El protagonista no era Pedro Sánchez. O al menos no era solo él. Lo que pretendía el PSOE este sábado en el municipio sevillano de La Rinconada (39.500 habitantes), en el que jamás ha ganado el PP, era que se exhibiese el músculo del partido en la federación más numerosa (45.000 afiliados), el apoyo de las bases y de sus cuadros al presidente. El aliento del antaño poderoso PSOE andaluz a su jefe de filas justo en el momento en que está construyendo el andamiaje de esta legislatura y en el que tiene que lanzar una investidura de riesgo y no asegurada aún, con la amnistía al procés como argamasa imprescindible para atar los acuerdos. El respaldo sin fisuras al presidente en funciones para que culmine unas difíciles negociaciones con Junts y ERC, para que arme un nuevo Gobierno de coalición progresista aunque ello suponga deglutir platos incómodos. El espaldarazo a Sánchez ante quizá el mayor desafío de una carrera política ya preñada de obstáculos.
El jefe del Ejecutivo en funciones no quiso bajar todavía al detalle de las conversaciones con los independentistas. Y tampoco hizo referencia al pulso de los últimos dos días: ERC y Junts promovieron la aprobación en el Parlament, y lo lograron con la abstención de la CUP, de una resolución en la que se conjuran para no investir como presidente del Gobierno si no se compromete a "trabajar" para hacer "efectivas" las condiciones que permitan la celebración de un referéndum.
Tengo más ganas que nunca, más fuerza, más argumentos que nunca para que haya cuatro años más de Gobierno progresista, de avances sociales y de derechos y convivencia en nuestro país", clama Sánchez
Sánchez, precisamente en la víspera del sexto aniversario del plebiscito del 1-O, una fecha sagrada para los soberanistas, se quedó muchas pantallas atrás. Habló de "convivencia", como suele, y también de que cuando más cerca estuvo España de romperse fue en 2017, con Mariano Rajoy en la Moncloa, cuando se produjo la declaración unilateral de independencia. "Hoy hay más convivencia y concordia gracias al diálogo que hemos impulsado estos años. Nosotros no repartimos carnés de constitucionalismo. Nosotros formamos parte de su redacción y cumplimos con la Constitución todos los días del año y con todos los artículos. No como ellos, que secuestran al Poder Judicial pensando que es suyo", clamó.
Pero poco más. Nada de amnistía, la palabra aún tabú —ni siquiera la mentó hace una semana en Gavà (Barcelona), así que no tenía sentido hacerlo en Sevilla—, nada de modelo territorial. Sí se parafraseó a sí mismo, retomando el hilo que dejó en Dos Hermanas, también en Sevilla —la agrupación provincial con más militantes de toda España—, en el mitin en el que lanzó su candidatura a las generales, en junio, con un partido traumatizado por la dolorosa derrota de poder institucional de las autonómicas y municipales del 28 de mayo.
Entonces aseguró que tenía "fuerza" y "ganas". Este sábado, en La Rinconada, a los suyos, a esos 3.500 militantes y simpatizantes —la cifra es de la organización—, les gritó: "Tengo más ganas que nunca, más fuerza, más argumentos que nunca para que haya cuatro años más de Gobierno progresista, de avances sociales y de derechos y convivencia en nuestro país". "Argumentos" son los que piden en el partido y son los que la dirección promete dar en una ofensiva de pedagogía. La cúpula es consciente de que la derecha golpeará durísimo, ya lo ha hecho e irá a más, contra una futura ley de amnistía, y por eso Sánchez y su equipo se desplegarán por toda España. Un ministro adelantaba esta semana que estarán "mucho" en Andalucía, territorio clave para el PSOE, al que necesita mimar tras frenarse el 23-J la espiral de resultados desastrosos en las urnas y el que tradicionalmente ha comentado las victorias socialistas. En Andalucía es especialmente relevante el mensaje de la "igualdad" entre territorios, y a ella invocó no en vano el secretario regional, Juan Espadas.
