Durante años la cifra oscilaba entre los 100.000 y los 120.000 asistentes. Aquella era una concentración sin precedentes en el mapa político del país. Ninguna formación contaba con un evento capaz de reunir a tantos simpatizantes año tras año, menos aún para escuchar el discurso de un líder político. El ‘Alderdi Eguna’, o fiesta de partido, que el PNV comenzó a organizar en 1977 hace décadas que se utiliza como termómetro para medir la salud del partido. El domingo volverá a serlo. Acertar con la toma de temperatura será esencial para la formación de Ortuzar tras los reveses electorales que acumula. El PNV ha llegado a perder más de 100.000 votos en las últimas elecciones, tantos como asistentes a un ‘Alderdi Eguna’ de los tiempos de Xabier Arzalluz.
En las últimas semanas el PNV no ha hecho público ningún diagnóstico detallado sobre las razones que considera que han provocado el alejamiento de uno de cada cinco votantes. Con la celebración de elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, el nerviosismo ha comenzado a hacerse visible, más aún con el impulso de EH Bildu presionando el liderazgo de Sabin Etxea. Algunos nombres significados del partido no han ocultado sus críticas y cuestionamiento a la gestión de los actuales dirigentes del partido.
El ‘Alderdi Eguna’ de este domingo en las campas de Foronda en Vitoria puede ser la fiesta más amarga del PNV en muchos años. No alcanzará el grado de drama que supusieron las ediciones posteriores a la escisión del partido -de la que nació Eusko Alkartasuna (EA)- a mediados de los años 80 pero sí llega con la incógnita de la respuesta que den las bases del partido en un momento electoralmente tan relevante.
Recuperar la 'normalidad'
El lema ‘El día que nos une’ y la campaña de publicidad que desde hace días ha lanzado el PNV busca sanar el distanciamiento, el desconcierto y el descontento que las dos últimas citas con las urnas han mostrado de una buena parte de sus hasta ahora votantes. Tradicionalmente el partido ha convertido el ‘Alderdi Eguna’ en el primer acto del curso político, en el pistoletazo de salida del año político, con el que movilizar y volver a insuflar ilusión a sus bases. La pasada edición, la de 2022, reflejó un innegable ‘pinchazo’ de asistencia. Entonces la dirección del PNV lo achacó a la resaca de la pandemia y de la suspensión de las dos ediciones anteriores a consecuencia de la Covid. Ahora, el llamamiento para acudir a la fiesta del partido se presenta como el del 'Alderdi Eguna' de regreso a “la normalidad” y en el que se confía en poder recuperar el grado de asistencia de años anteriores.
El músculo político que en otro tiempo siempre exhibió el PNV en un evento como este hace tiempo que no es el mismo. Las campas abarrotadas de familias, jóvenes y veteranos, hace tiempo que ya no son las mismas. Ahora el partido de Ortuzar ha intensificado los mensajes hacia los más jóvenes para que secunden la llamada. Precisamente el votante más joven es uno de los campos en los que el PNV ha perdido penetración en favor de EH Bildu. De igual manera, la campaña de esta edición incluye llamamientos a recuperar la esencia de un partido intergeneracional, familiar, capaz de agrupar a todas las generaciones en un evento como el ‘Alderdi Eguna’.
El 'Alderdi Eguna' también permitirá evaluar el grado de aceptación de los últimos movimientos del partido, como la reunión con Carles Puigdemont en Waterloo. Un encuentro que se ha interpretado como un intento por recuperación la relación de ambos partidos, rota desde el procés. El PNV está necesitado de un binomio que permita contrarrestar al que esta pasada legislatura han consolidado ERC y Bildu. A ello suma un papel de mediación con Puigdemont que puede llegar a ser determinante en el proceso de búsqueda de su apoyo para la investidura de Pedro Sánchez. Se trata de un movimiento no sin cierto riesgo. El Junts per Cataluña que lidera Puigdemont no ha sintonizado hasta ahora con el PNV, en particular con figuras como la de Urkullu, cuya relación con el president es inexistente y cuyo modelo de gestión política dista mucho del que siempre ha enarbolado el lehendakari.
Renovación del PNV
La fiesta puede ser la última de Andoni Ortuzar como presidente del PNV. El partido debe abordar próximamente un proceso de renovación interna de los órganos de dirección. Ortuzar ha asegurado en varias ocasiones que no se ve liderando un cuarto mandato para dirigir el partido, si bien deja la puerta abierta a la opinión de las bases. De igual manera, el ‘Alderdi Eguna’ será un termómetro del respaldo que tenga Iñigo Urkullu para volver a encabezar la candidatura del PNV en las elecciones autonómicas próximas. Sería el cuarto mandato al que optaría el hoy lehendakari, quien ya tuvo que ser convencido hace cuatro años para optar a un tercer mandato. El propio Ortuzar aseguró ayer que en caso de Urkullu finalmente no sea el candidato el PNV cuenta “con un ‘plan b’ y ‘plan c’”.
El PNV defendió el año pasado en el ‘Alderdi Eguna’ que su apuesta no va ”ni con Feijóo ni con Sánchez”. Sin embargo, este año el respaldo parece decantado por sumar con el PSOE y Pedro Sánchez para reeditar la alianza progresista. El PNV trasladó ayer formalmente el PP su negativa a poyar la investidura de Feijóo por la dependencia que este tendría de Vox. En el seno del PNV algunas voces internas se han mostrado críticas con la negativa siquiera a explorar las posibilidades que un entendimiento con el PP cabrían, Incluso critican que el PNV no sea consciente de que parte del castigo en las urnas responda al sometimiento que el partido ha mostrado a las posiciones marcadas por el Gobierno de Sánchez durante los últimos cuatro años, en muchos casos alejados del ideario tradicional de la formación.
La dependencia con el PSOE viene determinada también por los acuerdos alcanzados con el socialismo vasco en Euskadi, renovados recientemente para la conformación de ayuntamientos y diputaciones. El PNV necesitará con toda probabilidad del PSE tras las elecciones autonómicas. Actualmente ambos partidos gobiernan en coalición en el Ejecutivo vasco. Un socio con el que algunos sondeos apuntan que no sólo el PNV podría alcanzar una mayoría suficiente en la Cámara Vasca sino también EH Bildu.
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