El PSOE ha vivido una semana de goteo de declaraciones críticas. De severas amonestaciones al acercamiento de Pedro Sánchez a Junts y a la negociación de una hipotética ley de amnistía. Han ido sucediéndose Felipe González, Ramón Jáuregui, Jordi Sevilla o Alfonso Guerra. Históricos dirigentes apartados hace años de la política y fuera por completo del círculo del presidente del Gobierno en funciones. Voces que se sumaban a las de otro responsable, este sí en activo: Emiliano García-Page, jefe del Ejecutivo de Castilla-La Mancha y líder socialista en la región.
Pero sus quejas y advertencias no han removido al PSOE, ni le han añadido presión, porque los barones, el poder orgánico, siguen mostrando su "confianza" en Sánchez y en sus negociaciones para la investidura, aunque a muchos cuadros no les guste el "sapo", así lo definen, de aceptar una amnistía al procés que hasta julio todo el partido, incluido el Ejecutivo y su presidente, tachaba de "inconstitucional". En Ferraz, mientras, tampoco preocupan las palabras de la vieja guardia: se daban por "descontadas" y no detendrán el plan trazado. El diálogo seguirá abierto, con la esperanza de que culmine con éxito. No hay certidumbres, pero la sensación que corre en la cúpula es que la investidura sí puede prosperar.
El exvicepresidente del Gobierno ha sido el último en sumarse a las críticas. Para él, una ley de amnistía es "la condena de la Transición", una "trampa" que no cabe en la Carta Magna
El último dirigente en cargar contra Sánchez fue Alfonso Guerra, este mismo jueves, y en la Cope. El exvicepresidente del Gobierno pidió al PSOE que no apruebe una ley de amnistía, porque es "la condena de la Transición", una "trampa" que cree que "no cabe en la Constitución". "Que no lo hagan porque es muy grave", rogó. "Yo no me resigno, no aguanto eso, no lo voy a soportar". A su juicio, la ley de amnistía que demanda Carles Puigdemont es "lo contrario" a la preconstitucional Ley de Amnistía de 1977. "Ahora se pretende que de un sistema democrático pasemos a uno no democrático, porque vamos a borrar 45 años de democracia y empezamos otra", añadió, para remarcar que quienes se alzaron contra la Carta Magna no fueron demócratas sino "golpistas".
Guerra destacó que los nacionalistas catalanes son insaciables y utilizan el que llama el "sistema del salchichón": "Cortan una rodajita, ahora los indultos. Luego hacer desaparecer la sedición, ahora rebajamos el de malversación, ahora es la amnistía, después vendrá la autodeterminación, el referéndum [...]. Han masajeado a la sociedad para que vayan aceptando, una tras otra, cuestiones que están deconstruyendo la sociedad democrática del 78".
El exvicepresidente no se deslindó de la línea marcada el martes por Felipe González. El patriarca socialista insistió en Onda Cero en que la Constitución no es un "chicle" y en ella no caben ni la amnistía ni la autodeterminación, e incluso confesó que en las últimas generales le costó votar al PSOE. El miércoles, fue el exministro de la Presidencia y exeurodiputado (y exvicelehendakari) Ramón Jáuregui, el que rechazó una ley de amnistía porque no la cree constitucional y porque implicaría una "legalización" de la unilateralidad y los "actos de deslealtad y de atentados a la Constitución" llevados a cabo por el procés.
El soporte de la 'Declaración de Granada'
En el partido sorprendieron más sus palabras porque es un dirigente que no se ha distinguido por declaraciones estridentes. De hecho, él mismo reconoció en RNE que sí hay que abrir una negociación con Junts, aunque las condiciones de hoy de Puigdemont son "infranqueables en este momento, pero es el comienzo" de ese diálogo. Él, además, fue redactor de la Declaración de Granada que Alfredo Pérez Rubalcaba pactó internamente en el PSOE en 2013 y que suponía la apuesta por una España de carácter federal. También avaló en la radio la política de distensión de Sánchez.
Montero busca zanjar la polémica mostrando su "cariño y respeto" por Guerra. Y Alegría recuerda que no se está todavía en el escenario de una ley de amnistía
"Este partido, si acepta el chantaje de Puigdemont con la amnistía, no sería mi partido", señaló por su parte Nicolás Redondo Terreros, exlíder del PSE y ya muy distanciado desde hace años de Ferraz, quien le abrió expediente por interpretar primero que había solicitado el voto para Isabel Díaz Ayuso en las autonómicas de 2021, expediente que luego archivó. "Oído Puigdemont, pido elecciones. Y ahí lo dejo", sentenció el exministro Jordi Sevilla en su cuenta de X (antes Twitter) el mismo martes, al poco de escuchar la comparecencia del expresident en Bruselas. Quien abrió la semana fue Page, el mismo lunes, cuando en Onda Cero advirtió de que la amnistía "vulnera el principio de igualdad ante la ley" y "choca con la Constitución".
