"Felipe es muy brillante. Alfonso, de un ingenio extraordinario. Pero los dos, Felipe y Alfonso, han perdido el pulso de la realidad. El cabreo entre los dirigentes y las bases con ellos es infinito". Lo cuenta el exdirigente andaluz Rafael Román. Borbotean sus palabras, también las de otros compañeros, y enseguida rezuma en ellos el "dolor", el "desgarro", la "extrañeza", la pesadumbre por la actitud "incomprensible" de sus antiguos conmilitones, sus referentes, sus líderes indiscutibles durante décadas, los que renovaron y regeneraron el PSOE a partir del congreso de Suresnes de 1974 y los que encabezaron la modernización y transformación de España, los que estuvieron prácticamente sin hablarse durante 30 años. Muchos exresponsables de su quinta, que frisan o superan los ochenta años, se reconocen indignados con ellos, con Felipe González (81) y Alfonso Guerra (83), expresidente y exvicepresidente del Gobierno, por haberse reconvertido en un tándem crítico y combativo con el secretario general del partido y jefe del Ejecutivo en funciones, Pedro Sánchez. Por cuestionar una ley, la de amnistía, que todavía no existe y cuyo alcance posible se desconoce, por lanzarse a degüello contra el actual líder del PSOE y por dejarse "utilizar" por la derecha, pese a que les masacró a ambos cuando ejercían el poder.

El estupor recorre a los veteranos del partido y buena parte de ellos levantan la mano. Que se les vea y que se sepa quiénes son, con nombres y apellidos, y que se tenga en cuenta que no comparten las reflexiones de González y Guerra, a los que han estado unidos durante décadas política y personalmente. Son exdirigentes miembros del PSOE de Andalucía, la antaño poderosa federación del partido y cuna política de los dos patriarcas. Y les conocen bien. Como Rafael Román (74), exconsejero andaluz de Cultura, expresidente de la Diputación de Cádiz, exconcejal en el Ayuntamiento de la ciudad, exsenador, exparlamentario autonómico, exdiputado en el Congreso. O como Enrique Linde (77), ex coordinador institucional del PSOE andaluz, expresidente del grupo parlamentario en la Cámara regional y expresidente y ex vicesecretario del partido en Málaga: "Los que hemos sido fieles suyos lo estamos viviendo con desgarro y dolor. Hay extrañeza en la gente. Incomprensión. ¿Por qué esta oposición tan frontal, tan dura, tan agresiva, orquestada en un tema, la amnistía, que no ha cuajado? ¿Por qué este ataque preventivo? ¿Por qué esta acritud? Su actitud es una coartada para la derecha. Una coartada porque le viene bien, abunda en su argumentación contra Pedro". Linde no puede ocultar tampoco su desazón: "Para mí Felipe es uno de los mejores políticos de España y se me parte el corazón al escucharlo. Estoy en las antípodas ahora mismo".

Para mí Felipe es uno de los mejores políticos de España y se me parte el corazón al escucharlo"

ENRIQUE LINDE, EX COORDINADOR INSTITUCIONAL DEL psOE DE ANDALUCÍA

De referentes icónicos para varias generaciones a ídolos caídos para muchos. González y Guerra han cambiado, a juicio de muchos, el humor de un partido que está en un momento crítico. Pedro Sánchez, previsiblemente, recibirá el encargo del Rey para intentar la investidura después de que, la próxima semana, se certifique el fracaso de Alberto Núñez Feijóo. Y solo logrará ser reelegido si teje un acuerdo con sus socios de la pasada legislatura y, esta vez, también con Junts, la formación liderada de facto por Carles Puigdemont, huido de la Justicia española desde 2017.

De los labios del presidente, de su equipo de confianza, no ha salido la palabra amnistía, pero él claramente ha abierto el camino hacia ella, pese a que hasta las elecciones del 23-J advertía —igual que su cúpula, igual que su Ejecutivo— de que era una medida que no cabía en la Constitución. Esa posibilidad del olvido total del procés ha lanzado a PP y Vox contra el Gobierno y ha puesto en guardia a la vieja guardia socialista, encabezada por González y Guerra. Ambos llevan avisando desde comienzos de mes de que la amnistía es imposible, inconstitucional, y ambos visibilizaron su entente, tras décadas de desencuentros, el pasado miércoles en el Ateneo de Madrid, en la presentación del libro del exvicepresidente La rosa y las espinas (La Esfera de los Libros), acto al que acudieron dos únicos dirigentes en activo, los barones de Castilla-La Mancha y Aragón, Emiliano García-Page y Javier Lambán, ambos a años luz de Ferraz, y varios ministros de González y responsables históricos del partido.

