No era el plan inicial. La idea era otra: un debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo la última semana de agosto para, a partir de entonces, construir la reelección de Pedro Sánchez. Pero el líder del PP pidió tiempo. Y la presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, se lo dio. 35 días. En la media de las legislaturas anteriores. Pero con la diferencia de que los apoyos del jefe de los populares serían los mismos tras recibir el encargo del Rey, el 22 de agosto, que cuando arrancase la sesión en la Cámara baja, el 26 de septiembre. 172. Los de PP, Vox, UPN y Coalición Canaria. Ni uno más. El PSOE auguró que el dirigente gallego se abrasaría en algo más de un mes, que no tendría con qué rellenar el vacío de unas negociaciones imposibles. Y sí, los populares no han parado en estas semanas de tropezar y de dar "bandazos", analizan, preludio tal vez de la crisis de liderazgo que sobrevendrá en el partido si finalmente hay Ejecutivo progresista y no repetición electoral. Pero lo que quizá menos se calculaba en Ferraz es que el PSOE también afrontaría un mes "delicado", "difícil", "largo", también "duro", como reconocen algunos cargos, no la cúpula federal. Por el debate omnipresente sobre una eventual ley de amnistía, por la presión de Junts, por la foto de Yolanda Díaz con Carles Puigdemont en Bruselas, por el ruido incesante de voces críticas de dirigentes históricos.
"Es el tiempo de Feijóo", se han hartado de repetir los socialistas todos estos días —ya han transcurrido 26—, una y otra vez. La última, de hecho, este mismo sábado. "Hay que respetar el tiempo del señor Feijóo, incluso cuando ni él se respeta a sí mismo, porque en lugar de buscar apoyos, en lugar de explicar un proyecto para intentar ganar la confianza de la Cámara, dedica su tiempo a criticar, a descalificar, a generar crispación. Pero es momento de respetar los tiempos de la investidura", apuntaba el primer secretario del PSC, Salvador Illa, desde la pequeña localidad de Borredà, al norte de la provincia de Barcelona, en un vídeo enlatado por el partido. El propio Sánchez ha hablado de "descomunal pérdida de tiempo", de que el PP ha sumido al país en la "parálisis" por su sola voluntad. Pero ese "respeto" a los procedimientos y a la liturgia constitucional, porque el líder del PP fue postulado por el jefe del Estado, ha llevado a la dirección del PSOE y al Gobierno a guardar silencio sobre la investidura de Sánchez. A cerrar la boca y a ordenar callar, para no dar pábulo a "especulaciones", y también para preservar los contactos que continúan con Junts y ERC.
La "investidura 'fake'" de Feijóo perdía interés informativo y lo ganaba el diálogo del PSOE con los de Puigdemont, y eso avivaba el fuego interno. Los 'ex'. Uno tras otro
El PP no ha parado de dar vueltas sobre sí mismo, enredándose por sus relaciones con Vox —formación con la que, pese a las tiranteces, ya gobierna en cinco comunidades autónomas, en los consells de Baleares y en decenas de ayuntamientos de todo el país—, por la conveniencia o no de sentarse con Junts —al final, Feijóo admitió esta semana contactos discretos con la formación de Puigdemont— y por el formato del "gran acto" contra la amnistía. Acto que finalmente será un mitin en la madrileña plaza de Felipe II, en el corazón del distrito de Salamanca, granero de votos del PP, el próximo 24 de septiembre, a 48 horas del arranque de la sesión de investidura en el Congreso. Los socialistas han acusado al jefe de los populares de "bandazos", de falta de liderazgo en su partido por dejarse arrastrar por José María Aznar y por el ala dura. Le reprochan que no asuma que perdió el 23 de julio el plebiscito que él mismo había planteado contra Sánchez.