Frente a ellos, y en concreto frente a González se situó el primer presidente andaluz, Rafael Escuredo, quien en Twitter se declaró más cerca de quienes dan "nuevas soluciones políticas" a los "viejos problemas de España" y más lejos de quienes han sido sus "referentes".
La dirección socialista y la Moncloa han preferido en los últimos días, en la última semana, no entrar al choque con los críticos. La número dos, María Jesús Montero, intentó cortar el vuelo de la polémica al manifestar su "cariño y respeto" por Guerra este jueves, después de que él se desfogara contra Sánchez en la Cope. "No estamos todavía" en el escenario de una ley de amnistía para facilitar una investidura, señaló la titular de Educación y portavoz del PSOE, Pilar Alegría, desde Bruselas, donde coincidieron varios ministros del Gobierno para explicar las prioridades de sus respectivos departamentos en la presidencia española de la UE. Alegría reiteró que el Ejecutivo y el PSOE siempre se moverá bajo los parámetros de "la coherencia y la transparencia", el diálogo y el marco constitucional. Un paraguas que también reseñó su compañero Miquel Iceta, responsable de Cultura, quien apostó por el "reencuentro" y la "convivencia" en Cataluña.
Lo que estamos haciendo en el PSOE es coherente con la mejor tradición socialista", ya había avisado Bolaños
"Lo que estamos haciendo en el PSOE es absolutamente coherente con la mejor tradición socialista", había advertido la víspera el titular de la Presidencia, Félix Bolaños, en respuesta a las palabras del expresidente González. El negociador jefe y hombre de la máxima confianza de Sánchez insistió en que siempre que los socialistas han gobernado han trabajado por la "convivencia", han "cumplido y hecho cumplir la Constitución", han "velado por que haya más afecto" entre los españoles y por la "cohesión territorial". "Y así lo vamos a seguir haciendo en los próximos tiempos", remachó.
"Confianza" en un líder reforzado
En privado, en la cúpula federal subrayan que las críticas de la vieja guardia, y también de Page, se daban ya por "descontadas", porque ya acumulan un largo historial de pronunciamientos contrarios a Ferraz. En el equipo de Sánchez indican que no son dirigentes "representativos", que hablan por sí mismos y por los miembros de su generación, y que incluso prefieren intervenir en el debate público desde los púlpitos de la derecha. "No representan al PSOE actual, y nos ocupa cero segundos a la dirección federal de este partido. En todo caso, el PSOE no ha dicho aún qué va a hacer porque este es el momento de Alberto Núñez Feijóo", apuntan. La dirección quiere tener los labios sellados hasta que, una vez fracasado el intento de investidura del líder del PP, Sánchez reciba el encargo del Rey.
En la cúpula subrayan que las críticas de la vieja guardia y de Page se daban por "descontadas", pero indican que les ocupa "cero segundos"
En los territorios, tampoco se sienten interpelados por los históricos. Más bien lo contrario. Distintos barones consultados reiteran su "confianza" en los movimientos de Sánchez y subrayan que esas son voces "aisladas" y que no conectan con el sentir actual del PSOE. "Los que han salido ya estaban fuera antes. El partido quiere a Pedro de presidente y las palabras de Puigdemont se pueden interpretar, y además el foco está en Feijóo, abrasándose a fuego lento", manifiesta un líder regional. Un expresidente autonómico tampoco prevé "problemas internos" por la aprobación de una eventual ley de amnistía, "pero sin duda será un combate duro contra las derechas y los neonacionalistas españoles". Esta fuente sí reconoce que hay que "hacer pedagogía interna y externa".
Y es que en el PSOE no se niega que el trago de la aceptación del perdón total al procés —esa "audacia" que resaltaba el lunes Sánchez, sin citar la medida, esa necesidad de "pasar página", y "definitivamente" del trauma de 2017— será muy duro. El presidente en funciones, sus ministros y miembros de su ejecutiva acumulan toneladas de declaraciones públicas hasta el pasado julio en las que repetían que la amnistía era imposible porque era contraria a la Constitución. Ahora, sin embargo, la Moncloa y Ferraz se abren a la negociación con Junts porque sus siete votos son imprescindibles para investir a Sánchez y esa es la línea roja de los independentistas. Pero Sánchez y su equipo han recalcado que nada de lo que se pacte quedará fuera de la Carta Magna.
