Nada queda al azar. O casi nada. Y menos en Pedro Sánchez, un dirigente con coraza de hierro que se ha reconstruido a sí mismo en varias ocasiones y que ha jugado fuerte en otras tantas. Por eso cada palabra, cada silencio y cada gesto suyo cuenta y habla. Por eso, que el presidente del Gobierno en funciones empleara este viernes por primera vez la palabra amnistía, desdramatizándola, aunque atribuyéndosela a otros más que a una propuesta emanada del PSOE, y que la defendiera como una salida a la judicialización del procés, era avanzar varias pantallas de golpe. Y era traslucir también que las negociaciones para su investidura caminan en la buena dirección. Y mientras él en Granada iba dando esos pasos, muy consciente, en Barcelona su socia de coalición, Yolanda Díaz, ya se situaba en el capítulo siguiente: el texto de la ley de amnistía que plantea Sumar, que se presentará el martes en la capital catalana pero de la que ya ha trascendido el contenido. La vicepresidenta segunda, por tanto, actuaba de nuevo como avanzadilla, aunque para algunos socialistas ella, más que ayudar, puede "enredar" la situación.
Las señales de las últimas horas apuntan, pues, en la misma dirección: las conversaciones siguen prosperando, aunque nada esté hecho ni nada completamente cerrado. El bache de la semana pasada, cuando Junts y ERC, presas de su propia competición por la hegemonía del independentismo, firmaron una resolución conjunta —que el Parlament aprobó gracias a la abstención de la CUP— se conjuraron para no investir a Sánchez si no avanzaba hacia el referéndum, parece ya superado. Los socialistas, de hecho, pedían "calma", porque todo era producto de la "inflamación" por la inminencia del sexto aniversario del 1-O. Pero sí se vieron obligados a dejar claro que una consulta de autodeterminación era el muro infranqueable: por ahí no hay "camino posible", no hay pacto posible. Superado ese escollo, y tras recibir el encargo del Rey, Sánchez ha intensificado los contactos y ha ido emitiendo mensajes más potentes de cuál es el corazón del acuerdo.
Ni Sánchez ni su equipo están aportando concreciones sobre la ley o la negociación, pero él sí está justificando por qué cree que es una medida positiva
Y ha ido, sobre todo, construyendo, tejiendo relato. El presidente no ha explicado nada de la negociación, tampoco su equipo, ni ha indicado cuáles son sus condiciones, ni qué alcance debería tener esa futura amnistía. Sí está justificando por qué cree que sería una medida positiva. El martes, tras ser designado por Felipe VI, recordaba que es la hora de la "política", de la "generosidad", del "compromiso" y del "liderazgo" de todos los actores, no solo de él mismo. Y mencionaba de forma expresa los indultos de junio de 2021, al principio incomprendidos pero que luego demostraron ser una decisión "acertada" y "bien tomada en aras del interés general". Estaba señalando, por tanto, y sin citarla, que la amnistía era el siguiente eslabón de esa cadena, la llave que permitía cerrar y enterrar el procés de 2017.
Dos días más tarde, el jueves, a su llegada a la cumbre de la Comunidad Política Europea, en Granada, decidió compatibilizar su faceta de anfitrión y de líder internacional, en la que tanto le gusta moverse, con la de candidato. En lugar de apartar las preguntas de política nacional con evasivas, ironizó con el hecho de que no mentara la palabra amnistía —"Me dicen que por qué no me refiero a ello directamente. Estamos negociando con los distintos grupos parlamentarios"—, pero a la vez admitió que esa futura ley es la kriptonita de su investidura y que sobre ella giran las conversaciones con ERC y Junts.
Este viernes, también en Granada, al término del Consejo Europeo informal, y ante los presidentes del Consejo y de la Comisión Europea, Charles Michel y Ursula von der Leyen, Sánchez optó por pinchar un globo que estaba hinchándose en exceso. Su empeño por no pronunciar la palabra amnistía se parecía ya tal vez demasiado a aquel "ese señor del que usted" me habla que decía Mariano Rajoy sobre Luis Bárcenas. Al fin, el presidente la citó. Sin hacerla aún suya, advirtiendo que son otros partidos los que han presentado sus iniciativas, no el PSOE.