"No podemos dejarnos chantajear por nadie y mucho menos por minorías en vías de extinción", sentenció el expresidente, para quien una eventual amnistía no solo es contraria a la Carta Magna, sino también "políticamente inaceptable". González interpretó que los ciudadanos quieren que PP y PSOE se pongan "de acuerdo" y pacten, y no les trasladen sus problemas. "Yo no he sido desleal, yo no he sido disidente, más bien ha sido disidente el otro que va cambiando", aseveró Guerra, como acostumbra, mucho más duro y mordaz.

En Ferraz creen que los excesos verbales de los dos exlíderes, igual que los del PP, cohesionan al PSOE y fortalecen a su secretario general

"Desleales son los que no respetan las mayorías del partido", replicó apenas unas horas más tarde el responsable del aparato socialista, Santos Cerdán, dejando al trasluz la irritación de la dirección de Sánchez con los dos exdirigentes y haciéndose eco también del malestar y disgusto de muchos cuadros y militantes del partido. En Ferraz creen, de hecho, que los excesos verbales de González y Guerra y del resto de la vieja guardia al final no hacen más que cohesionar al PSOE y fortalecer a su líder. Igualmente, sostienen, la excitación y "sobreactuación" de la derecha consiguen despertar al electorado progresista: "A [José Luis Rodríguez] Zapatero también le cosieron a manifestaciones y al final logró 11 millones de votos".

El relevo en la Pablo Iglesias

El distanciamiento de Guerra con el hoy presidente en funciones se prolonga desde hace muchos años. Y el hilo se rompió definitivamente cuando, en 2017, y tras ganar las primarias a Susana Díaz y recuperar el trono de Ferraz en el 39º Congreso Federal, Sánchez decidió relevar a Guerra como presidente de la Fundación Pablo Iglesias, el último jirón de poder que aún le quedaba. El exvicepresidente había puesto su cargo a disposición del reelegido líder y este le aceptó la baja.

Yo ya no sé qué más hacer con Felipe", confesó Sánchez a tres dirigentes tras el mitin por los 40 años del triunfo socialista de 1982. Su relación estaba y sigue rota

Con González, la relación ha sido zigzagueante. El expresidente no le apoyó en las primarias de 2014 —él apoyó a Eduardo Madina—, pero le protegió frente a los primeros ataques y pidió a su organización respeto al secretario general. Pero la confianza se quebró en el verano de 2016, cuando se sintió engañado por Sánchez, al pensar que le haría caso y se abstendría para hacer a Mariano Rajoy presidente y evitar unas terceras elecciones. El toque de corneta de González aceleró la defenestración del líder y el golpe palaciego que acabó con él. El expresidente, Guerra y la práctica totalidad de los notables del partido, el establishment, apoyaron a Susana Díaz en las primarias de 2017. Pero Sánchez la arrasó. Quienes conocen a González sostienen que nunca acabó de superar esa victoria imprevista.

Tras un primer periodo de frialdad, los dos proyectaron unidad en el 40º Congreso, en octubre de 2021, en Valencia, y 12 meses después, en Sevilla, en el mitin que celebró los 40 años del triunfo socialista de 1982. Pero la relación no se había recompuesto. González llegó a ese acto con la hora pegada, saludó "frío" al presidente en la sala vip, compuso un discurso de apoyo a Sánchez —disimulando tensiones, sí— y se marchó rápidamente. "Yo ya no sé qué más hacer con él", confesó Sánchez justo después del mitin a tres dirigentes de su confianza, como ratifica una de ellas a este periódico. Él sabía mejor que nadie que el cordón con González no se había recosido.

