Pedro Sánchez inicia su andadura para repetir como jefe del Ejecutivo con "ilusión", también con prisa, porque quiere diferenciarse del estilo empleado por el jefe del PP. Pero sabe que el centro de su investidura gravita una sola palabra, la amnistía, una palabra que no pronuncia aún pero que no niega y a la que de hecho sigue abriendo paso, porque esta "es la hora de la política, de la generosidad, del compromiso y del liderazgo". De todos los actores, no solo de él. Un llamamiento a los independentistas también para que asuman su parte de la tarea.
El presidente en funciones compareció en la Moncloa este martes, cerca de las 14.30 horas, tras recibir el encargo del rey Felipe VI y tras la rueda de prensa en el Congreso de Alberto Núñez Feijóo, candidato de la investidura fallida de la semana pasada. En todo momento el líder socialista evitó entrar en concreciones, especialmente en lo relativo a la futura ley de amnistía, corazón de las negociaciones con Junts y ERC. Sí adelantó su plan de trabajo, que pasa por iniciar ya los contactos con los grupos: él se pondrá al frente de las conversaciones. Este mismo miércoles se verá con Yolanda Díaz en el Congreso, que se convertirá en la sede de todas las citas. También pedirá entrevista con el jefe de los conservadores, aunque no para pedirle su apoyo. Y despachará con los líderes de todos los grupos parlamentarios, excepto Vox. Eso incluye a los capitanes en la Cámara baja de Bildu, ERC y Junts. Y excluye, claro, a los jefes de las dos fuerzas soberanistas catalanas, Oriol Junqueras, a quien el Ejecutivo indultó en junio de 2021, y Carles Puigdemont, huido de la Justicia desde 2017 y uno de los potenciales beneficiarios de esa amnistía. También evita sentarse frente a Arnaldo Otegi, jefe de EH Bildu. El líder del PSOE busca una investidura "cuanto antes", pero no le pone fecha aún.
Sánchez subraya que no se puede presidir el Gobierno "sin entender la pluralidad política del Parlamento y la diversidad territorial"
Sánchez fue preguntado en los tres turnos de preguntas por ese olvido penal del procés pero él sorteó de nuevo esa palabra. Se escudó es que una vez que se reúna con los grupos, esta semana —realmente, este miércoles, porque el jueves y viernes estará en Granada en dos cumbres, la de la Comunidad Política Europea y el Consejo Europeo informal— y la próxima, entonces él fijará "posición". Pero aunque no citó el término, siguió abriéndole paso, como hizo en Nueva York hace dos semanas. Alegó este martes que en las generales del 23 de julio los españoles dejaron claro que "no se puede presidir el Gobierno sin entender la pluralidad política del Parlamento y la diversidad territorial de la nación". "Esto es así. Por tanto, es la hora de la política, es la hora del compromiso con el país, es la hora de la generosidad para que podamos encontrar entre todos una forma de articular una mayoría parlamentaria que nos permita un Gobierno, no para una investidura, sino para una legislatura, y quiero que esto sea claro. Y, finalmente, es la hora del liderazgo. Y eso tenemos que ejercerlos todos. Todos tenemos que ejercer ese liderazgo. Yo, desde luego, lo voy a hacer".
Este era el pasaje central de la comparecencia del presidente en funciones, donde esbozaba ya las razones de esa amnistía y donde desplegaba el argumentario que se escuchará mucho a partir de ahora: es la hora de sacar el conflicto catalán de los tribunales, de que todos sean generosos y se permita no solo una investidura, sino una legislatura —y ahí estaba implícito que se liga su reelección a los Presupuestos, como ya había confirmado dos horas antes su número dos en el partido y ministra de Hacienda, María Jesús Montero—, y hora también del liderazgo. De todos. Toque de atención a todos los actores implicados, también los independentistas, que habrán de decidir si quieren Gobierno o elecciones.