"Nosotros conocemos la propuesta de Sumar"
Y a continuación enlazó con la reflexión central, la defensa de la medida de gracia como la herramienta que permitirá dejar atrás la judicialización del procés. "Nosotros conocemos la propuesta de Sumar, como conocemos también la propuesta de otros partidos políticos en relación con la amnistía". que no deja de ser una forma de tratar de superar las consecuencias judiciales a la situación que vivió España con una de las peores crisis territoriales de la historia de la democracia en el año 2017", esgrimió. Era su forma de expresar que con la amnistía se podrá poner punto final a la derivada judicial del procés, una afirmación controvertida y que conectaba con lo que él mismo dijo hace dos semanas y media en Nueva York: que no se debió llevar hace seis años a los tribunales lo que era un conflicto de "raíz política".
Al asegurar que conocía la propuesta de Díaz de antemano, deslizaba que hay más complicidad de la que parecía proyectarse. Ella misma dice que actúa de manera "coordinada" con el presidente
Ese pie en Granada le sirvió a su vez para rechazar la propuesta de Díaz: "Conocemos todas esas propuestas, pero sí también quiero decir que no es la propuesta del Partido Socialista. No es la posición del Partido Socialista". Unas palabras casi calcadas a las pronunciadas horas antes por su ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Sánchez venía a decir que no se siente atado por el texto que la vicepresidenta segunda presentará en Barcelona, pero tampoco salió a la carga contra ella. No la criticó abiertamente, ni la humilló. Lo mismo ocurrió cuando ella viajó hasta Bruselas para ver a Carles Puigdemont: generó malestar en el PSOE pero el jefe del Ejecutivo se contuvo. Como este viernes, cuando Sánchez admitió que tenía de antemano el documento de Sumar, que no hay sorpresa. Sugirió que entre ellos hay una complicidad mayor a la que ambos parecen proyectar en ocasiones.
De hecho, esa es una de las observaciones que Díaz suele hacer: que no actúa al margen del presidente. Este viernes, ella seguía con su agenda en Barcelona. A primera hora, acudía al plató de Cafè d'idees (en La 2 y Ràdio 4), con la periodista Gemma Nierga, y además de avanzar que el martes se presentará en la capital catalana el dictamen de los juristas que Sumar ha reclutado para encajar la figura de la amnistía en el ordenamiento jurídico, insistió que ella y Sánchez se "coordinan".
📌 La vicepresidenta @Yolanda_Diaz_ avança que dimarts presentaran el dictamen dels juristes de @Sumar sobre l'encaix de l'amnistia
— Cafè d'idees (@cafedidees_rtve) October 6, 2023
▶️ Recupera l'entrevista de @GemmaNierga: https://t.co/hL8CMLBPaj pic.twitter.com/VrqGgVwdfB
Fuentes próximas a Díaz consultadas por este diario señalaban que la vicepresidenta está ayudando a desbrozar el camino, sirviendo de "avanzadilla" y de pista de aterrizaje al propio presidente. Y siempre de su mano. Recordaban que ya en agosto ella habló del uso de las lenguas en el Congreso, una cuestión que luego se probó sustancial para que Junts apoyara a Francina Armengol como presidenta de la Cámara baja y el control de la Mesa quedara en manos de la izquierda. Como ella fue la que antes habló de amnistía dentro de la coalición, senda que este viernes siguió el líder socialista. Díaz actúa, concluían en su entorno, como "cortafuegos".
El texto de Díaz plantea exonerar todas las acciones que han perseguido lograr la independencia desde 2013 hasta hoy y también perdonar a los policías implicados en las cargas del 1-O
El contenido de la futura ley de amnistía podría ser menos ambicioso que el planteado por Sumar, pero la vicepresidenta ya ha colocado la mercancía en el escaparate. Para bien o para mal. El texto de los juristas que han trabajado para la vicepresidenta, de 39 páginas y dos artículos y adelantado por El Periódico de Catalunya, propone aplicar la amnistía "a todas las acciones u omisiones de intencionalidad política vinculadas al objetivo de lograr la autodeterminación de Cataluña tipificadas como infracciones penales o administrativas" y enmarcadas entre el 1 de enero de 2013 —fue en ese mes cuando el Parlament aprobó la declaración de soberanía que desembocaría, primero, en la consulta participativa del 9 de noviembre de 2014— y la entrada en vigor de la ley. La iniciativa afectaría también a los policías encausados por las cargas del 1-O, pero excluye casos de corrupción como el que tiene condenada a la expresidenta del Parlament Laura Borràs.