"¿Qué ha pasado? Quizá hay un poco de todo. Que no han sabido leer el momento, que piensan que se les debía haber tenido más en cuenta", señala Manuel Gracia (77), expresidente del Parlamento andaluz, exconsejero, exparlamentario autonómico y exdiputado nacional y exsenador. "Pero es que cuando uno se jubila políticamente, uno debe asumir que puede opinar pero no tiene que ambicionar que sus opiniones sean tenidas en cuenta —continúa—. El PSOE, ni en tiempos de Felipe era solo de Felipe, como el PSOE de ahora no es solo de Pedro. Es de la gente que milita en el PSOE y de los que lo votan, gente que vota por la trayectoria histórica del partido pero también por lo que ha hecho el Gobierno en estos últimos cinco años y que valora la política de diálogo y de encuentro. Y todo el mundo sabía el 23-J que votar al PSOE era votar por la continuidad de la política de diálogo".

¿Qué ha pasado? Quizá hay un poco de todo. Que no han sabido leer el momento, que piensan que se les debía haber tenido más en cuenta"

MANUEL GRACIA, EXPRESIDENTE DEL PARLAMENTO ANDALUZ

Otro expresidente del Parlamento andaluz, Javier Torres Vela (69), se reconoce "triste" porque no alcanza a comprender qué metamorfosis ha sufrido González, su gran referente —"yo no he sido guerrista nunca"—, y al que siempre ha atribuido un "sentido común muy potente" y que ahora encuentra que "por primera vez está fuera de lugar y de tiempo". "Ha perdido algo que aquí los socialistas decimos mucho: respirar la calle. Porque no hay crispación por la amnistía. Es un tema que importa a la derecha, que tiene una idea metafísica de España, pero España es dinámica. Es la tesis de la conllevancia de Ortega". "Ver así a Felipe", agrega, "me produce profundo dolor, pero también mucha seguridad de que está equivocado y de que no es aceptable que se haya pasado al marco narrativo de la derecha sin explicaciones". Los hoy contrarios a los dos exlíderes señalan que son "legión", como resume Linde, frente a los contados excargos que, al menos en Andalucía, se alinean con ambos.

La icónica foto de la tortilla, de 1974. De izquierda a derecha, en el suelo, Carmen Hermosín, María Martín, Felipe González, Luis Yáñez-Barnuevo y Manuel Chaves. Y de izquierda a derecha, de pie, Juan Antonio Barragán, Isabel Pozuelo, Pablo Juliá, José Manuel Amores, Rosa Rodríguez, Carmen Romero, Alfonso Guerra, Carmen Reina y Antonia Iborra, en una imagen tomada en Isla Mayor (Sevilla). La cámara era la de Pablo Juliá pero disparó la foto Manuel del Valle, alcalde de Sevilla entre 1983 y 1991. ARCHIVO DE PABLO JULIÁ / FUNDACIÓN FELIPE GONZÁLEZ

Entre los veteranos cunde la sensación de que González y Guerra no están alzando la voz realmente por la amnistía. O no solamente por ella, sino porque sangra esa herida lacerante del pasado en ambos. Como manifiesta Linde a este diario, el expresidente "nunca ha llegado a sentirse integrado ni valorado por la actual dirección". "Ellos, que hicieron este partido, que sientan que no cuentan con ellos, es un desapego que no llegan bien. A Alfonso se le ha visto más apartado y se ha refugiado en una concepción constitucionalista: la Constitución es casi todo, pero no todo, porque también hay política".

Ver así a Felipe me produce profundo dolor, pero también mucha seguridad de que está equivocado y de que no es aceptable que se haya pasado al marco narrativo de la derecha"

JAVIER TORRES VELA, EXPRESIDENTE DEL PARLAMENTO ANDALUZ

Otros exdirigentes también achacan la actitud de los dos "padres fundadores" —la expresión es de la ex vicesecretaria general Adriana Lastra— a que no perdonaron que Sánchez pactara con Podemos. También a sus egos lastimados. Lo dijo así el exeurodiputado Luis Yáñez-Barnuevo (80), íntimo de González y Guerra. Él aparece con ambos en la foto de la tortilla, en 1974, la estampa del clan de dirigentes socialistas que se harían con el timón del partido en Suresnes. Los tres formaron un "trío inseparable" en Sevilla, organizaron el PSOE en Andalucía y se rebelaron "contra el inmovilismo" del viejo Rodolfo Llopis para promover un "cambio profundo" que "reconectara al PSOE con la España real del tardofranquismo". Como el propio Yáñez-Barnuevo recordaba estos días en redes sociales, a ese núcleo se fueron sumando otros dirigentes, como Pepe Romero, el sindicalista que junto a otros veteranos se acercó el pasado 14 de septiembre al expresidente para trasladarle el desgarro que muchos ya sentían: "Felipe, nos duele mucho lo que dices".