De nuevo, defiende la "difícil decisión", pero "acertada", de los indultos de 2021
Pero la otra manera que empleó para desbrozar el camino fue su defensa cerrada de "decisiones difíciles" que adoptó la pasada legislatura, como los indultos a los líderes del procés. En aquel momento, 2021, él "confiaba en los efectos beneficiosos que iba a tener para la convivencia en Cataluña y para superar lo sucedido en 2017". Hoy puede "constatar" que aquella fue una decisión "acertada" y "bien tomada en aras del interés general", alegó.
Otra pista: da por hecho que la ley irá al Constitucional
Ahora bien, garantizó, todo aquello que se apruebe estará dentro de la Constitución y servirá para el "fin común" de la convivencia. No bajó más al detalle —no adelantó cuál será el alcance de esa hipotética ley o si reclama a los independentistas una renuncia de la unilateralidad—, con el argumento de que las conversaciones han de ser "discretas", mientras que los acuerdos serán "transparentes", tanto que deben ser refrendados por el Congreso y, "seguro", por el Tribunal Constitucional, al que llegarán el recurso del PP contra esa futura norma. Otra prueba más de que estaba refiriéndose a la amnistía. El presidente en funciones recomendó a la derecha que cambie de disco, que abandone el eslogan de que "España se rompe", porque no lo creen ni los gobiernos europeos ni "el conjunto de la sociedad española". "Llevamos 40 años precisamente haciendo lo contrario: fortaleciendo a España, cumpliendo con la Constitución y obedeciendo al interés general", reivindicó.
El presidente muestra su rechazo al referéndum, no solo por su "compromiso" y por exigencia constitucional, sino también por "convicción política". Y señala que "nadie" puede sentirse "orgulloso" de la crisis de 2017
Igual que no se refirió explícitamente a la amnistía, sí dejó claro Sánchez que el referéndum de autodeterminación no cabe, como ya manifestaron la semana pasada el PSOE y el PSC en un comunicado conjunto. "Nosotros somos los de sí, sí a la convivencia, a la concordia, a la unidad entre españoles y a la superación de conflictos desde la política. Eso es lo que ha defendido siempre el Partido Socialista".
Y aunque admitió que "nadie" puede sentirse "orgulloso" de la crisis de 2017 —"desde luego, yo no, y fíjese que entonces yo no era presidente del Gobierno, sino líder de la oposición"—, reiteró que todo lo que ha hecho desde que llegó a la Moncloa ha perseguido "superar" ese trauma y provocar un "reencuentro" entre los catalanes y entre las instituciones catalanas y el conjunto de España. Y cree que la situación "no tiene que ver" con la que halló en 2018. "Y en esa senda voy a seguir —esgrimió—. Y es la senda de la política. Y hacer política efectivamente implica generosidad, implica compromiso en tu país y implica, lógicamente, liderazgo. Y política, generosidad, compromiso y liderazgo es a lo que tenemos que ser convocados todos aquí, que queremos resolver en una democracia, como es la española, un problema político con el que hemos sufrido".
Argumentó que el referéndum de independencia no solo no es posible porque no lo contemple la Constitución, sino porque "es contrario" a lo que ha defendido él mismo "siempre" —"con mi palabra y con mi acción"—, aunque también antes del 23-J negó la posibilidad de la amnistía que ahora sí baraja, aunque no la nombre. Pero también rechaza el referéndum porque los catalanes quieren "pasar página" del procés. En suma, dice no a la consulta no solo por "un compromiso y una exigencia constitucional, sino también por una convicción política".
Una "mayoría de legislatura", no solo de investidura
Sánchez enfatizó que la suya es una investidura "real, de verdad", que no hará "perder el tiempo a los españoles", frente a la investidura "postiza" de Feijóo. Y va a trabajar "en serio", "en cuerpo y alma" para que finalmente se logre un Gobierno que "dé estabilidad y responda a los desafíos" por delante, que "son muchos". ¿Y cuándo, cuál será la fecha de la investidura? "Me gustaría que fuera cuanto antes", respondió, sin atreverse a apuntar a ningún calendario. Tampoco lo había hecho, minutos antes, la presidenta del Congreso, Francina Armengol: el pleno se convocará de manera urgente cuando la negociación se halle "lo suficientemente madura". El tope máximo es el 27 de noviembre. El jefe del Ejecutivo sí asumió que las negociaciones no serán "nada fáciles", serán más bien "complejas". Eso hace pensar también que la previsión (y el deseo) de investidura en octubre se aleja y parece más plausible noviembre.