El PSOE, sin embargo, no se aproxima al final del plazo concedido por Armengol al dirigente gallego sin presión. Ferraz concentró sus energías en procurar que todo el foco se volcase en el PP para poder mientras proseguir sus conversaciones, de manera discreta, con los grupos, y especialmente con Junts, cuyos siete diputados son imprescindibles para lograr la reválida en la Moncloa. Consiguió el objetivo a medias. La "investidura fake" de Feijóo perdía interés informativo y lo ganaba el diálogo del PSOE con los de Puigdemont, y eso avivaba el fuego interno. Los ex. Uno tras otro. Sin peso orgánico, salvo los barones de Castilla-La Mancha y Aragón, el presidente Emiliano García-Page y el expresidente y senador Javier Lambán, pero con una indudable notoriedad pública. Felipe González, Alfonso Guerra, Ramón Jáuregui, Jordi Sevilla, Joaquín Almunia, Tomás de la Quadra-Salcedo, Jesús Eguiguren, Elena Valenciano... Todos ellos rechazando o cuestionando la aprobación hipotética de una ley de amnistía, el eje central de las conversaciones con JxCAT y sobre la que ni la dirección del partido ni la Moncloa confirman nada. Pero ya no dicen que sea inconstitucional, la tesis que se mantuvo en todo el PSOE, empezando por su líder, hasta las elecciones del 23-J y aún después.
"No nos viene bien"
"Está siendo un mes largo, duro, pero se están siguiendo los procedimientos democráticos. Vamos a ver las condiciones de esa presumible amnistía y si es factible", advierte un dirigente territorial. "No nos viene bien, porque se pone el foco en una minoría del PSOE. Y es también triste porque la mayoría de los medios hablan de la investidura de Pedro, y ahora lo que hay es la investidura de Feijóo. Cuando toque y se vote la de Pedro, ya hablaremos de ella", manifiesta otro. Un miembro del Consejo de Ministros reconoce que se está haciendo más complicado de la cuenta transitar estas semanas de impasse, también porque "se está tensionando" mucho el ambiente de forma rápida, dados los enganchones entre las dos principales fuerzas y la decisión de Feijóo de convocar esa protesta-mitin a dos días de su investidura contra una medida, la amnistía, de la que no se se sabe aún nada aunque parezca obvio que es la materia prima de la negociación con Junts y ERC.
"En la medida en que la investidura de Feijóo es a los ojos de todo el mundo fallida desde el minuto uno, el foco permanece en la única investidura posible, la de Sánchez. El PP se desgasta, pero las dificultades objetivas de la auténtica investidura pendiente inevitablemente pesan sobre nosotros. Todos los movimientos políticos que se están gestando en el país, señaladamente el aquelarre de la vieja guardia socialista al servicio de la derecha, no giran en torno a la elección de Feijóo, su único objetivo es evitar la de Pedro. En suma, no hay engaños, el auténtico protagonista es Sánchez, no Feijóo. Y con los socios y sus desbordantes exigencias, también trae foco el desgaste inherente a los costes de un acuerdo", analiza un veterano cargo madrileño muy conectado con el Gobierno.
Aún perdura el malestar en el PSOE por el viaje de Díaz a Bruselas para entrevistarse con el 'expresident' el día de la conferencia de arranque de curso del presidente
En el PSOE aún perdura el malestar con Yolanda Díaz por su viaje a Bruselas para entrevistarse con Puigdemont. La vicepresidenta segunda avisó a la Moncloa apenas unas horas antes de volar hacia Bélgica. En el equipo del presidente la acusaron enseguida de perseguir la "foto", pero la sensación que se ha asentado con el paso de los días entre los socialistas es que contribuyó más a trabar que a facilitar la investidura de Sánchez. La líder de Sumar regaló, creen, una imagen codiciada por el expresident al principio del diálogo, a destiempo, y además dio a entender posteriormente que la investidura estaba hecha. Los socialistas consideran que ese mensaje era peligroso, pues daba pie a que Junts no rebajase sus "posiciones de máximos" y a que entendiese que podía seguir presionando. También detectan otra equivocación: con su foto, desplazó el foco a las conversaciones con los independentistas, cuando el objetivo era volcar toda la luz en Feijóo.
