pueda amnistiar. Es un planteamiento que contrasta con la Constitución", condenó, para advertir de que solo pesa sobre Puigdemont el delito de malversación —al ser suprimido el de sedición el año pasado—, por lo que no sería "serio" amnistiarle.
El barón castellanomanchego, no obstante, sí puso voz a un rechazo que es generalizado en el PSOE: el referéndum. "La autodeterminación es simple y llanamente un imposible y cuanto antes se le deje claro, mucho mejor". En el partido está asumido que una consulta independentista es una línea roja infranqueable.
Puigdemont probablemente cite la autodeterminación, junto a la amnistía, en su comparecencia de este martes en Bruselas. Pero serán importantes los detalles. Si sitúa el referéndum como una condición para la investidura o bien se abre a que el separatismo, como hizo ERC en la mesa de diálogo (y repite de nuevo), lo enarbole como elemento de debate durante la legislatura. Cada palabra importa, y ahora más.
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