La rehabilitación completa de Zapatero

"La posición de ambos exlíderes, los conozco bien, insisto —argumenta Yáñez-Barnuevo—, nace de su amor propio herido, de no ser ellos quienes protagonicen este crucial momento, que no sean consultados por Pedro, que no se resignan al paso del tiempo… No, ni existe una traición a la Transición ni la democracia están en peligro, abandonemos los egos y aceptemos que nuestro tiempo pasó. Que piense Felipe en los antecedentes del referéndum de la OTAN y de otros momentos claves de nuestra historia política. El riesgo político de España está en otro lado, en la creciente entrega del PP a las posiciones de Vox. Ese es el peligro y no otro".

Los 'ex' le reprochan que no hagan apenas críticas de PP y Vox y se centren en el combate a Sánchez. Entre los expresidentes, Borbolla está con González y Guerra y su antecesor, Escuredo, es crítico con ambos

La reflexión es compartida por otros muchos: les duele que González centre sus críticas en Sánchez y en su investidura, para la que todavía no ha sido designado candidato, y en cambio "apenas diga nada de PP y Vox". Como le reprochan a él y a Guerra que no echaran un cable en la campaña de las autonómicas y municipales del 28 de mayo y en las generales del 23-J, cuando el partido atravesaba un momento crítico. Zapatero, en cambio, se fajó para hacer que el PSOE reviviese y mantuviera la Moncloa, una implicación que, convienen todos los dirigentes consultados y admite Ferraz, ha sido aplaudida por las bases, para quienes él es el nuevo referente histórico, rehabilitado plenamente tras años de ostracismo por la crisis económica de 2008. González llegó incluso a revelar que le costó votar a Sánchez hace dos meses. Ni él ni Guerra firmaron ningún manifiesto de apoyo al presidente en unas generales que la derecha planteó como una suerte de plebiscito.

Otro de los que no se ha mordido la lengua contra el expresidente y el exvicepresidente ha sido el primer presidente andaluz, Rafael Escuredo (79). "Cuando alguien en lugar de defender al PSOE busca sin pudor los continuos aplausos de la derecha, podrá decir lo que quiera, pero algo anida en su interior que le lleva a buscar el aplauso, para seguir alimentando su ego", escribió el pasado 15 de septiembre, al día siguiente de que González recibiera un premio en Sevilla agasajado por toda la cúpula del PP andaluz. "Cuando algunos, desde la prepotencia o la arrogancia, se manifiestan radicalmente en contra de una posible amnistía, deberían humildemente añadir: 'Salvo mejor criterio del Tribunal Constitucional'", observó en Twitter, hoy X, el pasado jueves, justo después del acto en el Ateneo de Madrid.

Su sucesor en el cargo, José Rodríguez de la Borbolla (76), sí se ha alineado con rotundidad con los patriarcas. A su juicio, España sí está "en grave peligro, en gravísimo peligro" y aplicar la amnistía sería una "condena" de la Carta Magna. "Estamos ante las primeras escalas de un proceso consciente de deconstrucción del Estado constitucional español", escribió en los rotativos del grupo Joly. Borbolla, en conversación con este diario, señala que España "no ha cambiado" en los últimos 20 o 30 años, "lo que ha cambiado es el dejar hacer a los rupturistas con la Constitución". Primero fue José María Aznar con el pacto del Majestic que "sacó a la Guardia Civil de las carreteras [de Cataluña], quitó los gobernadores civiles y el servicio miliar", y luego fue "Zapatero cuando dijo a [Pasqual] Maragall que aceptaría cualquier Estatut que viniera de Cataluña". "Esas dos claudicaciones han venido acompañadas de otras. Ahora caminamos hacia la deslealtad institucional y es preciso que las instituciones (parlamentos autonómicos, diputaciones provinciales, ayuntamientos), no los partidos, se pronuncien sobre las iniquidades e indecencias de la política española", remacha. Tras el 28-M, el mapa territorial está dominado por el PP.