El viaje de Díaz coincidió además con la conferencia de arranque de curso político de Sánchez en el Ateneo de Madrid, el discurso en el que más abrió camino hacia la amnistía, sin mentarla, al prometer "audacia" y al insistir en la necesidad de pasar página "definitivamente" del procés. Era la jornada previa a la comparecencia de Puigdemont en Bruselas en la que exigió, como condición previa, esa ley de amnistía. Cobrándola por adelantado, por cierto. Algo que los socialistas, al menos por ahora, rechazan: la cúpula quiere primero las llaves del Gobierno, y luego aprobar el alivio penal.
La presión del expresident levantó a los dirigentes históricos del PSOE. A su vieja guardia, ya muy distanciada de Sánchez y a la que la dirigencia actual reprocha tanto sus críticas a una medida que aún no existe como que se revuelvan ahora cuando no arrimaron el hombro en los comicios del 28-M y en las generales del 23-J. La dirección no ha querido salir al choque, pero ha tenido que responder prácticamente a diario por las palabras de los ex, que se sucedían como un molesto goteo para el presidente en funciones y que probablemente no hayan concluido. Y aunque en Ferraz y en los territorios se insista en que los veteranos no tienen peso orgánico, sí se asume el "ruido". Y es un hecho innegable el divorcio del socialismo histórico con el pulso del partido hoy, un partido cuyo líder, Sánchez, controla sin problemas, con una autoridad incontestable tras haber ganado un millón de votos respecto a 2019 cuando se le daba prácticamente por liquidado.
Hace una semana, la ejecutiva aprobó la expulsión de Nicolás Redondo tras un largo tiempo de desencuentros. Un aviso claro a navegantes
La cúpula pegó un golpe en la mesa hace una semana: el 11 de septiembre, la ejecutiva sancionó la expulsión de Nicolás Redondo Terreros, líder de los socialistas vascos entre 1997 y 2001 y feroz látigo del secretario general desde hace años. La razón, "reiterado menosprecio" a las siglas. El patio volvió a removerse: era difícil no ver el gesto como un aviso a navegantes, y de nuevo el patriarca, Felipe González, volvió a apuntar a su sucesor en el trono de Ferraz: "Nicolás Redondo padre convocó una huelga general siendo parlamentario por la reforma de las pensiones. Nunca, nunca se me ocurrió pensar que eso se penalizaba con una expulsión, que era una cosa seria, no una opinión". Otra señal de distanciamiento en unas palabras, por cierto, que contenían dos imprecisiones: Nicolás Redondo Urbieta, secretario general de UGT durante casi 20 años y padre de Redondo Terreros, dejó su escaño en el Congreso en octubre de 1987, 14 meses antes de la huelga general de 1988, que se convocó por la reforma laboral del Gobierno de González. La dirigencia actual reprocha a los históricos que se dejen "utilizar" por la derecha.
"Sin gestos vacíos"
Pero también han impactado en la piel del PSOE reflexiones como la del escritor Javier Cercas, confeso votante del partido, en El País, manifestándose contra la amnistía. Y es que más allá de las declaraciones de la vieja guardia, la dirección y el Ejecutivo no se han podido sacudir las preguntas constantes de los periodistas sobre la futura ley de olvido total del procés. Pero no ha habido precisiones. El equipo de Sánchez esgrime que cuando Feijóo se estrelle y el Rey postule al presidente en funciones, entonces se pondrán las cartas boca arriba. El jefe del Ejecutivo, el pasado viernes, en un acto ante los empresarios que le sirvió para retomar su agenda pública tras el covid, garantizó que todo acuerdo que pueda firmar para su investidura respetará "la letra y el espíritu de la Constitución". Ese subrayado no era gratuito después de varios días de críticas de los históricos de su partido y de fortísimos ataques de la derecha.