"Retorcer" el mandato del Rey
El presidente en funciones volvió a mostrarse convencido de que logrará gobernar. Seguro de que, tras el "teatrillo" de Alberto Núñez Feijóo, llega la investidura "real", a la que se dedicará en las próximas semanas "en cuerpo y alma". Feijóo, recordó, señaló "que puede ser presidente del Gobierno, pero que no quiere". Y "está tan acostumbrado a mentir a todo el mundo, que se miente a sí mismo. Pero los socialistas sí queremos y sí que vamos a trabajar por una investidura real, no una investidura postiza". Directamente, acusó al jefe del PP de "retorcer" el mandato del Rey, la actividad parlamentaria y la Constitución, "no para ser investido presidente", sino para "atrincherarse" como jefe de los conservadores.
Entre las medidas, el blindaje por ley de la subida del salario mínimo conforme al 60% del sueldo medio, los 5.000 millones para la 'hucha de las pensiones' o la vivienda como "causa nacional"
Sánchez no avanzó cuándo someterá su propuesta a la confianza del Congreso. Pero a partir de esas premisas, Sánchez focalizó su discurso en la agenda social que pretende desplegar en esta legislatura y que ya estaba contenida en su programa para el 23-J. El blindaje por ley de la subida del salario mínimo para garantizar que "todos los años", alcance el 60% del sueldo medio del país, llenar cada año la hucha de las pensiones con 5.000 millones de euros, la aprobación de una ley de paridad para asegurar la presencia equitativa de la mujer en la política y en la empresa —norma que aprobó el Consejo de Ministros pero que quedó colgada por el adelanto electoral del 23-J—, hacer de la vivienda "la gran causa nacional", o atender la "emergencia climática". "Lo que continúa es la causa social", destacó. Es decir, que el nuevo Gobierno será sobre todo una prolongación del anterior en lo que afecta a avances sociales.
En el equipo del presidente indicaban este sábado que ese acento en la "agenda social" no era casual. "Por supuesto" el secretario general buscó desplazar este sábado ahí el foco, para incidir en que la nueva legislatura no estará monopolizada por Cataluña. Los socialistas, pues, quieren remarcar lógicamente el ADN progresista del nuevo Ejecutivo.
Fue Sánchez el que más se centró en el programa social, mientras sus teloneros fueron preparando el terreno de la agenda territorial, los que remarcaron que el presidente cuenta con su apoyo para adoptar medidas controvertidas como la amnistía. Se arrancó el anfitrión, el alcalde de La Rinconada, plaza roja del socialismo sevillano, Javier Fernández, también presidente de la Diputación provincial y uno de los puntales del PSOE-A. Él se encargó de meterle temperatura al acto desde el principio. "¿Queréis que Pedro Sánchez siga siendo presidente del Gobierno de España?". No hubo dudas: "Presidente, presidente", coreó el auditorio. "Ser socialista es ser valiente y de izquierdas. Tienes todo nuestro apoyo", verbalizó. Y siguió: "Hay que hacerlo por España, porque España es nuestra también. No vamos a permitir que nos quiten ni la bandera, ni el himno, ni el sentimiento". Y sin citar la palabra amnistía, le dio su bendición: "Tu principal obligación es generar un clima de convivencia en el país. Generar concordia y convivencia forma parte de tu principal obligación", repitió. Un mensaje diáfano.
Puesto de honor para Luis Yáñez
Fernández también evidenció el contraste entre el sentir de la militancia y la dirigencia actuales a las diatribas de la vieja guardia del partido. Los Felipe González y Alfonso Guerra que no han ahorrado críticas a Sánchez por la amnistía. "Se puede discrepar, claro que sí, pero el respeto y la consideración al secretario general nunca se puede perder, porque todos somos iguales. No hay militantes A y B, todos somos los mismos, todos militantes socialistas", señaló. No había duda. Para todos, a quienes miraba era al expresidente y al exvicepresidente del Gobierno, ambos socialistas sevillanos que, sin embargo, han desconectado incluso con buena parte de su generación.