Los coetáneos de González y Guerra que se sienten lejos de ellos viven con "desgarro" también que ambos se estén "dejando utilizar por la derecha". Por el PP y Vox, pero también por la prensa conservadora. Aquellos que cargaron sin misericordia contra los dos cuando ejercían el poder. "Lo que a la gente le indigna es que se pongan en manos del sindicato del crimen", destaca Román. Linde encuentra una "estrategia calculada" para "debilitar" la posición de la dirección del partido. Otro exdirigente andaluz, miembro del comité federal desde los setenta hasta su retirada de la política advierte de que, a sus años y con su experiencia, ninguno es "ingenuo" y es consciente del impacto de sus palabras y de cómo son utilizadas como ariete por el PP. Saben, pues, que "dañan" al partido. "La misma derecha que ataca ahora a Pedro es la que no tuvo piedad con Felipe —rememora Gracia—. La derecha quiso meter a Felipe en la cárcel por los GAL, la que dijo aquello de '¡váyase, señor González!'. Yo eso no lo he olvidado".

"Felipe debería salir de esa esquina de la que se está aprovechando la derecha. Creo que estamos muchos de acuerdo [con] que gobierne el PSOE, pero hay que respetar los cimientos de la democracia y no se puede[n] tolerar chantajes, pero con la derecha, ni a misa", escribió en Facebook otro de los que aparecen en la foto de la tortilla, el fotoperiodista Pablo Juliá, un hombre muy cercano al expresidente. "No he escuchado a Felipe y Guerra rechazar un Gobierno de PP y Vox, y ese silencio extraña", decía también con nitidez este sábado Juan Espadas, actual secretario general del PSOE andaluz y exalcalde de Sevilla, en una entrevista en El Periódico de España.

La hemeroteca de Sánchez "no ayuda"

Para Gracia, el objetivo del expresidente y el que fuera su número dos es "parar la amnistía por cualquier medio, y eso pasa por que no haya investidura de Pedro". "El enfoque del presidente del problema de Cataluña es el más inteligente que hay encima de la mesa, porque lo que dicen Felipe y Alfonso es lo que dice Feijóo, y eso nos lleva a un conflicto mayor", apunta otro de los ex consultados, que prefiere mantenerse en el anonimato. "Quieren que hagamos lo mismo que en 2016, que el partido dé el Gobierno al PP, y eso está rebotando a nuestra gente. Se ha acabado. No puede ser que vengan a decirnos qué está bien y qué está mal", sentencia Amparo Rubiales (77), uno de los referentes feministas del partido. Fue la primera mujer en formar parte de un Gobierno andaluz y la primera delegada del Gobierno en la comunidad, y también exconcejala en Sevilla, exsenadora, ex gobernadora civil y exvicepresidenta del Congreso. Ella no estuvo en la foto de la tortilla: se integró en el PSOE en 1982 después de abandonar las filas del PCE.

Quieren que hagamos lo mismo que en 2016, que el partido dé el Gobierno al PP, y eso está rebotando a nuestra gente. Se ha acabado"

AMPARO RUBIALES, EXCONSEJERA DE PRESIDENCIA Y EXDELEGADA DEL GOBIERNO EN ANDALUCÍA

También se reprocha a los dos tótems socialistas que se hayan puesto la venda antes de la herida, porque no se conoce aún ni qué se acordará finalmente con Junts —si es que hay pacto— y cómo será esa presumible amnistía. Es decir, que se han anticipado varias pantallas. Y eso que incluso los veteranos tienen dudas y reservas respecto a esta medida de gracia. Pero piden esperar.

No tienen en problema en admitir que la "hemeroteca no ayuda" a Sánchez y que sus cambios de posición, motivo de la campaña del 23-J, han sido constantes y son como una cosa para él, pero eso "tampoco justifica una campaña como esta", ya que "los tiempos en democracia son muy importantes, y este es el Feijóo". "Hay que admitir que la amnistía es un asunto debatible, porque la Constitución como tal no lo prohíbe. Es cierto que es una figura que tiene sentido en momentos transicionales y el hecho de que Pedro necesite esos siete votos de Junts devalúa su posición porque parece que lo haces por llegar al poder, pero la actitud de los dos no ha sido constructiva, no ayuda", observa otro conocido exresponsable y reputado jurista.