Junts promete no ceder "ni un milímetro" y cobrar "por adelantado", mientras que ERC da por "descontada" la amnistía y urge al PSOE a apurar ya el paso
Sánchez no mentó la palabra amnistía, y solo reiteró que busca un Gobierno estable con un proyecto de "progreso y convivencia". Y que una vez sea nominado por Felipe VI, se dedicará "en cuerpo y alma" a perseguir su investidura, "sin gestos vacíos", dando a entender que quiere que el debate en el Congreso se celebre pronto, poco después del intento fallido de Feijóo. Sus colaboradores, por ahora, prefieren no fijarse fechas, aunque se da por hecho que la sesión podría tener lugar en la segunda quincena de octubre. Lo importante, inciden, es el acuerdo, no el calendario.
A las negociaciones les quedan, en realidad, todo el recorrido. ERC y Junts apremiaron este sábado al presidente en funciones a mover ficha ya. "No aflojaremos, no nos van a templar las piernas y tampoco rebajaremos las demandas como parece que hacen algunos", dijo Míriam Nogueras, portavoz de los posconvergentes en el Congreso, en alusión a ERC y advirtiendo además de que su partido "cobra por adelantado". Es decir, que quiere amnistía antes de investidura. "No cederemos ni un milímetro", avisó. Marta Rovira, secretaria general de los republicanos, daba por "descontada" la medida de olvido penal y urgía a los socialistas a apurar el paso porque no quiere una negociación agónica y de último minuto.
Por toda respuesta, las declaraciones de Illa este sábado en Borredà: "Es tiempo de prudencia, de trabajo paciente, de trabajo discreto y de Constitución, de respetar siempre y en todo momento el marco de la Constitución. Y es también tiempo, dentro del marco de la Constitución, de valentía, de un liderazgo valiente, como el de Pedro Sánchez, de una valentía coherente, de una valentía con coherencia respecto a las políticas que el Gobierno ha seguido con respecto a Cataluña y la defensa de la convivencia y de la concordia, políticas que han recibido el aval mayoritario de la ciudadanía en toda España y en Cataluña". La clave residía en una palabra, valentía, que también trasluce que los socialistas están dispuestos a asumir la amnistía. No sin condiciones, eso sí.
No habrá "locuras"
De hecho, en la última semana la cúpula del PSOE ha deslizado que no aceptará un acuerdo a cualquier precio, y que para eso Junts tendrá que frenar y rebajar su listón de exigencias. Si no, estará abierta la puerta de las elecciones. Un escenario al que ahora sí se apunta como posibilidad, pero que desde luego no es el escenario central para los socialistas, conscientes del riesgo de ir a una segunda convocatoria que pudiese otorgar la mayoría absoluta a PP y Vox. Ahora la esperanza es que el independentismo rebaje el pistón una vez que pase también el sexto aniversario del referéndum del 1-O e incluso la manifestación contra la amnistía convocada por Societat Civil Catalana el 8 de octubre.
La dirección espera que Junts rebaje sus pretensiones. El partido está "a la expectativa", dice un veterano, que subraya dos claves para que la investidura sea posible: que el acuerdo sea "razonable" y que el PSOE continúe "como una piña"
El partido está, confía un veterano, "a la expectativa", con "necesidad de argumentos". Pero estos "llegarán", cuando llegue el momento formal de la investidura de Sánchez, porque hasta entonces "no procede hacer nada". Quienes tienen hilo con la Moncloa piden sosiego, porque no es "extraño" que Junts (y en menor medida ERC, con la que compite) diga que no cede, porque "nadie dice que lo hará cuando comienza una negociación". "Aquí hay dos claves —analiza este dirigente que conoce muy bien las entrañas del poder y del PSOE—: que el acuerdo sea razonable y que el partido esté como una piña".