Javier Fernández, el líder del PSOE sevillano, lanza un mensaje claro a González y Guerra: "El respeto al secretario general nunca se puede perder. No hay militantes A y B". Montero pide "blindar" a Sánchez de los ataques
Uno de ellos, su amigo del alma, uno de los integrantes de la mítica foto de la tortilla de 1974, el exeurodiputado Luis Yáñez-Barnuevo, que a través de redes sociales ha ido expresando su dolor por el distanciamiento de ambos, el que ha achacado sus críticas a Sánchez al orgullo herido. Este sábado estaba sentado en la fila vip y a él le dio las "gracias" significativamente la vicesecretaria general y ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero. "No vamos a consentir ataques al presidente del Gobierno, lo vamos a blindar —rogó ella misma—. Entre todas nosotras, en el trabajo, en la puerta del colegio, hay que defender la figura del presidente que nos va a llevar a seguir conquistando progreso los próximos cuatro años".
Enseguida lo contrastó con Feijóo: "Si alguien tenía alguna duda, esta semana en el Congreso hemos visto a un líder, por decir algo, que no tiene proyecto de país, ni una propuesta que permita que la gente sepa a dónde quiere conducir España los próximos cuatro años". El jefe del PP invocó su "dignidad", su "integridad" frente a Sánchez. Pero "no tiene ninguna dignidad", sostuvo Montero, "quien afirma que no acepta condiciones de ningún grupo cuando sabe que no es posible sumar a ningún otro grupo por su alianza con la ultraderecha", con Vox.
Lo que subyacía en todos los discursos, en definitiva, era un hilo conductor: que Sánchez cuenta con el plácet del poderoso PSOE andaluz para sus negociaciones con los independentistas y poder reeditar así el Gobierno de coalición. Con la bendición del que históricamente ha sido el pulmón del partido.
Próxima cita en Granada, el sábado 7
Esa idea también presidió el discurso de Espadas, que precisamente cumplía 57 años —para él pidió Fernández entonar el Cumpleaños feliz—: "Que no quede ni un socialista en su casa, sino defendiendo a este presidente y secretario general". "Unos se reúnen en el barrio de Salamanca para insultar y otros en La Rinconada para abrazar", dijo el líder regional, jugando con el nombre del recinto donde se celebraba el mitin, El Abrazo. Espadas hizo alusión a la especial inquietud histórica del PSOE-A: el partido, el Gobierno, logrará que España sea un país "unido", que respete "la diversidad, pero que garantice la igualdad de todos los territorios".
En el PSOE-A reconocen el "reparto de papeles" en el mitin, cómo el presidente estaba obligado a "poner las luces largas" y sosegar a la parroquia andaluza
"La igualdad por encima de todo, desde la unidad, pero respetando la diversidad", abrochó. El secretario autonómico corría peligro si el 23-J hubiera cosechado otra derrota, pero el PSOE-A aguantó muy bien el tipo, y los mensajes que llegan desde Ferraz, los que también se verbalizaron este sábado (igual que hace un mes en Málaga), es que cuenta con su apoyo para seguir adelante. Y Andalucía estará muy presente en la misión pedagógica que emprenderá la cúpula: el sábado próximo, Sánchez conducirá otro mitin, esta vez en Granada, escenario, las dos jornadas previas, de dos importantes cumbres, la de la Comunidad Política Europea, el jueves, y el Consejo Europeo informal del viernes.
En el PSOE-A reconocían tras el mitin el "reparto de papeles" con el presidente en funciones. Él debe "poner las luces largas", tranquilizar a su parroquia en lugares centrales como Andalucía, mientras que los cuadros regionales debían evidenciar el apoyo total al líder, manifestarle que puede avanzar sin miedo a tener al PSOE en contra. "El protagonista no era solo él, no, éramos también nosotros prestándolo apoyo. Nosotros y las bases. Esa era la idea", explicaban desde el entorno de Espadas. Con este evento de carácter regional, no meramente sevillano, el PSOE también pretendía desmontar el mantra del PP de que el sanchismo ha aniquilado el alma del partido. Se trataba de mostrar orgullo por lo hecho y por lo que está por venir.
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