El expresidente del Gobierno Felipe González (i) recibe el Premio Iberoamericano Torre del Oro, un reconocimiento por parte de la Fundación Cajasol y la Cámara de Comercio de Sevilla, de las manos del presidente de la Junta, Juanma Moreno (d), el pasado 14 de septiembre de 2023 en la capital andaluza. EFE / RAÚL CARO

En los teléfonos de los ex circulaba este viernes el enlace a la ley 24/1986, que firmó González como presidente, que rehabilitó a los militares profesionales que lucharon por la democracia en la dictadura. Que los amnistiaba. Prueba de que el expresidente, decían, también impulsó una ley del mismo cariz en otro tiempo muy distinto. Diego López Garrido (76), secretario de Estado de la UE con Zapatero y hoy vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas, catedrático emérito de Derecho Constitucional y letrado de las Cortes, sí valida que aquella fue una "amnistía técnica y políticamente", aunque no recibiera ese nombre, lo mismo que puede ocurrir ahora con el procés.

Los que defienden a González señalan que simplemente él ha advertido de que España se aboca a un "Gobierno imposible", de "debilidad extrema" por su dependencia de Junts

"Tengo amistad personal y afecto con Alfonso y Felipe, y sin quitarles los méritos que ambos han tenido, se han confundido. Llegará un momento en que lo reconozcan. No han hecho una buena función, y ni benefician al partido ni a España", asegura Demetrio Madrid (87), primer presidente socialista de Castilla y León y convertido en un referente ético del partido por haber dejado el cargo tras ser procesado por un delito por el que luego fue absuelto.

En el entorno más directo de González rehúsan hacer más comentarios más allá de sus propias palabras en público. Pero quienes lo conocen bien insisten en que tanto él como como Guerra están defendiendo la posición que sostenía el PSOE, empezando por el propio secretario general, hasta las elecciones del 23-J, de modo que quien ha virado es Sánchez. Y argumentan que el expresidente simplemente ha advertido de que España se aboca a un "Gobierno imposible", de "debilidad extrema" por su dependencia de los siete diputados de Junts. Añaden que si salió a la palestra por la "evidente determinación de Sánchez para formar gobierno". "Él no tiene por qué defender cuál debe ser la alternativa, sí avisar de que no se puede gobernar con este enfrentamiento entre PP y PSOE", remachan.

Sus críticas "no caen en saco roto"

Los que se definen como próximos a los dos exlíderes también invocan su derecho a discrepar en público porque los cauces internos apenas existen, ya que los órganos intermedios de control han quedado sumamente debilitados por el hiperliderazgo de Sánchez. Todos los dirigentes históricos consultados sí reconocen que en los tiempos de González y Guerra, el partido estaba más vivo, que los debates internos eran más ricos. En la mente de todos —también de los periodistas— están aquellos comités federales que se alargaban hasta dos días, cuando hoy las reuniones del máximo órgano entre congresos se ventilan en una mañana (aunque no siempre, ahí está el infausto recuerdo del comité del 1 de octubre de 2016, que acabó con la decapitación de Sánchez).

Los veteranos admiten que aunque antes había más debate en los órganos, también había control y "mano de hierro". Y pese a la dura batalla de renovadores y guerristas, se echaba el resto en las campañas

Pero a renglón seguido los ex añaden que el control del expresidente y de Guerra, vicesecretario general desde 1979 hasta 1997, era total. "Mano de hierro", redondea Román. Linde: "Alfonso era un grandísimo organizador y la disciplina era muy valorada en el partido. Ir contra ella estaba mal visto. Ahora hay menos debate, pero se lleva hablando de cesarismo desde la época de Felipe. No hay un cambio sustancial en el comportamiento del partido. Con las primarias, es cierto que tienen menos fortaleza los órganos intermedios, pero ahí tenemos a los barones discrepantes, que en tiempos de Alfonso no se veían".