En el círculo de Sánchez remarcan que no habrá "locuras", que no firmarán nada que sea inasumible para el partido. Y en los territorios, por su parte, por ahora sí hay "confianza" en el líder, así que le dejarán maniobrar. Ferraz sabe que tiene a las federaciones de su lado porque habla con ellas de continuo para saber cómo respiran cuadros y bases.
"Claro que tenemos contacto prácticamente a diario con la dirección federal, porque quieren tener la brújula, el termómetro de cómo están los territorios. Y hay preocupación porque no es el mejor momento, pero no nos llega presión de las bases. Está siendo un proceso difícil, complejo, sí", señala un cargo territorial. "No está ocurriendo nada que no estuviera previsto —tranquiliza un barón de una federación de peso—. Pero hay que saber cómo acaba esto. Lo que es terrible es que Feijóo esté denostando su investidura y situándose en la oposición antes de que haya Gobierno". "Es evidente que el foco no está solo en Feijóo, pero creo que Sánchez no está teniendo nada de desgaste. Si alguien lo está teniendo es Feijóo", coincide otro líder autonómico socialista.
En Ferraz niegan que este mes se esté haciendo "duro". "Nuestra cabeza está, debe estar en la investidura del líder del PP. Pero en todo caso nada será más fácil que el último año que hemos pasado —se desahoga un integrante del aparato—. En las municipales y autonómicas fueron a por nosotros y en las generales igual. Tanto en lo político como en lo personal. ¿Quién dijo que nos lo iban a poner más fácil?".
El silencio, por ahora, se mantendrá, porque fue la estrategia que funcionó, esgrime Ferraz, para la negociación de la Mesa del Congreso. "Es que no queremos contrarrestar lo que dicen los ex o el PP. No tenemos que llenar lo que ellos quieren que llenemos. Lo que hacemos está muy meditado y medido. Pero lo que diga Puigdemont no es palabra de Dios. Nuestra gente no necesita que la tranquilicemos, no está nerviosa, y el PP en cambio está desesperado, está haciendo un ridículo espantoso. Mira el lío con lo de su manifestación del 24 de septiembre... ¿Desgaste nosotros? No. Más desgaste tiene el PP, y menos si consigues el Gobierno".
Los socialistas creen que si se logra la reelección y un Gobierno estable, podrá dejarse atrás el trago de la amnistía. "Cada día tiene su afán, y las carreras se ganan en la meta, no antes", asegura un ministro
Porque ahí está otra clave: los socialistas calculan que esta travesía difícil quedará atrás si se consigue la investidura, porque ya desde el Gobierno se actúa y quedarían por delante cuatro años, en teoría, hasta las urnas, y suficiente tiempo por tanto para que se digiera una medida tan severa como una amnistía, como ocurrió con los indultos. Un ministro resume esa idea: "Cada día tiene su afán, y las carreras se ganan en la meta, no antes".
El dibujo final lo perfila un interlocutor directo del presidente en funciones: "Es un mes muy raro. El mes perdido con Feijóo solo contribuye a aumentar la tensión. Toca esperar. Probablemente hasta que pasen el 1-O y el 12 de octubre no se empezará a clarificar lo que vaya a pasar. Son fechas de agitación callejera que es mejor que pasen sin mucha presión extra. Pero no tiene nada que ver la situación del PSOE, que se juega gobernar y pasar el trago de la amnistía, a la del PP, que es asumir que perdieron las elecciones y definir si Feijóo tiene los días contados. El PSOE vive un periodo delicado que puede terminar con cuatro años de Gobierno. Para el PP, es un periodo de confusión que termina en cuatro años de oposición. Es una broma pensar que es peor momento para el PSOE que para el PSOE. Cualquier partido preferiría estar en el bando de Sánchez y del PSOE".
Nueve días. Nueve días restan aún para la investidura de Feijóo. Y a partir de entonces, la melodía, forzosamente, cambia.
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