En los territorios creen que las voces de los críticos son "aisladas". Asumen que la amnistía es un "sapo" que cuesta digerir, pero ningún barón se moverá, creen, y menos ahora, que es el tiempo de Feijóo
"La amnistía saldrá, pero es un pedazo de sapo. Nadie dirá públicamente nada, pero nos cuesta —admite una responsable de Organización—. Nadie se mueve y menos aún ahora, que es a Feijóo a quien le corresponde hacerlo. Aquí no se mueve nadie y para cuando nos toque suponemos que lo tendrán atado. No nos gusta a nadie pero nos gusta menos un Gobierno de extrema derecha".
Por el momento, salvo Page, ningún barón ha cuestionado a Sánchez, que salió reforzado de la prueba del 23-J con una resistencia que nadie esperaba, un escaño más y un millón de votos más que en 2019. Y el partido suele transparentar sus emociones y su malestar. Ocurrió con la reforma de la malversación o con la ley del sí es sí. Entonces, los barones sí saltaron y expresaron públicamente, y aún más en privado, su contrariedad y su inquietud. También estaban muy cerca sus propias urnas autonómicas y municipales.
Críticas a los críticos
Los históricos, pues, no han levantado al PSOE. "Más bien provocan el efecto contrario —manifiesta una dirigente regional que ha estado en primera línea de frente hasta hace muy poco—. Aquí la gente está muy tranquila y confiada en la investidura de Pedro". No es el único cargo que recalca que la vieja guardia está logrando justo lo contrario de lo que podía pretender: que algunos mandos se lancen contra ella.
Espadas pide a los veteranos del PSOE que se sitúen "en el momento en el que estamos: la derecha no ha entendido el 23-J y la mayoría de los españoles quiere diálogo y convivencia"
Lo hizo en X Óscar Puente, exalcalde de Valladolid y actual diputado en el Congreso. Recordó que son "irrelevantes" y los situó ya más en la derecha: "Busco declaraciones de González o Guerra sobre la subida del SMI o las pensiones, cuestiones que fueron atacadas por la derecha. Sobre vivienda, desigualdad… No encuentro nada. Hace mucho tiempo que dejaron de ser un referente progresista para convertirse en lo que son hoy".
Juan Espadas, secretario general del PSOE andaluz, reconoció a los periodistas la "legitimidad" de los militantes y cargos socialistas de "opinar lo que consideren", pero recordó que "cada cosa tiene su tiempo", y ahora toca el de Feijóo. "Yo pediría a veteranos del PSOE, de los que me siento sin duda orgulloso por lo que hicieron en su momento, que se situaran en los tiempos y momento en el que estamos: la derecha no ha entendido el resultado del 23-J, que la mayoría de los españoles quiere diálogo, convivencia y que encontremos una solución a los problemas territoriales. Se hace conversando en el marco de la certidumbre que da la Constitución. Con esos ingredientes, ahora todos los socialistas deberíamos estar pidiendo explicaciones al PP y a Feijóo de qué quiere hacer con Cataluña".
"Jáuregui es el que más razona su posición, jurídicamente hablando. El resto lo lleva a una parte más visceral —advierte otro alto mando territorial—. A Felipe no se le puede echar, pero al resto...". Otro barón, en cambio, entiende que pese a todo hay que "escuchar" a esos referentes históricos para "poder apretar diciendo que el partido no va a pasar por bromas", que no se plegará sin más.
Una dirigente fuera de la órbita de Ferraz advierte de que la vieja guardia pueden no representar al PSOE de hoy, pero sí a una parte de su electorado"
Una veterana distanciada de Ferraz avisa de que la vieja guardia "es cierto que ya no representa al PSOE, pero sí a una parte de su electorado". "Y todo el PSOE estaba hasta ayer en contra de la amnistía. Los que han cambiado son los que están a favor ahora —prosigue—. [En la dirección federal] pueden despreciar a los viejos pero esa era la posición del PSOE e incluso del PSC hasta julio. Y en la cúpula no lo defenderían si no necesitaran a Puigdemont. El verdadero drama es que aquí pasará lo que quiera que pase Puigdemont. Sánchez aquí, desgraciadamente, es un actor secundario. El resultado electoral es ciertamente endemoniado. Pero creo que hay que esperar, incluso para la crítica".
La Moncloa y Ferraz han prometido "transparencia" para cuando Sánchez sea designado por el Rey. Y que se consultará a las bases socialistas. Pero la militancia será preguntada por el acuerdo de gobierno —con Sumar—, pero no sobre los pactos que se tejan con otras fuerzas. Es lo que prescriben los estatutos y esa previsión es la que hoy por hoy mantiene Ferraz.
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