Busca un Gobierno de coalición con Díaz para "consolidar y ampliar" los avances sociales y civiles de la última legislatura y para "perseverar en la línea de convivencia y concordia"
La acción en superficie, porque los contactos han ido fluyendo todas estas semanas, arranca mañana con la reunión con Díaz, y seguirá, después de la pausa de Granada, con el resto de líderes parlamentarios, a fin de articular una "mayoría de legislatura" (y no solo de investidura) que dé un Gobierno a España y "estabilidad" al país. Es novedoso que esta vez se reúna, foto mediante, con la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, cosa que no ocurrió en los contactos de 2019. Los demás interlocutores serán Gabriel Rufián (ERC), Aitor Esteban (PNV), Míriam Nogueras (Junts), Néstor Rego (BNG) y Cristina Valido (Coalición Canaria). En 2019, Sánchez no despachó más que con Pablo Casado (PP) e Inés Arrimadas (Cs), pero antes cerró rápidamente el acuerdo con Pablo Iglesias (Unidas Podemos).
Su propósito es armar un Ejecutivo de coalición con Sumar para "consolidar" los avances sociales y civiles impulsados en la pasada legislatura, y también para "ampliarlos" —como tanto insiste Díaz—. Prometió un programa de gobierno "comprometido y ambicioso" y que buscará asimismo "perseverar en esa línea de convivencia y concordia" desplegada en los últimos cinco años en la política territorial y especialmente en Cataluña. Convencido de que las urnas reflejaron una amplia mayoría a favor de la reedición de la coalición, hizo un llamamiento explícito a los grupos: "Apelo a la responsabilidad de todas las fuerzas políticas para traducir esa mayoría social en un Gobierno de progreso y convivencia".
En definitiva, Sánchez ofrece continuidad: se dispone a hacer lo que ha venido "haciendo los últimos cuatro años". "Mejorando la eficacia", admitió, porque es una de las "lecciones" que ha sacado de la primera coalición, por la turbulenta convivencia con Podemos y el ruido constante que la rodeaba.
Sánchez pedirá reunirse con Feijóo no para pedir su apoyo", sino para que "cumpla con las leyes y la Constitución" y renueve el CGPJ. No se verá con Puigdemont, ni con Junqueras ni con Otegi
El presidente pedirá reunirse con Feijóo o con quien su partido decida, aunque sería "sorprendente" que no fuera él. Lo hará, adujo, "no para recabar su apoyo", y tampoco para "apelar a la peor de las corrupciones, que es el transfuguismo", como entiende que ha hecho el PP. Sí quiere verse con el líder de la oposición para proponerle "algo de sentido común": que "cumpla con las leyes, con la Constitución" y promueva la renovación del Consejo General del Poder Judicial. De paso, le pedirá "desterrar el insulto y la descalificación de la conversación y la disputa política". "No pido nada que no hayamos practicado y que no estemos dispuestos a practicar de nuevo durante estos próximos cuatro años. Solo pido algo que me parece que es de puro sentido común en una democracia consolidada como es la nuestra y es que se respete la legitimidad del Parlamento [o sea, el resultado electoral y el Gobierno que salga investido del Congreso] y que se cumpla con la Constitución".
La pantalla de Sánchez echa a rodar, ahora sí. Con la duda de si llegará a trenzar su reelección y de qué acuerdos concretos llegará a alcanzar. Tiene por delante menos de dos meses ya para conseguirlo o España irá a elecciones el 14 de enero.
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