La pugna "matadora" de ERC y Junts
Sin embargo, para algunos dirigentes socialistas, el movimiento de Díaz no ayuda. "Somos más partidarios de la discreción", apuntaban desde el círculo de Salvador Illa, primer secretario del PSC. "Lo ha dejado claro el presidente —completaban fuentes de Ferraz—. No es nuestra propuesta. Y nosotros vamos a mantener la discreción en todo momento hasta que haya o no un acuerdo. No vamos a comentar su propuesta, igual que cualquier cosa que haga Sumar en su agenda propia".
La de Sumar no es nuestra propuesta. Y nosotros vamos a mantener la discreción en todo momento hasta que haya o no un acuerdo", aseguran fuentes de Ferraz
Los socialistas se escudan, por tanto, en que componer el puzle está siendo una tarea tan delicada que cualquier paso en falso puede arruinar los avances. Y el riesgo es elevado, sobre todo por un elemento que los dos socios de la coalición asumen como el mayor peligro que acecha el acuerdo: la competición "matadora" entre ERC y Junts.
Sánchez fue por esa razón especialmente prudente en sus palabras de este viernes: "Se conocerán los acuerdos cuando esos acuerdos se culminen. Es decir, no habrá acuerdo hasta que todo esté acordado. Ha sido sencillo y creo que además esto es de puro sentido común. Se aplica en todos los órdenes de la vida y también en la política".
El presidente no quiso desvelar si algún emisario del PSOE podrá escenificar el acuerdo con Junts con un viaje a Bélgica y una fotografía con Puigdemont. No quiso confirmar (pero tampoco desmintió) si el enviado puede ser el número tres del partido, Santos Cerdán, como publicó El País. Volvió al relato: los españoles "ya han hablado", lo hicieron el 23-J y dijeron a los partidos que se pusieran "de acuerdo", que haya un "Gobierno estable para los próximos cuatro años". "Y eso es lo que yo estoy negociando con los grupos. ¿La noticia cuál es? ¿Que estoy negociando mi investidura. Lo lógico es que yo esté negociando con los grupos para que haya una investidura real y para cumplir con el mandato de los españoles, y es lo que voy a hacer". El presidente reivindicó su gestión en "políticas de progreso y de avances" sociales de los últimos cinco años, también de "convivencia", que ha permitido que la situación en Cataluña sea "infinitamente mejor" que en 2017. Siempre sin salirse del "marco de la Constitución española", recordó.
"Y cuando se den a conocer los acuerdos, no tengan ustedes ninguna duda, serán públicos, transparentes y por tanto validados por el Poder Legislativo e incluso, si quieren ser recurridos ante el Tribunal Constitucional por parte de la oposición, también el Tribunal Constitucional. Plena normalidad democrática. Yo creo que esto es lo importante. La democracia española está trabajando por dar cauce y materializar el mandato que emanó de las urnas el pasado 23 de julio", remachó, de nuevo refiriéndose a una ley que habrá de salir de las Cortes y que pasará el filtro del TC.
Otro elemento debe tenerse en cuenta: Sánchez dio un paso más no en cualquier foro. No en un mitin de partido, ni en el Congreso. Lo hizo ante los dos máximos responsables de la UE, Michel y Von der Leyen.
Las negociaciones ya han comenzado con el PNV. La semana próxima será decisiva: Sánchez se reúne con los líderes de todos los grupos. Arranca con el PP el lunes y cierra el viernes con Bildu y Junts
Los inputs caminan todos, pues, en la misma dirección. La de que habrá pacto. "Sabemos que Junts está dispuesto a jugar el partido y llegar a un acuerdo, pero no es fácil", señalaba desde Radio Euskadi este viernes el portavoz del PNV, Aitor Esteban, para quien, "a día de hoy, no son descartables unas nuevas elecciones en enero". El dirigente confirmó, por cierto, que "la pelota ya está en juego" entre su partido y el PSOE. Es decir, que las negociaciones están en marcha.
La semana próxima será decisiva. Sánchez se enfrentará a un maratón de reuniones con partidos, sindicatos, patronal, organizaciones del tercer sector y medioambientales y representantes del mundo de la cultura. Con los grupos arrancará el lunes con el PP, seguirá el martes con el BNG y el PNV, el miércoles será el turno de UPN, Coalición Canaria y ERC y el viernes 13 cerrará con Bildu y Junts. Excepto populares y regionalistas navarros, los demás son votos con los que el PSOE desea contar para ahormar una mayoría de 179 escaños en el Congreso.
Los detalles escasean, pero los cimientos de la argumentación retórica que va a emplear el PSOE para defender la amnistía ya se empiezan a vislumbrar. Y el que va despejando plantas de ese complejo edificio es el presidente. Aunque Díaz siga corriendo escaleras arriba.
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