Nació en octubre de 2016 en mitad de la indignación por la brutalidad policial que segó la vida de Mouhcine Fikri, un pescadero triturado por un camión de basura activado por un agente cuando trataba de recuperar el pescado que le habían confiscado las autoridades. La tragedia alumbró el movimiento Hirak, que exigió el fin del maltrato gubernamental a la región norteña del Rif. La salvaje represión y el arresto de sus fundadores llevó hasta la dirección de la organización a Nawal Benaissa, una ama de casa que siete años después del primer aldabonazo mantiene cierta esperanza con el cambio en los confines de Mohamed VI.
“Sigo teniendo esperanzas aunque todo lo que procede de Marruecos no resulte positivo”, replica Benaissa en conversación con El Independiente. Convertida en objetivo del aparato policial marroquí, Benaissa vive hoy lejos de su país natal. Reside en Países Bajos, que le ha concedido recientemente el asilo político. Se ha unido así a la cada vez más nutrida diáspora rifeña en suelo europeo.
Benaissa se convirtió en la líder del movimiento tras la detención de su líder Nasser Zefzafi en mayo de 2017, condenado a 20 años de cárcel. Cientos de activistas fueron arrestados y la propia Benaissa sufrió hasta cuatro arrestos entre junio y septiembre de 2017. Un año después fue condenada a diez años de prisión por “participar en una manifestación no autorizada”, “insultar a agentes encargados de hacer cumplir la ley” e “incitar a la comisión” de delitos.
Su única acción fue llamar a los habitantes de Alhucemas a sumarse a las protestas exigiendo el fin de la marginación de la región. “Mi vida ha cambiado 90 grados. Ahora siento que estoy a salvo y que puedo expresar mis opiniones libremente”, reconoce con indisimulado alivio tras años de persecución. Desde su exilio holandés, Benaissa hace balance de estos siete años de lucha duramente reprimida por Rabat. “El Estado marroquí, o como lo llamamos en nuestro lenguaje cotidiano, el majzen, no ha respondido a las demandas del movimiento rifeño, sino que más bien ha complicado las cosas”, denuncia.
El majzen no ha respondido a las demandas del movimiento rifeño. Solo ha complicado las cosas
Bennaisa participó desde el comienzo del clamor en las decenas de protestas que tuvieron como epicentro la céntrica plaza Mohamed VI de Alhucemas pero no se había significado hasta que tomó el relevo en mayo de 2017. Hasta entonces no había militado en ningún partido. “No podía aceptar cómo se trataba a la gente de mi región. Como madre de cuatro hijos preocupada por su futuro, comprendía muy bien las razones que impulsaban a aquellos hombres y mujeres jóvenes a manifestarse para reclamar justicia social y un nivel de vida decente”, arguyó tiempo después. “Y lo sigo diciendo ahora, con más fuerza si cabe porque tengo familia y amigos allí y me dicen que las cosas se han puesto más serias y que el trato del Estado marroquí hacia el Rif adopta la forma de venganza contra ellos”, advierte.
Siete años del clamor
Cuando se cumplen siete años de la contestación en el Rif -que fue parte del Protectorado español durante cuatro décadas-, Bennaisa considera que las demandas de entonces siguen plenamente vigentes. “Lo primero es la libertad de todos los detenidos del movimiento del Rif y de todos los presos de conciencia, incluidos periodistas y otros, que fueron detenidos solo porque eran solidarios con nosotros”, establece la opositora. Las penurias económicas y las condiciones sociales que alimentaron el despertar rifeño, subraya, continúan cercenando el futuro de la región.
“Desgraciadamente la situación es muy mala porque todos los jóvenes han emigrado para escapar de la opresión del estado marroquí”, comenta. El incremento reciente de las llegadas de migrantes marroquíes a las costas andaluzas, especialmente las de Almería, confirman su pesar. La mayoría procede del Rif, que se extiende desde la provincia de Nador hasta la frontera argelina, y los observadores de los asuntos marroquíes lo consideran el producto de un abandono político que termina empujando a los más jóvenes de la región hacia la emigración, con el beneplácito de unas autoridades que se deshacen así de posibles conatos de contestación.
Mohamed VI es alguien que ha repetido los errores de su padre y que no ha sido inteligente
“Mantener esta política hacia el Rif es dejar sin futuro a la región. El porvenir es el de una madre herida que echa de menos a sus hijos desplazados por esta política”, dice gráficamente Bennaisa, que vincula el actual abandono a la que ya firmó Hasán II. “Mohamed VI es alguien que ha repetido los errores de su padre y que no ha sido inteligente. Lo veo simplemente como un ladrón de su pueblo”, dispara.
"Mas injusticia con el pueblo"
“Marruecos se encamina hacia más pobreza, más paro y mucha injusticia hacia el pueblo marroquí. La riqueza de Marruecos debe pertenecer al pueblo y no sólo al rey y su séquito”, censura Bennaisa, que dice no tener miedo a las amenazas que siguen llegando del otro lado del Estrecho. “Las amenazas de los esclavos del rey son algo con lo que convivo y se han convertido en algo normal para mí”.
A su juicio, la criticada gestión del monarca tras el terremoto de principios de septiembre es otro de los síntomas de un régimen que ha vuelto a quedar retratado, también la incapacidad de su élite y las reclamaciones no satisfechas. “Entiendo las críticas y merecen ser criticados por todos lados, porque su gestión de la catástrofe ha sido lenta. Hemos visto a ciudadanos provistos con simples herramientas manuales intentando salvar a los heridos mientras el estado estaba completamente ausente con sus equipos hasta que pasaron los días y el Rey apareció en un hospital de Marrakech para visitar a los heridos”, opina.
El seísmo ha mostrado las costuras del país y la desigualdad que padecen las periferias, de Alhucemas al Alto Atlas. “Lo que están viviendo los habitantes de estas regiones resulta muy lamentable. No hay carreteras ni hospitales ni educación. Viven en una época diferente a la del resto. Me entristece mucho su situación. Cuántas veces hemos hablado de las regiones del Atlas y hemos pedido que se ponga fin a su aislamiento, pero no hay respuesta, como si no figuraran en la lista del pueblo marroquí. El rey y el gobierno no quieren verlas”.
Benaissa no ha olvidado el periplo que ha protagonizado desde que comenzaran las protestas. “Cuando Nasser Zefzafi y otros activistas empezaron a reunirse y crearon el movimiento Hirak, sentí la necesidad de unirme a él para que mi voz se escuchara. Dejé la cocina y salí a la calle para reclamar derechos humanos universales”, esgrime. Y en esa batalla repleta de obstáculos sigue. “Marruecos cambiará cuando todo el pueblo marroquí despierte y comprenda que el verdadero ladrón de sus derechos y de su dignidad es su rey”.
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