Todos recuerdan la durísima batalla entre los renovadores (felipistas) y los guerristas, una cruenta guerra ideológica que se prolongó años pero que no impidió que la maquinaria del PSOE estuviera engrasada en los momentos cruciales. Gracia y Linde, renovador y guerrista, recuerdan cómo en campañas como la de 1993 "todo el mundo iba a una y nadie se escabulló", mientras que en la del 23-J fue "clamorosa la ausencia" de González y Guerra. La cultura de partido que los dos inculcaron era una, explica Gracia: "Primero se debate, luego se vota y luego todo el mundo lo acata como un solo hombre". La filosofía que subyacía bajo la máxima patentada por el ex número dos: "El que se mueve no sale en la foto". "Antes se controlaba mucho más, aunque ahora se reúna menos al comité federal. Alfonso y Felipe tuvieron muchísimo poder", coincide Rubiales. Y añade: "Antes había designación a dedo, no elecciones internas. ¿El dedo era más democrático?".

El expresidente del Gobierno Felipe González (i) y el presidente del Gobierno ahora en funciones Pedro Sánchez (d), a su llegada al acto público organizado por el PSOE para conmemorar el 40 aniversario de la primera victoria electoral socialista en 1982 en Fibes, el 29 de octubre de 2022 en Sevilla. EUROPA PRESS / FRANCISCO J. OLMO

El Antiguo Testamento del partido rebate esas valoraciones. "Esto es una especie de regimiento con Sánchez de coronel. En los comités había muchas voces críticas. Y el partido se ha podemizado en estos años. Las bases son ácratas", asegura un exbarón autonómico presente en el acto del Ateneo.

Aparte de desconcertar a mucha gente, lo que pueden provocar Felipe y Alfonso es que el partido se una más en torno a Pedro"

DEMETRIO MADRID, EXPRESIDENTE DE LA JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN

En Ferraz no quieren polemizar con la vieja guardia e insisten en que no adoptará medidas contra González y Guerra, como sí hizo con Nicolás Redondo. Tanto la cúpula como los veteranos subrayan que igual que sí que se ha producido un "desgarro" personal de muchos exdirigentes con ellos, no lo hay a nivel orgánico. Sánchez controla el partido y tiene a las bases de su lado. Como arguye Román, el efecto de las palabras del expresidente y del exvicepresidente "es cero", porque el cabreo de la militancia "es infinito". "Se han pasado siete pueblos los dos y han provocado una ruptura con gente que ha sido suya siempre", verbaliza otro histórico.

Contra la "misoginia" de Guerra

"Ya no pintan nada", "tienen una soberbia infinita y un desprecio por todos nosotros también infinito, pero se les ha visto el plumero, ¡están con el PP!", aseveran dos diputadas cercanas al presidente. "El respeto que tenían en el partido ya lo han perdido", converge un actual cargo territorial. Quien ha salido peor parado incluso ha sido Guerra, por sus palabras "machistas" y "groseras" contra la vicepresidenta Yolanda Díaz, a la que acusó de dedicar mucho a ir "de una peluquería a otra", aunque también González cargó contra ella para defender a Feijóo por haber ganado, él sí, varias elecciones en Galicia. "De misógino" le catalogó Pablo Juliá.

Esto es una especie de regimiento con Sánchez de coronel. En los comités había muchas voces críticas", recuerda un dirigente próximo al exlíder del Ejecutivo. Borbolla pide no hacer caso a quienes son "personajes secundarios"

"Aparte de desconcertar a mucha gente, lo que pueden provocar es que el partido se una más en torno a Pedro", concluye Demetrio Madrid. Quienes defienden al expresidente y a su mano derecha rebaten esa sensación: sus críticas "no caen en saco roto" y sí impactan en el electorado y en "la militancia que está callada". Rodríguez de la Borbolla, por su parte, pide no atender a quienes son "personajes secundarios", "de vecindonas, como en la copla Cinco farolas", que "se apuntan a criticar a Alfonso y Felipe por antigüedad, pero la antigüedad no es un grado en política". "Que hablen los dos en un mismo sentido, que se reencuentren, es muy importante, con independencia de lo que digan personajes de segunda fila", agrega, molesto por tanto con sus compañeros críticos.

El PSOE llega a la investidura de Feijóo con la foto del divorcio de la cúpula con sus mayores. Pero las contundentes palabras de González y Guerra también ha señalado el cisma generalizado de los mayores con quienes fueron sus compañeros en la clandestinidad y en aquellos años de construcción de la España democrática. Las próximas semanas, cuando se confirmen los extremos del acuerdo de investidura de Sánchez, serán decisivas. Para todos.